Enfermera, concejala… y monja

Actualizado 2 marzo 2011

Juan García Inza

Lo publicaba el Diario de Navarra, El Mundo – Martes 01 de Febrero del 2011.

Una joven que ha cambiado su uniforme de enfermera, y su acta de concejala,  por un hábito de monja en un monasterio. Es un estímulo para tantos cristianos que a veces no se deciden a dar con audacia un paso adelante en el compromiso con Dios. Aunque muchos no lo crean, los claustros se van llenando de personas  como María Teresa.

María Teresa Martínez Vallvey, vecina de Pamplona de 35 años,. «Renuncié el mismo día en que tomé posesión del puesto», comenta alegre. También ha dejado su acta de concejal por UPN en el Ayuntamiento de Berrioplano y, en breve, se despedirá de su familia y amigos para comenzar una nueva etapa en su vida. «A mí no se me apareció ningún ángel para alertarme. Lo cuenta I.M.M. en Diario de NavarraMi vacío interior era cada vez mayor«, relata sobre su decisión: convertirse en monja de la Congegación de la Madre Teresa de Calcuta, las Misioneras de la Caridad.

Tiene 35 años. Y dice que no será duro. «Me ha tocado la lotería. Lo dejo todo. Familia, trabajo, casa, amigos… Pero para mí todo es nada», asegura, sonriente. «Cuando te toca la lotería no te da pena dejar tu casita pequeña porque te vas a vivir a un chalé».

Nacida en Bilbao, pero en Pamplona desde 1989, ella es la pequeña de 9 hermanos. Estudió enfermería en la Universidad de Navarra y, hasta la fecha, desempeñaba su trabajo como enfermera en el Hospital de Navarra. Durante esta legislatura ha sido concejal de UPN en Berrioplano. «Entré en política porque sabía que había recibido de la sociedad formación, y quería transmitirlo de alguna manera. Pero no es mi camino«, comenta.

«Siempre he intuido que estaba puesta por Dios para algo. Él nos preguntará al final que hemos hecho con nuestra vida. Y yo tenía un vacío, a pesar de tener todo lo que una persona puede tener», comenta mientras recuerda los últimos tres años, en los que se ha fraguado, poco a poco, su decisión definitiva.

«Para mí la fe siempre ha estado ahí, pero en distintos niveles de importancia en mi vida en función de los años. Hace tres años empecé a rezar más. Me gusta mucho esa frase de Santa Teresa en la que se dice que para un cristiano que no haga oración ni 15 minutos al día no necesita ya demonio que le tiente«, reflexiona.

En el verano de 2009, movida por una inquietud que le impulsaba a conocer el tercer mundo y la pobreza, llegó a la India, cerca de Calcuta. «Caí en shock. Lo duro no fue ver a la gente en la calle o la pobreza tan grande. Lo duro para mí fue el contraste de mi vida con lo que allí me encontré. Fui allí con otra médico y una farmacéutica y por la mañana ayudábamos en un asilo de gente necesitada en Predman y por la tarde en un lugar que creó la Madre Teresa en Kalighat, donde la gente va a morir«, cuenta. En la India encontró lo que había echado de menos en su vida.

«Al volver a Pamplona, entristecí. Allá no había sentido una llamada especial a mi vocación y la dejé aparcada, junto a la tumba de la Madre Teresa de Calcuta. Le di muchas vueltas a todo y mi director espiritual me recomendó que lo dejara todo escrito, por si me servía en un futuro para conocer la llamada«, rememora María Teresa Martínez.

Desde entonces, comenta, se dedicó a «cumplir el mensaje de la Madre Teresa» con su familia, con sus amigos o con los enfermos. «Pero, de verdad, nada me llenaba. El vacío que sentí era muy grande y no quería quedarme en verano en Pamplona. Sin embargo, se me cerraron todas las puertas de las ONG para poder acudir a algún lugar. Casualmente, a través de una amiga, pude acudir a Nápoles a colaborar en un campamento de niños con familias con problemas«, expone sobre cómo dio otro paso hacia su decisión.

«En Nápoles me entró la paz y la alegría, las monjas que allí había me dieron envidia. Tras leer textos de la Madre Teresa a su vuelta a Pamplona decidió dar un paso más para disipar sus dudas y pasó 15 días en Madrid en un convento. «Ahora me encaja el puzzle de mi vida«, relata mientras asegura que lo deja todo «para ser feliz». «A pesar de cambiar la comodidad de mi vida actual por otra que puede ser más un camino de espinas«, señala.

Su deseo es ayudar a los demás. Sabe que eso lo puede hacer desde una ONG, o desde el Hospital de Navarra, donde trabajará hasta el 25 de noviembre; pero Martínez Vallvey busca dar un paso más: «Yo no sólo voy a hacer una labor social, sino a intentar que la gente conozca que Dios la quiere».

En enero marchará medio año al centro que la orden de las Misioneras de la Caridad tienen en Sabadell. Será su primer paso. Luego vendrá el noviciado en Roma y, por último, los votos. «Luego, donde toque«, concluye.

La futura monja es muy consciente de que es una excepción en su generación. ¿Qué le diría a esa abrumadora masa de jóvenes que no comparten su fe?

«Que no se dejen engañar con falsos dioses. Tenemos que aprender a ser sinceros. Lo único que hacemos es parchear: con un viaje, con un trabajo… Somos avestruces, individualistas. Una conversación con un amigo es más importante que tener el último modelo de móvil. El ser humano tiene mucha más riqueza».

Testimonio de una cristiana iraní

Actualizado 3 marzo 2011

Testimonio de una cristiana iraní sometida al régimen islámico de Irán

Wiederholen

La prisionera de Teherán, Marina Nemat: soy una testigo y mi deber es contar. Ana Jerozolimski. Semanario Hebreo. Uruguay Por Israel

Es increíble que Marina Nemat todavía sonría, que su voz tenga tal combinación de suavidad y firmeza, que ría abiertamente como si no tuviera dolores que recordar….Los tiene, están presentes…y tras veinte años de intentar lidiar con ellos con un mecanismo de negación por el que no hablaba ni contaba nada, decidió cambiar de rumbo. Comenzó a hablar…o mejor dicho, a escribir.

Marina, nacida en el seno de una familia cristiana de Teherán, fue detenida a los 16 años de edad, el 15 de enero de 1982, por las Guardias Revolucionarias de Irán. La llevaron a la infame prisión de Evin, infierno sobre la tierra, la más temida de Teherán. Estuvo allí dos años. A los seis meses de llegar al lugar, su torturador le propuso casarse con él, aclarando que de lo contrario, sus padres y novio serían detenidos. Marina aceptó. Tiempo después, su “esposo” fue asesinado y su familia logró sacarla de prisión, dos años después de su detención.

En 1991, logró llegar a Canadá. Junto con Andre, su otrora novio al que conoció en la Iglesia de Teherán que le servía de escape y que se convirtió luego en su esposo, empezó una nueva vida. Tiene dos hijos, de 18 y 21 años…Y también tiene, así lo siente, la obligación de contar.

Este es un resumen de la extensa entrevista que nos concedió durante tres horas, en Jerusalem, donde tuvimos la oportunidad de conocerla al haber sido invitada a la Feria Internacional del Libro en Israel. Marina Nemat ha escrito por ahora dos libros: “La prisionera de Teherán” y “Después de Teherán: Mi nueva vida”.

Ana Jerozolimski: Marina…admito que no sé por dónde empezar….¿Cómo se resume lo que usted ha vivido?

Marina Nemat: Es difícil resumir cualquier vida…no solamente la mía. Yo era una niña de 13 años cuando estalló la revolución islámica. Hasta ese momento, mi vida era la de una niña promedio en una sociedad muy occidentalizada, recibiendo buena educación, con miras a estudios en la Universidad, sabiendo que en principio podría convertirme en lo que quisiera. Mi padre enseñaba danza. Mi madre era peluquera…Yo estaba enamorada de la literatura, que era una parte importantísima de mi vida. Además, por cierto, de mis amigos. Teníamos un chalet de verano en el que pasábamos hermosas vacaciones, yo vivía divirtiéndome con mis amigos, bailando, yendo a la playa de bikini, escuchando música, enamorándome…siendo joven. Y entonces…llegó la revolución.

Ana Jerozolimski: Y dado que vivía en el centro mismo de Teherán, la vio desde la ventana…

Marina Nemat: Exactamente. Era como si ahora, en El Cairo, hubiera vivido frente a la plaza Tahrir…Pues empezó la revolución, la gente quería libertad y democracia…y yo, a esa edad, ni sabía qué significaba eso. Ni tenía idea quién era el Ayatollah Khomeini..Sí sabía quiénes eran los Bee Gees y quién era Gene Austin…Uno miraba la calle y se captaba mucha energía, mucho entusiasmo. La gente quería una vida mejor.

Ana Jerozolimski: Y al principio casi pensaban que eso se lograría…

Marina Nemat: Así es…El Shah dejó el país y volvió Khomeini, que había estado exilado en Francia y en Irak. Y se declaró la instauración de una República islámica. La vida cambió pero aún no estaba claro en qué dirección iría el cambio. Varios grupos políticos se habían sumado a la revolución: los liberales, los marxistas…muchos se juntaron. En el gobierno creado por la revolución, había discusiones, intercambios de ideas, salían nuevos periódicos y eran publicados nuevos libros.

Ana Jerozolimski: Como usted describe en el libro…que parece que al principio dejaban hablar a todos, para identificar a “los enemigos”.

Marina Nemat: Justamente! Al principio parecía bueno porque se expresaban nuevas ideas. También en la escuela…yo era muy chica, pero los alumnos mayores debatían sobre nuevas ideas, leían a Marx y Lenin…Desde el 2º de liceo nos parecía fascinante escuchar a los mayores…Pero luego, todo se volvió caótico…

Ana Jerozolimski: Y la Iglesia se convirtió en su refugio..

Marina Nemat: Así es. Mi iglesia era un lugar al que yo podía ir y sentir que todo era previsible, sin tener que preocuparme por comprender nuevas ideologías complicadas, sino sentirme vinculada con el pasado, con lo viejo…con mi abuela a la que tanto quería, que era la única religiosa de la familia y había muerto cuando yo tenía siete años…No era sobre política, sino sobre sentirme cómoda, rezando ante Dios…

Ana Jerozolimski: Afuera, las energías ya eran diferentes ¿verdad?

Marina Nemat: Por supuesto. En la escuela y en el país todo, las cosas empezaron a cambiar. Todo empezó con la revolución cultural. Cerraron universidades para reestructurarlas, sacar profesores y traer nuevos, básicamente para integrar la ideología en el sistema e introducir el Islam en las universidades. Los liceos seguían abiertos pero los docentes fueron reemplazados por fanáticos representantes de la flamante Guardia Revolucionaria. Nuestra nueva directora tenía 19 años! Estaba allí para cerciorarse de que en las clases se enseñaba la ideología de la revolución. Y aquellos que no estaban felices con ellos, terminaban en su lista negra…

Ana Jerozolimski: Que ella misma preparaba y entregaba a las autoridades…

Marina Nemat: Exactamente. Todo era propaganda, religión. Nosotros no estábamos felices para nada. Queríamos la playa, la música….Protestamos, pero nadie nos vio protestar. Ya no habían quedado periodistas extranjeros en Irán. No había youtube, facebook ni twitter…y era difícil sacar información. Era como si un muro muy alto hubiese sido construido alrededor del país.

Rápidamente, vestir el “hijab” que lo cubre todo, fue declarado obligatorio. Para mis amigas y para mi, que habíamos crecido vestidas de minifalda y bikini en la playa, luciendo hermoso cabello, eso fue sumamente difícil.¡ Todo tenía que estar tapado! Y no importaba si uno era musulmán, cristiano o judío…Había que comportarse de acuerdo al código oficial. Hace poco me reencontré con una amiga de entonces a la que no había visto en 30 años. Me contó que una vez, cuando tenía 14 años, estaba en camino a la escuela e iba por la calle vestida con un pañuelo bufanda negro que le cubría la cabeza, pantalones negros, un tapado negro, zapatos negros y la detuvo la Guardia Revolucionaria. Le preguntaron cómo se atreve a ir tan indecentemente vestida…porque tenía medias blancas.

Ana Jerozolimski:No se podía vivir…

Marina Nemat: Todo estaba prohibido. Bailar estaba prohibido. Cantar estaba prohibido.. Mi padre perdió su trabajo porque no podía enseñar danza. Tuvo que irse a trabajar en una fábrica. Andre y yo, mi novio, no podíamos salir ya que la Guardia Revolucionaria podía detenernos. Si un hombre y una mujer iban juntos por la calle, preguntan si eran hermanos, marido y mujer, familiares y si la respuesta era no a todo, ibas a prisión. Por todo esto, yo pasaba mucho tiempo en la Iglesia ya que ahí las puertas estaban cerradas, el lugar era sólo para cristianos y allí Andre y yo podíamos sentarnos juntos a hablar, podíamos reírnos, yo no tenía que estar tapada..La Iglesia era el único lugar en el que yo podía ser libre y ser nuevamente joven.

Ana Jerozolimski: Y de las listas negras, se pasó a las detenciones…

Marina Nemat: Si, empezaron los arrestos, siempre en medio de la noche. Si llegaban a tu casa y no estabas, se llevarían de rehén a tu madre, tu padre, algún hermano…no importaba. Yo tenía 16 años. Sabía que mis amigos estaban siendo arrestados. Y la verdad, sentía preocupación, pero no miedo. Es que pensaba: ¿Qué me puede pasar? Me pueden detener, hacerme unas preguntas y liberarme. ¿Qué más se puede hacer a una jovencita de esa edad? Es que uno no pensaba que podían hacernos algo, porque no habíamos hecho nada malo…lo que habíamos protestado en la escuela era porque queríamos que nos enseñen ciencia, matemáticas, árabe y no propaganda. Queríamos salir a la calle vestidos como antes, queríamos escuchar a Gene Austin….¿Qué tenía de malo? No entendíamos que eso podía ser considerado un crimen…

Ana Jerozolimski: pero el régimen pensaba diferente…

Marina Nemat: Llegaron una noche, yo estaba en el baño, mi madre me llamó y cuando abrí la puerta vi dos rifles apuntando a mi cara. No sentí miedo, no porque fuera valiente sino porque a los 16 años, no entendía la dimensión de lo que estaba pasando y lo que iba a suceder. Además, es como algo que va más allá del miedo. Es un estado de shock que en alguna medida lo protege a uno porque crea una barrera que te mantiene adentro y te impide reaccionar. Yo no entendía por qué mis padres lloraban. Era evidente que sentían miedo, pero yo no entendía por qué.

Ana Jerozolimski:Ahí empezó su marcha hacia Evin..

Marina Nemat: Me llevaron con los ojos tapados, llegamos a la prisión de Evin, donde había mucha gente,..y me pasaron a un interrogatorio .El hombre que estaba conmigo en esa pieza me empezó a preguntar sobre la escuela, los estudios, los artículos que yo había escrito en el diario mural de la escuela, sobre las protestas, el hijab. Estaba claro que sabían todo, sabían claramente quién soy, quiénes eran mis padres, mi novio, dónde estaba mi iglesia…absolutamente todo.

Me preguntaron por una chica determinada y al principio yo ni me acordaba de ella. Luego recordé de quién se trataba y que me había ofrecido sumarme a un grupo marxista en el que ella era activa, pero yo no acepté diciendo que soy católica..La verdad es que a esa altura, ya estaba cansada de conflictos. Le decía a mi madre que no puedo ir a la escuela porque siempre termino peleando con alguien. Respecto a esa niña, la verdad es que yo no sabía dónde estaba, ni idea.

Ana Jerozolimski: Pero no le creían…

Marina Nemat: Me seguían preguntando. Primero me esposaron las manos. Como tenía manos pequeñas, me colocaron las dos manos dentro de una esposa, lo cual me cortaba la carne y me hizo gritar. Creo que si yo hubiera sabido dónde estaba esa chica, lo habría dicho, aún antes de esperar lo que sentí que se venía. No sabía qué, pero sentí claramente que se venía algo malo.

En la pieza había una cama. Me tuve que acostar allí, me ataron, me sacaron los zapatos y las medias y otro hombre, Hamed, me dio como un latigazo en los pies con un cable. …..No puedo describir el dolor. Fue algo mucho peor que dar a luz o romperse huesos..No sé cómo decirlo…Recuerdo una especie de desesperación que no sabía que podría sentir alguna vez. Es difícil recordar un dolor exactamente tal cual una lo sintió, pero recuerdo la sensación absoluta de impotencia….de falta total de control..Creo que habría traicionado a mi propia madre para pararlo…habría traicionado a Dios para poner fin a ese dolor…Habría vendido mi alma al diablo para frenar eso.

En cierto momento ya no podía respirar por el dolor…rezaba…hasta que no pude ni rezar, ni pensar..Nada.

Cuando finalmente me desataron..me miré los pies y estaban enormes..No entendía cómo el cuerpo humano podía hincharse tanto. Yo tuve “suerte”…había casos en los que después de esos golpes, hacían que la persona camine para que baje la hinchazón y luego le volvían a pegar….

Ana Jerozolimski:Salvo lo de la chica a la que buscaban, le pedían otros nombres, pero luego usted vio que ya los tenían…sabían todo…

Marina Nemat: La tortura, en general, no es muy efectiva para lograr conseguir información, porque la gente miente. Pero lo que sí hace la tortura, es quebrar el alma humana. Yo creo que ellos sabían que yo realmente no sabía dónde estaba esa chica. Creo que lo sabían cuando empezaron a golpearme. Lo hicieron simplemente para hacerlo, para quebrarme. Y hoy, son 6.000 los presos en la cárcel de Evin.

El juez de la Corte de Sharía (ley religiosa islámica), emitía sus veredictos cada 30 segundos, dos minutos…no había abogado, no había jueces…a veces ni el acusado estaba presente. Había muchísimas condenas a muerte, para hacer lugar para nuevos presos…Oíamos todo el tiempo las ejecuciones…del otro lado de la pared. Yo también había sido condenada a muerte, pero me cambiaron la pena para cadena perpetua.

Ana Jerozolimski:Una pregunta simple y muy compleja a la vez…¿Cómo se sobrevive?

Marina Nemat: Mira , aunque parezca extraño..te cuento que había tres baños para celdas con 300 chicas…y dos de los baños generalmente estaban descompuestos. Yo conocía sólo a tres o cuatro de las chicas, de mi escuela. Y allí, en la fila, hablábamos. Pero no de las torturas que absolutamente todas pasábamos, ni de ejecuciones que oíamos. Hablábamos de cosas felices: de las vacaciones que recordábamos, de las fiestas de cumpleaños, reuniones familiares, de poesía..

En aquel momento no lo entendía, pero ahora comprendo que eso no salvó la vida, porque eso nos permitió crear una memoria colectiva que nos mantenía, que pertenecía sólo a nosotras. Ahora sé cuán importante fue todo eso, ya que ahora llevo conmigo las memorias de todas y cada una de las chicas con las que alguna vez estuve parada, conversando, en la fila para ir al baño. Soy su portadora. Algunas murieron, otras están con vida…y muchas de las que aún viven no pueden hablar y contar porque todavía están en Irán..Y creo que esto se convirtió en mi trabajo, en mi deber: contar.

Cuando dejé Irán, traté durante 20 años de crear una vida ficticia. Llegamos a Canadá, compramos una casa, tuvimos hijos, mi esposo encontró trabajo. Tenemos una vida hermosa…pero si uno actúa como si no hubiera sufrido, como si miles de inocentes no hubieran muerto…No funciona.

EL MATRIMONIO OBLIGADO—Y LA PESADILLA DE LA VIOLACIÓN.

Ana Jerozolimski:Un punto clave en la estadía en Evin, fue el matrimonio obligado con Ali

Marina Nemat: Alí me obligó a casarme con él aclarando que de lo contrario, detendrían a mis padres y a mi novio. Una cosa es ser torturado en la sala de interrogatorios, pero es peor todavía imaginar a tu propia madre pasar eso. Bajo ningún concepto. Pensé y decidí, sin dudar. Si ese es el precio a pagar, lo pagaré. Si me tengo que convertir al Islam, me convierto. Si me tengo que cambiar el nombre, lo cambio. ¡Hasta me dieron la opción de elegirlo! El primer nombre que se me ocurrió, fue Fatma. Y luego me dieron otra elección: volver a la celda con mis compañeras o estar en aislamiento. Yo elegí el aislamiento, algo que cualquier persona que haya estado presa dirá que es locura total porque en aislamiento, un día pasa lento como 3 mil años…Pero no podía enfrentar a mis amigas después del casamiento con Alí. Era como decirles “adivina qué hice anoche: dormí con mi interrogador..”.¿Te imaginas? No…tenía sólo 17 años…Me daba vergüenza.

Antes de que Ali me obligó a casarme con él, había sucedido que a las diez de la noche llamaban por parlante a algunas chicas a interrogación…y volvían a las 5 de la madrugada. Preguntábamos dónde habían estado…y decían “en interrogatorio”..o “lavando las escaleras.”.Pero una sabía dónde habían estado realmente. Y también sabíamos que no querían hablar de eso. Y lo respetábamos.

Ana Jerozolimski:En el libro escribe que violaban a las mujeres porque creían que eso aseguraba que no irían al paraíso

Marina Nemat: Así es..

Ana Jerozolimski: Pero hay algo más ¿no? Es una forma de quebrar…

Marina Nemat: Claro que es otra forma de quebrarte. En Irán, en Oriente en general, cuando una mujer es violada, terminó su vida. Una de las mejores formas de quebrar una mujer es violarla. Es terrible…Cuando una volvía a la habitación, hinchada por los golpes, eso se ve. Y te respetan. Y eso no tiene nada que ver con la pregunta de si uno habló o no..ya que las únicas dos opciones eran hablar o morir…Cuando una compañera volvía a la pieza toda hinchada y llena de sangre, nadie le preguntaba si había hablado. Lo que hacíamos era abrazar, besar, apoyar a la amiga que volvía. Pero si te habían violado…¿Qué haces? De eso, no se habla.

En Evin había chicas totalmente impotentes. Piénsalo: jovencitas de 15, 16, 17 años, sacadas de su casa en la mitad de la noche, llevadas a la nefastamente notoria cárcel de Evin, donde había salas de interrogación, celdas, llenas de hombres que podían hacer todo lo que querían. Esos hombres tenían poder absoluto. Nadie los iba a frenar. En Evin, la corte de Sharía podía inclusive lidiar con la prohibición islámica de la violación, diciendo simplemente “tu estás casada con él” .¡Y ya está! Con eso, daban permiso. Es más: ese “matrimonio” puede ser temporario. La sharia puede casarte con tu interrogador por dos horas. Es ley en Irán. Se llama “siré”.

EL DEBER DE CONTAR

Ana Jerozolimski: Marina, durante muchos años, no quiso hablar de lo que vivió..

Marina Nemat: Así es. Me quebraron y en realidad durante 20 años estuve quebrada, pero de a poco, muy lentamente, logré unir las piezas. El ser humano es frágil y sería ingenuo pensar que no podemos quebrarnos. Pero también se puede recomponer lo roto…Hay quienes abusan de otros, otros que se suicidan…cada uno responde de otra forma a su quiebra…mi respuesta fue durante 20 años la negación total y luego, decidir que dejo de huir. Decidí que mejor lidiar con la realidad que pasé y, como testigo, prestar testimonio. Si rehúso hacerlo, es como matar de nuevo a mis amigas que murieron.

El pueblo de Irán necesita saber que miles de jóvenes fueron y siguen siendo masacrados por la República Islámica de Irán, que esa es la realidad y que hay que hacer algo al respecto. Tendríamos que haber terminado con esto hace 30 años y no lo hicimos. Hay que hacerlo ahora.

Ana Jerozolimski: El mundo árabe está ahora en ebullición…¿Cómo ve este cambio, sabiendo lo que pasó en Irán?

Marina Nemat: Una parte de mi dice “Dios mío, va a suceder de nuevo, la gente luchará por democracia pero recibirá una nueva dictadura”. Pero hay que recordar que en una revolución hay mucha energía, como un volcán que explota. Ningún analista podrá decirte con plena certeza qué pasará en Egipto o en cualquier parte del mundo árabe que ahora está haciendo revoluciones. Por ahora, digo que es bueno que estén cambiando, pero también sé que hay motivos de preocupación, porque hay en las sombras gente que está esperando para controlar esa energía. Por eso, hay que estar alerta.

Ana Jerozolimski: Para que no se repitan los errores…

Marina Nemat: Claro. En Irán, el 95% de la población votó en aquel momento y dio el “sí” a la revolución islámica, a la imposición de la Sharía. No sabían, no entendían qué sucede cuando la Sharía gobierna un país. Si uno quiere saber qué pasa cuando la Sharía gobierna un país, que mire a Irán, a Afganistán, lo que los Talibanes han hecho a su gente…que miren a Arabia Saudita, el gran amigo de Estados Unidos, donde las mujeres ni siquiera pueden manejar. Hasta hace poco ni siquiera podían tener cédula de identidad. Tenemos que ser conscientes de todo esto. La gente en Egipto quiere ahora libertad y democracia. Entonces, no deben votar por la sharia ni por los Hermanos Musulmanes. Si lo hacen, estarán condenándose a si mismos a una dictadura religiosa, que suplantará la secular. Una dictadura secular es algo malo. Una dictadura religiosa, es peor aún. Logren un gobierno secular. Es importante. Todos, sea cual sea su religión, deben poder votar. La sharia no puede garantizarlo. No conduce jamás a la democracia. Nunca. Es imposible.

Ana Jerozolimski: Usted siente la responsabilidad de alertar…

Marina Nemat: Exactamente. Siento responsabilidad de advertir sobre lo que puede pasar, porque no quiero que nadie más esté en prisión, sea torturado, ejecutado o quede quebrado por el resto de su vida. No quiero que eso le suceda a nadie.

Ana Jerozolimski: Tampoco en su país natal..

Marina Nemat: Sé lo que está pasando hoy en Irán. Allí funciona una dictadura brutal que se impuso y que hace sentir a cada ciudadano que tiene un rifle apuntando hacia su cabeza. Pensemos en las madres viviendo en Irán. Tengo amigas que están allí. Viven con temor por sus hijos, sabiendo que pueden, por nada, ser arrestados , torturados, ejecutados..Es algo que pasa..es un hecho de vida en Irán. A pesar de eso, la gente ha salido a la calle a protestar. O sea que hay quien osa hacerlo. Y eso significa que lo harán de nuevo. Pero si mucha gente no lo hace, es porque saben que los ejecutarán…En realidad, ser ejecutado quizás no es lo peor…

La historia tiene una fecha de expiración. El tiempo ha madurado y algo tendrá que pasar en Irán. Hoy no es el día de Irán. Quizás sea la semana que viene, en dos meses, o cinco años.-Pero llegará, porque esto no puede durar siempre. La gente se entera de lo que está pasando en el mundo árabe alrededor..y si ven que las cosas en otros lados mejoran, eso los alentará. Claro que el tema no es solamente hacer una revolución sino lo que pasa después…Revolución, ya han tenido…y no ha salido bien.

Ana Jerozolimski: ¿Está segura de que en el Irán de hoy, 30 años después de la revolución, hay gente que está sufriendo lo mismo que usted sufrió?

Marina Nemat: Sin duda, eso es absolutamente seguro. Hoy mismo en la cárcel en la que yo estuve hay 6 mil presos políticos. Y están siendo torturados y ejecutados. Lo sé, me consta. Eso tiene que terminar.

Una joven catequista que encontró en la cruz el camino hacia Dios

Su proceso se abrió en el 2009

Crean un sitio web de la joven catequista alicantina Rebeca Rocamora, en proceso de canonización

Ofrece «el emocionante testimonio de fe, amor y alegría de una joven catequista que encontró en la cruz el camino hacia Dios».

Actualizado 3 marzo 2011

Zenit

La página web de Rebeca Rocamora Nadal, la joven catequista alicantina cuya causa de canonización está en marcha, ya está disponible.

La web oficial de Rebeca Rocamora Nadal ofrece, según sus impulsores, en nota en enviada a ZENIT, «el emocionante testimonio de fe, amor y alegría de una joven catequista que encontró en la cruz el camino hacia Dios. Incluye biografía, oración, publicaciones y las últimas noticias de su proceso de canonización».

Rebeca Rocamora Nadal nació en 1975 en Granja de Rocamora, Alicante. Fue bautizada a las dos semanas de nacer, en su parroquia de San Pedro Apóstol. Su padre trabaja como encargado en un taller de calzado y su madre en una tienda de labores. De ellos irá aprendiendo poco a poco a amar a Dios y crecer como persona.

Es cariñosa, familiar, ama la naturaleza y la grandeza de las pequeñas cosas.

Cursa los estudios de EGB en el colegio público San Pedro Apóstol de su pueblo natal. En 1984 hace la primera comunión a los ocho años. Rebeca prepara su corazón poniendo a Dios en el primer lugar.

Viendo la alegría que refleja al recibir a Jesús por primera vez, el párroco le manifiesta: “Rebeca, no pierdas nunca esa sonrisa”, y así lo cumplirá hasta en los momentos más difíciles.

En 1985, visitando un santuario mariano, aparecen los primeros síntomas de una diabetes insípida e idiopática, sufre fuertes dolores de cabeza y una parálisis ocular. Tras meses de reconocimie ntos médicos y dolorosas pruebas, le descubren un tumor en la hipófisis. En 1986 es ingresada de urgencia en la clínica madrileña Puerta de Hierro, donde permanecerá tres largos meses.

Rebeca, con diez años, se enfrenta a una dura enfermedad, sin dar la espalda a Dios. Él va poniendo las mediaciones oportunas. Una de las más importantes, que marcará su interior para siempre, será conocer al sacerdote Lope Nuño, que le ayudará a aumentar su amor a la Virgen y el abandono filial.

A finales de verano, los médicos temen que el tumor no desaparezca totalmente con la radioterapia, sin embargo Rebeca sana por mediación de María, a la que se había acogido. Cesa también la parálisis ocular, irreversible para muchos, atribuida a la intercesión de santa Gema Galgani. Estos sucesos hacen de ella una muchacha agradecida, naciendo el deseo de darse a los demás como catequista de los más pequeños.

En 1990, en la vigilia de Pentecostés, recibe la confirmación. Este sacramento le hace comprometerse en su vida como creyente dando una respuesta personal. Rebeca vive su fe de forma natural, colaborando en la parroquia con sencillez y dinamismo.

Es elegida responsable de un grupo de jóvenes en el Neocatecumenado Parroquial, y en octubre comienza a dar catequesis de precomunión, con entrega y disposición de servicio, con paciencia y entusiasmo por vivir lo que enseña. Es su particular misión en la Iglesia.

Continúa su vida cotidiana en la que no faltan el deporte, las manualidades, los libros y el cine de aventuras, la música, bailar… Lo normal a su edad. A pesar de los obstáculos que se le presentan, concluye los estudios de técnico auxiliar administrativo.

En lo más hermoso de la juventud, llega de nuevo una inesperada enfermedad. A principios de 1995, se le presenta un progresivo malestar. En febrero de 1996, padece una parálisis facial y el 4 de marzo vuelve a ser ingresada en la clínica Puerta de Hierro, sufriendo una hemiplejia.

Le diagnostican un glioma de alto grado que le asegura pocos días de vida, aunque luego se descubre que el daño es debido a un medicamento que tomaba desde su primera enfermedad, salido defectuoso de laboratorio.

Regresa a casa desahuciada en lo humano, pero no tiene quejas ni preguntas, sabe que Dios le ama. Es el momento en su luminosa transformación interior se intensifica día a día. Pide a su párroco ser bendecida por la reliquia del Lignum Crucis que se venera en su pueblo y éste permite que permanezca junto a ella toda su enfermedad. “La fe en la Santa Cruz es mi fuerza”, afirmará Rebeca.

Recibe la visita del obispo emérito de la diócesis, monseñor Pablo Barrachina a quien confía: “Me voy al Cielo y poco a poco me llevaré a los que quiero… A medida que Dios les llame, yo estaré allí junto a Él para interceder por ellos”.

El 26 de mayo de 1996, domingo de Pentecostés, muere Rebeca a los veinte años dibujando en su rostro una serena sonrisa mientras su familia reza el rosario junto a ella.

Tras su muerte acude a verla una continua peregrinación de gente de todas las edades, llegada espontáneamente de distintos lugares: jóvenes, adultos, enfermos, sacerdotes, muchos niños, incluso se da alguna conversión y otros sienten la llamada a seguir al Señor.

La apertura de su proceso de canonización se celebró el 14 de marzo de 2009, presidida por el obispo de Orihuela-Alicante monseñor Rafael Palmero, acompañado por fam iliares y amigos de Rebeca, varios sacerdotes y centenares de personas. Actualmente está a punto de concluir su fase diocesana.

Para saber más: http://www.rebecarocamora.es

Proyectos católicos de ayuda a prostitutas

Hay 40 proyectos católicos de ayuda a prostitutas

La Iglesia católica y sus asociaciones, contra los anuncios de sexo en la Prensa

Las entidades que trabajan con prostitutas denuncian la hipocresía de los periódicos, y E-Cristians recuerda que el plan del Gobierno contra la explotación sexual quedó en nada.

Actualizado 4 marzo 2011

Juan Cadarso / La Razón

Cáritas y las diócesis de España, junto con las órdenes religiosas católicas, mantienen abiertos cuarenta proyectos para ayudar a mujeres que ejercen la prostitución.

En la casa de Villa Teresita de Sevilla, de la congregación de las Auxiliares del Buen Pastor, la encargada del proyecto, Conchi Jiménez, critica con dureza a los empresarios de la Prensa que permiten la publicación de anuncios de contactos.

«El dinero es el que manda en todo esto, a los empresarios les da igual de donde venga, aunque sea de una forma de explotación a mujeres. Los empresarios no las consideran como personas sino como objetos. Estos medios de comunicación son cómplices totalmente de la explotación de mujeres.Estas personas son gente excluida, que tienen historias muy duras, de la noche a la mañana no se han ido a trabajar a la calle sino que han sufrido mucho. Quitar los anuncios está bien, aunque sólo es una parte de lo que hay que hacer: debemos atajar las causas y movilizarnos contra esta esclavitud», afirma.

En la diócesis de Orense, las Adoratrices del Santísimo Sacramento fundaron en 2008 el proyecto Erguete, que acoge a mujeres que ejercen la prostitución y les da apoyo psicológico y orientación para la inserción laboral. Del negocio de los anuncios de prostitución aseguran que «no es digno, ni lógico, porque te encuentras en unas páginas que han desarticulado una red de trata en Alicante y unas páginas más allá, anuncios de prostitución. Los empresarios de la Prensa, ¡qué van a decir! Ese tipo de anuncios es para ellos un beneficio económico, así que no los quitarán», lamentan.

Lo mismo piensan las trabajadoras del proyecto Damaris, de las Adoratrices de Sevilla, que desde 1999 atiende a prostitutas y reinserta a mujeres que salen de prisión. «Es una vergüenza que nos llamemos un país democrático y vendamos de esa forma a las personas», protestan. «Detrás de las excusas de los periódicos, de que mientras sea legal la prostitución los anuncios son legales, está siempre el dinero», añaden en Damaris.

Proxenetismo
Josep Miró i Ardèvol, presidente de E-Cristians y miembro del Pontificio Consejo de Laicos, recuerda a los empresarios de Prensa con anuncios de sexo que «la prostitución es legal, pero no lo es el proxenetismo ni la inducción a la prostitución.¿Los anuncios de contactos no forman parte de eso?»

Josep Miró considera que «rechazar la página de prostitución es caminar hacia la normalidad mediática, homologarse con Europa, porque España es el único país de Europa donde la Prensa seria lleva estos anuncios; ni «The Times», ni «Le Figaro», ni «Le Monde» los llevan. Sólo la Prensa amarillista y algunos periódicos españoles. Es un hecho singular que se da sólo en España».

Miró señala además que casi toda la prostitución en España está en manos de grandes grupos, porque traficar con chicas es más lucrativo y con menos riesgo penal que hacerlo con armas o droga. Es un sector que genera dinero negro, un foco de corrupción y un cruce de delincuencias». Miró denuncia que «los macroclubs se presentan como alquiler de habitaciones a mujeres, se disfrazan así para evitar el delito de proxenetismo». Algo parecido sucede con los anuncios de prensa. «La página de prostitución es para lucrarse con el drama de la prostitución», aclara.

El plan del Gobierno que quedó en nada
E-Cristians, que mantiene una campaña de concienciación sobre el tema, recuerda que «el Gobierno español elaboró un plan contra el tráfico de personas y la explotación sexual, hace ya dos años, con muchas medidas, y una de ellas era, como explicó la ministra Bibiana Aído por activa y por pasiva, actuar sobre los periódicos para que dejen de publicar anuncios de prostitución. Pues bien, el Gobierno, de esto, se ha olvidado absolutamente. Es un incumplimiento flagrante de su plan».

Los obispos: «los medios se convierten en cómplices del mercado de seres humanos»
La opinión de la Iglesia sobre la prostitución y anuncios de contactos en los medios es muy clara. En noviembre de 2010 el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, en declaraciones a LA RAZÓN calificaba la prostitución como actividad “inhumana” y “bochornosa” y pidió que la prostitución “pueda ser eliminada poco a poco por un consenso moral que se refleje en disposiciones legales”.

Camino aseguró que los obispos españoles mantienen la posición que expresaron en 2001 en el documento “El drama humano y moral del tráfico de mujeres”, en el que afirmaban que los medios de comunicación, “mediante los anuncios de ofertas sexuales, se convierten, en función de los ingresos económico, en cómplices de este mercado de seres humanos”.

En estos mismos términos también se refirieron en un documento de noviembre Cáritas, la conferencia de religiosos, Justicia y Paz y los secretarios de las migraciones y pastoral social de la conferencia episcopal española.  La acusación de «cómplices» resuena desde la jerarquía hasta las asociaciones que trabajan a pie de calle.

La «capital del aborto de América»

«Sisters of Life»

Son monjas, viven en el Bronx y ayudan a mujeres a no abortar en la «capital del aborto de América»

Uno de cada 10 abortos de los Estados Unidos se practica en el Estado de Nueva York.

Actualizado 3 marzo 2011

Rome Reports

Todos los días en el corazón de Nueva York un grupo de monjas salen a la calle para que nadie se sienta abandonado. Son las Sisters of Life, o Hermanas de la Vida. Viven en el Bronx, pero recorren toda la ciudad para ayudar a personas de todo el mundo.

“Los neoyorkinos son gente maravillosa, tienen un gran amor por su ciudad y por las tradiciones de su ciudad. Nueva York es una ciudad católica en muchos sentidos, hay muchas iglesias, muchos religiosos han pasado por allí y muchas cosas maravillosas ocurren allí, dice una de las religiosas de la congregación, la hermana Maris Stella.

Ser monja en Nueva York es un desafío, también porque esta ciudad es conocida como la “capital del aborto de América”. Uno de cada 10 abortos de Estados Unidos se practican en el Estado de Nueva York. El 70% de estos tienen lugar en Manhattan.

La congregación Sisters of Life dedica gran parte de su tiempo a hablar con mujeres embarazadas que están considerando abortar. También ayudan a mujeres que han abortado y que están buscando a alguien con quien desahogarse.

“Como religiosas tenemos el gran privilegio de recibir y escuchar a estas mujeres. ¿Cuál es tu historia? ¿Cómo estás? A veces somos la primera persona que les pregunta cómo están. Tenemos unos 10.000 colaboradores en New Jersey, Nueva York y Connecticut que nos ayudan a ayudar aunque sea tomando un café con ellas, para hablar como amigos. La única monja que estas chicas han visto en su vida es la de la película Sister Act”, comenta la hermana Mariae Agnus Dei.

Cuando entran en la Orden, estas monjas hacen los tradicionales votos de pobreza, castidad y obediencia y añaden un cuarto voto, por el que se comprometen a proteger y defender la sacralidad de la vida humana.

Así recuerdan que cada ser humano es único e irrepetible y que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios.

“El modo en el que vivimos este cuarto voto en nuestras vidas es sirviendo a mujeres embarazadas que están pasándolo mal y que necesitan nuestra ayuda. También sirviendo a mujeres que han abortado, haciendo retiros espirituales de reparación o hablando con ellas de la Misericordia de Dios”, dice la hermana Maris Stella.

La Congregación Sisters of Life cuenta con 70 monjas repartidas por Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda. Aunque su principal área de trabajo es Nueva York, una ciudad con más de 8 millones de habitantes. Miles de caras nuevas a las que hacer llegar su ayuda todos los días.