Excluído y ridiculizado por ser fiel al Evangelio

BENEDICTO XVI HABLA DE LA COHERENCIA DE VIDA

«Ser excluído y ridiculizado es el precio que paga hoy un cristiano por ser fiel al Evangelio»

Presenta el ejemplo de John Henry Newman en la víspera de su beatificación a más de 85.000 ingleses que se reunieron con él en Hyde Park.

Actualizado 19 septiembre 2010

ZENIT

La vida del cardenal John Henry Newman (1801-1890) muestra que «la pasión por la verdad, la honestidad intelectual y la auténtica conversión son costosas«, dijo en la noche de este sábado el Papa Benedicto XVI durante la vigilia de oración por la beatificación de ese purpurado británico.

El acto de oración tuvo lugar en el Hyde Park, ubicado en el sector Westminster, en pleno corazón Londres, reunión a 80 mil personas, en buena parte jóvenes.
Tras la lectura de las Bienaventuranzas, Benedicto XVI en su homilía compartió a los asistentes la influencia que Newman ha ejercido en su vida y su pensamiento: este anglicano que pasó a formar parte de la Iglesia católica «nos invita a examinar nuestras vidas, para verlas en el amplio horizonte del plan de Dios y crecer en comunión con la Iglesia de todo tiempo y lugar».

Una vida al servicio de la Verdad

El Papa destacó la lucha constante que afrontó el venerable siervo de Dios contra la tendencia de reducir la fe a la esfera privada y a una percepción meramente subjetiva. Una lucha que ofrece grandes enseñanzas para el tiempo presente, «cuando un relativismo intelectual y moral amenaza con minar la base misma de nuestra sociedad».

Newman, siguió diciendo, recuerda que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, tiene un llamado especial: «conocer la verdad, y encontrar en esta verdad nuestra libertad última y el cumplimiento de nuestras aspiraciones humanas más profundas».

Proclamar el Evangelio con valentía

«No podemos guardar para nosotros mismos la verdad que nos hace libres», exhortó el Papa, quien dijo que a ejemplo de Newman «hay que dar testimonio de ella», porque la verdad «pide ser escuchada«. De hecho, el poder de convicción que tiene la verdad «proviene de sí misma y no de la elocuencia humana o de los argumentos que la expongan».

Un nuevo martirio, la ridiculización

Señaló que « el precio que hay que pagar por la fidelidad al Evangelio ya no es ser ahorcado, descoyuntado y descuartizado«, no obstante, quienes proclaman la fe con fidelidad en los tiempos actuales, no pocas veces deben pagar otro precio: «ser excluido, ridiculizado o parodiado«.

Pero advirtió que no por eso la Iglesia «puede sustraerse a la misión de anunciar a Cristo y su Evangelio como verdad salvadora, fuente de nuestra felicidad definitiva como individuos y fundamento de una sociedad justa y humana».

Benedicto XVI invitó a los presentes a vivir con coherencia su fe, a ejemplo de Newman, pues la verdad se transmite «no sólo por la enseñanza formal», sino sobre todo «por el testimonio de una vida íntegra, fiel y santa».

Asimismo, señaló que ante la crisis de fe de la sociedad actual, los cristianos no pueden «permitirse el lujo de continuar como si no pasara nada».

Advirtió que tampoco está bien confiar solamente «en que el patrimonio de valores transmitido durante siglos de cristianismo seguirá inspirando y configurando el futuro de nuestra sociedad».

«Sabemos que en tiempos de crisis y turbación Dios ha suscitado grandes santos y profetas para la renovación de la Iglesia y la sociedad cristiana», recordó el Papa. «Confiamos en su providencia y pedimos que nos guíe constantemente».

A los jóvenes

El Papa hizo un llamado especial a los jóvenes para que escuchen atentamente el llamado particular que hace el Señor a cada uno, sea dentro de la vida consagrada, el sacerdocio o dentro del sacramento del matrimonio: «Pedidle la generosidad de decir ´sí´. No tengáis miedo a entregaros completamente a Jesús. Él os dará la gracia que necesitáis para acoger su llamada».

Y les dio cita con motivo de la Jornada mundial de la Juventud, que se llevará a cabo en Madrid en agosto de 2011, asegurando que es «una magnífica ocasión para crecer en el amor a Cristo» y en una «gozosa vida de fe junto a miles de jóvenes. Espero ver a muchos de vosotros allí».

Al finalizar el discurso, la vigilia de oración continuó con la adoración del Santísimo Sacramento, las letanías del Sagrado Corazón. Posteriormente se elevó la oración Irradiating Christ y el coro entonó el canto Lead, kindly light, ambos compuestos por el cardenal Newman.

John Henry Newman

Que sea Benedicto XVI quien beatifique al cardenal Newman no es baladí. Ambos están hechos de la misma fibra.

Juan Manuel de Prada

Actualizado 18 septiembre 2010

La visita de Benedicto XVI a Gran Bretaña en la coyuntura presente es la más incómoda que uno imaginarse pueda: a la hostilidad «antipapista» que ciertos sectores anglicanos profesan casi a modo de atávico signo de identidad, se suma la hostilidad desatada por las campañas difamatorias contra la Iglesia, a la que la propaganda anticatólica pretende presentar como una especie de secta de sórdidos pedófilos. Benedicto XVI, a quien no ha temblado el pulso a la hora de condenar y castigar a los sacerdotes infieles a su ministerio, tampoco se ha arredrado ante este cóctel explosivo de hostilidades, aunque podemos imaginarnos que en su fuero interno haya pasado en algún momento por las angustias de Getsemaní: «Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». Y obedeciendo esa voluntad ha viajado a Gran Bretaña, para presidir la ceremonia de beatificación del cardenal John Henry Newman (1801-1890), una de las personalidades más influyentes del pensamiento católico de los últimos siglos.

Que sea Benedicto XVI quien beatifique al cardenal Newman no es baladí. Ambos están hechos de la misma fibra: la de los maestros que enseñan no sólo mediante el pensamiento y la palabra, sino también mediante la propia vida, la de quienes tocan al corazón a la vez que iluminan la inteligencia. En diversas ocasiones, el Papa ha reconocido su deuda intelectual y vital con Newman, a quien leyó con gran aprovechamiento en sus años de estudio y cuya conversión al catolicismo siempre ha presentado como ejemplo de encuentro personal de Dios con el hombre. Newman, que en la juventud coqueteó con las tesis liberales, llegó a ordenarse como presbítero anglicano, antes de iniciar un gradual movimiento hacia el pensamiento católico y liderar el Movimiento de Oxford, que se rebeló contra el sometimiento de la iglesia de Inglaterra a una autoridad secularizada, reivindicando el legado de la Tradición. Tras diversos conflictos con las jerarquías anglicanas, Newman acabaría ingresando en la Iglesia católica en 1845 y ordenándose sacerdote dos años más tarde. Fueron muchos sus méritos en el ámbito académico y pastoral; pero fue, sobre todo, un escritor superdotado, de estilo límpido y vibrante, autor de una copiosísima obra —sermones, ensayos, novelas, etcétera—, entre la que se halla una autobiografía, Apologia Pro Vita Suaque, con permiso de San Agustín, puede considerarse el más hermoso testimonio literario jamás escrito sobre un proceso de conversión.

Los lectores curiosos podrán encontrar muchos títulos disponibles de Newman (mientras escribo estas líneas se anuncia la publicación, en El Buey Mudo, de sus Cuatro sermones sobre el Anticristo, de palpitante actualidad), en especial en la editorial Encuentro, que es la que más denodadamente se ha esforzado por divulgar la obra de este gran titán de la pluma; y les aseguro que nunca agradecerán suficientemente el tesoro de delicias (para el corazón y para la inteligencia) que Newman les tiene reservado. Leer a Newman es la mejor manera de entender y acompañar al Papa en esta visita a Gran Bretaña, tan erizada de hostilidades. Seguramente, Benedicto XVI tiene muy presentes aquellas palabras de San Agustín que Newman hace suyas en Apologia Pro Vita Sua: «Sean duros para con vosotros los que no saben por experiencia lo difícil que es distinguir el error de la verdad, y dar con el camino de la vida en medio de los engaños del mundo».

www.juanmanueldeprada.com

El Papa proclama beato a Newman

PRECURSOR DE LA ESCUELA DE OXFORD

El Papa proclama beato, en el centro de Inglaterra, a Newman, un converso del anglicanismo

Ante más de 70.000 personas, el Papa Benedicto XVI proclamó al cardenal Newman nuevo beato de la Iglesia católica en el corazón de una Inglaterra cada vez más secularizada.

Actualizado 19 septiembre 2010

EFE

Benedicto XVI beatificó hoy en Birmingham, en el centro de Inglaterra, al cardenal británico John Henry Newman (1801-1890), considerado uno de los «padres espirituales» del Concilio Vaticano II, un reconocido intelectual, que ha influido en la formación del actual Papa.

Esta ha sido la primera beatificación dirigida personalmente por Benedicto XVI, que tras llegar al Pontificado retomó la tradición de los papas de no presidir estas ceremonias, teniendo en cuenta que la beatificación autoriza el culto local, donde nació y ejerció el beato, mientras la canonización lleva al culto universal, de ahí que sea una prerrogativa del Papa.

Benedicto XVI ha querido resaltar beatificando a Newman la categoría universal del cardenal londinense. La ceremonia se celebró en Cofton Park, en las afueras de Birmingham, cerca de la casa de una de los Oratorios de San Felipe Neri en Inglaterra (Gran Bretaña), fundados por el cardenal, donde se encuentran sus restos.

Más de 70.000 personas
El Papa le proclamó beato ante la presencia de unas 70.000 personas, llegadas de toda Gran Bretaña, en una mañana lluviosa y desapacible. Tras ser proclamado beato se descubrió una foto tamaño gigante del nuevo beato colocada en el altar mayor y sonó música sacra, mientras los miles de presentes aplaudieron.

Curado por la intercesión de Newman
A la proclamación asistió el ex juez y diácono estadounidense Jack Sullivan, de 71 años, que sanó de forma inexplicable para la ciencia de una enfermedad incurable de médula espinal, tras rezar a Newman. El Vaticano reconoció la curación como el milagro que ha elevado al purpurado a los altares y al culto local.

Benedicto XVI anunció que la festividad del nuevo beato será el 9 de octubre, fecha que corresponde al día en que entró en la Iglesia Católica tras la conversión del anglicanismo.

Construir un laicado bien instruido
Tras resaltar las virtudes y el pensamiento del nuevo beato, Benedicto XVI quiso destacar el llamamiento de Newman en aras de un laicado «inteligente y bien instruido».

» Quiero un laicado que no sea arrogante ni imprudente a la hora de hablar, ni alborotador, sino hombres que conozcan bien su religión, que profundicen en ella, que sepan bien dónde están, que sepan qué tienen y qué no tienen, que conozcan su credo a tal punto que puedan dar cuentas de él, que conozcan tan bien la historia que puedan defenderla«, afirmó el Papa, recordando las palabras del cardenal.

El Pontífice también destacó la calidez y humanidad del beato, así como «sus intuiciones sobre la relación entre fe y razón, sobre el lugar vital de la religión revelada en la sociedad civilizada, y sobre la necesidad de un educación esmerada y amplia, que sigue teniendo importancia en la época actual».

Primero fue anglicano
El nuevo beato nació en Londres en 1801 y fue ordenado sacerdote en la Iglesia Anglicana en 1825. Un año más tarde comenzaron sus divergencias con esa iglesia y en 1841 publicó su «Tratado 90» que desató la alarma en los anglicanos y fue censurado.

Tres años más tarde expresó públicamente que sus dudas sobre la Iglesia Anglicana eran superiores a las que tenía sobre la Iglesia Católica.

En 1946 viajó a Roma para prepararse para pasar a la Iglesia Católica y un año después fue ordenado sacerdote en la Ciudad Eterna en los Oratorios de San Felipe Neri, que exportó a Inglaterra.

En 1850 Pío IX le nombró doctor honorario en teología y promulgó la restauración de la jerarquía católica en Inglaterra, ocasionando una dura reacción de los anglicanos.

En 1854 fundó la Universidad Católica de Dublín, mientras prosiguió una intensa actividad de estudios y publicó numerosos escritos, entre ellos «An essay in aid of a Grammar of Assent», una justificación filosófica de la fe.

También publicó la carta «A letter to the Duke of Norfolk», donde respondió a las acusaciones de falta de lealtad de los católicos al Estado.

En 1879 fue creado cardenal por el papa León XIII, un año antes de su muerte.

En 1991 Juan Pablo II le declaró «venerable», primer paso hacia la santidad y en 2009 Benedicto XVI aprobó su beatificación.

Condena del nazismo
Durante la ceremonia Benedicto XVI ha condenado el nazismo, al que ha denominado » ideología demoniaca«, y ha declarado que 70 años después de la «Batalla de Inglaterra» recuerda «con horror y vergüenza» el «estremecedor número de muertos y destrucción» de la guerra. «Para mí, que he vivido y sufrido los largos y tenebrosos días del régimen nazi en Alemania, es profundamente conmovedor estar aquí y recordar a tantos conciudadanos vuestros que sacrificaron sus vidas, resistiendo con tesón a las fuerzas de esta ideología demoníaca», ha afirmado el Papa.

Esta es la segunda vez que Benedicto XVI condena el nazismo durante su visita de cuatro días al Reino Unido.