Un nuevo colegio, a los pies de la Virgen

Lucía Calvo, Madrid (Alfa y Omega)
«Todos los años vengo a esta Jornada de Torreciudad -afirma doña Lucía Calvo-. Pero tengo que reconocer que este año es especial. Soy la directora académica del colegio Alborada, que comenzó su andadura el año pasado, en Alcalá de Henares. Por eso, un grupo de padres y de niños hemos querido venir juntos para darle gracias a la Virgen por la impresionante acogida que tuvimos el año pasado, y ponerle a sus pies las intenciones de todos los niños y sus familias».

XXI Jornada Mariana de la Familia

Alfa y Omega

Celebrada en Torreciudad la XXI Jornada Mariana de la Familia

«La Iglesia, al lado de las vidas amenazadas»

Existen otros púlpitos fuera de los templos: la calle, el círculo de amigos, la escalera de vecinos… y pueden (y deben) ser utilizados por las familias cristianas para dar testimonio de sus vidas, con sus dificultades reales, y con sus soluciones «humildes pero eficaces». Así se expresaba monseñor Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo, en la Eucaristía durante la Jornada Mariana de la Familia, celebrada, el pasado sábado, en el santuario de Torreciudad

Procesión de ofrendas a la VirgenUnas 14.000 personas se reunieron, el pasado sábado, en la explanada del santuario de Torreciudad, en Huesca. El motivo era la anual Jornada Mariana de la Familia, en su cita número 21. Como cada año, cientos de autobuses y coches llenaban la subida al santuario y los aparcamientos, mientras que, en la explanada, el tráfico era también intenso debido igualmente a vehículos con ruedas, pero sin motor. Eso sí, con bebés, y muchos.

La Jornada comenzaba a las doce de la mañana con unas ofrendas a la Virgen de Torreciudad, en las que participaron niños y familias, y continuaba con la Eucaristía, presidida por monseñor Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo y Administrador Apostólico de las diócesis de Huesca y de Jaca. Además, la Jornada contó con un mensaje de Benedicto XVI, en el que animaba a las familias «a poner en el centro del hogar el Amor de Cristo», y recomendaba a los esposos «ofrecer el testimonio de una vida familiar en la que se exprese la fe, se trate con Dios en la oración y se procure el bien de cada uno de sus miembros».

Durante su homilía, monseñor Sanz recordó que «asistimos a diversas predicaciones sobre la familia. Los distintos púlpitos nos presentan de modo plural y contradictorio su mensaje sobre la familia: el modelo confuso del vale todo y el modelo basado en la comunidad de amor entre hombre y mujer, abiertos a la vida y con una voluntad de fidelidad y felicidad para siempre». La Iglesia -manifestó el arzobispo de Oviedo- «sigue predicando este modelo. Pero somos conscientes que hay leyes que banalizan el matrimonio, juegan con la vida y hacen de su norma legal el principio falso por el que regirse. El hecho de que se llame matrimonio a lo que matrimonio no puede ser; el hecho de que se facilite su ruptura con las prisas de un expres; el hecho de no respetar la vida del no nacido de la manera más cruel, y con inconfesados beneficios económicos, haciendo del infanticidio el negocio del aborto; el hecho de imponer en lo que es sólo competencia de los padres una educación estatalista con indebida injerencia a través de una manipulación de la ciudadanía; el hecho de que haya toda una puesta en escena a través de series televisivas o programas y pseudo debates, en donde se ridiculiza el modelo cristiano y natural de familia, y se propone sin sonrojo el esperpento del mal gusto, de la provocación y de la grosería… Todo ello nos dibuja una realidad que es severa y dura, y en la que no caben tibiezas ni componendas, y es preciso actuar».

Como solución a todos estos problemas, el arzobispo de Oviedo habló de predicaciones alternativas, desde otros púlpitos bien distintos a los de los templos y, sin embargo, al alcance de todo el mundo; se trata del «testimonio gozoso y bello que nos narra la familia cristiana, con sus dificultades reales y con sus soluciones humildes pero eficaces. Hay púlpitos que tienen la forma de nuestras calles, de nuestros foros de amigos, de nuestros círculos familiares, del mundo del trabajo o de la escuela, de la escalera de vecinos». Porque a la Iglesia le «interesa toda la vida en todas sus fases y en todos sus desenlaces». Pero, sobre todo, «la vida más vulnerada y vulnerable: la del no nacido, la del anciano o enfermo terminal, la vida de quien, por falta de recursos ante la crisis económica y moral, no puede llevar adelante con dignidad su existencia». Monseñor Sanz recordó que «son muchas las víctimas de esta vida amenazada a las que la Iglesia quiere prestar su humilde voz para decir a la vida, a toda la vida, porque en ella siempre se nos susurra o se nos grita Dios».

La Jornada terminó con actuaciones y espectáculos para niños, mientras que miles de personas acudían a la ermita de Torreciudad en una pequeña peregrinación montañera.

La causa del Cardenal Newman

Un bebé con severas deformaciones nació en una condición perfectamente normal luego que la madre rezara al Cardenal John Henry Newman.

El Vaticano está investigando la inexplicable curación como un posible signo sobrenatural que podría llevar a la canonización del converso victoriano.

El Papa beatificará al Cardenal Newman en Cofton Park, Birmingham, el domingo, siguiendo a la curación de una paralizante condición de la columna vertebral del diácono norteamericano Jack Sullivan en el 2001. Se requiere un segundo milagro para la canonización.

Andrea Ambrosi, quien está a cargo de la causa de canonización del Cardenal Newman, dijo que la curación del bebé “podría ser el milagro para la canonización”.

Ann Widdecombe, ex miembro del Parlamento y católica conversa dijo que los escaneos prenatales revelaban que el bebé tenía “severas deformaciones” y que los doctores estaban convencidos que no podrían hacer nada para ayudarlo. “El niño nació perfecto, luego de que la madre rezara a Newman, y los científicos no pueden explicarlo”, dijo Widdecombe.

El Padre Richard Duffield, preboste del Oratorio de Birmingham y actor de la causa, confirmó que “un tribunal de investigación sobre un nuevo milagro… está a punto de abrirse en la arquidiócesis de Ciudad de México”.

“El milagro del que se habla tuvo lugar luego del anuncio formal de la beatificación de Newman”, dijo. “Esto significa que, de hallarse que es genuino, podría ser tomado en consideración como el segundo milagro necesario para la canonización de Newman. Se espera que las declaraciones de testimonio de los involucrados y de los equipos médicos estén listas para ser enviadas a Roma a principios del 2011”.

InfoCatólica

Newman podría convertirse en Doctor de la Iglesia

El portavoz vaticano, afirmó que era una posibilidad concreta

Tras la beatificación de John Henry Newman, que tuvo lugar ayer, se abre la vía para su posible canonización. Por las grandes aportaciones del cardenal inglés a la Teología católica, al concepto católico de universidad y a la comprensión de la conciencia moral, entre otros temas, se ha planteado también su posible proclamación como Doctor de la Iglesia. El P. Lombardi, portavoz del Vaticano, señaló que el Papa ha denominado ya en una ocasión «doctor de la Iglesia» al nuevo beato y que, después de su canonización, podría pensarse en esa proclamación.

(CNA/Bruno Moreno/InfoCatólica) La beatificación de John Henry Newman proclamada ayer solemnemente por Benedicto XVI es el primer paso necesario para su posible canonización en el futuro. El P. Lombardi mencionó este tema en unas declaraciones ante la prensa, inmediatamente después de la Misa de beatificación que tuvo lugar en Birmingham.

Un periodista le preguntó si el Papa, cuya admiración por Newman es muy conocida, tenía la intención de canonizarlo también. El P. Lombardi señaló que el proceso de canonización tiene sus etapas marcadas por el derecho canónico y que, el Papa se muestra siempre “muy respetuoso” con las normas de este proceso. En particular, es necesario que se reconozca un segundo milagro obrado por el ahora beato antes de que pueda convertirse en santo canonizado.

El hecho de que el Papa haya presidido la Misa de beatificación de Newman, sin embargo, podría ser, a juicio del portavoz vaticano, un incentivo para este  proceso, ya que hará que aumente la atención y devoción de los fieles para con Newman. En consecuencia, habrá probablemente muchas personas que pedirán gracias a Dios por su intercesión. “Confiamos en que también habrá una canonización”, concluyó.

El P. Lombardi mencionó también la posibilidad de que Newman sea nombrado Doctor de la Iglesia. Aunque existen miles de santos canonizados, los Doctores de la Iglesia son muy poco numerosos. Únicamente treinta y tres santos han sido declarados Doctores de la Iglesia hasta el momento y sólo uno de ellos nació en las Islas Británicas, San Beda el Venerable. Otro de ellos, San Anselmo, que había nacido en Italia, llegó a ser Arzobispo de Canterbury, en Inglaterra.

El P. Lombardi recordó que el mismo Papa, en el avión camino a Escocia el jueves pasado, usó el apelativo de doctor de la Iglesia para referirse al cardenal Newman. Para Benedicto XVI, la “grandeza excepcional para nuestro tiempo” de Newman le convierte en “una figura de doctor de la Iglesia para nosotros y para todos, y también un puente entre anglicanos y católicos”. En la homilía de la Misa de beatificación, el Papa señaló especialmente como aportaciones del nuevo beato su profundización en la naturaleza de la conciencia, la relación entre la fe y la razón o la educación universitaria católica.

Para el portavoz vaticano, la declaración de John Henry Newman como Doctor de la Iglesia podría ser algo “espontáneo” tras su canonización. Debido a las grandes aportaciones de Newman al pensamiento católico, el P. Lombardi consideró que existe “una posibilidad concreta de que el Papa actúe en este sentido”.

Segundo milagro del cardenal Newman

Estudian en México un segundo milagro del cardenal Newman

20 de septiembre, 2010.

El postulador de la causa de canonización de John Henry Newman, ha dicho que ya está estudiando el segundo milagro, el necesario para que el Papa lo declare santo.

El posible milagro se produjo en Ciudad de México hace algunos meses. Tras detectar a un feto una severa malformación, la madre rezó al cardenal Newman para que su hijo naciese sin problemas. Sin que los médicos pudiesen explicar la razón, el niño vino al mundo en perfecto estado.

Como se produjo después del anuncio oficial de la beatificación del cardenal Newman, si se confirma, este milagro sería válido para la futura canonización.

Homilia de Benedicto XVI en Westminster

Vaticano

Queridos amigos en Cristo:

Os saludo a todos con alegría en el Señor y os doy las gracias por vuestra calurosa acogida. Agradezco al Arzobispo Nichols sus palabras de bienvenida de vuestra parte. Verdaderamente, en este encuentro entre el Sucesor de Pedro y los fieles de Gran Bretaña, “el corazón habla al corazón», gozándonos en el amor de Cristo y en la común profesión de la fe católica que nos viene de los Apóstoles. Me alegra especialmente que nuestro encuentro tenga lugar en esta catedral dedicada a la Preciosísima Sangre, que es el signo de la misericordia redentora de Dios derramada en el mundo por la pasión, muerte y resurrección de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. De manera particular, saludo al Arzobispo de Canterbury, quien nos honra con su presencia.

Quien visita esta Catedral no puede dejar de sorprenderse por el gran crucifijo que domina la nave, que reproduce el cuerpo de Cristo, triturado por el sufrimiento, abrumado por la tristeza, víctima inocente cuya muerte nos ha reconciliado con el Padre y nos ha hecho partícipes en la vida misma de Dios. Los brazos extendidos del Señor parecen abrazar toda esta iglesia, elevando al Padre a todos los fieles que se reúnen en torno al altar del sacrificio eucarístico y que participan de sus frutos. El Señor crucificado está por encima y delante de nosotros como la fuente de nuestra vida y salvación, «sumo sacerdote de los bienes definitivos”, como lo designa el autor de la Carta a los Hebreos en la primera lectura de hoy (Hb 9,11).

A la sombra, por decirlo así, de esta impactante imagen, deseo reflexionar sobre la palabra de Dios que se acaba de proclamar y profundizar en el misterio de la Preciosa Sangre. Porque ese misterio nos lleva a ver la unidad entre el sacrificio de Cristo en la cruz, el sacrificio eucarístico que ha entregado a su Iglesia y su sacerdocio eterno. Él, sentado a la derecha del Padre, intercede incesantemente por nosotros, los miembros de su cuerpo místico.

Comencemos con el sacrificio de la Cruz. La efusión de la sangre de Cristo es la fuente de la vida de la Iglesia. San Juan, como sabemos, ve en el agua y la sangre que manaba del cuerpo de nuestro Señor la fuente de esa vida divina, que otorga el Espíritu Santo y se nos comunica en los sacramentos (Jn 19,34; cf. 1 Jn 1,7; 5,6-7). La Carta a los Hebreos extrae, podríamos decir, las implicaciones litúrgicas de este misterio. Jesús, por su sufrimiento y muerte, con su entrega en virtud del Espíritu eterno, se ha convertido en nuestro sumo sacerdote y «mediador de una alianza nueva» (Hb 9,15). Estas palabras evocan las palabras de nuestro Señor en la Última Cena, cuando instituyó la Eucaristía como el sacramento de su cuerpo, entregado por nosotros, y su sangre, la sangre de la alianza nueva y eterna, derramada para el perdón de los pecados (cf. Mc 14,24; Mt 26,28; Lc 22,20).

Fiel al mandato de Cristo de «hacer esto en memoria mía» (Lc 22,19), la Iglesia en todo tiempo y lugar celebra la Eucaristía hasta que el Señor vuelva en la gloria, alegrándose de su presencia sacramental y aprovechando el poder de su sacrificio salvador para la redención del mundo. La realidad del sacrificio eucarístico ha estado siempre en el corazón de la fe católica; cuestionada en el siglo XVI, fue solemnemente reafirmada en el Concilio de Trento en el contexto de nuestra justificación en Cristo. Aquí en Inglaterra, como sabemos, hubo muchos que defendieron incondicionalmente la Misa, a menudo a un precio costoso, incrementando la devoción a la Santísima Eucaristía, que ha sido un sello distintivo del catolicismo en estas tierras.

El sacrificio eucarístico del Cuerpo y la Sangre de Cristo abraza a su vez el misterio de la pasión de nuestro Señor, que continúa en los miembros de su Cuerpo místico, en la Iglesia en cada época. El gran crucifijo que aquí se yergue sobre nosotros, nos recuerda que Cristo, nuestro sumo y eterno sacerdote, une cada día a los méritos infinitos de su sacrificio nuestros propios sacrificios, sufrimientos, necesidades, esperanzas y aspiraciones. Por Cristo, con Él y en Él, presentamos nuestros cuerpos como sacrificio santo y agradable a Dios (cf. Rm 12,1). En este sentido, nos asociamos a su ofrenda eterna, completando, como dice San Pablo, en nuestra carne lo que falta a los dolores de Cristo en favor de su cuerpo, que es la Iglesia (cf. Col 1,24). En la vida de la Iglesia, en sus pruebas y tribulaciones, Cristo continúa, según la expresión genial de Pascal, estando en agonía hasta el fin del mundo (Pensées, 553, ed. Brunschvicg).

Vemos este aspecto del misterio de la Sangre Preciosa de Cristo actualizado de forma elocuente por los mártires de todos los tiempos, que bebieron el cáliz que Cristo mismo bebió, y cuya propia sangre, derramada en unión con su sacrificio, da nueva vida a la Iglesia. También se refleja en nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo que aun hoy sufren discriminación y persecución por su fe cristiana. También está presente, con frecuencia de forma oculta, en el sufrimiento de cada cristiano que diariamente une sus sacrificios a los del Señor para la santificación de la Iglesia y la redención del mundo. Pienso ahora de manera especial en todos los que se unen espiritualmente a esta celebración eucarística y, en particular, en los enfermos, los ancianos, los discapacitados y los que sufren mental y espiritualmente.

Pienso también en el inmenso sufrimiento causado por el abuso de menores, especialmente por los ministros de la Iglesia. Por encima de todo, quiero manifestar mi profundo pesar a las víctimas inocentes de estos crímenes atroces, junto con mi esperanza de que el poder de la gracia de Cristo, su sacrificio de reconciliación, traerá la curación profunda y la paz a sus vidas. Asimismo, reconozco con vosotros la vergüenza y la humillación que todos hemos sufrido a causa de estos pecados; y os invito a presentarlas al Señor, confiando que este castigo contribuirá a la sanación de las víctimas, a la purificación de la Iglesia y a la renovación de su inveterado compromiso con la educación y la atención de los jóvenes. Agradezco los esfuerzos realizados para afrontar este problema de manera responsable, y os pido a todos que os preocupéis de las víctimas y os compadezcáis de vuestros sacerdotes.

Queridos amigos, volvamos a la contemplación del gran crucifijo que se alza por encima de nosotros. Las manos de Nuestro Señor, extendidas en la Cruz, nos invitan también a contemplar nuestra participación en su sacerdocio eterno y por lo tanto nuestra responsabilidad, como miembros de su cuerpo, para que la fuerza reconciliadora de su sacrificio llegue al mundo en que vivimos. El Concilio Vaticano II habló elocuentemente sobre el papel indispensable que los laicos deben desempeñar en la misión de la Iglesia, esforzándose por ser fermento del Evangelio en la sociedad y trabajar por el progreso del Reino de Dios en el mundo (cf. Lumen gentium, 31; Apostolicam actuositatem, 7). La exhortación conciliar a los laicos, para que, en virtud de su bautismo, participen en la misión de Cristo, se hizo eco de las intuiciones y enseñanzas de John Henry Newman. Que las profundas ideas de este gran inglés sigan inspirando a todos los seguidores de Cristo en esta tierra, para que configuren su pensamiento, palabra y obras con Cristo, y trabajen decididamente en la defensa de las verdades morales inmutables que, asumidas, iluminadas y confirmadas por el Evangelio, fundamentan una sociedad verdaderamente humana, justa y libre.

Cuánto necesita la sociedad contemporánea este testimonio. Cuánto necesitamos, en la Iglesia y en la sociedad, testigos de la belleza de la santidad, testigos del esplendor de la verdad, testigos de la alegría y libertad que nace de una relación viva con Cristo. Uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos hoy es cómo hablar de manera convincente de la sabiduría y del poder liberador de la Palabra de Dios a un mundo que, con demasiada frecuencia, considera el Evangelio como una constricción de la libertad humana, en lugar de la verdad que libera nuestra mente e ilumina nuestros esfuerzos para vivir correcta y sabiamente, como individuos y como miembros de la sociedad.

Oremos, pues, para que los católicos de esta tierra sean cada vez más conscientes de su dignidad como pueblo sacerdotal, llamados a consagrar el mundo a Dios a través de la vida de fe y de santidad. Y que este aumento de celo apostólico se vea acompañado de una oración más intensa por las vocaciones al orden sacerdotal, porque cuanto más crece el apostolado seglar, con mayor urgencia se percibe la necesidad de sacerdotes; y cuanto más profundizan los laicos en la propia vocación, más se subraya lo que es propio del sacerdote. Que muchos jóvenes en esta tierra encuentren la fuerza para responder a la llamada del Maestro al sacerdocio ministerial, dedicando sus vidas, sus energías y sus talentos a Dios, construyendo así un pueblo en unidad y fidelidad al Evangelio, especialmente a través de la celebración del sacrificio eucarístico.

Queridos amigos, en esta catedral de la Preciosísima Sangre, os invito una vez más a mirar a Cristo, que inicia y completa nuestra fe (cf. Hb 12,2). Os pido que os unáis cada vez más plenamente al Señor, participando en su sacrificio en la cruz y ofreciéndole un «culto espiritual» (Rm 12,1) que abrace todos los aspectos de nuestra vida y que se manifieste en nuestros esfuerzos por contribuir a la venida de su Reino. Ruego para que, al actuar así, os unáis a la hilera de los creyentes fieles que a lo largo de la historia del cristianismo en esta tierra han edificado una sociedad verdaderamente digna del hombre, digna de las más nobles tradiciones de vuestra nación.

De «Rottweiller» a «Es un abuelo santo»

LA OPINIÓN PÚBLICA «HA APRENDIDO A QUERER AL PAPA»

La prensa británica ha pasado de calificar al Papa de «Rottweiller», a decir: «Es un abuelo santo»

Todos los tabloides ingleses son unánimes al señalar el gran éxito del viaje de Benedicto XVI a las islas.

Actualizado 20 septiembre 2010

Emili J. Blasco/Abc

La prensa inglesa se ha descubierto finalmente ante Benedicto XVI y unánimente califica de gran éxito el viaje de cuatro días al Reino Unido que el Papa finalizó ayer.

Benedicto XVI ya no es un “Rottweiller” (raza de perro alemán de gran agresividad), como le calificaron los tabloides ingleses en el momento de su elección como sucesor de Juan Pablo II, sino alguien no sólo humano sino incluso con aureola de santidad. “¿Rottweiller? No, es un abuelo santo”, titula “The Sunday Times”, el domininal de calidad de mayor tirada del país. “Fue etiquetado como demonio y martillo de gays, pero Gran Bretaña rápidamente ha aprendido a querer al Papa”, dice este periódico. “The Sunday Telegraph” insiste: “Disipado el mito de Rottweiler”.

La masiva simpatía mostrada por los británicos hacia el Santo Padre durante este viaje, con el simbolismo ayer de un Hyde Park y un centro de Londres repleto de personas que querían saludar al Papa, ha acabado por superar muchos prejuicios en el establishment inglés. Incluso “The Observer”, el dominal de izquierdas, ha optado por un jubiloso Benedicto XVI para su portada, relegando a un rincón la información sobre las protestas contra el Papa día anterior.

El entorno del Papa se muestra especialmente satisfecho por el desarrollo del viaje, consciente de la influencia de la prensa anglosajona en todo el mundo. En este contexto, las fuertes palabras de Benedicto XVI pronunciadas ayer en relación a la controversia sobre la pederastia podrían marcar un cambio de rasante en la polémica.

El propio Santo Padre ha querido reunirse con los responsables de la oficina de prensa del arzobispado de Westminster y con quienes gestionan localmente todo lo relacionado con la pederastia para agradecerles el directo y eficaz modo con que están gestionando este asunto.