San Patricio

San Patricio, Arzobispo de Armagh

17 de Marzo

Nació en Irlanda; su padre era diácono y funcionario municipal. Siendo adolescente, fue raptado por los invasores para ser vendido por como siervo a los paganos de Irlanda. En un lapso de seis años de trabajo rudo y de sufrimiento por su esclavitud, su alma se templó maravillosamente para la santidad. Por revelación divina, el santo huyó de las tierras de su amo y se embarco en una nave rumbo a su patria, no sin antes haber pasado por miles de sufrimientos y dificultades. Los datos sobre su preparación, ordenación sacerdotal y luego como Obispo, antes de emprender la conversión de Irlanda son muy confusas; pero se cree que Patricio estudió en Francia y que fue ordenado como sacerdote y luego Obispo por San Germán de Auxerre afín de que evangelice Irlanda.

A su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saul y emprendió, con su energía característica la tarea de conquistar el favor del rey Laoghaire, tierras donde obtuvo –ya sea por su carácter o su don de obrar milagros- una rotunda victoria sobre sus oponentes hechiceros y paganos, y aquel triunfo sirvió para ganar cierta tolerancia a la predicación del cristianismo entre los pobladores de Irlanda. Cuando Patricio había reunido en torno a él numerosos discípulos fieles, como por ejemplo Benigno, destinado a sucederle en la obra de evangelización, progresó rápidamente.

Hacia el 444 se fundó la iglesia catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, convirtiéndose luego en centro de administración y educación. Posteriormente, es probable que el santo haya convocado un Sínodo, casi al final de sus días, pues su salud estaba quebrantada por las austeridades sufridas y los interminables viajes. Definitivamente, la vida de este santo se caracterizó por una presencia tanto humana como divina: el prodigio de la abundantísima cosecha que Dios le permitió recoger en Irlanda, estaba siempre presente ante el santo y le colmaba de gratitud.

Es positivamente cierto que en 30 años de apostolado, San Patricio convirtió a «toda Irlanda» al cristianismo.

La Conferencia Episcopal se hace con la cadena televisiva 13TV

Tendrá cobertura nacional

La Conferencia Episcopal se hace con el control de la cadena televisiva 13TV, que emite por TDT

 

Fernando Giménenez Barriocanal logra que la Iglesia en España tenga un canal con potente señal.

Actualizado 17 marzo 2011

ReL

Según ha podido confirmar a ReL de fuentes cercanas a 13TV, la Conferencia Episcopal aprobó en el último día de la Plenaria de Obispos la propuesta de su Visecretario para Asuntos Económicos, Fernado Giménez Barriocanal, para comprar 13TV, el nuevo canal televisivo impulsado por Mas y Samanes, y que lleva apenas unos meses en funcionamiento y emite en TDT con cobertura a nivel nacional.

De esta manera, la Iglesia en España se hace con una televisión que cuenta en estos momentos con un valioso 0,4 del Share, y con una proyección de crecimiento que podría rondar el 0,8% en apenas ocho meses.

Mayoría en el accionariado

La Conferencia Episcopal tendría 51% de las acciones del nuevo canal, a lo que se sumaría el 8% que ya tenía COPE en la cadena 13TV desde su nacimiento. Sumando los dos porcentajes, los obispos tendría directa e indirectamente el 59% de 13TV, mientras que el restante 41% se mantendría en manos del equipo impulsor de esta televisión, entre los que destacan José María Mas Millet, veterano en el mundo televisivo desde su incursión en los inicios de Antena 3 Televisión; el empresario Antonio Marín, el grupo de Nicola Pedrazzoli, el abogado Rafael López-Diéguez, y el propio Alejandro Samanes, director general de la cadena, ya curtido en este mundo tras su última responsabilidad en Popular TV.

El futuro de Popular TV

Todo apunta que la televisión del Grupo Cope, Popular TV, poco a poco se vaya diluyendo en favor del nuevo canal que tiene más cobertura en su señal. En estos momentos, Popular TV tiene siete cadenas con una cobertura más o menos óptima: Madrid, la Rioja, Galicia, Valencia, Navarra y Murcia, y es previsible que estas emisoras pasarán a ser independientes y a nutrirse de contenidos de 13TV, aunque conservarán su programación local. También se está planificando para que una gran parte de los trabajadores actuales de Popular TV pasen a formar parte de la nueva sociedad televisiva.

Supervisión de Barriocanal

«Respecto de la gestión de 13TV, – informa PR Noticias– de momento está seguirá en manos de Alejandro Samanes y su equipo, pero se creará un órgano de supervisión de la propia COPE y dependiente de Fernando Jiménez Barriocanal, quien después de la transición y desde su puesto de Presidente de la COPE y de vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal pasará a controlar en nuevo grupo audiovisual resultante».

Una tele con valores católicos

13TV es la cadena de TDT que más había apostado por presentarse como un canal de tendencia católica, en cuya parrilla de programación figura un espacio diario dedicado a la retransmisión de la Eucaristía, así como otros contenidos de corte familiar.

El canal seguirá dirigido por Alejandro Samanes, experto y valorado profesional del sector audiovisual, bien conocido por los obispos ya que puso en marcha, en su día, Popular TV. Otra de las grandes apuestas de este canal novel es el cine y los programas magacine, todos ellos de línea blanca y alejados de la llamada «telebasura».

En estos momentos, 13TV ha alquilado a Unidad Editorial, el grupo del diario El Mundo, uno de sus licencias de TDT que tienen en propiedad tras el último reparto concedido por el Gobierno.

Victimismo

Alfonso Aguiló Pastrana

Hay básicamente dos maneras de abordar un fracaso profesional, familiar, afectivo, o del tipo que sea.

  • La primera es asumir la propia culpa y sacar conclusiones que puedan llevarnos a aprender de ese contratiempo.
  • La segunda es afanarse en culpar a otros y buscar denodadamente responsables externos de nuestra desgracia.

De la primera forma se suele adquirir experiencia para superar el fracaso; con la segunda es fácil volver a caer en él, y culpar de nuevo a otros, en vez de hacer un sano examen de nuestras responsabilidades.

Los estilos victimistas suelen estar ligados a sentimientos negativos como la envidia, los celos y el rencor. Tienden a legitimarse en nombre de desgracias pasadas, amparándose en todo lo que se está sufriendo o se ha sufrido, y con eso se arrogan una especie de patente de inmunidad con la que justifican su actitud. Ese recuerdo de las desgracias pasadas constituye para ellos una reserva inagotable de resentimientos. Y si alguien se lo reprocha, a lo mejor admiten que lo suyo no es muy ejemplar, pero aseguran que sus padecimientos pasados justifican esa «leve incorrección».

Otra de sus notas características es la susceptibilidad, que les hace reaccionar con crispación ante cualquier crítica. En todo ven malas intenciones. El menor reparo es enseguida considerado una ofensa. Por doquier intuyen hostilidad, confabulaciones y menosprecios. En los casos más extremos, se sienten satanizados por todo el mundo (curiosa paradoja la del satanizador satanizado) y, aquejados de una sorprendente megalomanía, caen en el síndrome de la conspiración o el complot, tanto en su versión agresiva como en la contraria, de renuncia y pasividad (para qué hacer nada si una fuerza tan poderosa está tramando tales cosas contra mí o contra nosotros).

Es frecuente que envuelvan sus ataques en un manto de candidez, pues aseguran que lo único que hacen es defenderse. Sus ideas son difícilmente refutables, pues dan la vuelta a cualquier argumento transformándolo en prueba de la omnipotencia o sutileza de los ofensores. Y como la venganza induce con facilidad reacciones similares en el otro, que se siente también víctima inocente de una agresión, el veneno del victimismo se inocula en el otro con la pelea, y va extendiéndose más y más al subir cada nuevo escalón del resentimiento: cuánta razón teníamos en sospechar que era un sinvergüenza, fíjate lo que nos ha hecho. Se produce así un mimetismo victimista, que confiere a las dos partes en conflicto la misma impresión de ser eterna e injustamente maltratadas.

Cuando se invocan padecimientos pasados para justificar actitudes que, por mucho que se adornen, respiran el hedor del resentimiento y del deseo de vengarse, lo más sensato es desconfiar de esas personas, que buscan cargarse de argumentos para repetir, en cuanto puedan, las mismas acciones que lamentan haber sufrido.

Tener presente los dolores del pasado puede ser enriquecedor. Pero esa memoria puede pervertirse si se deja impregnar del rencor. Cuando el recuerdo nos lleva de forma obsesiva a reabrir heridas del pasado, buscando quizá legitimar un oscuro deseo de resarcimiento, entonces la memoria se vuelve esclava del agravio, se convierte en una potencia que reaviva tensiones, exacerba la animosidad y reconstruye el pasado y lo reescribe acumulando cada vez nuevos motivos a su favor.

Si las personas o las familias o los pueblos se dedican a rumiar sus dolencias respectivas, será difícil que vivan en paz y concordia. Cuando se hurga morbosamente en el pasado, siempre se encuentran perjuicios que alegar, razones por las que desenterrar el hacha de guerra de la violencia, el desprecio o la falta de solidaridad. Siempre hay motivos para no superar las desavenencias recíprocas, pero si queremos vivir en buena sintonía con los demás, debemos trazar una raya sobre nuestras disensiones de antaño y dejar que el pasado entierre esos desencuentros. No se trata simplemente de olvidar, sino de perdonar y de aprender a evitar que se repitan esos errores, oponerse con firmeza a ellos. El perdón es lo que deja paso libre a quienes no desean cargar sobre sus hombros con el terrible peso de los antiguos resentimientos.