La JMJ demuestra que la comunicación ha cambiado, pero algunos medios no se han enterado
La prensa suele seguir rutinariamente algunos mecanismos pensados para facilitar el trabajo de los periodistas y los ritmos de producción de los periódicos. Por ejemplo, se concentra en lo conflictivo o en lo polémico, dejando de lado los demás aspectos. Así resulta más fácil y rápido escribir una noticia supuestamente interesante y dramática, sin verse obligados a buscar una información más completa (trabajo más lento y costoso).
Como se puede deducir, la víctima de este modo de actuar es la realidad de las cosas. Pero de ello se enteran pocos: solo quienes están viviendo los acontecimientos de los que se informa. Esta práctica es un talón de Aquiles, pues convierte a la prensa en una institución fácilmente manipulable: basta montar una polémica para desviar la atención de los medios como se atrae a un perrito con un hueso… Los medios mediocres pican miserablemente, una y otra vez, con la complicidad de algo muy humano que se llama pereza.
Tradicionalmente, los lectores no advertían bien esas deficiencias, pues no existían otros canales de información para saber qué estaba ocurriendo. Ahora, sin embargo, con la presencia cada vez más incisiva de Internet, que ofrece ilimitadas fuentes alternativas, las malas prácticas profesionales de los medios tradicionales quedan en evidencia.
Desde luego, el conflicto y la polémica son ingredientes importantes de la realidad. El problema es cuando se los juzga sin discernimiento, sin distinguir lo importante de lo accesorio. A la larga quien sale perjudicada es la credibilidad de los medios, que es su patrimonio más importante.
Todo esto viene a propósito de que a estas alturas, todavía hay medios serios que lo único que han ofrecido de la JMJ ha sido la polémica sobre los gastos y la protesta sofista de una minoría militante (decepcionante, hasta ahora, el New York Times: aquí y aquí). No digo que no haya que escribir de eso, pero hay que hacerlo en el contexto de un millón y medios de jóvenes que vienen a Madrid de los cuatro rincones del mundo con la esperanza de construir un mundo mejor. En los tiempos que corren, eso es una noticia de primera página y hace falta ser muy ciego para no verla. Y lo están viendo miles de personas gracias a nuevas fuentes y posibilidades del mundo on line.
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