Una alternativa al Halloween

En España, Getafe se ha interesado por la iniciativa

Más de 30 diócesis en Italia promueven una alternativa al Halloween pagano: Hallyween

A pesar del enorme poder del marketing norteamericano, cada vez más voces se alzan para reclamar la vuelta de lo tradicional.

Actualizado 31 octubre 2010

Darío Menor/La Razón

Ni truco ni trato. Ante la disyuntiva repetida esta noche frente a la puerta de millones de casas de todo el mundo por niños disfrazados de vampiros, fantasmas, brujas y demás personajes de pesadilla se puede reaccionar de una forma creativa. No hace falta dar con la puerta en las narices a los diablillos ni borrar Halloween del calendario, sólo hay que recordar las auténticas raíces de esta fiesta y, si lo deseamos, celebrarla en consecuencia.

Aunque la borrachera consumista y costumbrista provocada por el cine y la televisión erosione nuestra memoria, hubo un tiempo en que el término Halloween no significaba nada en nuestro país. Sólo en las naciones anglosajonas tenía algo de sentido. Aquí, la noche del 31 de octubre no ocurría nada. Era sólo la víspera de Todos los Santos. Ese día sí que era importante: todos, incluso los niños, íbamos al cementerio a ponerle flores al abuelo o a la tía que ya no estaba. Luego, quien quería, iba a misa. Muchos lo hacían, no había más que echar un vistazo a las iglesias, que aquel día estaban siempre llenas.

Halloween proviene de la expresión inglesa «All Hallow’s Eve» (la víspera de Todos los Santos). Tanto de los buenos como de los malos. «Había una antigua tradición celta, luego cristianizada, que consideraba que un día en particular del año estamos más cerca del mundo de los espíritus. Cuando éramos jóvenes no salíamos nunca esa noche, se pasaba en familia, porque teníamos miedo de los espíritus malignos», explica el sacerdote británico Peter Fleetwood en los micrófonos de Radio Vaticana. Este temor ancestral ha dado mucho juego en la sociedad contemporánea: desde los disfraces de demonio más propios de un prostíbulo que del infierno hasta los agoreros que consideran satánica esta celebración.

La noche de los santos
Cansado de ver multiplicarse las calabazas con caras grotescas por su barrio, un sacerdote italiano decidió hace tres años ofrecer una alternativa a sus feligreses. «Con sus disfraces de muertos, asesinos, brujas y demonios, Halloween muestra sólo el horror y la fealdad. Pero en nuestro mundo también hay algo mucho más hermoso, los santos. La fiesta de Todos los Santos no es intrascendental», cuenta Andrea Brugnoli, párroco en Desenzano del Garda, un pueblo cercano a Brescia, en el norte de Italia. Para recordar la importancia que siempre ha tenido el 1 de noviembre y ofrecer una alternativa a Halloween, el padre Brugnoli y su asociación de jóvenes católicos ha organizado «Hollyween, la noche de los santos».

Esta iniciativa invita a las iglesias y a los cristianos a que cuelguen de las ventanas, terrazas, balcones y puertas imágenes de santos. «Este año participan 30 diócesis italianas, hay incluso obispos que han escrito a sus feligreses para que se involucren. También ha llamado mucho la atención en el extranjero. En España se ha interesado la diócesis de Getafe».

Resulta imposible saber cuántas personas celebrarán Hollyween, pero el padre Brugnoli aventura cuáles serán los santos cuya imagen más se vea en las casas de la gente. «Son siempre santos locales, contemporáneos, cuyas vidas nos inspiran y resultan cercanas. Es el caso de Padre Pío o Don Bosco, el fundador de los salesianos. También está la beata Chiara Badano, una jovencísima miembro de los Focolares, y por supuesto Juan Pablo II».

Si la idea de Hollyween prendiese en España, Brugnoli apuesta por cuál sería una de las imágenes que elegirían los católicos de nuestro país: Santa Teresa de Jesús. «Es una mujer extraordinaria y muy valiente. Yo estoy enamorado de ella».

Hollyween no es un evento contrario a Halloween, sino una alternativa. «No queremos luchar contra lo que significa esta celebración ni contra los enormes intereses económicos que han proliferado a su alrededor. Lo importante es que los cristianos tenemos nuestra propia fiesta aunque no queramos darnos cuenta de ello. El problema nace de la descristianización: los católicos se han olvidado de vivir su fe. A mí no me interesa evangelizar a los paganos, que celebren Halloween si ellos quieren, sino a los propios cristianos», cuenta el padre Brugnoli.

Debate en la Santa Sede
En el Vaticano no existe una posición oficial sobre esta fiesta, explica el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, quien apunta que se trata de un asunto a analizar «desde una perspectiva pastoral» en cada diócesis.

A título personal, el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de la Santa Sede, sí afirmó con motivo de la polémica sobre la presencia del crucifijo en las escuelas que «la Europa del tercer milenio nos deja sólo las calabazas y nos quita los símbolos más queridos». «A mí no me gusta Halloween», subrayó.

Su sucesor al frente de la archidiócesis de Génova, el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, también ha tomado partido y pasará la jornada previa al primero de noviembre junto a sus feligreses recorriendo un itinerario por el centro histórico de su ciudad que recuerda a los santos más importantes.
Iniciativas similares también comienzan a abrirse hueco en Estados Unidos, el país donde Halloween más ha evolucionado con el tiempo. Hay parroquias que proponen a sus feligreses que, en lugar de hacer caras amenazantes en las calabazas, opten por sonrisas, y que se deshagan de los trajes de brujas y demonios y disfracen a sus hijos de santos.

También gana terreno la costumbre de dejar una vela encendida fuera de casa, para que la luz ahuyente los malos espíritus y a los diablillos propios de Halloween. Hay quien opta por un mensaje más directo: «Gracias, ni truco ni trato». Las pegatinas y carteles con este texto son la última alternativa para protegerse de los excesos de esta noche.

Presencias extrañas y gritos en la Casa Blanca
El poder y la muerte han estado presentes a lo largo de la historia en la Casa Blanca, con asesinatos, duelos e intrigas. Por ello, cada año, centenares de personas se reúnen a las puertas de la residencia ocupada por los Obama, fiel seguidor de esta celebración. El fantasma más popular es el de Abraham Lincoln, presidente asesinado durante la guerra civil, que llegó a ser detectado por el perro de Ronald Reagan, que ocupó la Casa Blanca de 1981 a 1989. Los gritos de Andrew Jackson, el séptimo presidente del país, también fueron escuchados por algunos trabajadores que, incluso, seguían soñando con él después de muerto.

De fervoroso arquitecto anglicano a sacerdote católico

El inglés John Cyril Hawes

De fervoroso arquitecto anglicano a sacerdote católico y ermitaño constructor de iglesias en Bahamas

También fue misionero en Australia, donde construyó la catedral dedicada a San Francisco Javier, que ha sido calificada como «un poema en piedra».

Actualizado 28 octubre 2010

ReL

La Iglesia de Nuestra Señora de Sión se encuentra en Port Howe, una pequeña población de Cat Island, la Isla del Gato, una isla de las Bahamas que apenas cuenta con 2.000 habitantes. Las Obras Misionales han dedicado este año 15.000 dólares a esta iglesia a cargo de los mismos fieles, porque no tienen sacerdote. Un diácono permanente es el responsable de la comunidad católica de esta isla, y un sacerdote va periódicamente desde Nassau, la capital de las Bahamas, a unos 200 kilómetros de distancia.

Alargada como un palo de golf, esta isla cuenta con la mayor elevación de todas las Bahamas, una colina de 60 metros de altura conocida como Mount Alvernia. En esta elevación hay un pequeño monasterio ahora abandonado. Se llama The Hermitage, la ermita. Aquí fue donde, con permiso de la Santa Sede, se retiró John Cyril Hawes. Inglés y anglicano de nacimiento, arquitecto de profesión, sus inquietudes religiosas le llevaron a convertirse al catolicismo y a ser ordenado sacerdote en 1915. Fue misionero en Australia, y allí, en Geraldton, construyó la catedral dedicada, una vez más, a San Francisco Javier, que ha sido calificada como “un poema en piedra”, informa OMPress.

Llegado a las Bahamas se dedicó a construir iglesias, muchas de las cuales ya forman parte de la historia arquitectónica de las islas. Su retiro en Mount Alvernia duró poco porque en seguida se le requirió para diversas obras y por la calidad de sus escritos espirituales. Lo curioso es que la casa actual del obispo de Nassau se llama “The Hermitage”.

Bahamas

Este año las Obras Misionales Pontificias han dedicado 75.500 dólares a diversos proyectos en la archidiócesis de Nassau, la única diócesis de las Bahamas. Es el 20% de todos los gastos de esta Iglesia, la mitad de los cuales van destinados a la asistencia a las familias a través de las parroquias y a un fondo para los desastres naturales, que suelen azotar con muchísima frecuencia a estas islas.

Aunque muy cercanas a Cuba y a Florida el primer sacerdote católico llegó en 1845, y sólo fue de paso. Sólo a finales del siglo XIX y principios del XX, la archidiócesis de Nueva York, USA, comenzó a enviar misioneros para atender a los católicos de las islas.

Por supuesto, todo el proyecto misionero se puso bajo el patronazgo de San Francisco Javier. De hecho, en 1906 el número de católicos era de 360. Hoy, cerca de 50.000, uno de cada seis habitantes de las Bahamas es católico, y la implicación de la Iglesia en las actividades sociales es, como en muchos otros países, superior a lo que sería por su número.

Lo primero que hicieron las Hijas de la Caridad que llegaron de Mount St. Vincent, su casa de Nueva York, a finales del siglo XIX, fue abrir un colegio gratuito para los niños de color, porque en las Bahamas el 80% de los habitantes lo es. La principal minoría, los blancos.

CONFESIONES DEL INFIERNO AL MUNDO CONTEMPORÁNEO

Declaraciones sobre este libro: «Advertencia del más allá». Lo remití a los 80 obispos de lengua alemana. Visité la posesa y asistí a una de las conjuraciones acompañado del Prelado y Profesor Siegmund de Fulda que dijo: «He podido convencerme que la posesa no es una histérica, ni psicópata, confirmado por médicos. Sus síntomas dan la impresión de una posesión real».

CONFESIONES DEL INFIERNO AL MUNDO CONTEMPORÁNEO
Advertencia del mas alla

LOS EXORCISMOS

1
EXORCISMO DEL 14 DE AGOSTO DE 1975
Contra: Akabor, Demonio del Coro De Todos los Coros (A)
Allida, Demonio del Coro de los Arcángeles (AL)

En todos los exorcismos, los preparativos eran intensos y comprendían oraciones especiales del ritual Romano, consagraciones, salmos prescritos, el Rosario, Alabanzas, exorcismos, etc… Los Sacerdotes exorcizan demonios previamente identificados.
Exorcista (E): Demonio Akabor, nosotros, Sacerdotes representantes de Cristo, te ordenamos en nombre de la Santa Cruz, de la Preciosísima Sangre, De las Cinco Llagas, de las Catorce Estaciones de la Vía Sacra, de la Santísima Virgen María , de la Inmaculada Concepción de Lourdes, de Nuestra Señora Inmaculada de Fátima, de Nuestra Señora del Monte Carmelo, de Nuestra Señora de la Gran Victoria de Wigratzbal, de los Siete Dolores de María, de San Miguel Arcángel, de los Nueve Coros Angélicos, del Ángel de la Guarda de esta mujer, de San José terror de los espíritus malignos, de los Santos Patronos de esta mujer, de todos los Santos Ángeles de la Guarda y de los Ángeles de los Sacerdotes, de Todos los Santos del Cielo, especialmente de Todos los Santos Exorcistas, del Santo Cura de Ars, de San Benito y de los siervos y las siervas de Dios, Padre Pio, Teresa de Konnersreuth, Catarina Emmerich, de todas las almas del purgatorio, en nombre del Papa Pablo VI, te ordenamos, entonces, Akabor invocar en nombre de la Santísima Trinidad, del padre, del Hijo y del Espíritu Santo, vuélvete para el infierno.*
* Nota: Estas invocaciones y otras fueron constantes y repetidas, para facilitar la lectura se han suprimido, reservándose entonces que los sacerdotes siempre la hicieran, insistiendo en que se revelaran con mas eficacia.

EL INFIERNO ES HORRIBLE


A – Tengo todavía que hablar…
E – Dice la verdad y sólo la verdad, en el nombre de la Santísima Trinidad, de la Santísima Virgen María de la Inmaculada Concepción (…).
A – Así, en su nombre, y en nombre de los Tronos de donde vengo, tengo todavía que hablar.
Yo estaba en los Tronos. Yo Akabor, tengo que decir (respira constantemente y grita con voz horrible) como el infierno es horrible. Es mucho más horrible de lo que se piensa. La Justicia de Dios es terrible; ¡terrible es la Justicia de Dios! (grita y gime).
E – Continúa diciendo la verdad, en nombre de la Santísima Trinidad (…) di lo que Dios te ordena.
A – El infierno es bien peor de lo que a primera vista y superficialmente pueden pensar; la justicia… y naturalmente también la Misericórdia están ahí, mas es preciso mucha confianza, es preciso rezar mucho, es necesaria una confesión, todo es necesario. No se debe simpatizar fácilmente con los modernismos. El Papa es quíen dice la verdad.
E – ¡Continúa, en nombre de la Santísima Trinidad, de la Santísima Virgen María, de la Inmaculada Concepción! ¡Continúa en nombre de los Santos Tronos! ¡Continúa!

LA JUVENTUD ES ENGAÑADA

A – Los lobos están ahora.
E – Di la verdad, solo la verdad, en nombre (…).
A – Los lobos está ahora en el medio de ustedes, en el mismo medio de los buenos.
E – Di la verdad, ¡solo la verdad! Nosotros te lo ordenamos en el nombre (…).
A – Como ya dije, toman la forma de Obispos y Cardenales.
E – Continúa diciéndonos la verdad, en el nombre (…).
A – Digo esto en contra de mí voluntad. Todo lo que digo es contra mi voluntad. La juventud…la juventud es engañada. Piensan que podrán con algunas…
E – Di la verdad, en nombre (…), ¡tú no puedes mentir!
A – Con algunas obras caritativas alcanzar el Cielo, mas no pueden, ¡no! ¡Nunca!
E – Continúa diciéndonos la verdad, en el nombre de los Santos Tronos, la verdad total en nombre (…).
A – Los jóvenes deben, aunque me cueste mucho decirlo…
E – Continúa diciendo la verdad en ¡nombre de la Santísima Trinidad! Tienes que decirla, en nombre (…).

COMUNIÓN EN LA BOCA

A – Deben recibir convenientemente los sacramentos… hacer una confesión verdadera y no apenas participar en las ceremonias penitenciales y en la Comunión. La Comunión, el Celebrante debe decir tres veces “Señor yo no soy digno”, y no una vez sola. Deben recibir la Comunión en la boca, y no en la mano.
E – Di solo la verdad en el nombre de la Preciosísima Sangre, de la Santa Cruz, de la Inmaculada Concepción…
A – Nosotros trabajamos durante mucho tiempo, allá abajo (apunta para abajo) hasta que conseguimos que la Comunión en la mano fuera puesta en práctica. La Comunión en la mano es muy buena para nosotros, en el infierno ¡créanme!
E – Nosotros te ordenamos, en nombre (…) ¡que digas solamente lo que el Cielo te ordena! Di solo la verdad, la verdad total; tú no tienes el derecho de mentir. ¡Sale de ese cuerpo! ¡Vete!
A – Ella (apunta para arriba) quiere que yo siga…
E – Di la verdad, en el nombre (…)
A – Ella quiere que yo siga…Si Ella, la gran Señora, todavía viviera, recibiría la Comunión en la boca, mas de rodillas, y se inclinaría profundamente así (muestra como procedería la Santísima Virgen).
E – En el nombre de la Santísima Virgen (…) ¡di la verdad!
A – Tengo que decir, que no se debe recibir la Comunión en la mano. El propio Papa, da la Comunión en la boca. No es de su voluntad que se dé la Comunión en la mano. Eso viene de sus Cardenales.
E – En nombre (…) ¡di la verdad!
A – De ellos pasó a los Obispos, y después los Obispos pensaron que era cuestión de obediencia, que deberían obedecer a sus Cardenales. De ahí, la idea pasó a los Sacerdotes y también ellos pensaron que tenían que someterse, porque la obediencia se escribe con mayúsculas.
E – Di la verdad. Tú no tienes el derecho de mentir, en el nombre (…).
A – No se está obligado a obedecer a los malos. Es al Papa, a Jesús Cristo y a la Santísima Virgen, que es preciso obedecer, la Comunión en la mano no es de ningún modo algo querido por Dios.
E – Continúa diciendo la verdad, en el nombre (…).

EL CULTO A LA SANTÍSIMA VIRGEN

A – Los jóvenes debe habituarse a hacer peregrinaciones. Deben volverse, cada vez mas, para la Virgen Santísima, no lo deben dejar de hacer, deben reconocer a la Virgen Santísima y no vivir según los espíritus innovadores. No deben aceptar absolutamente nada de ellos (grito lleno de furia). Son ellos los Lobos. A esos, ya los tenemos bien seguros.
E – Continúa, diciendo la verdad, en nombre (…).
A – Los jóvenes, actualmente, creen que realizan cosas maravillosas cuando hacen algunas obras caritativas y se reúnen junto con los otros, mas eso solo no es nada. Es preciso que los jóvenes hagan sacrificios, que adquieran espíritu de renuncia, y es preciso que recen. Deben frecuentar los sacramentos, deben frecuentarlos por lo menos una vez por mes. Mas la oración y el sufrimiento son también importantes. Antes de todo eso, tengo todavía algo que decir…
E – Continua diciéndonos la verdad, en el nombre (…) ¡dice lo que la Virgen María Santísima te ordena!

IMITACIÓN DE CRISTO


A – Antes de esto tengo que decir que el mundo de hoy, lo mismo que el mundo Católico, se olvidó por completo de esta verdad: Es preciso sufrir por los otros. Cayó en el olvido que todos ustedes forman el Cuerpo Místico de Cristo y que todos deben sufrir unos por los otros (llora como un miserable y gime como un perro). Cristo no realizó todo en la Cruz. Abrió las puertas del Cielo, mas los hombres deben responder los unos por los otros. Las sectas vienen a decir que Cristo hizo todo, mas eso no corresponde a la verdad. La Pasión de Cristo continúa; en Su Nombre, ella continuará hasta el fin del mundo (gime).

SENTIDO DEL SUFRIMIENTO

E – Continúa, en nombre de la Santísima Virgen, dice lo que Ella manda que digas.
A – Es preciso que Ella (la Pasión de Cristo) continúe. Tienen que sufrir los unos por los otros y ofrecer los sufrimientos en unión con la Cruz y con los sufrimientos de Cristo.
Se debe sufrir en unión con la Santísima Virgen y con todas las renuncias que Ella soportó durante Su vida, unir los propios sufrimientos, los horribles sufrimientos del Cristo en la Cruz y en Su Agonía, en el Huerto de los Olivos.
Esos sufrimientos fueron mucho más terribles de los que los hombres pueden pensar. Cristo, en el Huerto de los Olivos, no sufrió apenas como talvez pueden pensar. El fue presionado por la Justicia de Dios, como si Él mismo hubiera sido el peor de los pecadores, como si estuviese condenado al infierno. Tuvo que sufrir por ustedes, los hombres; de lo contrario, no hubieran sido salvados. Tuvo que soportar los más terribles sufrimientos, hasta el punto de pensar que iría al infirmo. Los sufrimientos fueron entonces tan fuertes que Él se sintió completamente abandonado por el Padre Celestial, Su Sangre, porque se sintió totalmente perdido y abandonado por Él. Se sintió quebrado como si fuese uno de los mayores pecadores.
Eso es lo que Él hizo por Ustedes y ustedes deben imitarlo.
Esos sufrimientos tienen un valor inmenso. Esos sufrimientos, esos momentos oscuros, esos terribles abandonos, cuando se está convencido que todo está perdido, y que lo mejor es terminar con la propia vida. Yo no quiero decir mas, no… (respira con gran dificultad)
E – Continúa diciéndonos la verdad, en el nombre (…).
A – Es precisamente cuando se sufre así, cuando todo parece estar perdido, cuando la persona se juzga totalmente abandonada por Dios, cuando cree ser la mas miserables de la criaturas, es entonces que Dios puede meter Su Mano en el juego, estos sufrimientos, estos tenebrosos y horribles sufrimientos, son lo mas valioso (lanza gritos y ruidos terribles) que existen. Mas es precisamente esto lo que la juventud desconoce. La mayoría de los jóvenes ignoran que es ahí donde reside nuestro triunfo.

ACEPTACIÓN DEL SUFRIMIENTO

E – Continúa diciéndonos la verdad, en el nombre (…).
A – Muchos, la mayoría se suicidan cuando se creen abandonados por Dios y piensan ser las criaturas más miserables. Por mas oscura que sea la noche, Dios esta próximo de ellos, ¡aunque ellos ya no lo sientan! Dios esta entonces como si ya no estuviese. De hecho, momentáneamente su presencia deja de serles imperceptible, mas a pesar de eso deben imitar los Sufrimientos de Cristo, sobre todo a los que Él llamó a sufrir mucho. Hay muchos que, entonces, piensan que ya no son normales, la mayor parte, y es entonces donde capitulan mucho más fácilmente. Piensan entonces que se tienen que suicidar porque ya nadie los comprende. Y es nuestro triunfo. La Mayoría va para el Cielo, mas a pesar de eso, es nuestro triunfo, porque…
E – Continúa en nombre (…).
A – No cumplirán su misión, deberían haber continuado viviendo.
E – Continúa en nombre (…).
A – En el mundo de hoy las cruces son extremadamente pesadas. Es ella la que manda a decir (apunta para arriba). Esas cruces son muchas veces mal soportadas. Cruces visibles, como el cáncer, defectos físicos y otras enfermedades, son muchas veces mas fáciles de soportar que las angustiosas noches del espíritu y que muchas personas tienen que soportar actualmente.
Ella, allá arriba (apunta para arriba), manda a decir que una vez transmitió a través de un alma privilegiada: “Yo enviare a mis hijos sufrimientos tan grandes y profundos como el mar”* Esos a quienes fueran destinadas las cruces tan pesadas – algunos son escogidos de muchos, no deben desesperar.
E – En el nombre de la Santísima Trinidad, del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, dice Akabor, ¡lo que la Santísima te manda a decir!
A – Las cruces que termino de decir, son cruces que parecen inútiles y absurdas. Pueden llevar al desespero. Muchas veces, parecen imposibles de soportar, pero son esas las más preciosas. Yo, Akabor, quiero todavía acrecentar: Ella (apunta hacia arriba) quiere gritar a todos esos que cargan una Cruz: “¡Coraje!”¡No se desanimen! En la Cruz está la Salvación, en la Cruz está la victoria. La
Cruz es más fuerte que la guerra.
E – Continúa en nombre (…).
* Se trata aquí del mensaje de Marienfried, dado en Alemania en 1.945. Cfr. El libro “La Paz de María”de las ediciones ACTIC, que presenta este mensaje.

EL MODERNISMO

A – El modernismo es falso. Es preciso cambiar las cosas al modernismo. Es obra nuestra, viene del infierno. De los sacerdotes que difunden el modernismo y ni siquiera están de acuerdo entre sí. Ninguno está de acuerdo. Solo esta señal debería bastar.
E – Continúa, ¡en nombre de la Inmaculada Concepción! Dice la verdad, en nombre (…).
A – El Papa atormentado por sus Cardenales, por los propios Cardenales…está rodeado de lobos.
E – Di la verdad en nombre (…).
A – Si no fuese así, podría decir más, más él esta como paralizado. Ya no puede hacer mucho; ahora, ya no puede hacer mucho. Deben rezar mucho al Espíritu Santo, rezar ahora y siempre al Espíritu Santo. Entonces comprenderán en lo más profundo de ustedes mismos, lo que es preciso hacer. Acontezca lo que aconteciere, no vacilen con su antigua Fe. Debo decir que este Segundo Concilio del Vaticano, no fue tan bueno como se piensa. En parte, fue obra del infierno.
E – Di la verdad, en nombre (…).

LA SANTA MISA “POR MUCHOS”

Ha, sin dudas, que había ciertas cosas que precisaban ser cambiadas, mas la mayor parte, no. ¡Créanme! La Liturgia no necesitaba ningún cambio. Lo mismo que las lecturas y el propio Evangelio, no deberían ser leídos en lenguas nacionales. Era mucho mejor que la Misa fuera celebrada en latín. Consideren por ejemplo, la Consagración; hasta la Consagración, es típico. En la consagración se emplean palabras: “este es Mi Cuerpo que será entregado por vosotros”. Y enseguida dice “Esta es Mi Sangre que será derramada por vosotros y por muchos” Fueron estas palabras las que dijo Cristo.
E – ¿No es correcto decir “por todos?” di la verdad en nombre (…).
A – ¡Claro que no! Las traducciones no siempre son exactas y ese es sobre todo el caso de “por todos”. No se debe y no se puede decir “por todos”, debe decirse “por muchos”. Si el texto no está correcto, ya no se encierra la plenitud de Gracias. Claro que la Santa Misa continúa siendo válida, más el canal de Gracias, como cuando el Sacerdote la pronuncia convenientemente, de acuerdo con la Tradición Antigua y con la voluntad de Dios. Es preciso decir “por ustedes y por muchos”* tal como Cristo dice.
E – Entonces ¿no es verdad que Cristo derramó Su Sangre por todos? Di la verdad en nombre (…).
A – No. El bien que deseo derramarla por todos, más de hecho, Ella no fue derramada por todos.
E – ¿Por que muchos lo recusarán? Di la verdad, en nombre (…).
A – Exactamente. Así, El no derramó Su Sangre por todos, pues no la derramó por nosotros, los del infierno. **
E – Di la verdad en nombre (…).
El nuevo ordinario de la Misa – Los Obispos mudaron la Misa Tridentina – a la nueva Misa, no corresponde exactamente a la voluntad de ellos, allá arriba (apunta con el dedo para arriba).
E – ¿Qué es eso de la Misa Tridentina? ¿Es la antigua Misa prescrita por el Papa San Pio V? Di la verdad en nombre (…).
Es la mejor que existe, es la Misa – tipo, la verdadera y buena Misa (gime). ***
E – Akabor, di la verdad, ¡en nombre y sobre las órdenes de la Santísima Virgen!
¡Nosotros te ordenamos que digas todo lo que Ella te encargó decir!
A – Todo lo que dije, fue contra mi voluntad, mas a ello fui obligado. Fue Ella, allá arriba (apunta para arriba) que nos forzó (rezonga).
E – Tienes todavía alguna cosa que agregar, en el nombre (…) ¡habla, te intimamos a decir la verdad!
* En la Misa de Paulo VI, en latín se conservó la fórmula correcta.
En efecto así se dice”Pro multi”, o sea por muchos. Las traducciones, inclusive la Portuguesa, cambian el texto y pusieron una palabra inexistente: “por todos”.
** Es cierto que Cristo hubiese rescatado a los demonios si eso hubiera sido posible, mas ese no fue el caso, y es evidente que su Sangre no fue derramada por los demonios. En principio, la Redención de Cristo esta destinada a los hombres, mas en la práctica estaba limitada por su libertad de recusado. Así que la sangre de Cristo no fue aprovechada por aquellos que lo recusaron, de ese modo y por su culpa, fueron condenados al infierno, donde participan del destino irrevocable de los demonios.
*** La Celebración de la Santa Misa de San Pio V fue autorizada por la Santa Sede en un documento firmado por Juan Pablo II.

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Relatos sobre las benditas Almas



Primer Relato:

Refiere Tomás de cantimprato que a un hombre muy virtuoso, pero que, a causa de una larga y terrible enfermedad, estaba muy deseoso de morir, se le apareció el Ángel del Señor y le dijo: “Dios ha aceptado tus deseos, escoge, pues: o pasar tres días en el purgatorio y después ir al cielo, o ir al cielo sin pasar por el purgatorio, pero sufriendo todavía un año de esa enfermedad”.
Eligio lo primero: murió y fue al purgatorio. No había aun pasado un día, cuando el ángel se le presento de nuevo. Apenas le hubo visto aquella pobre alma, “no es posible, exclama, que tú seas el Ángel bueno, pues me has engañado así. Me decías que solo estaría tres días en este lugar, ¡y hace ya tantos años que estoy sufriendo aquí las más horribles penas!

-Tú eres quien te engañas, contesto el Ángel: todavía no ha pasado un día, tu cuerpo esta aun por enterrar, si prefieres sufrir un año más esta enfermedad Dios te permite aun salir del Purgatorio y volver al mundo.- Si, Ángel santo, replico, no solo esta enfermedad durante un año, sino cuantas penas, dolores y males haya en el mundo sufriré gustoso, antes que padecer una sola hora las penas del Purgatorio”.
Volvió, pues, a la vida y sufrió con admirable alegría un año más aquella enfermedad, publicando a todos lo terrible que son las penas del Purgatorio.

Segundo Relato:

Nada hace tan sensible la malicia del pecado venial como las muchas almas, de que consta por varias y autenticas apariciones, que han expiado en el purgatorio faltas, según nuestro modo de hablar muy ligeras.

Unas fueron condenadas a él por haber hablado en la Iglesia sin necesidad, como una niña de siete años, según refiere Cesáreo, otras, como la hermana de San Pedro Damiano, por haber escuchado con gusto una canción profana.

Murió Vitalina, noble doncella romana, tenía por Santa Mónica en tan buena opinión que encomendaba a su hijo Agustín en sus oraciones, y a pesar de esto, se apareció muy triste a San Martin obispo, diciéndole: Estoy ardiendo por haberme lavado dos o tres veces la cara con demasiada vanidad.

Un religioso fue al purgatorio por no haber hecho inclinación de cabeza al decir Gloria Patri, al fin de los salmos, otros por estarse a la lumbre más de lo ordinario en tiempo de invierno, allá fue a parar San Severino por ciertas negligencias en el rezo divino.

Tercer Relato:

Un niño de nueve años por no haber pagado o devuelto algunas frioleras que había tomado, muchos años estuvo en aquel fuego,  un padre de familia por haber descuidado la buena educación de sus hijos, San Valero por haber favorecido demasiado a un sobrino suyo.

Cuarto Relato:

Refieren varios autores que estando un religioso carmelita descalzo en oración, se le apareció un difunto con semblante muy triste y todo el cuerpo rodeado de llamas. “¿Quién eres tú? ¿Qué es lo que quieres?, pregunto el religioso.- Soy, respondió, el pintor que murió días pasados, y deje cuanto había ganado para obras piadosas. -¿Y cómo padeces tanto, habiendo llevado una vida tan ejemplar?, volvió a decirle al religioso.-¡Ay!, contesto el difunto, en el tribunal del supremo Juez se levantaron contra mi muchas almas, unas que padecían terribles penas en el purgatorio, y otras que ardían en el infierno, a causa de una pintura obscena que hice a instancias de un caballero.
Por fortuna mía se presentaron también  muchos santos, cuyas imágenes pinte, y dijeron para defenderme que había hecho aquella pintura inmodesta en la juventud, que después me había arrepentido y cooperado a la salvación de muchas almas, pintando imágenes de Santos, y por último que había empleado lo que había ganado a fuerza de muchos sudores, en limosnas y obras de piedad.

Oyendo el Juez soberano estas disculpas, y viendo que los santos interponían sus meritos, me perdono las penas del infierno pero me condeno a estar en el purgatorio mientras dure aquella pintura.

Avisa pues, al caballero N.N. que la eche al fuego, y ¡ay! de él si no lo hace. Y en prueba de que es verdad lo que te digo, sepa que dentro de poco tiempo morirán dos de sus hijos. Creyó, en efecto, el caballero la visión y arrojo al fuego la imagen escandalosa. Antes de los dos meses se le murieron los dos hijos, y el reparo con rigurosa penitencia los daños ocasionados a las almas.

Quinto Relato:

Estaba santa Brígida en altísima contemplación, cuando fue llevada en espíritu al purgatorio. Allí vio, entre otras, a una noble doncella, y holló que se quejaba amargamente de su madre, por el demasiado que le había tenido: “!AH! decía, en vez de reprenderme y sujetarme, ella me proporcionaba modas, novios, me incitaba a ir a los bailes, saraos, teatros, y hasta me engalanaba ella misma. Es verdad que me enseñaba alguna devociones, pero que gusto podían dar estas a Dios llendo mezcladas con tanto galanteo y profanidad?. No obstante, como la misericordia del señor es tan grande, por aquellas devociones que hacía, Dios me concedió tiempo para confesarme bien y librarme del infierno.
Pero ay!!!, que penas estoy padeciendo, si lo supieran mis amigas!!, que vidas tan distintas llevarían!!. La cabeza que antes ataviaba con dijes y vanidades esta ahora ardiendo entre llamas vivísimas, las espaldas y brazos que llevaba descubiertos los tengo ahora cubiertos y apretados con hierros de fuego ardentísimo, las piernas y pies, que adornaba para el baile ahora son atormentados horriblemente, todo mi cuerpo, en otro tiempo tan pulido y ajustado ahora se halla sumergido en toda clase de tormentos.”
Conto la santa esta visión a una prima de la difunta, muy entregada también a la vanidad, y esta cambio de vida en términos que, entrando a un convento de muy rigurosa observancia procuro con rigidísimas penitencias reparar los desordenes pasados, y auxiliar a su parienta que estaba padeciendo tanto en el purgatorio.

Sexto Relato:

Había en Bolonia una viuda noble, que tenía un hijo único muy querido. Estando divirtiéndose un día con otros jóvenes, paso un forastero y les interrumpió el juego. Reprendiéndole ásperamente el hijo de la viuda, y resentido el forastero, saco un puñal, se lo clavo en el pecho y dejándole palpitando en el suelo, echo a huir calle abajo con el puñal ensangrentado en la mano, y se metió en la primera casa que encontró abierta.
Allí suplicó a la señora que por amor de Dios le ocultase, y ella, que era precisamente la madre del joven asesinado, le escondió en efecto. Entre tanto llego la justicia buscando al asesino, y no hallándole allí, “sin duda, dijo uno de los que les buscaba, no sabe esta señora que el muerto es su hijo, pues si lo supiera, ella misma nos entregaría al reo, que indudablemente debe estar aquí”.

Poco falto, para que muriese la madre de sentimiento al oír estas palabras. Mas luego, cobrando animo y conformándose con la voluntad Divina, no solo perdono al que había matado a su único y tan estimado hijo, sino que le entrego todavía una cantidad de dinero y el caballo del difunto para que huyese con más prontitud, y después le adopto como su hijo.

Pero, ¡cuán agradable fue a Dios esta generosa conducta! Pocos días después estaba la buena  señora, haciendo oración, por el alama del difunto, cuando de pronto se le apareció su hijo, todo resplandeciente y glorioso, diciéndole: “Enjuagad madre mía, vuestras lagrimas y alegraos, que me he salvado. Muchos años tenía que estar en el purgatorio, pero vos me habéis sacado de él, con las virtudes heroicas que practicasteis perdonando y haciendo bien al que me quito la vida. Más os debo por haberme librado de tan terribles penas, que por haberme dado a luz. Os doy las gracias por uno y otro favor, ¡adiós, madre mía, adiós, me voy al cielo donde seré dichoso por toda la eternidad”.

Septimo Relato:

Derrotado por Cayano, el ejército de Mauricio y hechos prisioneros gran número de soldados, Cayano pidió al emperador una moneda y no de valor muy subido, por el rescate de cada prisionero. Mauricio se negó a darla. Cayano pidió entonces una de menos valor, y habiéndosela también rehusado, exigió por ultimo una ínfima cantidad, la que no habiendo podido lograr tampoco, irritado el bárbaro, mando cortar la cabeza a todos los soldados imperiales que tenía en su poder. Mas ¿Qué sucedió?

Pocos días después Mauricio tuvo una espantosa visión. Citado al tribunal de Dios, veía gran multitud de esclavos que arrastraban pesadas cadenas, y con horrendos gritos pedían venganza contra el. Oyendo el Juez supremo, tan justas quejas, se vuelve a Mauricio y le pregunta: “¿Dónde quieres ser más castigado: en esta o en la otra vida? -¡Ah! Benignísimo Señor, responde el prudente emperador, prefiero ser castigado en este mundo. Pues bien, dijo el juez, en pena de tu crueldad con aquellos pobres soldados, cuya vida no quisiste salvar a tan poco precio, uno de tus soldados te quitara la corona, fama y vida acabando con toda tu familia”.
En efecto, pocos días después se le insurrecciono el ejército, proclamando a Focas por emperador. Mauricio fugitivo se embarco en una pequeña nave con algunos pocos que le seguían, más en vano, furiosas las olas lo arrojan a la playa, y llegando los partidarios de Focas, le atan a él y a cuantos le seguían y los llevan a Eutropia, en donde, ¡oh, padre infeliz! Después de haber visto con sus propios ojos la cruel carnicería que hicieron de cinco hijos suyos, fue muerto ignominiosamente, y no paso mucho tiempo sin que el resto de su familia sufriese la misma desgracia.

¡Ah! Cristianos que oís esto, no son unos pobres soldados, son vuestros propios hermanos y vuestros propios padres los que han caído prisioneros de la Justicia divina.

Este Dios misericordioso pide por su rescate una muy pequeña moneda, de gran valor, es verdad, pero muy fácil de dar. “¿Y seréis tan duros que se le neguéis? ¿Tan insensibles seréis a la felicidad de las ánimas y a vuestros propios intereses?

Octavo Relato:

Tenía una pobre mujer napolitana una numerosa familia que mantener, y a su marido en la cárcel, encerrado por deudas. Reducida a la ultima miseria, presento un memorial un gran señor, manifestándole su infeliz estado y aflicción, pero con todas las suplicas no logro más que unas monedas.

Entra desconsolada a una Iglesia, y encomendándose a Dios, siente una fuerte inspiración de hacer decir con aquellas monedas una Misa por las Ánimas, y pone toda su confianza en Dios, único consuelo de los afligidos. ¡Caso extraño! Oída la Misa, se volvía a casa, cuando encuentra a un venerable anciano, que llegándose a ella le dice: “¿Qué tenéis, mujer? ¿Qué os sucede?” La pobre le explico sus trabajos y miserias. El anciano consolándola le entrega una carta, diciéndole que la lleve al mismo señor que le ha dado las monedas. Este abre la carta, y ¿Cuál no es su sorpresa cuando ve la letra y firma de su amantísimo padre ya difunto? ¿Quién os ha dado esta carta?
-No lo conozco, respondió la mujer, pero era un anciano muy parecido a aquel retrato, solo que tenía la cara más alegre. Lee de nuevo la carta, y observa que le dicen: “Hijo mío muy querido, tu padre ha pasado del purgatorio al cielo por medio de la Misa que ha mandado celebrar esa pobre mujer. Con todas veras la encomiendo a tu piedad y agradecimiento, dale una buena paga, porque está en grave necesidad”.
El caballero, después de haber leído y besado muchas veces la carta, regándola con copiosas lagrimas de ternura: “Vos, dice a la afligida mujer, vos con al limosna que os hice, habéis labrado la felicidad de mi estimado padre, yo ahora hare la vuestra, la de vuestro marido y familia”.

En efecto, pago las deudas, saco al marido de la cárcel, y tuvieron siempre de allí en adelante cuanto necesitaban y con mucha abundancia. Así recompensa Dios, aun en este mundo, q los devotos de las benditas Animas.

Noveno Relato:

Cómo, diciendo misa el hermano Juan de Alverna el día de Difuntos,vio que muchas almas eran liberadas del purgatorio.
Celebraba una vez la misa el hermano Juan el día siguiente a la fiesta de Todos los Santos por todas las almas de los difuntos, como lo tiene dispuesto la Iglesia, y ofreció con tanto afecto de caridad y con tal piedad de compasión este altísimo sacramento, el mayor bien que se puede hacer a las almas de los difuntos por razón de su eficacia, que le parecía derretirse del todo con la dulzura de la piedad y de la caridad fraterna.

Al alzar devotamente el cuerpo de Cristo y ofrecerlo a Dios Padre, rogándole que, por amor de su bendito Hijo Jesucristo, puesto en cruz por el rescate de las almas, tuviese a bien liberar de las penas del purgatorio a las almas de los difuntos creadas y rescatadas por Él, en aquel momento vio salir del purgatorio un número casi infinito de almas, como chispas innumerables que salieran de un horno encendido, y las vio subir al cielo por los méritos de la pasión de Cristo, el cual es ofrecido cada día por los vivos y por los difuntos en esa sacratísima hostia, digna de ser adorada por los siglos de los siglos. Amén.

Decimo Relato:

Cómo, por los méritos de fray Gil,fue librada del purgatorio el alma de un fraile Predicador, amigo suyo.

Estaba ya fray Gil con la enfermedad de la que a pocos días murió, y enfermó también de muerte un fraile dominico. Otro religioso amigo de éste, viéndole próximo a morir, díjole:

— Hermano mío, si te lo permitiese el Señor, quisiera que después de tu muerte vinieses a decirme en qué estado te encuentras.

El enfermo prometió complacerle, caso de que le fuese posible.

Ambos enfermos murieron el mismo día, y el de la Orden de Predicadores se apareció a su hermano superviviente, y le dijo:

— Voluntad es de Dios que te cumpla la promesa.

— ¿Qué es de ti? -le preguntó el fraile.

— Estoy bien -respondió el muerto-, porque aquel mismo día murió un santo fraile Menor, llamado fray Gil, al cual, por su grande santidad, concedió Jesucristo que llevase al cielo todas las almas que había en el purgatorio. Con ellas estaba yo en grandes tormentos, y por los méritos del santo fray Gil me veo libre.

Dicho esto, desapareció, y el fraile que tuvo esta visión no la reveló a nadie; pero ya enfermo, temeroso del castigo de Dios por no haber manifestado la virtud y gloria de fray Gil, hizo llamar a los frailes Menores. Se presentaron diez, y, reunidos con los frailes Predicadores, reveló el enfermo devotamente la visión ya referida. Investigaron con diligencia, y supieron que los dos habían muerto en un mismo día.

En alabanza de Jesucristo y del pobrecillo Francisco. Amén.

Decimo Primer Relato:

Santa Gertrudis, aquella esposa tan regalada del Señor, había hecho donación de todos sus meritos y obras buenas a las pobres Animas del purgatorio, y para que los sufragios tuviesen más eficacia y fuesen más adeptos a Dios, suplicaba a su Divino Esposo le manifestase porque alma quería que satisfaciese. Se lo otorgaba su Divina Majestad, y la santa multiplicaba, oraciones, ayunos, cilicios, disciplinas y otras penitencias, hasta que aquella alma hubiese salido del purgatorio. Sacada una, pedía al Señor le señalara otra, y así logro liberar a muchas de aquel horrible fuego.

Siendo ya la santa de edad avanzada, le sobrevino una fuerte tentación del enemigo que le decía: “¡Infeliz de ti! ¡Todo lo has aplicado a las Animas del Purgatorio, y nos satisfecho todavía por tus pecados! Cuando mueras, ¡que penas y tormentos te esperan!” No dejaba de acongojarla este pensamiento, cuando se le apareció Cristo Señor Nuestro, y la consoló diciendo: “Gertrudis, hija mía muy amada, no temas, los sufragios que tu ofreciste a las Animas del Purgatorio, me fueron muy agradables, tu no perdiste nada, pues en recompensa no solo te perdono las penas que allí habías de padecer, sino que aun aumentare tu gloria de muchísimos grados. ¿No había prometido yo dar el ciento por uno, pagando a mis fieles servidores con medida buena, abundante y apretada? Pues mira, yo hare que todas las almas libertadas con tus oraciones y penitencias te salgan a recibir con muchos Ángeles a la hora de la muerte, y que, acompañada de este numeroso y brillante cortejo de bienaventurados, entres en el triunfo de la gloria”.

TRES HORAS EN EL PURGATORIO

Las almas que están en el Purgatorio siempre desean ir lo más pronto a Dios, se siente amadas por nuestro Padre Dios, desean la presencia de Jesucristo, algo que les haría olvidar los sufrimientos que padecen. Pero han de esperar todo el tiempo que Dios haya determinado hasta quedar totalmente purificadas todas las almas que están el Purgatorio.

Hay personas que dicen que pasarán al Purgatorio antes de ir al cielo. Pues nada manchado puede entrar el Reino de Dios. Se le podría preguntar, ¿Quieres pasar de aquí al Purgatorio cuando no puedes soportar los sufrimientos que Dios te permite tener con las enfermedades, adversidades ahora que puedes? ¿Y te quejas mucho? Ya quisieran las almas del purgatorio sufrir tus enfermedades, lo llevarían mucho mejor, pues existe una gran diferencia.

Pero seria mejor que el Purgatorio lo debemos pasar en la tierra. A Fray Daniele también pensaba que después de morir pasaría un tiempo en el Purgatorio, pero el Señor le llevó allí en vida para hacerle reflexionar.

Una cosa es pensar, pero otra es vivirla, sentir en su propio ser los padecimientos, las penas del Purgatorio. Después de que en su cuerpo sintió el gran rigor de las penas del Purgatorio, y cuando volvió en sí, determinó servir de un modo más perfecto a Dios y pasar su purgatorio en vida. Y esto es lo que debemos hacer todo. Porque la experiencia de Fray Daniele, nos hace saber que un momento en el Purgatorio es mucho tiempo; una hora en el Purgatorio parece una eternidad.

Vivamos en gracia de Dios, pidamos a Dios ahora que podemos que nos de fortaleza para no sucumbir en nuestros dolores. Por muy terrible que nos parezca todo tipo de dolores, de persecuciones, de adversidades, de incomprensiones, todo eso es nada ante la eternidad feliz que Dios tiene preparado para sus fieles, para sus hijos. Soportémoslo todo como lo hizo con infinita perfección nuestro Santísimo Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María.

SOL DE FATIMA publica el testimonio de Fray Daniele, compañero inseparable del P. Pío. Este interesante relato sobre la experiencia del Fray Daniele y el purgatorio y posterior resurrección, está tomado del libro «Omagio a Fray Daniele».

Traducción del italiano del libro «Omagio a Fra’Daniele, capuchino». Autor, Padre Remigio Fiore, capuchino y sobrino de Fray Daniele,

Aprobación eclesiástica de Monseñor Serafino Spreafico, Obispo Capuchino, 29 de julio de 1998. «Convento de Santa María de las Gracias», San Giovanni Rotondo Foggia). Fray Daniele y el purgatorio Relato de Fray Daniele Soy un simple hermano lego capuchino.

He desenvuelto mi vida haciendo el trabajo que me correspondía; de portero, sacristán, pedir limosnas y cocinero. Con frecuencia me iba con la mochila en la espalda a pedir limosnas de puerta en puerta. Hacía la compra todos los días para el convento. Todos me conocían y me querían bien. Siempre que compraba alguna cosa me hacían descuentos, y aquellas pocas liras que recogía, en vez de entregárselas al superior, las conservaba para la correspondencia, para mis pequeñas necesidades y también para ayudar a los militares que llamaban a la puerta del convento.

Inmediatamente después de la guerra, me encontraba en San Giovanni Rotondo, mi pueblo nativo, en el mismo convento del P. Pío. Un poco tiempo después comencé con algunos dolores en el aparato digestivo y me fui a una consulta médica, y el médico me diagnosticó un mal incurable: un tumor.

Pensando ya en la muerte, fui a referírselo todo al Padre Pío, el que -después de haberme escuchado- bruscamente me dijo: «Opérate.» Permanecí confuso y reaccionando le dije: «Padre, no me vale la pena. El médico no me ha dado ninguna esperanza. Ahora sé que debo morir.»

«No importa lo que te ha dicho el médico: opérate, pero en Roma en tal clínica y con tal profesor.»

El P. me dijo esto con tal fuerza y con tanta seguridad que le contesté:

«Si Padre, lo haré». Entonces él me miró con dulzura y, conmovido, añadió:

«No temas, yo estaré siempre contigo».

A la mañana siguiente salí ya en viaje para roma, y estando sentado en el tren. Advertí al lado mío una presencia misteriosa: era el Padre Pío que mantenía la promesa de estar conmigo.

Cuando llegué a Roma super que la clínica era «Regina Elena», y que el profesor se llamaba Ricardo Moretti. Hacia el atardecer ingresé en la clínica. Parecía que todos me esperaban, como si alguno hubiera anunciado mi llegada, y me acogieron inmediatamente.

A las 7 de la mañana estaba ya en la sala de operaciones. Me prepararon la intervención. A pesar de la anestesia, permanecí despierto y me encomendé al Señor con las mismas palabras que Él dirigía al Padre antes de morir:

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu».

Comenzaron los médicos la intervención y yo sentía todo lo que decían. Sufría dolores atroces, pero no me lamentaba, al contrario, estaba contento de soportar tanto dolor que ofrecía a Jesús, ya que aquellos todos sufrimientos purificaban mi alma de mis pecados. Un rato después me adormecí.

Cuando recobré la conciencia me dijeron que había estado tres días en coma antes de morir. Me presenté delante del Trono de Dios. Veía a Dios pero no como juez severo, sino como Padre afectuoso y lleno de amor. Entonces comprendí que el Señor había hecho todo por amor hacia mí desde el primero al último instante de mi vida, amándome como si fuera la única criatura existente sobre la tierra.

No obstante me di cuenta también de que no solamente no había cambiado este inmenso amor divino, sino que lo había descuidado totalmente.

Fui condenado a dos / tres oras de Purgatorio

«¿Pero cómo? -me pregunté- ¿Solamente dos / tres horas? Y después podré quedarme siempre próximo a Dios eterno amor? Di un salto de alegría y me sentía como hijo predilecto. La visión desapareció y me volví a encontrar en el Purgatorio.

Las dos / tres horas de Purgatorio fueron dadas sobre todo por haber faltado al voto de pobreza, es decir, por haber conservado para mí unas pocas liras -como dije antes.

Eran unos dolores terribles que no sabia de donde venían, pero se sentía intensamente. Los sentidos con los cuales se había ofendido más a Dios en este mundo: los ojos, la lengua… experimentaba mayor dolor y era una cosa increíble porque allí abajo, en el Purgatorio, uno se siente como si tuviese cuerpo y conoce / reconoce a los demás como sucede en el mundo.

Mientras tanto, que no había pasado más que unos instantes con aquellas penas, me parecía ya que fuera una eternidad. Lo que más hace sufrir en el Purgatorio no es tanto el fuego -también muy intenso- sino aquel sentirse lejos de Dios -y lo que más aflige es haber tenido todos los medios a disposición para la salvación y no haber sabido aprovecharse de ellos.

Fue entonces cuando pensé ir a un hermano de mi convento para pedirle que rezara por mí que estaba en el Purgatorio. Aquel hermano quedó maravillado porque sentía mi voz pero no me veía y me preguntó:

¿Dónde estás, porque no te veo?

Yo insistían y, viendo que no tenía otro medio para llegar a él, pero mis brazos se cruzaban pero no llegaba. Sólo entonces me di cuenta que estaba sin cuerpo. Me contenté con insistirle para que rezase mucho por mí y me fuera del Purgatorio.

«¿Pero cómo? -me decía a mí mismo- ¿no debería estar solo dos / tres horas en el Purgatorio? Y han transcurrido ya trescientos años? Por lo menos así me parecía. De repente se me aparece la Bienaventurada Virgen María y le pedí insistentemente, le supliqué, diciéndole:

«¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios, consígueme del Señor la gracia de volver a la tierra para vivir y trabajar solamente por amor de Dios!».

Acudí también ante el P. Pío e igualmente le supliqué: «Por tus atroces dolores, por tus benditas llagas, padre Pío, ruega por mí a Dios para que me libere de estas llamas y me conceda continuar el Purgatorio en la tierra».

Después no vi nada más, pero me di cuenta de que el Padre hablaba a la Virgen. Unos instantes después se me apareció nuevamente la Bienaventurada Virgen María: era Santa María de las gracias, pero venía sin el Niño Jesús, inclinó la cabeza y me sonrió. En aquel mismo momento volví a tomar posesión de mi cuerpo, abrí los ojos y extendí los brazos. Después, con un movimiento brusco, me liberó de la sabana que me cubría. Estaba contento, había recibido la gracia. La Santísima Virgen me había escuchado.

Inmediatamente después los que me velaban y rezaban, asustadísimos, se precipitaron fuera de la sala a buscar enfermeros y doctores. En pocos minutos la clínica estaba abarrotada de gente. Todos creían que yo era un fantasma y decidieron cerrar bien las puertas y desaparecer, por cierto temor a los espíritus.

A la mañana siguiente me levanté muy pronto y me senté en una butaca. A pesar de que la puerta estaba cuidadosamente vigilada, algunos lograron entrar y me pidieron les explicara lo que me había sucedido. Para tranquilizarles, les dije que estaba llegando el médico de guardia, al cual tenía que decir lo que me había pasado. Corrientemente los médicos no llegaba antes de las diez, pero aquella mañana todavía no eran las siete y dije a los presentes:

«Mirad; el médico está llegando; ahora está aparcando el coche en tal puesto».

Pero nadie me creía. Y yo continuaba diciéndole:

«Ahora está atravesando la carretera, lleva la chaqueta sobre el brazo y se pasa la mano por la cabeza como si estuviera preocupado, no sé que tendrá»…

Pero nadie daba crédito a mis palabras. Entonces dije: «Para que me creáis que no os miento, os confirmo que ahora el médico está subiendo en el ascensor y está para llamar a la puerta». Apenas había terminado de hablar, se abre la puerta y entró el médico quedando maravillados todos los presentes. Con lagrimas en los ojos, el doctor dijo:

«Sí, ahora creo en Dios, creo en la Iglesia y creo en el Padre Pío…».

Aquel médico que primero no creía o cuya fe era como agua de rosas, confesó que aquella noche no había logrado cerrar los ojos pensando en mi muerte, que él había comprobado, sin dar más explicaciones. Dijo que a pesar del certificado de muerte que había escrito, había vuelto para cerciorarse qué era lo que había sucedido aquella noche que tantas pesadillas le había ocasionado, porque aquel muerto (que era yo) no era un muerto como los demás y que, efectivamente, no se había equivocado.

Conclusión Después de esta experiencia, Fray Daniele vivió verdaderamente el Purgatorio en esta tierra, purificándose a través de enfermedades, sufrimientos y dolores, conformándose siempre y en todo con la voluntad de Dios. Solamente recuerdo algunas intervenciones que sufrió: de próstata, coliscititis, aneurisma de la vena abdominal con relativa prótesis; otra intervención después de un accidente callejero cerca de Bolonia, prescindiendo ya de otros dolores no sólo físicos, sino también morales.

A la hermana Felicetta, que le preguntó cómo se sentía de salud, Fray Daniele le confió: «Hermana mía, hace más de 40 años que no recuerdo que significa estar bien».

Para terminar podría decir que este relato de Fray Daniele es un episodio más que prueba el amor de Fray Daniele por la Virgen. Fray Daniele falleció el 6 de julio de 1994. Mientras colocaban convenientemente sus restos mortales en la capilla de la Enfermería del Convento de los Hermanos Capuchinos, en San Giovanni Rotondo, y se recitaba el Rosario en sufragio de su alma, a algunos de los presentes les parecía que Fray Daniele movía los labios como para contestar al Ave María del Rosario. La voz se difundió tan rápidamente, que el superior, Padre Livio de Matteo, para quedar tranquilo, quiso cerciorarse de que no se trataba de una muerte aparente. Por este motivo hizo venir de la Casa Alivio del sufrimiento próxima, al doctor Nicolás Silvestri, ayudante de Medicina Legal y doctor José Pasanella, asistente también de medicina Legal, los cuales hicieron un electrocardiograma a Fray Daniele y le tomaron la temperatura, por lo cual confirmaron definitivamente su muerte.

Ahora Fray Daniele goza ciertamente de la visión beatifica de Dios y, desde el cielo, sonríe, bendice y protege.

(SOL DE FATIMA, número 188, pagina 26-27. noviembre-diciembre, 1999),

«A algunos de los presentes les parecía que Fray Daniele moviera los labios, como para contestar al Ave María del rosario». Después de que el alma ya no estaba en el cuerpo de Fray Daniele, aún así, para aquellos, algunos de los presentes, veían como seguía orando al Señor.

«Y lo vieron más de uno.»

El cuerpo acostumbrado a tanta oración, todavía permanecía como si estuviera bien vivo, aunque en ese mismo momento su alma ya gozaba de la presencia de Dios. Se había convertido en instrumento de oración, aun cuando su alma había quedado libre de aquel cuerpo bendecido por Dios. Se cuenta también en la historia que ha habido personas que poco antes de morir, tuvieron deseos de pecar, y acabaron en ruina perpetua. Unos cuerpos se convierten en bendición y otros en maldición.

A esto, remito el Santo Rosario que Adry Treviño nos ha aportado para alivio de las benditas almas del Purgatorio:

Sagrado Corazón de Jesús en Vos Confío, Sagrado Inmaculado Corazon de María Santisima, sed nuestra salvación. Jesús y María Santísima, bendecid y proteged a todos tus hijos e hijas que participan con deseos de aprender las enseñanzas de Jesús en la Iglesia católica, Santa, Apostólica y Romana.

Jesús te busca

Huellas De Fuego: ¿Mensajes Del Purgatorio?

En 1897, el párroco de la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio, en Roma, inició una extraña colección: las huellas de fuego dejadas en páginas de libros, ropas o sábanas por almas que han regresado del más allá para «pedir el sufragio de misas».

¡Lo que necesitan las almas del purgatorio son misas, muchas misas!


La iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio, situada frente al Tíber, en Roma, constituye una curiosidad en sí misma: es la única construcción de estilo neogótico de la capital. Pequeña, apretada entre altos edificios, es una rareza arquitectónica de la Ciudad Eterna. Pero encierra otras rarezas, además de su aspecto exterior.

Dentro de la iglesia hay algo que quizá sea único en el mundo: en un cuartito contiguo a la iglesia se puede adivinar lo que podríamos llamar «una colección de testimonios del más allá». Se trata de un conjunto de sábanas, hábitos, tablillas y páginas de libros encerrados en vitrinas de cristal, todos los cuales muestran signos impresionantes: cruces, huellas ennegrecidas de dedos y de manos.Esta singular colección fue iniciada en 1897. En aquel año, la capilla de la Virgen del Rosario, situada junto a la iglesia, se incendió. Cuando las llamas quedaron extinguidas el párroco de aquella época, Victor Jouet, observó algo extraño en una pared del altar. Quizá había sido una jugarreta del fuego, pero el hecho era que el humo había trazado un dibujo que resultaba, por lo menos, alucinante: parecía un rostro, un rostro de expresión afligida y melancólica.
Jouet llegó a una conclusión muy personal: quizá era un difunto que trataba de comunicarse con los vivos, probablemente un alma en pena, condenada a pasar un período más o menos largo en el purgatorio. El religioso se preguntó si en otros lugares se habrían registrado apariciones análogas, y comenzó a realizar investigaciones en ese sentido.La búsqueda no resultó nada sencilla pero, al cabo de algunos años, el padre Jouet consiguió reunir muchos testimonios curiosos que parecían confirmar su hipótesis: en varios casos, almas que se encontraban en el purgatorio se habían manifestado a los vivos, pidiendo plegarias e intercesiones que apresuraran su llegada al paraíso.
La documentación relativa a estos hechos increíbles se conserva justamente en el museo anexo a la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio, un museo escalofriante que permite revivir, a través de las dramáticas «huellas de fuego» que han persistido de ellas, las sombrías historias que ocurrieron en el. pasado.
La hermana Margarita, aunque lógicamente se sentía aterrorizada, creía ser víctima de una alucinación. Y, para convencerla, la aparición quiso dejar un signo tangible de su presencia y tocó con un dedo de fuego la funda de su almohada.
Junto a este documento, se encuentra en la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio otro testimonio ultraterreno. Fue dejado, el 1 de noviembre de 1731, por el padre Panzini, abad de la ciudad italiana de Mantua. Su venida a este mundo para pedir la intercesión de los vivos se estampó sobre la túnica de la venerable madre Isabella Fornari, abadesa de las clarisas de Todi, con dos huellas, la segunda de las cuales quemó el hábito y la camisa de la religiosa. El padre Panzini dejó además otros «signos» en hojas de papel y en una mesilla de madera en la que hasta quedó impresa una cruz.Era la noche del 21 de diciembre de 1838. José Stitz estaba leyendo un libro de oraciones cuando, de improviso, se estampó en una de las páginas la huella de una mano. El corazón de Stitz dio un brinco de temor, tanto más porque le pareció sentir una presencia insólita, una ráfaga de viento frío. Después, creyó escuchar una voz: reconoció la de su hermano, muerto hacía poco, que le suplicaba que hiciera rezar unas misas por su alma, para abreviar su estancia en el purgatorio. Stitz se sobresaltó; creyó que se había quedado dormido un momento, pero no era así: lo probaba la palma ennegrecida claramente visible en una página del libro.También le hermana Margarita del Sagrado Corazón recibió, en la noche del 5 de junio de 1864, una visita de ultratumba. La religiosa estaba acostada; de pronto, su celda se llenó de sombras indistintas y una de éstas se fue concretando, lentamente, hasta hacerse reconocible: era la hermana María, muerta poco tiempo antes. La aparición, vestida con el hábito de las clarisas –orden a la que había pertenecido la difunta–, parecía desesperada. Cuando vivía –explicó a la atónita Margarita– había cometido un grave pecado: había deseado ardientemente la muerte, con el objeto de sustraerse a los dolores que le causaba la enfermedad que sufría, y a consecuencia de la cual murió. Por esto, le habían correspondido veinte años de purgatorio. El «fantasma» pidió luego oraciones que apresuraran su paso al paraíso.
Agreguemos, finalmente, que algunas de estas historias tienen como protagonistas, ya a religiosos, ya a creyentes fervientes, como José Stitz, que estaba leyendo un libro de oraciones cuando se le apareció su difunto hermano.¿Será esta una explicación demasiado racionalista? No deja de ser extraño que ni siquiera quienes creen en la realidad del espiritismo hagan figurar con seguridad «las huellas de fuego» entre los fenómenos que dan fe de una comunicación entre este y «el otro mundo». Hechos de este tipo suceden muy pocas veces en el curso de sesiones mediúmnicas. El estudioso alemán Hartmann informó acerca de uno, ocurrido en presencia de la médium Elisabetta Esslinger:La lista podría continuar largamente, pero bastará con recordar aquí otra historia vinculada a una huella de fuego. Se remonta a 1814. Una noche de ese año Margarita Demmerlé, de Metz (Francia), recibió la visita de la madre de su marido: «Soy tu suegra, muerta de parto hace treinta años –dijo el fantasma–. Haz una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Marienthal por mí.» La nuera obedeció, y cuando hubo realizado la peregrinación, la difunta reapareció. Después de agradecerle su bondad le dijo que, finalmente, estaba a punto de ascender al paraíso y le dejó un «recuerdo»: una huella de fuego en el vestido que llevaba.¿Qué decir a propósito de este insólito «museo del más allá»? Quizá convenga subrayar, en primer lugar, que los episodios ocurrieron en épocas pasadas, cuando la gente quizá estuviera más dispuesta a aceptar la posibilidad de estas «visitas». Hay que observar, además, que estas extrañas apariciones siempre tuvieron lugar por la noche, en las horas que se han revelado como más idóneas para que se produzcan fenómenos de alucinación y sugestión. 

En el transcurso de una sesión, la mujer, antes de estrechar la mano a una presunta «pobre alma», liberada por medio de sus asiduas plegarias, se envolvió la mano con un pañuelo. Fue una protección utilísima, porque el apretón hizo saltar chispas que dejaron sobre la tela trazas de quemaduras en forma de mano.

Por otro lado, en un opúsculo editado por los misioneros del Sagrado Corazón se puede leer:
La Iglesia condena el espiritismo, considerado una creencia susceptible de evocar con prácticas mediúmnicas el espíritu de los difuntos. Pero el museo recoge solamente huellas causadas por almas que volvieron espontáneamente, para pedir sufragios de plegarias o buenas obras.Las «huellas de fuego» se hallan, por lo tanto, estrechamente ligadas a un problema de fe. Misteriosas, enigmáticas, constituyen un desafío inquietante para el hombre del año 2000 que, evidentemente, es ya incapaz de sumergirse en una atmósfera que haga posibles fenómenos de este tipo. 

 

Video sobre el Museo de las almas del Purgatorio.


Huellas De Fuego: ¿Mensajes Del Purgatorio?
En 1897, el párroco de la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio, en Roma, inició una extraña colección: las huellas de fuego dejadas en páginas de libros, ropas o sábanas por almas que han regresado del más allá para «pedir el sufragio de misas».

LEELO Y DESPIERTA!

«En mi larga vida», escribe un sacerdote,» vi muchas manifestaciones de generosidad de los católicos por los pobres y necesitados, de acuerdo con lo que Nuestro Señor nos mandó hacer.

«También noté que algunos católicos son, por supuesto, muy generosos y buenos. Algunos se preocupan por los pobres, otros por los enfermos. Leprosos, pacientes de cáncer, deficientes mentales, todos tienen amigos. Algunos prefieren ayudar a los jóvenes, los corazones de otros prefieren a los ancianos».

«Lo más extraño de todas las cosas, es que nunca encontré ni un hombre, ni una mujer que se haya dedicado por completo, de todo corazón, a la más grande de las caridades, por los mas necesitados, esto es, por las santas Almas del Purgatorio. Debe haber algunos que lo hacen, pero en mi larga y variada experiencia, no encontré ninguno».

Y las palabras de este sacerdote son pura verdad!

Apelamos a aquellos que todavía no se han dedicado a si mismos a alguna forma particular de caridad, para que se dediquen con todas sus energías a las Animas Benditas. Hagan todo lo que puedan personalmente, e induzcan a otros a hacer lo mismo.

La mejor manera es practicar los consejos incluidos en este librito, y esparcir cientos de copias, y hacer cientos de Almas amigas en el Purgatorio y luego en el cielo.

Pues… quién puede leerlo y rehusarse a ayudarlas?


Fuente: Jesús te busca.

Visto en Crux et Gladius.

UN ESCAPE DE UN ASALTO

El Padre Luis Manaci, un celoso misionero, tenía gran devoción a las Almas del Purgatorio. Se encontró una vez realizando un viaje peligroso, pero con mucha confianza pidió a las Animas Benditas que lo protegieran de los peligros que se iría encontrando. Su camino bordeaba una zona desértica, en la cual se sabía que estaba infestada de peligrosas gavillas. Cuando se encontraba rezando el Santo Rosario por las Almas, cuál no fue su sorpresa, de verse rodeado de una custodia de espíritus benditos. Pronto el descubrió la razón. Había pasado por una emboscada, pero las Santas Almas lo rodearon y lo taparon, tornándolo invisible para los miserables que buscaban su vida. Lo acompañaron hasta que estuvo seguro y fuera de peligro.

Apostolado Eucarístico

EL IMPRENTERO DE COLONIA

William Freyssen, da su testimonio de como su hijo y esposa recobraron la salud gracias a las Almas del Purgatorio. Un día le encargaron imprimir un librito sobre el Purgatorio. Cuando realizaba las tareas de corrección del texto, su atención fue captada por los hechos narrados en el libro. El aprendió por primera vez las maravillas que las Santas Almas pueden obrar por sus amigos.

Por aquel tiempo su hijo cayó gravemente enfermo, y pronto su estado se volvió desesperante. Recordando lo que había leído acerca del poder de las Santas Almas, Freyssen hizo la promesa solemne de imprimir mil libritos a su propia expensa, con su firma impresa. Fue a la iglesia y, una vez dentro, hizo un voto solemne. En ese momento una sensación de paz y confianza inundaron su alma. A su retorno a casa, su hijo, que no podía tragar ni una gota de agua, pidió algo de comer. Al día siguiente estaba fuera de peligro y pronto, completamente curado.

Al mismo tiempo, Freyssen ordenó imprimir los libros del Purgatorio para ser distribuidos, sabiendo que la mejor forma de obtener ayuda para las almas sufrientes, era interesando a mucha gente sobre el tema. Nadie que sabe sobre el sufrimiento de estas pobres almas, niega una oración a ellas.

El tiempo pasó, y una nueva tristeza se cernía sobre este imprentero. Esta vez su amada esposa cayó enferma y a pesar de todos los cuidados iba cada vez peor. Perdió el uso de razón y quedó casi completamente paralizada, de modo que los doctores no le dieron muchas esperanzas.

El marido, recordando todo lo que las Almas del Purgatorio habían hecho a su pequeño hijo, corrió otra vez a la Iglesia y prometió solemnemente, como otrora, imprimir 200 de los libros del Purgatorio, en principio, como urgente socorro de las Animas benditas. Imposible de relatar. La aberración mental de su esposa cesó, y comenzó a mover su lengua y extremidades. En un corto período ella estaba perfectamente sana.

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UNA AVENTURA EN LOS APENINOS

Un grupo de sacerdotes fueron convocados a Roma para tratar un asunto de gravedad. Eran portadores de importantes documentos, y una gran suma de dinero les fue confiada para el santo Padre. Atentos al hecho que los Apeninos, los cuales habían de cruzar, estaban infestados de forajidos, eligieron un guía de confianza. No había por aquel entonces túneles ni trenes para cruzar las montañas.

Se encomendaron a la protección de las Animas Benditas del Purgatorio, y decidieron recitar el De Profundis cada hora por ellas.

Cuando llegaron al corazón de las montañas, el que iba mas adelante de todos dio la voz de alarma a la vez que espoleaba a los caballos a todo galope. Mirando alrededor, los sacerdotes vieron a ambos lados del sendero fieras bandas de forajidos fuertemente armados y apuntándoles. Se vieron en una emboscada y estaban a la completa merced de los delincuentes.

Después de una hora de temerario avance, el guía paró y mirando a los sacerdotes, dijo:» No puedo entender cómo escaparon. Esta gente nunca perdona a nadie».

Los padres estaban convencidos que debían su seguridad a las Santas Almas, como luego se confirmaría con un hecho que disiparía toda duda.

Cuando concluyeron su misión en Roma, uno de ellos fue destinado a la Ciudad Eterna, como capellán de una prisión. No mucho después, uno de los más feroces bandidos en Italia fue capturado, y condenado a muerte por una larga serie de asesinatos y esperaba la ejecución en su celda.

Ansioso de ganar su confianza, el capellán le contó sus aventuras, entre ellas las de los Apeninos. El criminal manifestó gran interés en la historia. Cuando terminó el curita su relato, el asesino exclamó: «YO FUI el líder de esa banda! Estabamos seguros de que ustedes portaban dinero y estabamos decididos a matarlos y saquearlos. Pero una fuerza invisible nos impidió disparar, pues queríamos hacerlo pero no podíamos».

El capellán luego le contó al delincuente cómo se habían encomendado a la protección de las Almas del Purgatorio, y que ellos atribuían su liberación a su protección.

El bandido no tuvo dificultad en creer. De hecho, hizo su conversión mucho más fácil. Murió con arrepentimiento.

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