La beatificación de Juan Pablo II y el «Síndrome de Tourette»

Juanjo Romero

Yo tuve un alumno con el «síndrome de Tourette». Un trastorno neurológico que impele al paciente a repetir ‘tics’ físicos y fónicos. Es normal que sea más acusado al enfrentarse a estado de ansiedad, el sujeto tiene que repetir —de modo involuntario— una pauta seriada de movimientos y sonidos o palabras.

En algunas películas podéis contemplar la variante más llamativa y minoritaria, la ‘coprolalia’: tacos, expresiones soeces, blasfemias, etc.. como el genial Bill Murray en «Qué pasa con Bob» o en la impresentable película «Deuce Bigalow». Dejo exclusivamente el corte y en inglés —no hace falta traducción—.

Creo que es fácil identificar a la caterva concertada de personajillos a los que la gozosa noticia de la beatificación de Juan Pablo II les ha provocado una recaída. Para los católicos, nada preocupante, como el síndrome, provoca risa y pena.

Llama la atención el desconocimiento del significado de la santidad personal. No hay más que ver la expresión que usan «hacer santo», la Iglesia no hace: reconoce, publicita, proclama… La mayoría de ellos estudiaron teología, deberían saberlo, pura necedad. Confunden un santo con un gran gestor, una personalidad o un héroe.

Están tan ideologizados que, a pesar de todas las excusas, lo que en el fondo no perdonan es esto:

Juan Pablo II corrige a Ernesto Cardenal

Para ellos es la imágen que resume el pontificado. Sin quitarle importancia para mi hay otras.

La noticia es del viernes, pero ya colegios, parroquias y fieles por su cuenta están haciendo planes para participar de un modo u otro en la ceremonia. Me atrevo a predecir que del mismo modo que los días posteriores a la muerte del papa, la beatificación serán ocasión de conversiones y gracias aprovechadas.

Con la sotana bien puesta

Con la sotana bien puesta: amar y morir por las cosas santas

Un comentarista habitual, Ricardo de Argentina, me envía el enlace a dos vídeos.

Primer video, contexto: Festival anual del Chivo, en Malargüe, (Argentina) La ciudad asiste al típico espectáculo con músicos, cómicos. Vamos, lo normal.


Toca la actuación de los Lutherieces, un mal remedo de Les Luthiers. Aparecen unos 7 tipos disfrazados de monjes interpretando el número «Educación Sexual Moderna». El ‘gracioso’ del grupo empieza a subir el tono, los supuestos consejos de su superior se salen de madre. Y…, de improviso aparece el Padre Gómez, vestido de sacerdote, agarra un micrófono y dice:

Por favor, vamos a pedirle al grupo que continúe con otro número porque somos católicos, soy sacerdote y no voy a permitir que me ensucien mi castidad.

Disculpen muchachos, sé que lo hacen con cariño, sigan con otra cosa.

Podéis verlo a partir del minuto 2:25: precioso, sobrecogedor, el público rompe en aplausos, unos 10.000 asistentes. Y tras los lógicos instantes de incómodo silencio, como en el circo, ¡¡que siga el espectáculo!!, una cancioncita y… ya está.

Iba a comentar la valentía del pastor, la caridad que muestra en la defensa de sus «valores», la impresión que me ha causado que use «mi castidad», el contraste con otros pastores y laicos que callan y ponen cara bobalicona con sonrisa de medio lado, ante escenas y espectáculos mucho más agresivos, e incluso que colaboran económicamente en su mantenimiento. Pero la escena se comenta ella solita.

Y en cada observación que pueda hacerse, surge un ejercicio de examen de conciencia —autocrítica es un término marxista—. Quien se encuentre incómodo con esta situación puede pasar inmediatamente al segundo video, en el que se recogen más frutos de la actividad del valiente sacerdote.

En el canal 7 de Mendoza se hacen eco de la hazaña y le entrevistan telefónicamente. El corte es largo, 8 minutos, pero, de verdad, merece la pena. En el estudio no están sólo el director y entrevistadora del programa, también el del grupo, al que el Padre Gómez da las gracias, y el portavoz del Arzobispado de Mendoza, el Padre De Benedictis, ¡¡qué contrastes!!. Si no tenéis tiempo os abro el apetito con algúnas frases.

  • 1:14: Padre Gómez: [que se sepa que las reacciones] al menos en Malargüe, son distintas que en otros lados, en Malargüe amamos y queremos morir por las cosas santas.
  • 2.00 Padre Gómez comentando la buena actitud del grupo: Me han dicho que han representado en otros lados y nunca le han dicho nada. Eso es lo que quiero decir: ¡¡muy mal!! […] Hay cosas santas que no pueden ser motivo de risa.
  • 2:18: Entrevistadora: Vd no lo toma como una censura. Os dejo con la miel en los labios, la respuesta es genial.
  • 3:53 El Padre Gómez responde al del grupo que dice que es un violento y un intolerante, diciendo que no él, el pueblo de Malargüe es el ofendido.

Es ejemplar cómo hace frente a los entrevistadores cuando intentan liarle, (min. 7:15), los medios de comunicación, ¿o no saben? o hay mala leche.

Que lo disfruten. Yo lo hice.

Cristianos en las redes sociales

sábado, 29 de enero de 2011
Ramiro Pellitero


Cope.es

«El valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la ‘popularidad’ o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento»

Las nuevas tecnologías, «si se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano». Así lo afirma Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2011 (“Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital”, 6-I-2011).

Como se puso de relieve en la presentación del documento, éste vincula tres cuestiones importantes en la vida actual: la comunicación digital, la propia imagen y la coherencia de vida. En una aproximación primeramente positiva, apoyada en el análisis sociológico correspondiente, el texto refleja las enseñanzas del Papa acerca de la identidad cristiana, edificada sobre la verdad y el amor, y sus consecuencias en el terreno de la comunicación actual globalizada.

Las redes sociales en internet (sobre todo Facebook, con más de 500 millones de usuarios) presentan aspectos positivos y límites. Ante todo son una posibilidad de «diálogo, intercambio, solidaridad y creación de relaciones positivas». Pero también pueden desembocar en «una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia».

En consecuencia —subraya el texto—, sobre todo en el caso de los jóvenes, es importante «plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad del propio actuar, sino también sobre la autenticidad del propio ser». Y es que «el anhelo de compartir, de establecer ‘amistades’, implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio ‘perfil’ público».

Uno comunica lo que es, lo sepa o no, lo quiera o no. «Cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales». De ahí que se apueste «por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro». Esto el cristiano lo vive no sólo al comunicar contenidos religiosos-piadosos, sino ante todo al «dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él».

Por consiguiente se precisa la atención a los aspectos del mensaje cristiano «que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red». Primero, la verdad: «El valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la ‘popularidad’ o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento» (todo ello supone el rechazo a una cierta superficialidad y vulgaridad, hoy en boga).

En segundo lugar, el Evangelio pide una respuesta libre y encarnada «en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana» (no debe prestarse más atención y tiempo al ordenador que a las personas mismas).

Concluyendo, se invita a «unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible». Esta red es parte de nuestra vida y cultura, y en ella cabe «la proclamación de la fe, con cercanía y diálogo, respeto y comprensión». Al mismo tiempo, en la perspectiva cristiana hay que tener presente que «la Verdad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversas redes sociales».

En las redes sociales los cristianos pueden ayudar «a mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre, que atestiguan su deseo de trascendencia y la nostalgia por formas de vida auténticas, dignas de ser vividas». La condición para todo ello es comunicarse con integridad y honradez. También en la comunicación se cumple que la coherencia personal de vida con el Evangelio es en sí misma una forma de anuncio que determina la credibilidad del mensaje.

«Estamos todos divorciados»

La familia, en «Lágrimas en la lluvia»

Maternofobia, abnegaciones, adiós al Estado del Bienestar y un aviso: «Estamos todos divorciados»

El debate está servido: ¿están fallando las personas por no cuidar la relación, o existe un deliberado plan destructor?

Actualizado 29 enero 2011

C.L./ReL

«Vemos en nuestro derredor una devastadora acción destructiva que ha situado a la familia en su diana: matrimonios deshechos a velocidad exprés, hogares desbaratados con el menor pretexto o sin pretexto alguno, hijos desparramados y convertidos en carne de psiquiatra, abortos a mansalva, exaltación de nuevas fórmulas combinatorias humanas negadas a la transmisión de la vida, etcétera. ¿Cómo se explica que la institución más valorada por el común de la sociedad sea también la más hostigada?»: ésta fue la cuestión que planteó Juan Manuel de Prada en el arranque del debate sobre la familia que ocupó este viernes el programa de cine y debate que dirige en Intereconomia TV, Lágrimas en la lluvia.

Ilustró el tema la película La familia, de Ettore Scola, film de 1987 interpretado por Vittorio Gassman, y conversaron en torno a la cuestión Mercedes Coloma, bióloga, ex presidenta de la Confederación de Padres de Alumnos (COFAPA) y actual portavoz del Foro Español de la Familia; Pedro-Juan Viladrich, catedrático, autor de la recientemente reeditada Agonía del matrimonio legal y vicepresidente del Grupo Intereconomía; Antonio Arcones, director de la editorial Ciudadela, presidente de la Fundación Burke y ex director de la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona; y Eduardo Hertfelder, presidente del Instituto de Política Familiar, fundado en España en 2000 y con delegación en ocho países.

Ataque legal y destrucción interna

Los contertulios destacaron dos puntos de vista complementarios. por un lado, la crisis de la institución a consecuencia de los fallos internos respecto a su propia naturaleza; por otro, la existencia «un proyecto para destruir la familia por parte de quienes quieren construir una sociedad distinta a la que conocemos, y que en los últimos seis años, aprovechando el caldo de cultivo preexistente, han acelerado el proceso» (Hertfelder).

La familia «es la forma natural en la que se genera el capital social, a saber, los hombres» (Coloma), es «un ámbito donde se crean esos vínculos de coidentidad generacional y de consanguinidad, ajenos al poder político, que molestan a los poderes totalitarios ideológicos» (Viladrich) porque les interesa «la persona aislada, un individuo más débil y sometido porque está más desvinculado» (Arcones). Pues, como apostilló Prada, «el elemento constitutivo de la familia es la tradición, la entrega».

Viladrich insistió en la naturaleza de la relación conyugal, que crea una intimidad superior a la de consanguinidad, y que se basa en crear «lazos de incondicionalidad que consisten en abnegaciones, es decir, abandonar cosas libremente en bien de la unión, que es el mayor bien de la familia». Coloma abundó en esa idea: «El amor no es un capricho, es una cuestión de voluntad, hay que querer querer, y hay que esforzarse por trabajar día a día ese amor».

Durante la presentación del siguiente bloque, María Cárcaba, copresentadora de Lágrimas en la lluvia, lo recalcó: «Las uniones matrimoniales han dejado de fundarse en la entrega recíproca de los cónyuges, para hacerlo en eso que llaman «realización personal», que no es otra cosa sino la satisfacción del propio deseo y sus impulsos… Se rechaza en consecuencia todo vínculo fuerte, toda obligación y esfuerzo de trascender a uno mismo, asumiendo responsabilidades». Y citó unas palabras de Aldous Huxley en Un mundo feliz que parecen escritas para nuestros días: «Dentro de pocos años, las licencias de matrimonio se expedirán como las licencias para perros, con validez para un periodo de doce meses».

O, como apostilló Hertfelder en la línea expuesta también este viernes por el secretario de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, «es más fácil romper un matrimonio que romper un contrato de telefonía móvil». Y ofreció datos estremecedores: España es, con Bélgica, el país de la Unión Europea con mayor tasa de rupturas, nada menos que un 70%, siete de cada diez matrimonios que se celebran se rompen, gracias a la ley de divorcio más permisiva de Europa.

Es más, Arcones apuntó que, dado que la institución es el vínculo, la mera posibilidad del divorcio impide la existencia del vínculo en sí, e implica que legalmente no existen en realidad ni el matrimonio ni la familia: «Si el vínculo no existe, todos estamos divorciados». Y lamentó que las leyes no permitan contraer una unión indisoluble ni siquiera como alternativa.

Se abrió entonces un interesante debate sobre cuál de los dos elementos que están contribuyendo a la destrucción de la familia (el acoso legal y cultural, por un lado, y la poca formación de los cónyuges en las virtudes necesarias para cuidar su relación, por otro) tienen más importancia relativa.

Hertfelder destacó la importancia de las leyes: «Si las rupturas sucediesen sólo por fallos en la relación, las cifras de divorcio tenderían a estabilizarse. Si crecen, es porque las leyes y el ambiente influyen en favor de la ruptura». Viladrich, por su parte, enumeró una serie de lacras que rompen la intimidad familiar (incomunicación, alcoholismo, drogadicción, interferencia de generaciones anteriores, faltas de respeto, manipulación del otro en el propio beneficio, etc.), para destacar que «los vicios de las personas minan las esperanzas de supervivencia».

El invierno demográfico

Por último, se abordó el problema del invierno demográfico que nos aguarda por la caída de la natalidad. Coloma habló de la «maternofobia» que respiran ciertas actitudes sociales ante la mujer embarazada, Hertfelder dijo que la falta de hijos acabará en la quiebra del Estado del Bienestar porque habrá más ancianos que jóvenes, y Arcones matizó que incluso eso podrá ser bueno: «Así el Estado dejará de sangrar los recursos de las familias para proceder a una redistribución que nunca será la natural, sino la que interese al poder».

Juan Manuel de Prada hizo dos apostillas finales: una, que hoy día no se tienen hijos «porque se ha perdido el sentido de la santidad de la vida» y, sobre todo, porque «cuando las personas dejan de creer en el Autor de la vida, dejan de dar vida: el invierno demográfico tiene que ver sobre todo con el invierno de Dios en nuestra vida».

Prada y Cárcaba anunciaron para la próxima semana un debate sobre la Leyenda Negra antiespañola.

Matrimonio y telefonía móvil

Las asociaciones de consumidores y la experiencia de los usuarios dan la razón a Martínez Camino

De nuevo una frase episcopal ha generado polémica, y de nuevo los hechos confirman su adecuación a la realidad.

Actualizado 29 enero 2011

C.L./ReL

Hace pocas fechas el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plà, afirmó que había menos casos de violencia doméstica en matrimonios que en parejas no formalizadas, y los ideólogos de género se le echaron encima. Al día siguiente las cifras le daban la razón con contudencia: con datos de 2008, se produjeron 33 homicidios sobre 10.265.400 matrimonios, y 48 sobre 1.223.700 relaciones sentimentales. Es decir, una proporción de 1 entre 311.000 matrionios, frente a una proporción de 1 entre 25.000 relaciones sentimentales: 12,5 veces menos.

Este viernes, el secretario de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, afirmó que «el matrimonio civil es un contrato mucho más leve que contratar un servicio de telefonía móvil», y explicaba por qué: gracias al divorcio exprés, es posible contraer cuatro matrimonios civiles al año.

De nuevo han llovido las críticas sobre el obispo auxiliar de Madrid, pero lo cierto es que su denuncia no sólo es cierta en virtud de la ley aprobada en julio de 2005, que permite la disolución del vínculo (incluso unilateral y sin causa) a los tres meses de contraído, sino -mirando el otro término de la comparación- en virtud de la realidad de la contratación de dichos servicios telefónicos en España.

Todas las asociaciones de consumidores y todos los servicios públicos de atención al consumidor señalan que la telefonía móvil es, por cuestiones de tarificación y de baja, uno de los principales motivos de queja de los usuarios. Es incluso vox populi en los foros de Internet, y basta teclear en cualquier buscador las palabras «imposible darse de baja» para que surjan, uno tras otro, todos los nombres de operadores que prestan servicio en nuestro país, con idéntica protesta por parte de los perjudicados.

Cuando la ley obligó a las operadoras a mejorar la transparencia en sus sistemas de desenganche del servicio, las «pegas» que en los inicios de la telefonía móvil hacían sufrir a tantos usuarios calvarios inconcebibles fueron sustituidas por compromisos de permanencia de hasta 24 meses vinculados a descuentos, promociones y tarifas especiales.

Y enseguida, las organizaciones de consumidores más conocidas, como FACUA o la OCU, tuvieron que denunciar que esas cláusulas suelen omitirse al anunciar muchas ofertas, con lo cual consideran que se incluye en publicidad engañosa.

Pero la permanencia es algo absolutamente legal, y eso precisamente viene a demostrar lo ajustado a la realidad de las palabras de Martínez Camino: la ley no permite ningún «compromiso de permanencia» para el matrimonio superior a tres meses. Los usuarios de telefonía móvil y de conexión a Internet suspirarían por un divorcio exprés similar.

Hombre clave cuando se aprobó Iesu Communio

Nombrado para Tarazona

Eusebio Hernández Sola, cuarto obispo religioso y hombre clave cuando se aprobó Iesu Communio

Tras la designación de Demetrio Fernández como titular de Córdoba, la diócesis aragonesa ha estado vacante un año.

Actualizado 29 enero 2011

C.L./ReL

El 19 de marzo será consagrado obispo y tomará posesión de su sede el nuevo titular de la diócesis de Tarazona, Eusebio Hernández Sola, hasta ahora subsecretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica (en la que trabajaba desde 1975), y que ha sido nombrado este sábado por Benedicto XVI.

El padre Hernández participó el pasado mes de diciembre en Madrid en el III Simposio del Instituto de Vida Consagrada, donde anunció un documento vaticano sobre la identidad del hermano religioso.

También jugó un papel decisivo en la Congregación, bajo la dirección del cardenal prefecto Franc Rodé (quien renunció por razones de edad y fue sustituido el 4 de enero por el arzobispo de Brasilia, Joao Braz de Aviz), durante la transformación del convento de las clarisas de Lerma en el nuevo instituto Iesu Communio. Y vuelve ahora a España a una diócesis cercana a la de Burgos, donde ha cuajado con fuerza este nuevo carisma religioso.

Navarro, de 66 años, doctor en Derecho Canónico por la Universidad de Comillas y licenciado en Derecho por la Universidad Complutense, sustituye en el cargo a Demetrio Fernández al frente de una de las diócesis más antiguas de España, erigida en el siglo V y con una población cercana a los noventa mil habitantes. Pertenece a la provincia eclesiástica de Zaragoza y estaba vacante desde hace un año.

Cuatro religiosos en la Conferencia Episcopal

Fray Eusebio es agustino recoleto, con lo que ya son cuatro los obispos españoles en activo miembros de congregaciones religiosas: Miguel José Asurmendi, obispo de Vitoria, es salesiano; Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo, es franciscano; Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid, es jesuita.

De entre los obispos eméritos, son religiosos Fernando Sebastián y Luis Gutiérrez, claretianos, y el cardenal Carlos Amigo, franciscano.

Sorpresa y alegría

En sus primeras palabras a los nuevos fieles, monseñor Hernández ha afirmado que la propuesta de la elevación al episcopado le cogió de sorpresa: «El proceder de Dios es misterioso e inescrutable, pero al mismo tiempo providente y misericordioso. San Agustín, nuestro Padre, decía: “Si la Iglesia pide vuestros servicios, obedeced con humilde corazón a Dios”. Por ello en medio de mis dudas y perplejidades me ha confortado la seguridad de que, si el Señor nos pide un servicio, su gracia suplirá nuestras deficiencias y limitaciones».

El temor se convirtió en alegría cuando supo la diócesis que regiría: «Volvía a la tierra que me vio nacer; sentí que la cercanía de nuestra historia y cultura facilitaría la sintonía de nuestros corazones y uniría nuestros propósitos pastorales. Sí, yo nací en la ribera de Navarra, a pocos kilómetros de aquí, y mi primera consagración religiosa la hice a la sombra de la querida sierra del Moncayo, en Monteagudo, junto a los aposentos y tumba de San Ezequiel Moreno. Que este querido santo de nuestro tiempo, junto con San Atilano, natural y patrón de esta diócesis nos protejan siempre y guíen nuestros pasos».

 

Pelicula «El Rito», más sobre Exorcismos

Atención a «El rito»

Anthony Hopkins, un miedo peor que «El silencio de los corderos» y una duda: ¿apta para católicos?

No la veremos en España hasta el 18 de marzo, pero ya se estrenó en Estados Unidos y llegan las primeras valoraciones.

Actualizado 29 enero 2011

C.L./ReL

El rito se abre con una frase de Juan Pablo II y se cierra con un sacerdote consagrado a su tarea más importante, después de decir misa: confesar. Se ha estrenado este viernes en Estados Unidos, llegará a España el 18 de marzo, y es una nueva historia de exorcismos, género que vuelve a ponerse de moda en el cine.

La historia guarda bastantes parecidos con la reina del género, El exorcista (William Friedkin, 1973). Un seminarista a punto de dejarlo (Colin O´Donoghue) y que tiene graves conflictos con su padre (Rutger Hauer), es destinado por su superior a un curso de exorcismos en Roma. Allí, uno de sus compañeros de curso, un dominico, le «coloca» como ayudante del padre Lucas (Anthony Hopkins), veterano exorcista, para luchar contra un demonio que se ha enseñoreado de una adolescente embarazada.

John Mulderig, comentarista de Catholic News Service, señala algún error de bulto (como el seminarista, todavía sólo diácono, dando la absolución a una víctima de accidente de coche) y avisa de la presencia en la obra de temas morbosos (suicidio, incesto) y de algunas imágenes explícitas, expresiones duras e irreverencias. Pero considera el film «religiosamente aceptable» y agradece que director y guionista, Mikael Hafstrom y Michael Petroni, respectivamente, hayan logrado una notable afirmación de la fe y del valor del sacerdocio.

De hecho, la película está basada en una historia real, la del padre Gary Thomas, de la diócesis de San José (California), quien asistió a la première de El rito en Los Ángeles, este miércoles. Lo cual parece, en principio, un buen aval.