¿Qué esconde el mosaico de la Plaza de San Pedro?

La plaza fue diseñada por Bernini

La plaza de San Pedro fue diseñada en 1657. Se construyeron las columnas, las dos fuentes y las 162 estatuas de santos. Pero faltaba un detalle: en el centro de la Cristiandad no había ninguna imagen de la Virgen María.

Actualizado 15 julio 2011

Rome Reports

La plaza de San Pedro, tal y como la conocemos hoy, fue diseñada por Bernini en el año 1657. Él y sus sucesores idearon las imponentes columnas, las dos bellísimas fuentes y las 162 estatuas de santos. Pero faltaba un detalle muy importante: en el centro de la Cristiandad no había ninguna imagen de la Virgen María. De ésto se dio cuenta un joven universitario en la Semana Santa de 1980. Y se lo dijo a Juan Pablo II durante una audiencia. El arquitecto Javier Cotelo recuerda perfectamente la escena.

El arquitecto Javier Cotelo reproduce la escena: “Santo Padre, esta plaza está incompleta: he mirado y hay tantos santos… Están ahí todos los santos y no he encontrado una imagen de la Virgen que presida la plaza. “Bene, bene, muy bien, entonces habrá que completar la plaza”, dijo el Papa”.

El estudiante estaba en Roma para participar en el UNIV, un congreso organizado por personas del Opus Dei. Por eso, contó la conversación al sucesor de San Josemaría Escrivá, Álvaro del Portillo, quien cuando supo que a Juan Pablo II le gustaría que hubiera una imagen de la Virgen en San Pedro, pidió al arquitecto Javier Cotelo que buscara el lugar más adecuado en la plaza.

Cotelo explica que “era difícil porque la plaza estaba muy llena de estatuas y de santos y no podía ser una estatua más. Y tenía que ser un sitio singular, importante, y al mismo tiempo no podía ser una cosa rica”.

Después de muchas visitas a San Pedro y horas de trabajo, encontró una buena solución el 17 de mayo de 1980. La mejor opción era colocar un gran mosaico en uno de los edificios que hay junto a la plaza.

“El sitio está situado entre la plaza de San Pedro y el Cortile di San Damaso. Es como un chaflán de un edificio fino y esa ventana seguramente no era necesaria porque había cinco o seis en el lateral, y también hacia San Dámaso había unas cuantas…”, afirma Javier.

Estos son los bocetos del proyecto que entregó dos veces al Papa: primero en julio de 1980 y después en enero de 1981. Seis meses más tarde, supo que el taller de mosaicos del Vaticano estaba preparando esta imagen para ese lugar.

Colocaron el mosaico el 7 de diciembre de 1981 y un día después Juan Pablo II lo bendijo desde su ventana. Tres días más tarde dio las gracias por la idea a Álvaro del Portillo.

El Papa invitó a don Álvaro dos días después a desayunar, era bastante habitual que invitase a gente a desayunar, y le habló de la imagen de la Virgen y de lo agradecido que estaba por haberla puesto. Y le regaló el cartón que se hizo para hacer el mosaico”, cuenta el arquitecto.

Ese cartón todavía se conserva. Reproduce la imagen de la “Mater Ecclesia” y se inspira en a la imagen de María más antigua que hay dentro de la basílica de San Pedro.

En diciembre 2011 se cumplirán 30 años de su colocación. Con ella, la plaza quedó completa. Por eso, puede decirse que es también la última piedra de la plaza de San Pedro.

Apuros para Michelle Bachmann

«El Papado es el Anticristo»

¿Anticatólica?: apuros para Michelle Bachmann, la candidata más provida del Tea Party

La polémica llega en la semana en que una encuesta la situó por primera vez en cabeza, pero destacados dirigentes católicos la apoyan.

Actualizado 15 julio 2011

C.L./ReL

La semana no pudo arrancar mejor para Michelle Bachmann, la aspirante del Tea Party (a la espera de saber si Sarah Palin competirá también) a la nominación republicana para disputar la Casa Blanca a Barack Obama en 2012. Por primera vez una encuesta la situaba a la cabeza de las preferencias de los electores con vistas a los emblemáticos caucus de Iowa, primer test de las primarias. Con un 32%, el sondeo la daba por ganadora por tres puntos frente al hasta ahora indiscutible Mitt Romney.

Pero ahora a Bachmann, de 51 años, congresista por Minnesota, abogada, casada, con cinco hijos y que con su marido han sido casa de acogida para 23 niños más (en particular chicas con problemas de anorexia), le ha salido un problema inesperado.

Porque esperados eran los problemas que vienen «del otro lado». La izquierda progresista la ataca con virulencia por su militancia antiabortista, que es donde comenzó a destacar en su vida pública. Y también porque reprochan a su marido, Marcus, psicólogo clínico, con quien está casada desde 1978, que desarrolle profesionalmente una terapia para ayudar a homosexuales que quieren dejar de serlo.

Luteranos anticatólicos

Lo que puede dañar ahora la campaña de Bachmann viene de su propio ámbito natural de votantes.

La candidata y su familia anunciaron hace pocas semanas que abandonaban la Iglesia Luterana Salem a la que pertenecían, y que forma parte del Sínodo Luterano Evangélico de Wisconsin, fundado en 1850 y que cuenta con 400.000 miembros. El portavoz del Sínodo explicó que los Bachmann eran miembros de esa comunidad hace una década, aunque hace dos años que no asistían a la iglesia.

El problema es que dicho Sínodo sostiene en su declaración de principios lo siguiente: «Identificamos al Papado como el Anticristo. Es un juicio basado en las Escrituras». Lo cual está siendo utilizado por los enemigos de Bachmann (muchos en su propio partido, cuyo establishment aborrece al Tea Party) para acusarla de anticatólica, lo cual podría dañar su candidatura justo entre los electores que más valoran su firme trayectoria pro-vida, que otros aspirantes abrazan tibiamente y sólo para ganar votos.

En cualquier caso, esta acusación ya fue utilizada contra ella en 2006, y entonces ella negó que su congregación fuese anticatólica, y manifestó su opinión sin ambages: «Soy cristiana y amo a los católicos».

El apoyo de Bill Donahue

Pero mientras la polémica discurre ahora sobre las convicciones de dicha denominación luterana (debate en cierto modo anecdótico, pues las palabras del mismo Lutero contra el Papado son bastante más fuertes que eso), a Bachmann no le están faltando también apoyos católicos.

Así, Bill Donahue, influyente presidente de la Liga Católica, tras considerar «lamentables» las opiniones anticatólicas de algunos círculos protestantes, afirmó que «no hay ninguna prueba de intolerancia» por parte de la congresista republicana. Y aunque considera que la polémica es un buen pretexto para que ella aclare su posición, recordó que ha condenado repetidamente el anticatolicismo, y que a lo largo de su carrera política nunca ha discriminado a los católicos.

Muere el obispo Mazzolari en plena misa

Tragedia en Sudán del Sur

Muere el obispo Mazzolari en plena misa y mientras consagraba, pero deja un texto esclarecedor

El firme compromiso de la Iglesia con el nuevo país católico de África conoció este sábado la muerte de un misionero «a la antigua».

Actualizado 16 julio 2011

C.L./ReL

Hace poco más de un mes ReL recogía en una entrevista las esperanzas de Cesare Mazzolari, obispo de Rumbek desde 1998 (de facto, como administrador apostólico, desde 1990), ante el nacimiento de Sudán del Sur, nuevo país católico de África segregado de la intolerancia islámica de Sudán del Norte.

Este sábado, festividad de la Virgen del Carmen, monseñor Mazzolari, comboniano italiano de 74 años, que era parte de esa misma esperanza, ha muerto en su tierra de acogida mientras celebraba la misa dominical. Llegado el momento de la consagración, las fuerzas le fallaron y se derrumbó en una silla. Inmediatamente fue trasladado al hospital público de Rumbek, donde ya no pudieron evitar su fallecimiento a consecuencia de la enfermedad que padecía.

La muerte de este misionero ha causado estupor y dolor no sólo en Sudán del Sur, sino también en África. Y se valora su condición de misionero «a la antigua», en el sentido de valorar por encima de todo la sobrenaturalidad de su misión, más allá del bien que pudiese hacer en el plano meramente material.

Así lo expresa en su blog Sandro Magister, quien lo llama por eso un misionero «verdadero» y reproduce un esclarecedor texto, correspondiente al libro-entrevista con Lorenzo Fazzini que acaba de publicarse en Italia.

Especialmente sobre tres puntos.

Misiones, ONG, la realidad musulmana

Primero, la naturaleza del misionero: «Nuestro sustrato auténtico es la fe… La gente sabe que cogemos la malaria como ellos, y que sin embargo nos quedamos aquí. Creo que el hecho de permanecer con ellos y de intentar ayudarles, aunque sea de manera limitada, significa algo muy concreto para los africanos: ´¡También vosotros sois importantes!´… A los misioneros no nos gusta hacernos las víctimas. Todo procede de una vocación que no nos hemos dado a nosotros mismos y que ni siquiera se mantiene por nuestra inclinación o nuestra buena voluntad. Es algo que Dios nos ha dado. Y que no vale de una vez para siempre, hay que pedir cada día la perseverancia. No es la rutina la que te impulsa a seguir, sino la gracia del Señor».

Segundo, su diferencia con las ONG: «Gente que hace el bien hay mucha. Algunos incluso nos pasan por las narices lo que hacen cuando llegan con muchos medios. Pero esos ´benefactores´ que vienen aquí no garantizan la continuidad. Vuelven a casa y escriben un gran libro sobre lo que han hecho… pero la gente de aquí no mejora. Lo que buscamos los misioneros no son sólo obras externas, porque no es eso sólo lo que representa la promoción humana ni lo que constituye un auténtico desarrollo. Lo que cambia las cosas es el sacrificio de la persona que viene aquí, se olvida un poco de sí misma y se dedica a los demás… Por eso muchos donantes nos confían sus obras, porque saben que la Iglesia se queda, permanece, lo desafía todo, está con la gente de a pie».

Por último, unas observaciones interesantes sobre el problema musulmán en Italia, válidas para cualquier otro país de Europa: «No es fácil tratar con un pueblo como el islámico. Deberíamos haber conocido mejor su historia y haber dispuesto una legislación más selectiva para ver si teníamos posibilidades de convertirlos en ciudadanos italianos de forma que se integrasen de verdad. Algo, por cierto, nada fácil. Aun sin conocerles, en algunos casos hemos llegado a ofrecerles nuestras iglesias como mezquitas. No hemos comprendido que los musulmanes son posesivos e invasores, y crean jaleo y confusión hasta el final. No tienen ningún respeto por quien no sea de los suyos. Hemos hecho un pacto con los ojos cerrados, hemos practicado una acogida a ciegas, no informada».