«Encontrarás dragones»

El joven Escrivá de Balaguer

La película revive los inicios del fundador del Opus Dei y el drama de la Guerra Civil.

Actualizado 27 febrero 2011

ABC/ReL

Roland Joffé utiliza en este filme un recurso parecido al que utilizó en «La Misión», cuando desdobló el protagonismo de la película en dos personajes, uno histórico y otro de ficción. Por una parte está Josemaría (Charlie Cox) y por otra Manolo (West Bentley). Uno está educado en el amor y el otro en el oportunismo. Hay una secuencia en la que Manolo dice: «Mi padre tenía más dinero, más casas, más coches, pero él tenía más padre». En fin, «Encontrarás dragones» propone a los espectadores el retrato humano de un joven sacerdote, valiente y visionario, al que la Iglesia elevará a los altares. No busca ser históricamente fiel, sino que su hilo conductor desarrolla la relación entre el juez Manolo Torrens y su hijo Robert, un periodista al que le encargan una biografía de Escrivá y que se enfrentará a la reconciliación con su padre cuando éste, al borde de la muerte, le revela los más terribles secretos. Y dirá Robert: «Mi padre quería que le perdonara no para sentirse él mejor, sino por mi bien», porque no se puede vivir con ese odio atenazado al corazón.

¿Qué hay de histórico en esta película? El argumento recoge directa o indirectamente la infancia y juventud del fundador del Opus Dei, un periodo no muy conocido por el gran público. Josemaría Escrivá de Balaguer nació en Barbastro el 9 de enero de 1902. Sus padres se llamaban José Escrivá y Dolores Albás, un matrimonio de convicciones cristianas que tuvo otros cinco hijos: Carmen (1899-1957), Santiago (1919-1994) y tres niñas que murieron siendo muy pequeñas. En 1915 quebró el negocio del padre y la familia se trasladó a Logroño, donde encontró trabajo como dependiente.

Allí tuvo el niño Escrivá el anunciamiento de su vocación. Era noche de Navidad cuando, al ver las huellas que un carmelita descalzo iba dejando en la nieve, sintió que Dios le llamaba aunque no sabía para qué. Decide ingresar en el seminario de Logroño y más tarde se traslada al de Zaragoza, donde además se matriculará por libre en la Facultad de Derecho, aconsejado por su padre, quien muere en 1924. Josemaría queda como cabeza de familia, se ordena el 28 de marzo de 1925 y comienza a ejercer su ministerio en una parroquia rural y luego en Zaragoza. En 1927 se traslada a Madrid para hacer el doctorado en Derecho. El 2 de octubre de 1928 comprende cuál es la misión de su vida y funda el Opus Dei. Si antes de la predicación, Jesús, el carpintero, se había dedicado a ese oficio, Escrivá entendió que los hombres también podían santificarse en el trabajo y en los actos más sencillos de la vida cotidiana. Joffé traslada a la pantalla ese descubrimiento con una secuencia de gran aliento poético.

Tras proclamarse la II República el 14 de abril de 1931, ardieron un centenar de iglesias madrileñas a principios de mayo. La llamada «cuestión religiosa» enardeció los ánimos durante la redacción de la nueva Constitución y ese clima violento sólo remitirá durante los gobiernos de Lerroux, para recrudecerse con el triunfo del Frente Popular. De aquellos años, Escrivá recuerda en sus escritos algunas anécdotas peligrosas. «Había junto a una de las dos fuentes que hay en el camino que va desde la carretera de Aragón al Este un grupo de chiquillos y mujeres haciendo cola, para llenar de agua sus cántaros, botijos, latas…

Del grupo de chiquillos salió una voz: “¡Un cura! Vamos a apedrearlo”. Con un movimiento anterior a mi voluntad, cerré el breviario, que leía, y me encaré con ellos: “¡Sinvergüenzas! ¿eso os enseñan vuestras madres?” Otro día, al final de la calle Lista, se dirigen a él en tono insultante: «´Una cucaracha ¡hay que pisarla!” Muchas veces voy haciendo los oídos sordos al insulto. Esta vez no pude. “¡Qué valiente —le dije—, meterse con un señor que pasa a su lado sin ofenderle!, ¿ésa es la libertad?” Le hicieron callar los demás dándome, sin palabras, la razón. Unos pasos adelante, otro albañil quiso de alguna manera explicarme el porqué de la conducta de su compañero: “No está bien, pero, ¿sabe usted?, es el odio”. Y se quedó tan tranquilo».

Cuando estalla la Guerra Civil, Escrivá tuvo que refugiarse en casas particulares, un manicomio y legaciones diplomáticas. Escribía cartas, leía y además atendía sus obligaciones sacerdotales clandestinamente. Pudieron haberle matado hasta un total de veinte veces. Llegaban noticias de asesinatos de sacerdotes amigos suyos, como Lino Vea Munguía, Josemaría Vegas, Pedro Poveda, y hasta un primo de su madre, Mariano Albás, su padrino de bautismo.

La travesía a los Pirineos
En septiembre de 1937, su círculo más próximo le anima a salir de la capital y dirigirse a Barcelona, desde donde podrá cruzar la frontera de Andorra a través de los Pirineos. Le acompañaron siete jóvenes: José María Albareda, Tomás Alvira, Manuel Sainz de los Terreros, Juan Jiménez Vargas, Miguel Fisac (quien habría de ser uno de los grandes arquitectos españoles de la segunda mitad del siglo XX), Pedro Casciaro y Francisco Botella Raduán. Todos pertenecían ya al Opus Dei, a excepción de Alvira, que ingresaría más tarde y que hoy tiene abierta causa de canonización.

El grupo por fin llegó a Peramola (Lérida) donde les ayudó Josep Cirera, un pastor que dominaba las rutas de montaña y que contaba con apoyos para albergar y alimentar a los expedicionarios. La etapa final de la aventura costaba un mínimo de mil doscientas pesetas de la época por persona, sin contar los gastos del viaje hasta allí y las seis semanas de estancia en Barcelona.

Los gastos finales podían rondar las dos mil pesetas. Albareda, Alvira, Jiménez Vargas y Sainz de los Terreros sufragaron la mayor parte. Las familias de los tres estudiantes, Casciaro, Fisac y Botella, corrieron con los suyos. También aportaron sumas algunos seguidores del Opus en Madrid, como Isidoro Zorzano y José María González Barredo, y se utilizó un dinero que estaba destinado a la nueva residencia de Ferraz, que no pudo abrirse después de estallar la guerra en julio de 1936. Aun así, dejaron a deber 5.400 pesetas al último guía cuando llegaron a Andorra.

Durante la travesía se produjo uno de los momentos más extraordinarios de la vida de Escrivá. A él le había sido difícil tomar la decisión de hacer este viaje porque en Madrid quedaban su madre y sus hermanos y fieles de la Obra que seguirían corriendo peligros, como Zorzano, aunque por su origen argentino podía moverse bien, o como Vicente Rodríguez Casado, Álvaro del Portillo y José María González Barredo, que se habían refugiado en sedes diplomáticas. El grupo pasaba la noche del 21 de noviembre de 1937 en la rectoría de la parroquia de Pallerols, que había sido asaltada.

Escrivá discutía con Jiménez Vargas porque quería volver sobre sus pasos y exponer su vida en Madrid; éste le llegó a decir: «A usted le llevamos al otro lado, vivo o muerto». Cuando se retiró a dormir, Escrivá le pidió a la Virgen, por la que sentía la mayor devoción y a la que consideraba como la Rosa Mística, que le mostrara una señal si es que debía cruzar la frontera. A la mañana siguiente, nadie dijo palabra, Escrivá abandonó la rectoría y se dirigió a rezar a la iglesia. Cuando regresó estaba radiante, llevaba en su mano una rosa de madera que quizá había formado parte del retablo destruido por los milicianos en el saqueo, y que él interpretó como la señal sobrenatural que había pedido. Después de celebrar Misa, prosiguen su travesía hacia los Pirineos. Cruzaron la frontera de Andorra no sin antes haber afrontado algunas situaciones difíciles, y tiempo después Escrivá llegaba a Burgos.

Carta que San Josemaría escribió con seudónimo en 1937 desde una casa de salud en la que estuvo refugiado en Madrid

A prisión por negarse a la educación sexual del Estado

Y no es el primer caso

Una alemana va a prisión por negarse a que sus hijos reciban la educación sexual del Estado

Los cristianos son perseguidos. ¿Dónde? En la liberal y democrática Alemania, donde quien desobedece los dictados del colegio acaba en la cárcel.

Actualizado 27 febrero 2011

La Bussola Quotidiana/ReL

Muy reciente es el caso de una madre de doce hijos llevada a la cárcel nada menos que por seis semanas por haberse negado a someter a tres de sus hijos a las lecciones de educación sexual impuestas por el ordenamiento escolar del Estado. Y no es la primera vez.

En septiembre de 2010 una madre de cuatro hijos estuvo cinco días en prisión y en el pasado agosto un padre de doce hijos pasó cuarenta por los mismos motivos. Igual suerte ha recaído también sobre la cabeza de otra madre (de nueve hijos, el mayor de 14 años y el más pequeño de 10 meses) la cual podría cumplir 21 días de cárcel, como también su marido. Sucede todo esto en la mismísima ciudad, en el mismísimo colegio y por el mismísimo motivo. Esto es, en Salzkotten, en el lan del norte de Reno-Westfalia, en la Alemania central, donde tiene la sede la escuela elemental Liborius donde están inscritos los hijos de muchas familias de fe cristiana baptista indignadas de cuanto les viene sucediendo. La cosa más chocante, sin embargo, es que la Liborius es sencillamente un colegio católico. Pero en Alemania es así: nadie puede sustraerse, y menos un colegio privado, a los programas de los colegios decididos por el Estado en los cuales desde 1970 está contemplada también aquella educación sexual que desde 1992 viene siendo enseñanza obligatoria para todos, hoy con parte “práctica”.

La guía del colegio para la sexualidad tiene previsto, además, un maratón de varios días del cual forman parte algunos espectáculos teatrales en los cuales los jovencísimos estudiantes están obligados a tomar parte en primera persona. Por lo demás Alemania es el país donde , en julio de 2007, estalló la bomba del Bundeszentrale für gesundheitliche Aufklärung (el Centro federal alemán de educación para la salud) donde una funcionaria del ministerio para Asuntos familiares difundió en el país dos folletos con los cuales se invitaba, digamos de modo desenvuelto, a los padres a “jugar a los médicos” con los propios niños (se trataba de dos libretos preparados con esmero para otras tantas etapas de edad: 12-36 meses y 4-6 años de edad) y sobre los cuales llovieron rápidamente las acusaciones de “pedofilia de estado”.

Ahora, en Salzkotten, sucede que diversas familias baptistas están desde hace años echando un pulso de hierro a la Liborius, pero en realidad al Estado Alemán, juzgando contrarias al propio credo religioso las clases de educación sexual propuestas (desde 2005) por el colegio y por ello oponiendo una resistencia pasiva fundada en la objeción de conciencia. Mejor, dicen , afrontar el delicado tema dentro de las paredes de casa. Y, sin embargo, desde 2006 la legislación alemana prohibe sin la más mínima excepción y reprime duramente todo concepto y práctica de “home-schooling”, aquel fenómeno sin embargo absolutamente legal y muy difundido, por ejemplo, en los Estados Unidos de América, donde la garantía de la escolarización y de la educación corresponde a los padres y a los tutores encargados ad hoc.

Hace pocas semanas  ha llegado la policía a Salzkoten, ha levantado acta de acusación a la madre por sustracción del menor de la obligación escolar, ésta no ha pagado la multa impuesta y el caso ha concluido con 43 días de expulsión para la señora. Por lo demás, las familias acusadas no han violado la ley alemana sobre el “home-schooling”: pero han manifestado su intención de retirar completamente los hijos del colegio para educarlos privadamente, sencillamente los han retirado de una enseñanza de la sexualidad que, en conciencia, como el derecho internacional permite hacer a los padres, consideran moralmente inaceptable.

A la base de todo esto también están además dos casos “madre” que se remontan a Febrero de 2007. Wili y Anna Dojan son padres de 8 hijos, Eduard y Elisabeth Eischeidt tienen a su vez 3. Ambas familias son cristianas baptistas, ambas familias tenían simultaneamente una joven de once años, respectivamente Lilli y Franciska; ambas familias al mismo tiempo han debido, por decisión del colegio, someterse a un curso de 4 días de educación sexual incluyendo también una participación interactiva y obligatoria en el espectáculo Mein Körper

Gehört mir, es decir, “mi cuerpo me pertenece”. Probar, en suma, para aprender … El `padre y la madre entonces han visto con sus propios ojos y han pensado que sus hijos habrían merecido cualquier otra cosa. Nunca habrían imaginado que terminaría todo en los tribunales.

L’ Alliance Defense Fund (ADF), una organización estadounidense, nacida en 1994, para reunir asociaciones y abogados en defensa de la libertad religiosa a nivel internacional, ha llevado los casos de los Dojan y de los Eischeidt ante la Corte Europea de los derechos humanos. El abogado de la ADF que los defiende, Roger Kiska de Bratislava, sostiene que es un derecho sacrosanto de la familias, en este caso alemanas, el poder oponerse por motivos de conciencia a una enseñanza que evidentemente choca con la Convención Europea de los derechos humanos y de las libertades fundamentales (1950), concretamente el artículo 2 del Protocolo adicional aprobado el 20 de marzo de 1952 el cual establece: El derecho a la instrucción no puede ser rechazado por nadie. El Estado, en el ejercicio de las funciones que asume en el campo de la educación y de la enseñanza, debe respetar el derecho de los padres de asegurar tal educación y enseñanza según sus convicciones religiosas y filosóficas”.

Conjuntamente, la ADF está defendiendo actualmente también a cinco familias que se encuentran en la obligación en conciencia de resistir a una situación grave que cuando, hace pocas semanas , el Papa Benedicto XVI la ha denunciado abiertamente, todos se han sentido en el deber de hacer burlas.

Volvamos a Salzkotten, con el caso de la última madre encarcelada que circula sobre la wed ahora más que nunca, pero con una avaricia de noticias que deja la boca abierta. Que en un mundo sobresaturado de información una madre que vive en el corazón del mundo civilizado, a un tiro de piedra de nuestras telecámaras siempre ávidas de noticias y de nuestros periódicos siempre sensacionalistas, se pase un mes y medio en prisión por resistencia a un programa público de un colegio y que el hecho sea ignorado por los periodistas, es cuando menos desconcertante.

Traducción: José Martín