Los padres deprimidos golpean más a sus bebés
Frederik Joelving – Reuters, 15 de marzo 2011.
17-03-2011
Un equipo de Estados Unidos halló que el 40 por ciento de los hombres deprimidos había golpeado a sus hijos en el último mes, comparado con el 13 por ciento del resto sin depresión. “Este hallazgo es especialmente preocupante porque esos niños tenían apenas 1 año”, escribe en la revista Pediatrics el equipo de R. Neal Davis, de Intermountain Healthcare, en Utah. A esa edad, los golpes causan lesiones y los niños no comprenden por qué se les hace daño.
El estudio se realizó con entrevistas a más de 1.700 nuevos padres de 20 ciudades de Estados Unidos. “Este es el primer estudio que se concentra en los padres”, dijo Elizabeth Gershoff, experta en desarrollo infantil y relaciones familiares de la University of Texas, en Austin.
Gershoff, que no participó del estudio, agregó que las madres deberían vigilar a sus parejas si están deprimidos y hacerse cargo del cuidado de sus hijos si el trastorno aumenta.
“Los padres deprimidos se enojan con mucha facilidad. No toleran que sus hijos se porten mal”, agregó.
Según informó el Instituto de Medicina de Estados Unidos en el 2009, más de 15 millones de niños estadounidenses viven con un adulto con depresión.
Estudios previos habían sugerido, pero no demostrado, que los golpes dejarían una marca psicológica en los bebés que se transformaría en agresividad y otros problemas más adelante.
La Academia Estadounidense de Pediatría y la Asociación Psicológica Estadounidense desaconsejan usar golpes para corregir conductas.
Aun así, una encuesta del 2008 en Estados Unidos reveló que el 77 por ciento de los hombres y el 65 por ciento de las mujeres opinan que, a veces, los niños necesitan “una buena paliza”.
El nuevo estudio no prueba que la depresión lleve a golpear a los hijos. Pero, si se excluyen algunas de las otras causas más obvias (desempleo, pobreza y educación), los padres deprimidos durante el año previo eran cuatro veces más propensos a golpear a sus hijos que el resto.
Eran también menos propensos a leerles cuentos, aunque jugaban y cantaban con ellos tanto como los padres sin depresión.
Según Gershoff, el estudio sugiere que el tratamiento de la depresión ayudaría a esos padres. “Tenemos que prestar más atención a cómo los padres disciplinan a sus hijos. Deberíamos aceptar que los hombres se deprimen; que es algo normal”, dijo la autora.