Fue un bebe abortado, hoy seminarista

Actualizado 17 julio 2011

Nos lo cuenta Sor Emmanuel, una religiosa francesa, conversa  en Medjugorje, que conoció el caso directamente. Merece la pena conocerlo por ser un caso insólito.

Marcia S. es una mujer muy respetada en todo San Francisco. Responsable del grupo de oración más antiguo de la ciudad, es conocida por su gran fe y por el hecho de que las autoridades eclesiásticas locales solicitan su ayuda para ciertas misiones delicadas. La conozco bien y la admiro.

Medjugorje cambió completamente su vida; ahora Marcia ya no puede encontrarse con alguien sin hablarle del extraordinario poder del rosario. Respondiendo a una llamada interior de la Santísima Virgen, ha fundado doce cenáculos alrededor de San Francisco con el objeto de «cer­car» la ciudad y rodearla con la corona real de María, formada por doce estrellas, a fin de devolverle a Dios lo que debería ser de Dios y que infe­lizmente ha caído bajo el poder de las tinieblas. En efecto, de todas las metrópolis del mundo, San Francisco sufre, más que ninguna otra, de un satanismo activo, y la Virgen busca allí instrumentos especiales para vencer al Destructor de sus hijos.

Un día, el desaliento se apodera de Marcia, pues su marido, ya depre­sivo, padece ahora de una ceguera evolutiva que requiere atenciones espe­ciales las 24 horas. Física y psicológicamente agotada, tiene la tentación de anular la velada Oración-Testimonio de Medjugorje que debe dirigir por la noche en una iglesia de la gran bahía: El Santo Redentor, la parroquia de San Francisco donde más víctimas del sida se sienten «tocadas» por el Evangelio. Sabe que la mayoría de sus oyentes serán gays o lesbianas.

También sabe que una gran muchedumbre la espera allí. Solo la idea de sacar el coche del garaje la agobia… ¡Pero a pesar de todo, irá! ¡No puede arriesgarse a dejar unas almas con hambre, porque son vidas las aue están

—Si hay un lugar en el mundo que Satanás tiene bien sujetado es San Francisco. No quiere que la gente oiga hablar allí de la Santísima Virgen o de Medjugorje. ¡Tus palabras abrirán el manto de María y la gente correrá hacia Ella como por racimos enteros! ¡Animo!

Marcia tiene la edad de María al pie de la cruz y habla de Ella como de su mejor amiga o, más bien, de su confidente. La connivencia entre las dos es notoria. Las palabras brotan de su boca con gran ternura y misterio­so poder, y en la asamblea se ven muchos pañuelos salir de los bolsillos…

La velada termina y un hombre joven, visiblemente emocionado, se dirige hacia Marcia para contarle lo que acaba de experimentar mientras ella mostraba el vídeo sobre Medjugorje. Unas lágrimas fluyen suavemente de sus ojos:

—Fui un bebé abortado —le dice él—. ¿En qué condiciones nací? No lo sé, pero, todavía con vida, me tiraron a un cubo de basura en el aparcamiento de un hospital. Yo lloraba con todas mis fuerzas y un hombre que pasaba por allí oyó mis alaridos. Aterrorizado, trataba de descubrir de dónde venían los gritos, cuando al fin levantó la tapa del cubo. Yo estaba cubierto de sangre, pero muy vivo. El hombre me llevó a su casa envolvién­dome lo mejor que pudo, y me cuidó durante algunos días. Luego decidió quedarse conmigo y criarme, e hizo una solicitud de adopción que le fue concedida.

Crecí con él y con sus amigos, todos homosexuales, bajo un mismo techo. Siendo bebé y durante toda mi infancia, nunca fui tocado, cambia­do, alimentado o ni siquiera besado por una mujer. Nunca conocí el cariño de una mujer. No supe lo que era tener una madre. Me crié en ese ambien­te y en mi adolescencia, naturalmente, me volví homosexual. ¡Lo normal!

Hace algunos años, comencé a descubrir el Evangelio a través de unos miembros de la Iglesia Episcopal. Me invitaron a unirme a ellos y un día tomé la decisión de ser sacerdote en esa iglesia.

El día de mi ordenación, yo estaba de pie con otros candidatos, listo para caminar hacia el altar para recibir el orden sagrado. Pero todos avan­zaron menos yo, porque, muy a mi pesar, me quedé prácticamente clavado al suelo. Parecía como si unos brazos me detuvieran, me impidieran dar un paso hacia adelante. No fui ordenado, y desde entonces siempre me he preguntado por qué yo no me había adelantado con los demás, qué era lo que me había retenido así.

Esta noche, al ver el vídeo, me he quedado realmente conmovido. Mientras mirábamos a esos jóvenes en éxtasis, he sentido claramente unos brazos femeninos rodearme con amor, un amor indescriptible. Una mujer estaba detrás de mí, de esto estoy convencido. Cautivado por el vídeo del cual no podía desprender los ojos, sentí nuevamente ese abrazo. ¡Era algo tan fuerte que apenas podía soportarlo! ¡Creí morir de felicidad! Todo mi cuerpo temblaba. Yo lloraba y lloraba. El calor y el amor de ese abrazo eran tales que literalmente me derretí. Me giré para ver quién era, ¡pero no había nadie detrás de mí! Oí entonces una voz femenina que me decía: «Dan, yo te amo y tú eres mío». Por primera vez en mi vida sentía unos brazos de mujer estrecharme. ¡Había encontrado a mi madre! Compren­dí entonces en un instante por qué no había podido seguir adelante con la ordenación… ¡Había sido Ella! Ella me lo había impedido, porque la homosexualidad no es de Dios, y yo debía primero abandonar esas prácti­cas, arrepentirme de ellas…

Marcia escuchaba el relato de Dan con el mismo corazón que si se tratara de su propio hijo. A duras penas contenía ella también sus lágri­mas. Comprendió entonces por qué había tenido que hacer el esfuerzo de ir allí esa noche. «Este niño ha sido una víctima incluso antes de salir de las entrañas de su madre», pensó. Una víctima de nuestra sociedad. Y fue suficiente hablar de las apariciones de María en Medjugorje para que fuera liberado del plan que Satanás tenía para su vida…

—Marcia, ¿qué debo hacer para volverme católico? —le pregunta

Dan.

Hoy en día, San Francisco cuenta con un católico más y el manto de la Gospa  (la Madre) con un habitante más. ¡Y no cualquiera! A este, María lo esperaba desde hacía mucho tiempo, desde que estaba en el cubo de basura. Sí, Ella lo esperaba para abrazarlo, para apretarlo finalmente contra su corazón de madre… Y con sobrados motivos, puesto que Dan está camino del sacer­docio.

Fuente: «Medjugorje: El triundo del corazón» de Sor Emmanuel. Ed. Hijos de Medjugorje.

Juan García Inza

¿Cómo se sabe si tenemos vocación de cura o monja?

A través de una página web

¿Cómo se sabe si tenemos vocación de cura o monja? Los protagonistas nos lo cuentan

La web foryourvocation.org también incluye consejos de padres, madres y educadores sobre cómo ayudar a los hijos en estos momentos.

Actualizado 18 julio 2011

Rome Reports

Descubrir qué vocación tenemos no es nada fácil. Podemos encontrar algunos indicios en las cosas que nos gustan, en el estudio o en el trabajo. De hecho, de esta forma muchos incluso han encontrado la fe.

Para ayudar a quienes están pensando qué quiere Dios de sus vidas, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos ha lanzado esta web en la que a través de originales vídeos, varios sacerdotes y religiosas explican cómo descubrieron su vocación.

Testimonios

El padre John Gerth de la diócesis de St. Petersburg(EEUU) cuenta: “Recuerdo que dije a mi madre que cuando fuese mayor quería ser un sacerdote. Y la semana siguiente le dije que quería ser bombero”.

El padre Jim McNulty de la archidiócesis de Detroit (EEUU) explica: “Cuando pensaba en el seminario preguntaba a Dios:  Pero, ¿de verdad me pides que no vuelva a salir con chicas nunca y que no tenga hijos? ¿Estás de broma?”.

El padre Christopher Martin  de la archidiócesis de St. Louis (EEUU) dice que le sigue sorprendiendo «el cariño de la gente por los sacerdotes”.

El padre Fr. Joseph Pellegrino de la diócesis de St. Petersburg (EEUU) lo tiene muy claro: “Creo que tengo la única vocación en toda la Iglesia en la que, mientras haces tu trabajo, estás hablando con Dios. Es un buen negocio”.

También muchas mujeres se sienten llamadas a dar su vida completamente a Dios. En muchas, esta llamada se traduce en ser monjas. Por eso, estos vídeos incluyen también sus historias y sus consejos.

La hermana Michele Schafer explica su experiencia: “Una vez me preguntaron si por ejemplo nos depilamos. Me quedé pasmada… por supuesto que nos depilamos las piernas, somos personas normales”.

La hermana Mary Fidelis, de las Clarisas de la Adoración Perpetua cuenta que “no es como elegir una carrera; esto es algo para lo que has sido elegida”.

La hermana Augustine Marie, perteneciente a las Clarisas Pobres de la Adoración Perpetua, apunta una idea: “Creo que cualquier chica católica debe plantearse la posibilidad de la vida religiosa, dar al Señor la oportunidad de decirnos si es lo que ha pensado para nosotras”.

La web foryourvocation.org también incluye consejos de padres, madres y educadores sobre cómo ayudar a los hijos en estos momentos.

Un interesante recurso para hablar con otros que también están considerando dar así la vida a Dios o para conocer a quienes ya han dado este paso.

Sí que hay vocaciones

La hermana Elvira María, diez años descubriendo en Internet a «las monjas del futuro»

Las redes sociales revolucionan nuestro entorno… y para hablar de Dios hay que estar en él. Y es lo que ella enseña a otras religiosas.

Actualizado 18 julio 2011

Rome Reports

En la actualidad Internet se utiliza para cualquier cosa. Y si no que se lo digan a estas monjas (ver vídeo abajo) que están aprendiendo a usar la red de redes para algo poco habitual.

Desde hace años, la hermana Elvira María de Witt, religiosa holandesa del Divino Corazón de Jesús, utiliza Internet para conectar con otras jóvenes que buscan dar sentido a sus vidas. Tuvo la idea cuando vio que cada vez menos iban a misa. Por eso decidió conectarse con ellas a través de Internet para que ellas volvieran a conectarse con la religión. “¿Sabes dónde encontrar a las futuras monjas? Están en Internet. Todas las candidatas las encontré por Internet. Ahora tenemos estas reuniones sobre este tema y creo que es estupendo.Quiero estar ahí para cada joven que busque. Quiero ayudarles a encontrar su camino. Puede ser con nosotras, puede ser en otra congregación o casándose”, explica la hermana.

A través de Internet se conecta con gente de Holanda, Irlanda, Alemania o Estados Unidos. Es una manera de hablar de Dios, pero también de estar presente en la era digital. Asegura que las posibilidades son tan grandes que no pueden ser pasadas por alto.

“Llevo haciendo esto diez años, pero todavía hoy hay hermanas que nunca han entrado en Internet, tienen una dirección de email pero no la utilizan nunca”, cuenta la Hermana Elvira.

Asegura que entrar en la era digital puede suponer un reto, pero que sus beneficios son mucho mayores que los obstáculos.

Al pie de las Montañas Rocosas

Los planos son espectaculares

Al pie de las Montañas Rocosas construirán un monasterio gótico y lo financiarán con café

«Lo difícil se hace, lo imposible se intenta», dijo Napoleón. Algo así, y mucha fe en la Providencia, inspiran a una comunidad carmelita de Wyoming.

Actualizado 17 julio 2011

 C.L./ReL

Mystic Monk Coffee es una marca que permite ayudar a una buena causa y al mismo tiempo saborear un café de primera.

Distribuye los granos que tuestan los monjes carmelitas de Wyoming, que tienen en esa actividad una de las fuentes de financiación para un proyecto mucho más ambicioso: la construcción de un gran monasterio de estilo gótico al pie de las Montañas Rocosas.

El Hermano Java, en plena tarea.

Y todo, en buena medida gracias al hermano Java, el experto de la comunidad en la selección de los granos para crear un café de gourmet, y en darles el tostado preciso para -dice la publicidad de la marca- «hacerte estremecer de gusto».

Si esto es así, los monjes tendrán conseguido buena parte de su objetivo. Aunque no nacieron, obviamente, para cultivar café. Esta comunidad (Monjes de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo) se creó en 2003 en la diócesis de Cheyenne para continuar la tradición eremítica de los carmelitas, y de ahí que escogiesen para establecerse un lugar apartado, al norte del estado de Wyoming, para llevar una vida de soledad y silencio.

En 2009 se creó la Fundación Nuevo Monte Carmelo para construir el citado

Simulación de lo que será el monasterio.

monasterio, y no por capricho, sino porque el continuo fluir de vocaciones lo ha hecho imprescindible. La mayor parte de los nuevos monjes tienen entre 18 y 30 años, y se forman en las tradiciones carmelitas -incluida su propia liturgia- y en la espiritualidad de San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Santa Teresita del Niño Jesús, en un ambiente de penitencia, trabajo y oración.

El objetivo de la ubicación planeada no es otro que facilitar, afirma la

Donde la naturaleza ayuda a orar.

Fundación, «la vivencia en plenitud de las vocaciones contemplativas de estos jóvenes». Y ciertamente la naturaleza, en uno de los parajes más bellos de los Estados Unidos, ayuda a ello.

Una taza de buen café, por supuesto, también, que para orar hay que estar bien despierto.