La fiesta y la cruzada

PIEDRA DE TOQUE. Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos del éxito de la visita del Papa a Madrid. Mientras no tome el poder político la religión no solo es lícita, sino indispensable en una sociedad democrática

MARIO VARGAS LLOSA 

28/08/2011

Bonito espectáculo el de Madrid invadido por cientos de miles de jóvenes procedentes de los cinco continentes para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud que presidió Benedicto XVI y que convirtió a la capital española por varios días en una multitudinaria Torre de Babel. Todas las razas, lenguas, culturas, tradiciones, se mezclaban en una gigantesca fiesta de muchachas y muchachos adolescentes, estudiantes, jóvenes profesionales venidos de todos los rincones del mundo a cantar, bailar, rezar y proclamar su adhesión a la Iglesia católica y su «adicción» al Papa («Somos adictos a Benedicto» fue uno de los estribillos más coreados).

Salvo el millar de personas que, en el aeródromo de Cuatro Vientos, sufrieron desmayos por culpa del despiadado calor y debieron ser atendidas, no hubo accidentes ni mayores problemas. Todo transcurrió en paz, alegría y convivencia simpática. Los madrileños tomaron con espíritu deportivo las molestias que causaron las gigantescas concentraciones que paralizaron Cibeles, la Gran Vía, Alcalá, la Puerta del Sol, la Plaza de España y la Plaza de Oriente, y las pequeñas manifestaciones de laicos, anarquistas, ateos y católicos insumisos contra el Papa provocaron incidentes menores, aunque algunos grotescos, como el grupo de energúmenos al que se vio arrojando condones a unas niñas que, animadas por lo que Rubén Darío llamaba «un blanco horror de Belcebú», rezaban el rosario con los ojos cerrados.

Hay dos lecturas posibles de este acontecimiento, que EL PAÍS ha llamado «la mayor concentración de católicos en la historia de España». La primera ve en él un festival más de superficie que de entraña religiosa, en el que jóvenes de medio mundo han aprovechado la ocasión para viajar, hacer turismo, divertirse, conocer gente, vivir alguna aventura, la experiencia intensa pero pasajera de unas vacaciones de verano. La segunda la interpreta como un rotundo mentís a las predicciones de una retracción del catolicismo en el mundo de hoy, la prueba de que la Iglesia de Cristo mantiene su pujanza y su vitalidad, de que la nave de San Pedro sortea sin peligro las tempestades que quisieran hundirla.

Una de estas tempestades tiene como escenario a España, donde Roma y el gobierno de Rodríguez Zapatero han tenido varios encontrones en los últimos años y mantienen una tensa relación. Por eso, no es casual que Benedicto XVI haya venido ya varias veces a este país, y dos de ellas durante su pontificado. Porque resulta que la «católica España» ya no lo es tanto como lo era. Las estadísticas son bastante explícitas. En julio del año pasado, un 80% de los españoles se declaraba católico; un año después, solo 70%. Entre los jóvenes, 51% dicen serlo, pero solo 12% aseguran practicar su religión de manera consecuente, en tanto que el resto lo hace solo de manera esporádica y social (bodas, bautizos, etcétera). Las críticas de los jóvenes creyentes -practicantes o no- a la Iglesia se centran, sobre todo, en la oposición de ésta al uso de anticonceptivos y a la píldora del día siguiente, a la ordenación de mujeres, al aborto, al homosexualismo.

Mi impresión es que estas cifras no han sido manipuladas, que ellas reflejan una realidad que, porcentajes más o menos, desborda lo español y es indicativo de lo que pasa también con el catolicismo en el resto del mundo. Ahora bien, desde mi punto de vista esta paulatina declinación del número de fieles de la Iglesia católica, en vez de ser un síntoma de su inevitable ruina y extinción es, más bien, fermento de la vitalidad y energía que lo que queda de ella -decenas de millones de personas- ha venido mostrando, sobre todo bajo los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI.

Es difícil imaginar dos personalidades más distintas que las de los dos últimos Papas. El anterior era un líder carismático, un agitador de multitudes, un extraordinario orador, un pontífice en el que la emoción, la pasión, los sentimientos prevalecían sobre la pura razón. El actual es un hombre de ideas, un intelectual, alguien cuyo entorno natural son la biblioteca, el aula universitaria, el salón de conferencias. Su timidez ante las muchedumbres aflora de modo invencible en esa manera casi avergonzada y como disculpándose que tiene de dirigirse a las masas. Pero esa fragilidad es engañosa pues se trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros un agnóstico como yo puede leer sin bostezar (su breve autobiografía es hechicera y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes). Su trayectoria es bastante curiosa. Fue, en su juventud, un partidario de la modernización de la Iglesia y colaboró con el reformista Concilio Vaticano II convocado por Juan XXIII.

Pero, luego, se movió hacia las posiciones conservadoras de Juan Pablo II, en las que ha perseverado hasta hoy. Probablemente, la razón de ello sea la sospecha o convicción de que, si continuaba haciendo las concesiones que le pedían los fieles, pastores y teólogos progresistas, la Iglesia terminaría por desintegrarse desde adentro, por convertirse en una comunidad caótica, desbrujulada, a causa de las luchas intestinas y las querellas sectarias. El sueño de los católicos progresistas de hacer de la Iglesia una institución democrática es eso, nada más: un sueño. Ninguna iglesia podría serlo sin renunciar a sí misma y desaparecer. En todo caso, prescindiendo del contexto teológico, atendiendo únicamente a su dimensión social y política, la verdad es que, aunque pierda fieles y se encoja, el catolicismo está hoy día más unido, activo y beligerante que en los años en que parecía a punto de desgarrarse y dividirse por las luchas ideológicas internas.

¿Es esto bueno o malo para la cultura de la libertad? Mientras el Estado sea laico y mantenga su independencia frente a todas las iglesias, a las que, claro está, debe respetar y permitir que actúen libremente, es bueno, porque una sociedad democrática no puede combatir eficazmente a sus enemigos -empezando por la corrupción- si sus instituciones no están firmemente respaldadas por valores éticos, si una rica vida espiritual no florece en su seno como un antídoto permanente a las fuerzas destructivas, disociadoras y anárquicas que suelen guiar la conducta individual cuando el ser humano se siente libre de toda responsabilidad.

Durante mucho tiempo se creyó que con el avance de los conocimientos y de la cultura democrática, la religión, esa forma elevada de superstición, se iría deshaciendo, y que la ciencia y la cultura la sustituirían con creces. Ahora sabemos que esa era otra superstición que la realidad ha ido haciendo trizas. Y sabemos, también, que aquella función que los librepensadores decimonónicos, con tanta generosidad como ingenuidad, atribuían a la cultura, esta es incapaz de cumplirla, sobre todo ahora. Porque, en nuestro tiempo, la cultura ha dejado de ser esa respuesta seria y profunda a las grandes preguntas del ser humano sobre la vida, la muerte, el destino, la historia, que intentó ser en el pasado, y se ha transformado, de un lado, en un divertimento ligero y sin consecuencias, y, en otro, en una cábala de especialistas incomprensibles y arrogantes, confinados en fortines de jerga y jerigonza y a años luz del común de los mortales.

La cultura no ha podido reemplazar a la religión ni podrá hacerlo, salvo para pequeñas minorías, marginales al gran público. La mayoría de seres humanos solo encuentra aquellas respuestas, o, por lo menos, la sensación de que existe un orden superior del que forma parte y que da sentido y sosiego a su existencia, a través de una trascendencia que ni la filosofía, ni la literatura, ni la ciencia, han conseguido justificar racionalmente. Y, por más que tantos brillantísimos intelectuales traten de convencernos de que el ateísmo es la única consecuencia lógica y racional del conocimiento y la experiencia acumuladas por la historia de la civilización, la idea de la extinción definitiva seguirá siendo intolerable para el ser humano común y corriente, que seguirá encontrando en la fe aquella esperanza de una supervivencia más allá de la muerte a la que nunca ha podido renunciar. Mientras no tome el poder político y este sepa preservar su independencia y neutralidad frente a ella, la religión no sólo es lícita, sino indispensable en una sociedad democrática.

Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos por eso de lo ocurrido en Madrid en estos días en que Dios parecía existir, el catolicismo ser la religión única y verdadera, y todos como buenos chicos marchábamos de la mano del Santo Padre hacia el reino de los cielos.

© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2011. © Mario Vargas Llosa, 2011.

Habla de Cristo con pasión entre sus fans

El artista de moda de los adolescentes

El famoso cantante juvenil Justin Bieber habla de Cristo con pasión entre sus fans

Actualizado 30 agosto 2011

ReL

El próximo 27 de septiembre saldrá a la venta en Estados Unidos un libro sobre la estrella juvenil de la canción Justin Bieber que llevará por título:“Belieber!», que es una especie de juego de palabras entre «creyente» (believer) y el nombre del cantante (Bieber).  Y como subtítulo: «Faith, Fame and the Heart of Justin Bieber» (Fe, fama y el corazón de Bieber).

La periodista Cathleen Falsani, ha sido la encargada de escribir éste libro en base a conversaciones con el cantante, y retomando todas las entrevistas y mensajes que el joven Bieber ha publicado en estos años, teniendo su fe cristiana como hilo conductor.

Falsani dice que el libro «explora, en primer lugar lo que Justin ha dicho acerca de su fe, cómo se comunica con sus fans ya sea en Twitter o a través de una canción, un video y una entrevista, y luego también cómo sus fans reaccionan ante él y lo que ha dicho en sus vidas y lo instructivo o influyente que ha sido en la vida de estos jóvenes.»

Manifiesta públicamente su fe en Cristo

El joven cantante de pop aparece en el libro con expresiones como «¡Jesús ama a cada uno de ustedes!», y da también su opinión sobre el sexo, el aborto, o su fe en Jesús, informa Mundocristianotv.

Al recibir el premio Teen Choice al mejor artista masculino, Bieber manifestó ante el auditorio: «¡Quiero decir que todo es posible… Tienen que mantener a Dios en primer lugar en sus vidas. Jesús ama a cada uno de ustedes!»

Un apóstol entre la juventud

Falsani señala que gracias a Bieber sus jovencísimas seguidoras están twiteando comentarios como: «La manera de hablar acerca de su fe me ha hecho creer en Dios y yo antes no creía que Dios existía». Quizás esta sea la primera vez que un artista juvenil de la talla de Justin Bieber utiliza su fama para compartir la fe cristiana de una manera tan abierta y sin temor de ser criticado o marginado.

No suena a sermón 

La periodista cree que mediante su fama, Bieber está teniendo una conversación con el mundo acerca de Dios sin necesidad de sonar a sermón . En este sentido, ha destacado que en su persona ha logrado la apertura de un punto de entrada para hablar de cosas importantes como la fe, Dios, el amor y la gracia y creencias diferentes, sin predicar de manera que suene a religiosa a la gente.

Mucho que agradecer a Jesús

En febrero de este año, Bieber reveló en una entrevista que «tiene mucho que agradecerle a Jesús».

«Soy cristiano, creo en Dios y creo que Jesús murió en una cruz por mis pecados. Creo que tengo una relación con él y que puedo hablarle, y que él realmente es la razón por la que estoy aquí, así que definitivamente tengo que recordarlo. Tan pronto como empiezo a olvidarlo tengo que volver atrás y recordar, ya sabes, que esto es por lo que estoy aquí».

Confesar hasta 20 horas durante la JMJ

Mn. Montiu de Nuix, de Solsona

Un sacerdote catalán cuenta su feliz experiencia de confesar hasta 20 horas durante la JMJ

Ha vivido otra JMJ, más bien desde dentro, atendiendo en la confesión a una infinidad de jóvenes.

Actualizado 29 agosto 2011

ReL

El sacerdote Josep Maria Montiu de Nuix, natural de Cervera, Canciller de la diócesis de Solsona y estudioso y divulgador de la obra de Manuel García Morente, del que es uno de sus principales biógrafos, explica en este texto que reproduce ReL, cómo vivió su particular JMJ 2011 en Madrid desde un confesionario, confesando sin parar a cientos de peregrinos en maratonianos horarios.

«Te cuento mi experiencia en la Jornada Mundial de la Juventud, Madrid 2011. Te la cuento espontáneamente, aún caliente o recién salida del horno, con las impresiones actualmente muy vivas en mi corazón.

»En ocasiones anteriores había conocido estas Jornadas únicamente a través de la Prensa, de las publicaciones, de la Televisión. Sólo ahora he tenido la inmensa suerte, la gran gracia espiritual, de haber estado presente. Sólo ahora he logrado tener experiencia directa de una Jornada Mundial de la Juventud. Ha sido ésta la primera ocasión en que he podido tomar el pulso, personalmente, a una Jornada Mundial de la Juventud. Nunca había pensado ni siquiera imaginado o soñado que fuese algo tan maravilloso, tan entusiasmante, tan emocionante. Ha desbordado con mucho todas mis expectativas.

»Como sacerdote católico he experimentado la Jornada Mundial de la Juventud desde dentro, y no sólo por lo que se ve, por las inmensas multitudes de jóvenes que llenaban Madrid y la inundaban de alegría, de cantos, de primavera florecida.

»Al dirigirme a la Jornada Mundial de la Juventud me había preguntado, con mi modo de ser exigente, si detrás de esta aventura andariega, esforzada y sacrificada de jóvenes que llegaban de lugares de todo el mundo, llenos de sana alegría, habría mucha profundidad o si, en parte, esta gozosa realidad se disolvería en una cierta superficie de cosas. He constatado que la realidad interna supera muchísimo a lo que se ve exteriormente. He palpado que estamos ante un hecho de primera magnitud para el mundo y para la Iglesia.

Confesando hasta 20 horas

»En la Jornada Mundial de la Juventud he estado confesando entre 15 y 20 horas. Escuchando y atendiendo espiritualmente y con corazón de padre, en consecuencia, a gran cantidad de jóvenes, de chicos y de chicas. Algunas niñas pequeñas habían venido a confesarse corriendo y dando saltos de alegría y con su rostro respirando una alegría muy comunicativa y hermosa, reflejo del cielo, y después de su confesión manifestaban una alegría impresionante.

»He logrado constatar de este modo que en la Jornada Mundial de la Juventud se da gran número de conversiones, muchos progresos espirituales muy importantes y corazones muy tocados por la gracia de Dios. Para decirlo en una sola palabra: se ha dado en esta Jornada Mundial de la Juventud una fortísima actuación del Espíritu Santo en las almas. Esta oleada del Espíritu Santo, este nuevo Pentecostés, habrá de tener unas consecuencias insospechables, incalculables, pero en todo caso grandísimas: muchas vocaciones sacerdotales y religiosas, una honda influencia en el mundo actual,…

»El mayor número de las confesiones las he oído en el parque del retiro, donde había doscientos confesionarios y donde durante varios días había un horario de confesiones que iba de las 10 de la mañana hasta las 6 horas de la tarde. Un día estuve confesando casi 8 horas seguidas. Cuando se terminaba el horario aún había personas que querían confesar y confesábamos con alegría en medio de la calle. 

»En Cuatro Vientos estuve confesando hasta las 5 horas de la noche. No estuve más tiempo porque a las 9 horas quería concelebrar la Santa Misa con el Santo Padre Benedicto XVI, y quería estar lo suficientemente despierto, en condiciones convenientes para esta sagrada concelebración. Pero aún después de las cinco de la noche me pedían que siguiera confesando. Quedaba en el alma el deseo de haber estado más disponible, y haber dedicado más horas a ayudar a aquellos jóvenes, chicos y chicas, que me habían robado el corazón.

»En una carpa que estaba a unos metros de donde me encontraba hubo adoración del Santísimo Sacramento del Altar, expuesto solemnemente en la custodia, hasta las cuatro horas de la noche, aproximadamente. El Señor estaba acompañado por las oraciones y los cantos de los jóvenes, unos arrodillados, otros sentados, que sacrificaban el sueño en unos días que habían resultado muy agotadores.

»El Santo Padre presidió la Jornada Mundial de la Juventud, y el único grito que se oía a las multitudes era la aclamación al Santo Padre. Era una aclamación entusiasta, alegre, cariñosa, de amigos íntimos o llena de afecto, llena de vida. Parecía que el suelo se hubiera esmaltado de flores para aclamar al Papa, el cual se encontraba visiblemente emocionado. Amor al Papa que se contagiaba y aumentaba. Realidad enternecedora.

»Como habrás podido imaginar, también yo me fui muy tocado en mi corazón por el testimonio fantástico de aquellos jóvenes, de aquellos chicos y chicas maravillosos. El mundo y la vida no podía seguir siendo lo mismo en cada uno de nosotros tras el impacto que habían causado en nuestros corazones aquellos jóvenes venidos de todo el mundo para aclamar al Santo Padre y para encontrarse con Cristo. Era difícil contener la emoción, porque resonaba de nuevo en los corazones a través de todo el día y con la lira de tantísimos jóvenes: Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat. Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera.

»Muchas gracias Santo Padre, muchas gracias jóvenes, chicos y chicas, porque nos habéis demostrado que sois maravillosos, que tenéis un corazón grande, un corazón generoso, un corazón que sabe amar, un nuevo florecer que se esparce por todo el mundo llenándolo de una nueva fragancia y que llena nuestro corazón de esperanza. Un millón de besos. ¡Viva el Papa! ¡Alabado sea Jesucristo!».

«Siete días en Utopía»

«Siete días en Utopía», una vuelta a los principios

Robert Duvall rescata para la vida y la fe a un famoso a punto de estrellarse

El 2 de septiembre se estrena en Estados Unidos una nueva obra maestra en defensa de las cosas que realmente valen la pena.

Actualizado 27 agosto 2011

C.L./ReL

Los buenos seguidores de Robert Duvall encontrarán algunas semejanzas entre Seven days in Utopia [Siete días en Utopía] y otra película del actor californiano de 79 años: Tender Mercies, por la que ganó en 1983 su único Oscar. En ambas está presente la Texas más rural en un ambiente intimista, pretenden una aproximación directa a las grandes cuestiones de la vida… y nos muestran una redención.

Aunque si en Tender Mercies Duvall era el adulto redimido, en Seven Days in Utopia el redentor es él.

La película, que se estrenará en Estados Unidos el 2 de septiembre y está siendo muy anunciada tanto en círculos católicos como evangelistas, cuenta la historia de Luke Chisholm, una estrella del golf que está a punto de echar a pique su carrera por problemas personales.

Huyendo de sí mismo, un pequeño accidente de carretera le detiene en Utopía, Texas, un pueblo donde encontrará a un excéntrico y anciano granjero, Johnny Crawford, interpretado por Duvall, y de su mano descubrirá el verdadero sentido de las cosas, que había perdido. Para ayudarle a encontrarlo aparecerá también el amor, encarnado en Deborah Ann Woll, actriz que ha aparecido en series como Urgencias, CSI, El mentalista Ley y orden.

Siete días en Utopía está basada en una novela de David Cook, co-guionista del film, que no oculta el carácter específicamente cristiano de libro y película. Sobre todo en una escena en la que Duvall se lleva a pescar al río a su imprevisto pupilo para explicarle cómo orientar su vida en el futuro, y le dice que «Jesucristo sólo hay uno«. Quiere darle a entender que sus propios pecados anteriores los expía ahora ayudando al joven golfista a expiar los suyos.

«Lo que cambia la vida de un hombre o una mujer es como una invasión de Dios«, dice Cook: «De eso trata la película». Luke encuentra la paz y la confianza en sí mismo porque en esos días en Utopía ha entendido el sentido de las cosas.

El silencio, la noche, el amor largamente mantenido a lo largo del tiempo (que encarnan el personaje de Duvall y su mujer), la serenidad, la confianza mutua entre las personas… Todos esos secretos envuelve el pueblo de 373 habitantes que va a enseñar tanto al protagonista y, si el resultado satisface las expectativas de los espectadores, a millones de personas más.

 

Peregrinos irlandeses de la JMJ salvaron la vida de un niño

Oración y acción

Unos peregrinos irlandeses de la JMJ salvaron la vida de un niño que estaba a punto de ser abortado

Fue en Madrid, y es uno de esos frutos desconocidos de la visita de Benedicto XVI que van conociéndose con el paso de los días.

Actualizado 27 agosto 2011

Zenit / ReL

La vigésimo sexta Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) logró, entre sus numerosos frutos, salvar una vida humana, ya que unos peregrinos llegados a Madrid para el evento lograron disuadir a una pareja de abortar.

El pasado 19 de agosto, un grupo de peregrinos pro-vida irlandeses se puso a rezar delante de la iglesia de San Martín de Tours, donde hay una importante clínica abortista, informó a Zenit el Centro Internacional para la Defensa de la Vida Humana (Cidevida).

Una pareja llegó hasta el lugar con la intención de abortar y los jóvenes salieron a su encuentro y les explicaron las razones por las que no debían hacerlo.

Una voluntaria de Cidevida, organización que tenía instalada una exposición en el claustro de esa céntrica iglesia madrileña, se añadió al grupo y puso a la pareja en contacto con la fundación de apoyo, asesoramiento y ayuda a la mujer embarazada Red Madre.

Esta red se comprometió a prestar apoyo para el nacimiento del hijo de la pareja, que consolidó así su decisión de no abortar.

Para el secretario de Cidevida, Juan José Panizo, “el “regalo” de esta vida es una alegría para todos”. “Gracias, Benedicto, por haber venido”, expresó, y también aplaudió la actuación de los voluntarios de la entidad pro-vida y de los peregrinos irlandeses, que después de ese encuentro volvieron a rezar de rodillas al mismo lugar.

El centro de Tordesillas (Valladolid)
Un grupo de personas preocupadas por las consecuencias de la nueva ley del aborto española puso en marcha Cidevida en el año 2009 para informar de la realidad del aborto y promocionar alternativas para ayudar a las mujeres con problemas ante el embarazo.

Entre otras actividades, la entidad mantiene en la villa de Tordesillas, en la provincia de Valladolid, una exposición permanente sobre el aborto, un centro de ayuda a las mujeres embarazadas y de atención del síndrome postaborto y un centro documental.

Novelas rosas que arrasan

El éxito de Precious Hearts Romances

Sin escenas de cama, nada de homosexualidad, final feliz con boda: novelas rosas que arrasan

Se venden como rosquillas en Filipinas, sobre la base del respeto a los valores cristianos tradicionales: ¿cuál es el secreto?

Actualizado 27 agosto 2011

C.L./ReL

A los escritores «serios» les cuesta aceptarlo, porque en Filipinas ya es un éxito vender mil ejemplares de una de sus obras, y las tiradas de partida dePrecious Heart Romances, editorial especializada en novelas rosas, son de cinco mil.

Pero si además esos escritores «serios» son progres, entonces ya les llevan los demonios, porque lo que ha conseguido enganchar al público, a tenor de las cifras de ventas, son sus historias: sencillas, directas al corazón, con final feliz… y en plena sintonía con los denominados «valores tradicionales».

Lo destacaba la semana pasada France Press en un reportaje donde daba cuenta del auge de este tipo de literatura en el único país asiático de mayoría católica. «No hay escenas de cama, no hay inmoralidad. No permitimos un final feliz en el que uno de los protagonistas esté casado y el otro no, no pueden acabar juntos», explica Segundo Matías, presidente de Precious Heart Romances y antiguo guionista de cine.

De hecho, el principio rector de esta editorial figura en su frontispicio: «Nuestras novelas refuerzan valores tradicionales como el compromiso«. Y ni se les pasa por la cabeza ensalzar la promiscuidad o que estén presentes relaciones homosexuales.

Aunque tienen sus críticos, que las consideran «basura», están sirviendo comoinstrumento para incrementar el nivel cultural de la sociedad, en un país donde la población lectora está en torno al 22%: «Al menos los más pobres leen», explica Matías, pues son sus principales destinatarios por su bajo precio. Que se corresponde con los escasos emolumentos de los autores, en torno a 100 euros por novela.

Maia Jose es una de las autoras de la editorial, y explica que necesita unas cuatro semanas para escribir cada texto, pero hay compañeros suyos que escriben cien al año. No es demasiado teniendo en cuenta que la marca publica unos cincuenta al mes.

Valores cristianos tradicionales

Y todas con un mismo patrón: 128 páginas y final feliz. Están escritas en tagalo y no sólo se venden en islas, sino que también exportan masivamente a Hong Kong y Singapur, donde trabajan muchas mujeres filipinas, público mayoritario de unas obras que «alimentan la fantasía de enamorarse del Sr. Perfecto«, como explica la misma publicidad de la editorial.

Precious Heart Romances hace gala de fomentar los «valores cristianos tradicionales«, con historias destinadas a agradar a una mayoría católica y a una importante minoría protestante.

Y que están siendo utilizadas por el gobierno para incrementar el nivel cultural de la población. Según Dennis Gonzales, director nacional del Libro, están sirviendo para mejorar el vocabulario y la cultura general de los filipinos, así que apuesta por este tipo de libros, con el que pueden conseguir un objetivo que no sería alcanzable con «alta literatura»: «No se compraría en la misma medida», sentencia.

Sobre todo, el éxito del género demuestra que no es preciso degradar el mensaje para agradar a un público amplio. Aunque literariamente carezcan de valor, la influencia social de las novelas rosas «limpias» es bastante bien vista por los creadores de opinión cristianos.

¡Amorilízate!

Actualizado 26 agosto 2011

A ti, que no estuviste en Cuatro Vientos, que has visto entre estupefacto e incrédulo que otra forma de vivir, de comportarse y de manifestarse es posible, y que te gustaría formar parte de esa otra forma, no te cortes: ¡Amorilízate!

A mí no me engañas. Yo viví ahí fuera. Y sé que, de alguna manera, te gustaría formar parte de esta alegría que no necesita de alcohol, ni de droga, ni de placeres rápidos y efímeros para ser feliz. Dime que no, venga. Yo te reto desde el convencimiento que me ha dado mi propia experiencia: ¿No te gustaría ser alegre, estar alegre, sin beber, sin drogarte, sin esa necesidad de tener y tener y tener más dinero? Dime que ya eres feliz y que no te amarga la tristeza sin necesidad de saberte amada por ese chico durante un tiempo, unos meses, tal vez algún año, y te dejaré en paz. Pero sé que no. Dime que no necesitas salir de tu círculo de debilidades para calmar tu grito interior y saberte amado, querido, importante, y te dejaré en paz. Pero sé que no.

Se honesto contigo, no conmigo, que a mí ya me da igual: Has sido testigo privilegiado de una marea humana de jóvenes, interracial, intercultural, plural, diferente, que unida en un solo principio, ha sido capaz de movilizarse sin desordenes, sin conflictos, sin reproches, de forma alegre, ¡brutalmente alegre! sin necesidad de bebidas, ni de drogas, ni de daños contra uno mismo ni contra los más próximos, por una causa común: el Amor.

Se han movilizado por el Amor, pero ojo con esta palabra. No se trata del contenido de una canción de Maná, ni del último culebrón venezolano, ni la próxima película de Meg Ryan ni de Brad Pitt. Es Amor escrito con mayúscula porque es esta causa común de gentes tan diferentes un nombre propio, de una persona, de un hombre: Cristo.

Nadie en la Tierra es capaz de reunir a un grupo tan numeroso ni tan variado, soportando calor, lluvia, viento, frío, sueño, sed, incomodidades, como lo ha sido capaz, ¡y tú lo has visto!, la persona de Cristo. Quien ha convocado ha sido su representante como cabeza de la Iglesia que Cristo fundara. Un anciano de 84 años, profesor de Teología, que para colmo habla alemán. Joder, ¿puede haber un perfil menos atractivo para un joven en el mundo? Si hiciésemos un casting de perfiles aburridos en el mundo, posiblemente el Papa no ganaría, pero daría guerra. Sin embrago, allí estaban todos ellos. Tú no. Pero tú lo has visto.

Ellos han venido a ver al Papa no por su gracia, ni por su simpatía, ni porque cuente chistes o cante canciones pegadizas. Han venido porque el Papa es un emisario, un representante, que trae un mensaje que va directo al corazón humano, al de ellos, y también al tuyo: Mereces el Amor. Perteneces al Amor. Cristo, el Amor con forma humana, te espera. ¡Ábrele tus puertas! ¡No tengas miedo!

Ese mensaje ha calado, y ha calado hondo, no porque el Papa sea un excelente comunicador, o un portento de la escena, o un tío divertido, sino sencillamente porque lo que ha dicho, es la verdad, la verdad de tu vida. El Amor es tu esencia y no puedes vivir fuera de ella.

Estaban todos ellos movidos por una ilusión, por una inquietud del corazón que tú también tienes, y que buscas, yo lo sé muy bien, en diferentes partes de tu vida. Lo sé porque yo también las busqué ahí. Créeme, no vas a encontrarlo. El Amor que ansías, el Amor que anhelas, el Amor del que estás hecho y al que estás llamado, ¡el Amor al que perteneces! está en la Iglesia, se llama Cristo y es real, es posible, es más fácil de lo que parece.

Sí, ya lo sé. Yo tampoco entiendo muchas cosas de esta Iglesia. No las entiendo de mi propia naturaleza humana, ni de mi historia, como para entenderla la de otros hombre que forman la Iglesia. Pero no entender no significa no saber, y sé por propia experiencia, que la respuesta a esa inquietud está en la Iglesia. El Amor está en la Iglesia, y esa millonada de chavales venida de las cuatro esquinas de la Tierra ha sido testimonio de ello, sin entenderse entre ellos, porque hablaban mil idiomas.

Son gente comprometida, que no ha dado ni un solo ruido, que han demostrado a todos, ¡a todos! que una civilización construida hacia el Amor, es posible. Si han sido capaces de dar ejemplo al mundo entero durante una semana, serán capaces de hacerlo solo a sus más allegados durante la vida entera. Le han dicho al mundo que sí, que es posible, y que merece la pena. Se puede movilizar a toda la Humanidad en la construcción de una civilización que no rivaliza en colores de banderas, ni en razas, ni en idiomas, ni fronteras. Se puede movilizar a la juventud en la construcción no de muchas civilizaciones diferentes, sino de una civilización plural que respeta las diferencias: la civilización del Amor, la de la alegría, la de la sonrisa, la del perdón, la de la esperanza, la de la música, la de la familia, la del compromiso y la de la libertad. La de la auténtica libertad que da el saberse capaz de amar y la que da el saberse amado, porque tú, que no estuviste allí, has sido creado y existes para ser amado, y no amado un poco, sino amado totalmente.

Así nos sentimos los que sí estuvimos. Si quieres probar, si te atreves, movilízate por Amor. Ten en cuenta una cosa: no sé cuánto dinero ganas, ni cuánto dinero crees que vales. No sé cuantas chicas te siguen, ni cuantas eres capaz de enamorar. No sé si eres deportista, o si eres un crack tocando la guitarra. Ponte precio si quieres, pero recuerda que lo que vales, lo que vales realmente, es toda la sangre de un Dios, que hecho hombre como tú y como yo, ha pagado toda tu vida entregando toda la suya. Y lo ha hecho por Amor.

A ti, que no estuviste allí, pero lo has visto. No te cortes, no te quedes mirando, no seas membrillo: Muévete por el Amor. ¡Amorilízate!

A ti, que sí estuviste conmigo allí. Gracias por compartir tu búsqueda de la Verdad y del Amor a pesar del calor, de la lluvia, del sueño, de la incomodidad. Y ya que estás, comparte esta carta con ellos, con los que no estuvieron. Lo están deseando. Otra cosa es que se atrevan. Ya veremos.

La mejor invitación a confesarse

«Get Clean»: vale la pena verlo

La mejor invitación a confesarse que se ha filmado en mucho tiempo… y dura sólo un minuto

Ganó un concurso convocado por varias diócesis norteamericanas. Sus autores, Melinda Collins y George Simon, estuvieron rodando en la JMJ.

Actualizado 24 agosto 2011

ReL

Get Clean [Límpiate] ha vuelto a ser noticia. En abril ganó el concurso convocado por varias diócesis norteamericanas para explicar, en un vídeo de sólo un minuto, qué es la confesión y cuál es su valor para borrar por completo, si hay arrepentimiento, los pecados cometidos.

Y ahora sus realizadores, Melinda Collins y George Simon, han venido a España para asistir, como dos jóvenes más que son, a la Jornada Mundial de la Juventud. Son estudiantes en la universidad John Paul the Great de San Diego (California), una institución académica de nuevo cuño destinada a formar a jóvenes católicos en la utilización de los nuevos medios de comunicación y las nuevas tecnologías aplicadas a ellos.

Hicieron el vídeo en muy poco tiempo, urgidos por la prisa de presentarse al concurso, cuyo premio de 25.000 dólares era un buen acicate también para George, que estaba pensando dejar los estudios por dificultades económicas: tiene siete hermanos.

Providencialmente, algunas clases a las que tenía que asistir Melinda fueron suspendidas, lo que les dejó un hueco precioso para hilvanar la idea, que la noche anterior habrían pergeñado en una intensa tormenta de ideas. Al final, 98 planos dieron lugar a una pequeña maravilla que interpretó la misma Melinda, a quien su parte de premio le permitió también venir a la JMJ.

Ambos han rodado en Madrid un reportaje sobre el evento, que consideran «la mayor bendición que podía imaginar», según Melinda, y «un regalo del Espíritu Santo al poder compartir experiencias con otros católicos que luchan por su fe», según George. Previamente hicieron los últimos cien kilómetros del Camino de Santiago.

Un agosto tan fructífero para ellos como ha sido su vídeo para miles de personas.

Lo ofrecemos a nuestros lectores. La historia es sencilla: una chica está leyendo una revista de moda, cuando ve que le aparece escrita en la cara la palabra «Envidia». Al ir a quitársela van apareciéndole por el cuerpo otros pecados: «Vanidad», «Mentira», «Odio», «Desesperación», «Orgullo»… El desenlace, al final.

«Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren es cruel e inhumana»

Discurso al Instituto San José

Benedicto XVI: «Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren es cruel e inhumana»

El Papa tuvo un encuentro muy emotivo con los enfermos de las Orden de San Juan de Dios a los que habló del sufrimiento humano.

Actualizado 20 agosto 2011

ReL

Benedicto XVI ha visitado esta tarde a unabenemerita obra eclesial dedicada a atender a enfermos y a personas discapacitadas, llamada Fundación Instituto San José, que está administrada por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, cuyo origen se remonta al siglo XVI. 

La orden está formada por 1.200 hermanos, más de 40.000 profesionales, 8.000 voluntarios y más de 300.000 benefactores. Acogen y atienden a personas enfermas y necesitadas en todo el mundo, y es una de las mayores organizaciones internacionales de cooperación sin ánimo de lucro.

Comienza su actividad en 1898, meses antes de su inauguración, atendiendo a los soldados españoles enfermos repatriados de Cuba. El 20 de junio de 1899 comienza oficialmente su actividad asistencial a enfermos de epilepsia. En la Fundación Instituto San José asisten a personas discapacitadas físicas y mentales, en particular a personas con epilepsia.

El Santo Padre ha sido recibido por el Superior de la orden, Fr. Rafael M. Martínez en la plaza dedicada a San Benito Menni, en presencia de un grupo de 120 enfermos y trabajadores de varios centros españoles.

Antonio Villuendas, un joven con discapacidad física se dirigió al Santo Padre con unas breves palabras de dedicación de los dones. A continuación,Evelin Cava, con discapacidad intelectual, le regaló al Pontífice un cuadro pintado por otro joven discapacitado.

Sentido de la vida y el sufrimiento

Benedicto XVI comenzó su discurso señalando que «cuando el dolor aparece en el horizonte de una vida joven, quedamos desconcertados y quizá nos preguntemos: ¿Puede seguir siendo grande la vida cuando irrumpe en ella el sufrimiento? A este respecto, en mi encíclica sobre la esperanza cristiana, decía:´La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre (…). Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana´ (Spe salvi, 38)». 

Enseñar el drama del sufrimiento

«Estas palabras reflejan una larga tradición de humanidad que brota del ofrecimiento que Cristo hace de sí mismo en la Cruz por nosotros y por nuestra redención. Jesús y, siguiendo sus huellas, su Madre Dolorosa y los santos son los testigos que nos enseñan a vivir el drama del sufrimiento para nuestro bien y la salvación del mundo«.

Dignidad de cada vida humana

El Papa recordó «la dignidad de cada vida humana, creada a imagen de Dios. Ninguna aflicción es capaz de borrar esta impronta divina grabada en lo más profundo del hombre». 

«Esta especial predilección del Señor por el que sufre nos lleva a mirar al otro con ojos limpios, para darle, además de las cosas externas que precisa, la mirada de amor que necesita. Pero esto únicamente es posible realizarlo como fruto de un encuentro personal con Cristo»

Reconocimiento a los cuidadores

El Papa tuvo unas palabras de afecto y cercanía a todos los religiosos, profesionales y familiares que está cerca de los que sufren: «De ello sois muy conscientes vosotros, religiosos, familiares, profesionales de la salud y voluntarios que vivís y trabajáis cotidianamente con estos jóvenes. Vuestra vida y dedicación proclaman la grandeza a la que está llamado el hombre: compadecerse y acompañar por amor a quien sufre, como ha hecho Dios mismo. Y en vuestra hermosa labor resuenan también las palabras evangélicas: ´Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis´ (Mt 25, 40)».

La ternura del enfermo nos abre a la salvación

«Por otro lado, vosotros sois también testigos del bien inmenso que constituye la vida de estos jóvenes para quien está a su lado y para la humanidad entera. De manera misteriosa pero muy real, su presencia suscita en nuestros corazones, frecuentemente endurecidos, una ternura que nos abre a la salvación. Ciertamente, la vida de estos jóvenes cambia el corazón de los hombres y, por ello, estamos agradecidos al Señor por haberlos conocido».

Construir la civilización del amor

Por último, el Santo Padre señaló la inestimable labor que realizan los que se dedican al cuidado de enfermos, construyendo así la civilización del amor: «Nuestra sociedad, en la que demasiado a menudo se pone en duda la dignidad inestimable de la vida, de cada vida, os necesita: vosotros contribuís decididamente a edificar la civilización del amor. Más aún, sois protagonistas de esta civilización. Y como hijos de la Iglesia ofrecéis al Señor vuestras vidas, con sus penas y sus alegrías, colaborando con Él y entrando ´a formar parte de algún modo del tesoro de compasión que necesita el género humano´ (Spe salvi, 40)».

Para leer el discurso completo, pinchar aquí.