«María Madre de Cristo»

«María Madre de Cristo» se estrenaría en la próxima Navidad

Al Pacino interpretará a Herodes y Peter O´Toole a Simeón en un film sobre la Sagrada Familia

El guión está a cargo de Benedict Fitzgerald, coautor del guión de «La Pasión de Cristo», junto a Mel Gibson, y Bárbara Nicolosi, ambos católicos practicantes.

Actualizado 21 febrero 2011

ACI

Para el próximo 14 de marzo se espera que se inicie la producción de la película «María Madre de Cristo», que presentará la vida de la Virgen María, resaltando su amor a José, su inesperada maternidad y «el triunfo sobre el terror sembrado por el rey Herodes el Grande».

El guión está a cargo de Benedict Fitzgerald, coautor del guión de «La Pasión de Cristo», junto a Mel Gibson, y Bárbara Nicolosi, ambos católicos practicantes, por lo que algunos analistas esperan sea un film fiel a la tradición de la Iglesia.

La película, cuyo presupuesto se estima en 36 millones de dólares, tendrá entre sus protagonistas al conocido actor Al Pacino en el papel de Herodes, y a Peter O´Toole, conocido por su interpretación de Thomas Lawrence en el filme Lawrence de Arabia, en el rol de Simeón.

En la película, que se filmará enteramente en Marruecos, también participarán la joven Camilla Belle en el papel de María, y Diego Morgado, popular actor de teleseries portuguesas y brasileñas, interpretará a San José.

Se espera que el filme sea estrenado para la Navidad de este año.

Beatificación de un joven asesino

Concluye el proceso diocesano celebrado en París

La Iglesia beatificará a un joven asesino francés que se convirtió poco antes de ser guillotinado

Jacques Fesch fue guillotinado hace 53 años por matar a un policía y herir a otra persona durante un robo. El único precedente: el buen ladrón.

Actualizado 21 febrero 2011

Gilberto Pérez/ReL

En la Iglesia católica solo ha habido un caso precedente. Se trata del caso de alguien que es condenado a la pena capital por haber cometido un delito y que, posteriormente, es llevado a los altares. Y fue hace más de dos mil años: el buen ladrón que muere crucificado junto a Jesús.

Esto explica la extrema cautela con la que el caso del joven francés Jacques Fesch fue presentado 40 años después de su muerte y precedido de una larga y concienzuda reflexión encabezada por el entonces arzobispo de París, Jean Marie Lustiger, y el visto bueno de la Congregación para las Causas de los Santos. El proceso ha concluido su fase diocesana y va rumbo a Roma.

Cuando el purpurado galo abrió la investigación diocesana en 1987 explicó a través de su portavoz que «declarar santo a alguien no significa para la Iglesia admirar los méritos de esa persona, sino proponer un ejemplo de la conversión de alguien que, independientemente de su itinerario humano, fue capaz de oír la voz de Dios y arrepentirse. No hay pecado tan grave que impida que el hombre llegue a Dios y le proponga la salvación».

Playboy y asesino

Jacques Fesch, nacido el 6 de abril de 1930, Saint-Germain-en-Laye fue hijo de un rico banquero de origen belga, artista y ateo, distante de su hijo e infiel a su esposa, de quien finalmente, se divorció.

Jacques, que había sido educado en la religión católica, abandonó la fe a la edad de 17 años. A los 21, se contrajo matrimonio civil con su novia embarazada. Su suegro le consiguió un puesto en su banco, viviendo la vida de un playboy. Abandonó a su esposa y su hija y tuvo un hijo con otra mujer.

El crimen

El 24 de febrero de 1954, para financiar la compra de un barco que lo llevaría por el Pacífico, se dirigió a robar a Alexandre Sylberstein, un cambista. Herido pero consciente, Sylberstein logró dar la alarma. Fesch huyó, perdiendo sus gafas. Durante la huida disparó contra Jean Vergne, un oficial de policía que le perseguía, causándole la muerte. Minutos más tarde fue detenido. Asesinar a un oficial de policía era un crimen atroz y la opinión pública, inflamada por los informes de prensa, se manifestó decididamente a favor de su ejecución. La Cour d´Assises de París lo condenó a muerte el 6 de abril de 1957.

Extraordinaria conversión

En un inicio Fesch era indiferente frente a su situación y hacía mofa de la fe católica de su abogado. Sin embargo, después de un año de prisión, el joven asesino experimentó una profunda conversión y se arrepintió amargamente de su crimen. Aceptó su castigo con serenidad y se reconcilió con su esposa la noche antes de ser ejecutado. Su última entrada del diario fue «En cinco horas, voy a ver a Jesús». Fue guillotinado el 1 de octubre de 1957.

Después de su muerte, su esposa y su hija honraron su memoria como un ejemplo de redención. Al principio fue despreciada por el público, pero con el trabajo de la hermana Véronique, una monja carmelita, y el padre Augustin-Michel Lemonnier, la familia llevó cabo la publicación del diario espiritual que había escrito Jacques en prisión, escritos que posteriormente han servido de inspiración para muchas personas.

Una causa controvertida

El 21 de septiembre de 1987, el arzobispo de París, cardenal Jean-Marie Lustiger, abrió una investigación diocesana sobre su vida; la causa de su beatificación fue abierta formalmente en 1993. Este caso ha sido objeto de una viva controversia por los que piensan que sus crímenes lo hacen indigno como modelo a seguir frente a quienes hacen hincapié en la esperanza de su conversión final.

«Beatificar a Jacques Fesch no significa rehabilitarlo moralmente, ni darle un certificado de buena conducta o un premio como la Legión de Honor. Su conversión fue de orden espiritual. Beatificar a Jacques Fesch será reconocer que la comunidad cristiana puede rezar a alguien que está al lado de Jesús», escribió el teólogo André Manaranche en respuesta al debate.

El 02 de diciembre 2009 el cardenal Angelo Comastri acompañó en el Vaticano a la hermana de Fesch, Monique, quien le confió a Benedicto XVI: «Mi hermano y yo nos entendíamos a lo grande. Cuando cumplió los ocho años de edad, fui su madrina de bautismo, y cuando estuvo en la cárcel seguí de cerca su extraordinaria conversión».

El cardenal Comastri refirió entonces al L´Osservatore Romano que cuando ejercía al cargo de capellán del Regina Coeli, un prisionero le presentó la fascinante historia de Fesch.

«Es un testimonio único: joven descentrado de rica familia, se convierte en asesino y es condenado a muerte. Tenía 27 años. En la cárcel vive una conversión radical, fulgurante, alcanzando altas cumbres de espiritualidad», añadió.

«Fueron los años más felices de mi vida»

Escolanía del Valle de los Caídos

Hasta finales de mayo está abierto el periodo de inscripción. Son pocas las plazas, pero muchas las razones por las que son tan demandadas.

Actualizado 20 febrero 2011

C.L./ReL

La Escolanía del Valle de los Caídos nace con la basílica y con la comunidad benedictina que la atiende desde su fundación. Hasta tal punto forma parte de la identidad del complejo de Cuelgamuros, que los primeros alumnos entraron el 11 de noviembre de 1958… y cantaron por primera vez el 8 de diciembre de ese año. «Fue un empeño personal del primer abad, Fray Justo Pérez de Urbel», nos cuenta Fray Santiago Cantera, actual responsable académico de la Escolanía: «Era un desafío completo prepararlos en tan pocas semanas, pero… ¡salió bien!»

Único en el mundo

Y eso marcó el futuro del centro formativo, cuya fama se extendió pronto por todo el mundo. La primera salida internacional de los niños del coro fue en 1966, una gira por Japón que duró cuarenta días e incluyó una actuación ante la corte imperial nipona. La última será el curso próximo, donde les esperan en Francia, Bélgica y Suiza. No en vano es el único coro de niños del mundo que canta diariamente gregoriano y capaz de interpretar el repertorio completo de este tipo de canto.

En España sólo hay una escolanía similar de titularidad monástica, la de Montserrat, aunque también tienen merecida fama las escolanías de El Escorial o Covadonga, entre otras.

En Misa

Por todas estas razones, el medio centenar de plazas que ofrece cada año la Escolanía del Valle de los Caídos tienen una fuerte demanda. Justo está empezando ahora la captación de alumnos para el curso que viene, y durará hasta mayo, con una doble vía. Por un lado, los monjes responsables viajan por España buscando alumnos en colegios y catequesis. Por otro, los padres pueden solicitar motu proprio una entrevista para que sus hijos entren en ese selecto grupo.

La captación

En ambos casos, lo primero que se hace es una prueba de canto que sirve para filtrar a los que tienen mejor capacidad. Los que sean elegidos pasarán un fin de semana en el Valle de los Caídos donde se estudiará su aptitud para la convivencia y para la disciplina de la vida escolán.

El entorno es unico en el mundo

A las 7.30 se levantan (8.30 los fines de semana). Oración, desayuno y clases del área académica, por la mañana, con una interrupción para la misa y el recreo. Siguen la comida, otro rato de esparcimiento, estudio o educación física, y por la tarde estudio o clases de música: canto gregoriano y polifónico, solfeo y aprendizaje de instrumento. Luego viene un rato de conversación telefónica con los padres, la cena, la oración y la retreta. Los sábados por la tarde hay paseo, y los domingos visita familiar, aunque los más pequeños tienen todo el fin de semana libre para ir con los suyos.

Son niños de entre 8 y 9 años (4º de Primaria) y 13-14 años (2º de Secundaria), pero lo más duro del internado… no es para ellos. «Su adaptación es sorprendentemente buena», dice Fray Santiago: «A algunos les cuesta separarse de sus padres, pero enseguida echan aquí sus raíces y se sienten integrados muy pronto. Se hacen a esto y sienten el Valle de los Caídos como algo propio».

Buen ambiente y vida espiritual

A quienes más cuesta el régimen interno es, pues, a los padres, a pesar de que hablan con los niños a diario y los ven semanalmente y en las vacaciones habituales. «Pero están contentos de verlos aquí. Primero, porque ven que les tratamos muy bien. Y luego, porque valoran todo lo que aquí reciben: la formación musical, las posibilidades académicas (su incorporación posterior al sistema educativo es con buen nivel) y la vida espiritual, que cuidamos de manera muy particular», nos explica el padre Cantera, quien destaca que «actualmente existe un ambiente estupendo no solamente entre los chicos, sino también entre sus padres», que acaban formando una buena comunidad de amigos con sus frecuentes visitas a la Escolanía.

Contra lo que podría pensarse, la procedencia más numerosa de los niños no es madrileña, abulense o segoviana (aunque también hay), sino castellano-manchega. De allí vinieron las primeras captaciones en los años sesenta, y luego la tradición en los distintos pueblos de origen pesa mucho en las solicitudes, con lo cual se llevan bastantes plazas.

La Escolanía del Valle de los Caídos es un colegio privado, no concertado, con un régimen especial correspondiente a su dependencia de la abadía benedictina. Los alumnos cursan estudios becados por Patrimonio Nacional, por lo cual sólo hay que abonar una cuota en torno a los 90 euros mensuales.

¿Y después?

Pero ¿qué pasa cuando abandonan el Valle? Para continuar su formación musical quien lo desee, está la Schola Antiqua, formada por antiguos alumnos y dirigida actualmente por Juan Carlos Asensio, profesor de conservatorio.

Hay alumnos que comienzan a descubrir su vocación sacerdotal o religiosa entre las piedras de Cuelgamuros. El último postulante que ha entrado en la abadía del Valle de los Caídos, por ejemplo, Fray Javier Martín, de 19 años, es un antiguo escolano. Y, por hablar de las últimas promociones, hace dos años se ordenó sacerdote en Córdoba un ex alumno, y hay ahora varios en los seminarios menores de Madrid, Toledo y Getafe.

Algo debe tener, pues, esta Escolanía, cuyos alumnos -y sus padres- estuvieron como un solo hombre junto a los monjes durante la reciente persecución contra la misa dominical. Sus paredes marcan de forma especial, y lo señala Fray Santiago al evocar sus encuentros con varios antiguos escolanes: «A más de uno le he oído decir: «Fueron los años más felices de mi vida»».