El SACERDOCIO ES LA OBRA MAESTRA DEL DIVINO AMOR

El SACERDOCIO ES LA OBRA MAESTRA DEL DIVINO AMOR, DE LA SABIDURIA Y DEL PODER DE JESUCRISTO.

NUNCA ATACAR AL SACERDOTE

«Jesús, María, Os amo. Salvad almas.»

CENSURA DEL SACERDOTE

Las Revelaciones De Nuestro Señor a Mutter Vogel

» Uno debe NUNCA se debe censurar al sacerdote; aun cuando se piensa que es culpable de algún error. Al contrario, se debe rogar por él y hacer penitencia, para que se le devuelva Mi gracia. Solamente el sacerdote es el que Me representa a Mí. Así es. ¡Aún cuando él no vive según Mi ejemplo!» (Página 29, «Amor Universal de la Mutter Vogel», de la imprenta: St. Grignon Publishing House, Altöting, South Germany; 29. 6. 1929).

«Cuando un sacerdote cae, debemos extenderle la mano de auxilio, A TRAVÉS DE LA ORACION; ¡Y NO POR MEDIO DE LA CENSURA! Yo mismo seré su Juez. ¡SOLAMENTE YO, Y NADIE MAS! El que censura a un sacerdote, me lo hace a Mí tambié. Hija mía, nunca permitas que se le ataque al sacerdote. Defiéndelo siempre.» (La Fiesta de Cristo Rey, 1937.) «Hija mía, nunca juzgues a tu confesor. Antes bien, reza mucho por él y ofrece la Santa Comunión por su intención cada jueves, mediante las manos de Mi Santísima Madre» (18. 6. 1939). «Ya no vuelvas a pronunciar palabras ásperas (contra ellos); ¡AUNQUE FUERA CIERTO! ¡Cada sacerdote es Mi representante, y Mi Corazón se siente triste y ofendido con tal insulto! Cuando oigas algún juicio contra un sacerdote, reza un Ave María por él.» (28. 6. 1939)

«Si ves a un sacerdote celebrar la Santa Misa indignamente, decir nada a nadie; pero, ¡cuéntamelo a Mí solamente! En el altar Yo estoy junto a él y estoy a su lado. ¡Oh, hay que rezar mucho por Mis sacerdotes! para que amen la pureza sobre todas las cosas y para que celebren el Santo Sacrificio de la Misa, con manos puras y corazones castos. Ciertamente el Santo Sacrificio permanece igual, aun cuando se celebra por un sacerdote indigno. ¡Pero, las gracias derramadas sobre el pueblo no son iguales!» (28. 2. 1938)

María, Reina del clero, rogad por ellos.

No Tengas Miedo

1. “El Señor está conmigo, como fuerte soldado” Jeremías 20 10. El profeta Jeremías ha sido elegido y enviado por Dios para anunciar su palabra, por eso sus enemigos le persiguen a muerte, pero él confía en el Señor que le ha enviado y está seguro en medio de sus persecuciones, de que Dios lo librará de las manos de los impíos. ¡Y no podía callar! Pero tampoco se le ahorraba el sufrimiento, el dolor y la angustia, y las noches sin dormir.

2. Jeremías puede decir con el salmista: “Por ti he aguantado afrentas. Soy un extraño para mis hermanos, porque me devora el celo de tu templo y caen sobre mí las afrentas con que te afrentan” Salmo 68. Si te quisiera menos, no sufriría tanto, mi vida sería más tranquila. Si no buscara tu gloria con tanto ardor, no me arrinconarían, sino que me darían honores; como te soy fiel, si te han perseguido a ti, ¿cómo no van a perseguir a los que te son fieles y te siguen? Me siento extraño en mi propia patria, porque los hombres sólo consideran y honran a los que están a su nivel; lo que se sale de lo normal se considera raro y como que deja al descubierto a los arribistas y a los trepas, a los que buscan las glorias del mundo y se sirven de Dios para encumbrarse. Pero los que buscáis a Dios, viviréis, porque él os protegerá y os defenderá, porque, aunque tarde, escucha a los pobres y su bondad se compadece de los humildes. Poned los ojos en el Señor los humildes y humillados, los preteridos y postergados, El colmará vuestra medida con dones mejores que os llenarán de alegría y de felicidad.

3. También los discípulos de Jesús son enviados a predicar el evangelio y a transmitir lo que ellos han escuchado en su grupo reducido y privilegiado “de noche y al oído, gritándolo desde la azotea”. Jesús utiliza la imagen que ofrecía el ministro de la sinagoga los viernes por la tarde cuando, desde el tejado más alto del pueblo, tocaba la trompeta para anunciar el día del sábado y su descanso. El evangelio ha de ser anunciado así, como en la plaza de Colón de Madrid, en la de San Pedro en Roma, y en tantas plazas del orbe, lo ha anunciado Juan Pablo II, sin miedo, con fuerte presencia dee ánimo y con valentía. El evangelio ha de ser proclamado desde todas las azoteas, incluso de ésta nueva, singular, atractiva y moderna, multiplicadora y colosal, cada día más. La historia de la evangelización no es sólo una cuestión de expansión geográfica, ya que la Iglesia también ha tenido que cruzar muchos umbrales culturales, cada uno de los cuales ha requerido nuevas energías e imaginación para proclamar el único Evangelio de Jesucristo. La era de los grandes descubrimientos, – ha dicho Juan Pablo II- el Renacimiento y la invención de la imprenta, la Revolución industrial y el nacimiento del mundo moderno fueron momentos críticos, que exigieron nuevas formas de evangelización. Ahora, con la revolución de las comunicaciones y la información en plena transformación, la Iglesia se encuentra indudablemente ante otro camino decisivo. Por tanto, es conveniente que reflexionemos en el tema: «Internet: un nuevo foro para la proclamación del Evangelio».

3. Internet es ciertamente un nuevo «foro», entendido en el sentido romano de lugar público donde se trataba de política y negocios, se cumplían los deberes religiosos, se desarrollaba gran parte de la vida social de la ciudad, y se manifestaba lo mejor y lo peor de la naturaleza humana. Era un lugar de la ciudad muy concurrido y animado, que además de reflejar la cultura del ambiente, creaba una cultura propia. Esto mismo sucede con el ciberespacio, que es una nueva frontera que se abre al inicio de este nuevo milenio. Como en las nuevas fronteras de otros tiempos, también ésta entraña peligros y promesas, con el mismo sentido de aventura que caracterizó otros grandes períodos de cambio. Para la Iglesia, el nuevo mundo del ciberespacio es una llamada a la gran aventura de usar su potencial para proclamar el mensaje evangélico. Este desafío está en el centro de lo que significa seguir el mandato del Señor de «remar mar adentro»: «Duc in altum» (Lc 5, 4).

4. Pero, sobre todo, el evangelio ha de ser anunciado encarnado en la propia vida y anunciado boca a boca, como fue anunciado por los primeros cristianos, que convencían por su vida y por su tenacidad en la propagación, tanto en el palacio del emperador, como en los gimnasios y en las tahonas de Roma, o entre los presos en las cárceles. Con ello no hacían más que imitar lo que hizo Jesús: “Coepit facere et docere”. “Comenzó a hacer y a enseñar”. Primero hacer, después, enseñar.

5. “No tengáis miedo a los que os pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma” Mateo 10,26. Sólo debéis tener miedo al pecado que os puede llevar al infierno, separación de Dios, fracaso total, desengaño eterno. Ya hace tiempo que se viene omitiendo sistemáticamente y culpablemente la predicación sobre el infierno, arrastrados por la corriente que no lo quiere ni oír mencionar. “El infierno son los otros”, dijo Sastre. Y se cree llenar esa laguna con la realidad de los infiernos que pueden crear los hombres.

En verdad que los hombres pueden ser creadores de infiernos terribles, Auschwitz, Hirosima, Nagasaki, Kosovo, la persecución de los kurdos, derrumbe de las Torres Gemelas, Atocha y un largo etcétera. También se hace incomprensible a la sensibilidad actual la imagen de un Dios lleno de bondad que castiga con las penas del infierno. Sin embargo, Jesús habla del infierno escatológico muchas veces, y no habrá querido engañarnos como a los niños, a nosotros. La Sagrada Escritura y el Magisterio abundan en textos y definiciones sobre la existencia del infierno, sus penas y su eternidad. La doctrina de la Iglesia, actualizada, la encontramos en el Catecismo de la Iglesia Católica: “Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: “Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna en él” (1 Jn 3, 15). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de él para siempre por nuestra propia y libre elección. El estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno”.

“Jesús habla con frecuencia de la gehenna y del fuego que nunca se apaga, reservado a los que hasta el fin de su vida rehusan creer y convertirse y donde se puede perder el alma y el cuerpo a la vez. Jesús anuncia en términos graves que enviará a sus ángeles que recogerán a todos los autores de iniquidad… y los arrojarán al horno encendido y que pronunciará la condenación: “Alejaos de mí, malditos, al fuego eterno” (Mt 25, 41)”.

“La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad, cuya pena principal consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente el hombre puede tener la vida y la felicidad a la que ha sido creado y a las que aspira” (1033-1035). Cuando, pues, el Magisterio de la Iglesia reafirma las penas del infierno se apoya en un fundamento bíblico sólido. Y ya en el siglo III condenó la apokatástasis de Orígenes. Pues ¿dónde quedaría la libertad y la dignidad del hombre si ésta doctrina fuera verdadera? ¿Dónde la justicia de Dios, reparadora de todas las injusticias interhumanas?

Dos son las penas del infierno: de daño y de sentido. Aquella es esencialmente privativa, que supone privación, a diferencia de la carencia, que sólo dice negación. La privación es ausencia de lo que se debe tener: por eso es penal. Es una carencia y no una negación, que una piedra no tenga ojos porque no le corresponden a su naturaleza. Pero si el hombre carece de ojos, sí que es en él una negación, porque su integridad de cuerpo humano los exige. La privación del bien divino en el hombre, que está destinado a la visión y posesión de Dios en la bienaventuranza, es una ausencia y lejanía que tiene carácter de pena. Pena de daño, que es la pena esencial del infierno, y corresponde al desorden de la separación de Dios. Es la imposibilidad de amar, cuando el hombre ha sido creado para amar, en el infierno no podrá amar.

La pena de sentido corresponde al segundo desorden, que es la entrega de sí mismo que hizo el pecador entregándose a las criaturas. Las penas de sentido son el fuego, la llama, el lago, el crujir de dientes, el gusano roedor. Este fuego, llama, crujir de dientes y gusano no tienen un sentido burdamente realista; ni nos deben dar pie a pensar en torturas sádicas. Pero tampoco nos dan derecho a deducir que se trata de un fuego y unos tormentos puramente simbólicos. Cuando la revelación nos habla de estos misterios tremendos, utiliza un lenguaje propio y claro, con analogías y metáforas abundantes, que envuelven grandes y profundas verdades. Detrás de estas palabras hay una realidad auténtica, un dolor físico, real, añadido a la ausencia de Dios, que quiere expresar el fuego devorador de la santidad de Dios frente al mal, la mentira, el odio y la violencia. Si el cielo es el mismo Dios poseído para siempre, el infierno es Dios mismo perdido para siempre. Y como sólo Dios es la plenitud total y definitiva del hombre, el infierno es el fracaso total y definitivo del hombre y su dolor sin límites y su total desesperación. “Los que entráis aquí, perded toda esperanza”, escribe Dante en la Divina Comedia.

También es clara la eternidad del infierno, aunque no pueda ser entendido por la inteligencia humana. Tengamos por seguro que cuando Dios, suprema bondad y amor, castiga así, es que debe ser así y está cargado de razón, aunque sea un misterio para el hombre. Por eso la Santa Madre Iglesia nos exhorta en la LG 48: “Como no sabemos ni el día ni la hora es necesario según el consejo del Señor estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir como siervos malos y perezosos al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y rechinar de dientes”. Santa Teresa es un excepcional testigo del infierno. Y San Ignacio, en el libro de los Ejercicios, impone la siguiente petición: “Interno conocimiento de lo que sienten los condenados, para que si me olvido del amor del Señor, el temor de las penas, me ayude a no caer en pecado”. Por si falla el freno neumático, echar mano del mecánico.

6. Tampoco debemos olvidar que, aunque los misterios de la escatología tienen por sí mismos un valor muy importante, su valor moral y social es también muy influyente, pues, aunque el vivir humano ha de ser determinado por el amor, la repercusión de sus actos en el más allá, ayuda a los hombres a cumplir con sus deberes acá. Por eso la Escritura nos dice: “Acuérdate de tus postrimerías en todas tus obras, y no pecarás nunca” (Si 7,40). La historia entera demuestra que cuando desaparece Dios y su retribución del horizonte de la cultura, deviene el cataclismo moral en todos los órdenes. Lo estamos comprobando en la actualidad minuto a minuto.

7. Ese miedo sí lo debemos tener. Pero, como puede atenazarnos el miedo a las consecuencias de la predicación del evangelio, ya que se trata de una pasión del apetito sensitivo incontrolable, que se conmueve ante un mal futuro y difícil cuando se siente la impotencia de evitarlo, y Santo Tomás no duda en afirmar que el temor está relacionado con la esperanza, que procede de un mal que nos amenaza, y nos fuerza a huir por temor de perder algo que amamos, diferentes bienes e, incluso la vida, Jesús ya les había advertido a los discípulos que “el que pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no es apto para el Reino de los Cielos” (Lc 9,62).

8. Hay otra clase de miedo que puede paralizar el dinamismo cristiano: la acogida fría o despreciativa de las iniciativas generosas por parte de los encargados de no apagar el espíritu (1 Tes 5,19), sólo porque no se les ha ocurrido a él o porque temen ser eclipsados o, porque carecen de sensibilidad para lo sobrenatural. En la Vida de D. Rufino Aldabalde, cuenta Javierre, cómo su obispo hacía esta pregunta ante la grave enfermedad de Aldabalde: ¿Le habrán dado algún disgusto a Don Rufino? Y él no había hecho otra cosa. Y dice Javierre: ¡Miren la cara ilustrísima de su ilustrísima! Y termina el episodio Javierre: ¡Lástima de crisma que derrocha el Espíritu Santo en tantas consagraciones! A veces serán los mismos compañeros, sus cuchufletas, sus aislamientos, sus abandonos, sus críticas capaces de infundir el miedo en el corazón del más valiente.

Aún hay otro miedo que nos puede paralizar: la falta de fervor, el sentir la esterilidad, el preguntarse por qué no hacer lo que los otros… los sufrimientos interiores, las deserciones de los más íntimos, la estrategia del ostracismo. Se puede sentir miedo y con él la tentación de abandonarlo todo ante las dificultades grandes y graves que se tienen que superar; miedo ante la heroicidad del seguimiento de Cristo; miedo viendo que la muerte está a la puerta si se predica el evangelio íntegramente; miedo porque se ha perdido toda posibilidad de prosperidad humana. Y miedo, cuando el amor de la juventud y el heroísmo se convirtió en monotonía; cuando el amor que experimentábamos parece que no nos dice nada.

9. La Iglesia es jerárquica e infalible en el depósito de la fe; pero no tiene por qué serlo en la digitalina, ni es infalible en el gobierno, y por consiguiente debe recabar información leal y veraz, considerar aptitudes, y carismas diferentes, y debe estar libre de acepción de personas. En esto una cierta democracia real, al modo como se desea y se pide y se predica para la sociedad civil, sería muy útil y progresiva para la extensión del Reino de Dios y su justicia. Pero ocurre que se tiene miedo de escuchar la verdad y no digamos miedo de decirla, aunque se trate de secretos a voces. Se impone la ley del silencio. A los políticos se les puede criticar, censurar y condenar, pero no se puede poner en tela de juicio con modos y caridad, a los actos que, afectando a la comunidad eclesial y siendo públicos, deben estar sujetos también, a la interpretación y a la crítica, para mejor conseguir la extensión del Reino. Pero parece que está investida de infalibilidad hasta para recetar bicarbonato. Se cuenta que Juan XXIII, aconsejaba a un obispo americano que padecía cáncer de estómago que tomara bicarbonato. El obispo le contestó: menos mal que S.S. no es infalible en medicina. San Ignacio creció, se formó y gobernó en tiempos lejanos a la democracia y totalmente absolutistas, y, sin embargo, deja en sus Constituciones el derecho del súbdito a representar sus objeciones, condiciones, razones. Hoy, aunque menos, se sigue teniendo miedo, porque todo está en sus manos que, no pocas veces, son interesadas y hasta apasionadas y vengativas.

10. Pero así como Jeremías ve a Dios como un soldado valeroso que le libra de los enemigos, lo han visto todos los mártires, y lo han superado por la fuerza del Espíritu.. Jesús anuncia al Padre, que cuida de los pajarillos que se caen del nido, o que mueren por el disparo del cazador.

La caída del pájaro del nido, o el disparo del cazador entran dentro de los planes de Dios. Si el pájaro muere es para bien, y si vosotros morís, el Padre sacará gloria y bien de vuestra muerte: “Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos” (Rm 14,8). Los cabellos de vuestra cabeza están contados por el Padre. Si no cae un cabello sin que el Padre lo quiera o lo permita, ¡cuánto menos las persecuciones, las enfermedades, la maledicencia, las persecuciones, la buena o mala fama, escapan de la acción de su Providencia! Si no se mueve la hojita del árbol sin la voluntad de Dios, ¡cuánto menos vuestras vidas de discípulos de Jesús sufrirán menoscabo por vuestra fidelidad en cumplir la misión!

11. “Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo”. Al que defienda los intereses de Cristo, pasando por encima de las dificultades, injusticias, postergaciones, sarcasmos y burlas, desprecios y menoscabos, tendrá un buen defensor ante el Padre: Jesucristo. “Si uno lo niega ante los hombres, también lo negará ante su Padre”. Es una voz de alerta y un estímulo que nos aboca hacia una evangelización intrépida y valerosa, cuando está vigente un cristianismo descafeinado y facilón, que quiere presentarse como un descubrimiento del auténtico cristianismo, para no perder gente, dicen.

12. El Señor que nos ha librado de la muerte eterna por la muerte temporal de su Hijo y Hermano nuestro, Jesús, está ahora mismo librándonos y ofreciéndonos su Espíritu de amor, de energía y entusiasmo, en el sacramento que vamos a consagrar y a comer para fortalecernos en la superación del miedo y encorajarnos en la extensión del Reino, como semilla vivificante de vida eterna.

Reflexión Sobre la Infidelidad

Lupita Venegas nos invita a FORTALECER EL MATRIMONIO. Las adversidades que se presentan en nuestra union de pareja pueden acabar con el amor.

SIEMPRE ANTE LA ADVERSIDAD EXISTE LA OPORTUNIDAD DE CRECER.

En esta ocasion presenta el tema de INFIDELIDAD. Reflexionemos profundamente para tomar la mejor decisión. Decisión con DIOS

Cruza el océano para venir a Medjugorje

Cruza el océano más de 100 veces sólo para venir a Medjugorje

Entre los muchos peregrinos que están llegando a Medjugorje tras la fiesta de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, conocimos a Mary Fernández de Florida, que ha venido a Medjugorje 109 veces hasta ahora. Vino a Medjugorje por primera vez hace más de 22 años, después de leer un libro sobre las apariciones y fue entonces cuando decidió venir por primera vez de peregrinación con su marido. Ya en su primera peregrinación, trajeron con ellos a 37 peregrinos. Mary dice que aquello fue amor a primera vista. “Nosotros siempre rezábamos en mi casa, pero después de Medjugorje, la oración era diferente. Aquí aprendí cómo rezar el Rosario y empecé a vivir la Santa Misa. Los encuentros con Medjugorje me enseñaron cómo aceptar todas las realidades que estaban sucediendo en mi vida. Aprendí que los problemas no van a a desaparecer, pero se resuelven de manera mucho más fácil con Dios. Medjugorje es una escuela de la vida, es cómo mi segunda casa. Siento paz tanto aquí como en mi casa, también.» Junto con su marido, ella está trayendo grupos de Latinoamérica y gente de habla española de Miami, USA.

Un franciscano con piel de tigre

Arregui: un franciscano con piel de tigre

Pero lo del franciscano Arregi no tiene nada que ver con la libertad, ni con la corrección fraterna. Las palabras de ese franciscano contra su obispo sólo trataban de desacreditar al pastor del rebaño, sólo trataban de desprestigiarle, de crear división.

Muchas veces he escrito sobre la libertad. Amo la libertad. La libertad es la que da mérito a nuestras obras. Durante los trece años que he sido párroco siempre he dado la máxima libertad a todos mis colaboradores, la máxima. Mis catequistas gozaban de toda mi confianza y trataba de que cada uno personalizara la catequesis cuanto quisiera. Cualquier feligrés que quisiera decirme algún defecto que en mí hubiera visto, tenía siempre la puerta abierta y a mí dispuesto a escucharle. Dios nos habla a través de los feligreses, me repetía a mí mismo.

Pero lo del franciscano Arregi no tiene nada que ver con la libertad, ni con la corrección fraterna. Las palabras de ese franciscano contra su obispo sólo trataban de desacreditar al pastor del rebaño, sólo trataban de desprestigiarle, de crear división. En sus palabras en vano se buscaba algo constructivo. En vano, pues no nacían de la caridad. Si hubieran nacido de la caridad, le hubiera ido a ver a él, y le hubiera hablado de hermano a hermano, buscando su bien. Pero eso no le interesaba. Lo único que le interesaba era echarlo.

Amo la libertad, pero ninguna sociedad humana puede mantenerse unida sin un cierto grado de disciplina. Hasta una banda de música requiere de orden. Para los insumisos no hay lugar ni en la Filarmónica de Berlín, te lo aseguro.

En su carta de despedida, el franciscano le dice a mi obispo y hermano José Ignacio Munilla: «le deseo lo mejor». No sé si le deseas lo mejor. No soy adivino. Lo que sí que tengo claro es que le deseas lo mejor después de haber machacado su imagen todo lo que ha estado en tu mano. ¿Algún otro buen deseo para el camino? Menos mal que le deseas lo mejor. No quiero pensar lo que hubieras sido capaz de hacer si le llegas a tener manía.

Arregi a lo mejor se piensa que en la época de San Pablo, él hubiera podido criticar al Apóstol públicamente y que San Pablo le hubiera pasado la mano por la cabeza, diciéndole: «¡qué cosas tienes, ay, qué cosas tienes!». Si piensa eso, no ha leído las cartas de San Pablo. San Pablo se hubiera puesto completamente, sin ambigüedades, del lado de monseñor Munilla. Es más, le hubiera dicho: «actúa con prudencia, pero que nadie te desprecie».

Dado que Arregui no puede contar con San Pablo, es mejor retrotraerse a Jesús. Del cual dice que «aunque Jesús hubiera establecido dogmas (?) éstos no serían de ningún modo inamovibles». Tienes razón, Arregi, no hay nada como un dogma provisional. También hay dogmas a rayas, de color beige y de temporada de verano. El dogma pret a porter se lleva mucho ahora en septiembre. Cuando dices que Jesús no estableció ningún magisterio, también estoy totalmente de acuerdo contigo. De hecho cuando Nuestro Señor Jesucristo dijo «quien a vosotros escucha a mí me escucha, quien a vosotros os desprecia a mí me desprecia», probablemente sólo quería hacer un comentario personal y opinable, en realidad quizá estaba hablando de meteorología.

Yo creo que para justificar tus ataques al pastor del rebaño, tampoco te va a servir mucho la figura de Jesús de Nazaret. Te aconsejo que te retrotraigas a Melquisedec, o a los patriarcas antediluvianos, o en concreto a Tubalcaín (Génesis capítulo 4), forjador de instumentos de bronce y hierro, o a Jubal, su hermano, padre de todos los que tocan la lira y la gaita.


P. José Antonio Fortea, sacerdote

El cardenal Newman y la búsqueda de la verdad

sábado, 04 de septiembre de 2010
Cristina Siccardi


ZENIT.org (Entrevista de Carmen Elena Villa)

Después de viajar cinco horas bajo la lluvia, el 8 de octubre Cardenal Newmande 1845, el sacerdote pasionista Domenico Barberi se encontró con el entonces pastor anglicano John Henry Newman, (Londres, 1801 – Birmingham, 1890) quien le pidió que lo acogiera en los brazos de la Iglesia católica, después de décadas de búsqueda en la teología y la filosofía.

El entonces cardenal Ratzinger escribió en 1990, a propósito del centenario de la muerte de Newman: «… fue su conciencia la que lo condujo de los antiguos lazos y de las antiguas certezas dentro del mundo para él difícil y extraño del catolicismo».

Y será el ahora el Papa Benedicto XVI quien lo beatificará en Coventry, centro de Gran Bretaña, el próximo 19 de septiembre durante su viaje a Inglaterra.

Sobre la vida y constante búsqueda de Newman, en la que siempre estuvieron entrelazadas la fe y la razón, ZENIT entrevistó a la escritora italiana Cristina Siccardi, autora del libro Nello specchio del cardinale Newman (En el espejo del Cardenal Newman. Fede & Cultura 2010), cuya publicación en Italia se espera para los próximos días. Cristina Siccardi escribe para varios medios de comunicación católicos en Italia.

Es autora, entre otros libros de La «bambina» di padre Pio. Rita Montella;Santa Rita da Cascia e il suo tempo; Paolo VI. Il papa della luce y Tutto il mondo in un solo cuore. Maddalena Sofia Barat.

¿Cómo transcurrió la infancia de Newman?

John Henry Newman era el primogénito de seis hijos de los esposos John Newman y Jemina Fourdrinier. Nació en Londres y fue bautizado en la Iglesia anglicana de Saint Bennet Fink.

Su padre, un hombre emprendedor, fue subiendo de posición a nivel social hasta convertirse en banquero. Pero luego de varios años de éxito, cayó en bancarrota. Fue el propio John Henry quien tuvo que mantener a toda su familia cuando asistió a la universidad de Oxford.

«Fui educado durante mi infancia a tener el gran placer de leer la Biblia, pero no tuve sólidas convicciones religiosas sino hasta los 15 años», así Newman abrió el segundo párrafo de aquella obra maestra titulada Apología pro vita sua, que escribió en 1864 para combatir a quienes, a raíz de de su conversión, lo habían atacado ácidamente.

Un día, en la ermita de Littlemore, donde se convirtió, encontró y ojeó un viejo cuaderno suyo de escuela. En la primera página encontró maravillado un emblema que le cortó la respiración: había dibujado la figura de una cruz robusta y, al costado, una figura que representaba un rosario con una pequeña cruz unida a este. En aquel momento tenía sólo diez años. Estas imágenes no tendrían por qué haber sido dibujadas por el lápiz de Newman, debido a la aversión que los protestantes tienen hacia las imágenes sagradas.

¿Por qué le llamaban tanto la atención los Padres de la Iglesia?

Cuando todavía era anglicano, en 1826, Newman decidió estudiar con un método sistemático a los Padres de la Iglesia y así nació un profundo amor por ellos. En primer lugar, los examinó con la óptica protestante, luego, en 1835 y en 1839 retomó el estudio con una óptica más parecida al catolicismo.

En una carta a su amigo Pusey dijo: «No me avergüenzo de basarme en los Padres, y no pienso en lo más mínimo en alejarme de ellos. La historia de sus tiempos no es todavía para mí un almanaque viejo. Los Padres me hicieron católico (The Fathers made me a Catholic) y yo no pretendo arrojar al suelo la escala con la cual he subido para entrar en la Iglesia».

Los Padres fueron para Newman su gran amor, en ellos encontró la respuesta a las persistentes preguntas religiosas y de fe que lo torturaron durante 44 años hasta que, el 9 de octubre de 1945, fue acogido en la Iglesia católica por el padre Domenico Barberi, pasionista italiano quien fue beatificado por Pablo VI en 1963.

Cuéntenos más sobre su conversión al catolicismo…

Ésta llegó través de un fatigoso recorrido intelectual y espiritual. Su biografía se identifica con la elaboración del pensamiento y con el empeño del alma. John Henry Newman está situado entre los grandes pensadores, filósofos y teólogos de la historia de la humanidad: Su bibliografía, que se ha ido edificando en el mundo, en el transcurso de los 120 años desde su muerte, es enorme.

Con espíritu de explorador, atento y escrupuloso sondeó aquel interminable nudo de caminos que es el protestantismo. Primero como calvinista y luego como anglicano, para después llegar con alegría a la Iglesia de Pedro, como pudo experimentar también otro converso excepcional: San Agustín. Newman se comportó como el capitán que gobierna su destructor con destreza y competencia y, sin dar tregua alguna, alcanzó con gran humildad y sobre todo con celo, la meta anhelada.

¿Qué dijeron sus amigos cuando dio este paso?

Newman, a pesar de que dio una especial importancia al valor de la amistad y a los lazos profesionales, cuando vio y comprendió la verdad y dónde estaba, no se preocupó más de nada ni de nadie y abandonó todo y todos, así como hicieron los apóstoles. Sus amigos anglicanos comprendieron que habían perdido un gran hombre: algunos lo lamentaron, otros lo juzgaron ferozmente, otros, en cambio, lo animaron.

El elogio más bello, a nuestro parecer, que le han dado en su vida, es la misiva que Edward Pusey envió a un amigo:

«Dios está todavía con nosotros y nos permitirá seguir adelante a pesar de esta pérdida. No debemos esconder su importancia porque es la pérdida más grande que hemos podido tener. Quienes lo han adquirido conocen bien sus méritos… Nuestra iglesia no ha sabido beneficiarse. Era como si una espada afilada durmiese en su vaina porque nadie sabía empuñarla. Era un hombre predestinado a ser un gran instrumento divino, capaz de realizar un amplio proyecto que restableciese la Iglesia. Se ha ido —como todos los grandes instrumentos de Dios— inconsciente de su propia grandeza. Se ha ido para cumplir un simple acto de deber sin pensar en sí mismo, abandonándose completamente en las manos del Altísimo. Así son los hombres en quienes Dios se confía. Se podría decir que no tanto quien ha dejado sino quien ahora se ha transferido a otra zona de la viña, donde puede utilizar todas las energías de su poderosa mente».

¿Recibió muchos ataques de parte de la Iglesia anglicana y de los intelectuales de la época?

Ciertamente de la Iglesia anglicana, de los intelectuales protestantes y además de la misma Iglesia católica. Los primeros lo consideraban un traidor, los segundos, alguien de quien se debe desconfiar…

También algunos católicos en Irlanda estuvieron en su contra: fue removido del cargo de Rector de la Universidad de Dublín. John Henry Newman escribió Apologia pro vita sua justamente para defenderse de los ataques de los intelectuales. Este libro dio pie a muchas conversiones. Recordemos que fue el papa León XIII quien «cayó la boca» a tantos rumores maliciosos, cuando concedió a Newman el birrete cardenalicio.

En una sociedad donde prima el relativismo moral e intelectual, ¿Qué nos dice la beatificación de Newman?

El cardenal Newman combatió sincera y lealmente el liberalismo, trazando, con un método sistemático y analítico, uno de los perfiles más reales de aquella Europa en fase de corrupción, de abandono de la civilización cristiana y de acuciante apostasía.

Logró identificar las connotaciones de secularización y relativismo de nuestros días, fruto de la presunción que ya los griegos paganos, depositarios de verdaderas semillas del Verbo definían ύβρις (übris = la arrogancia de quien no se somete a los dioses), o lo que es lo mismo, la idea de anteponer los lugares comunes supuestamente racionales de la propia época a la racionabilidad y racionalidad de la Tradición.

Newman, quien, como dijo el cardenal Ratzinger en 1990, «pertenece a los grandes doctores de la Iglesia», ese gran caballero del siglo XVIII inglés, alcanzó la Verdad cuando tenía 44 años, después de décadas de estudio y de profundización: con valentía exprimió su propia mente para entender, indagar, sondear los meandros de la historia, la filosofía, la teología y descubrir finalmente la perla preciosa… fue así que «vi mi rostro en aquel espejo: era el rostro de un monofisita, el rostro de un hereje anglicano y lo descubrí casi con terror».

El epitafio de la tumba del futuro Beato Newman, cuya vida es la prueba más evidente y concreta de que la razón puede unirse a la fe para traer a la tierra la Iglesia de Jesucristo, la única verdad que lleva a la salvación eterna. Creer en la verdad y ser libre: «Si permanecéis fieles a mi palabra, seréis de verdad mis discípulos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8, 31 – 32).

John Henry Newman es el modelo que la Iglesia, bajo el pontificado de Benedicto XVI, propone a los cristianos y a los católicos a seguir: es la respuesta clarísima del Papa al mundo relativista.

El Ave María más importante de su vida

TODO LISTO

Rosa López, nerviosa ante el Ave María más importante de su vida

Devota desde pequeña de Fray Leopoldo de Alpandeire, será ella quien abra la ceremonia de beatificación.

Actualizado 4 septiembre 2010

L.L./ReL

Sola y con el único acompañamiento de un piano. Así interpretará Rosa López el Ave María para abrir la ceremonia de beatificación de Fray Leopoldo de Alpandeire (1864-1956), el fraile capuchino limosnero que recorrió Granada durante 42 años pidiendo ayuda para su convento y ofreciendo a cambio oraciones a las que acudía la gente con fervor, conociendo su santidad.

El acto tendrá lugar el próximo 12 de septiembre en la base aérea de Armilla, en dicha capital andaluza, donde se espera acudan cerca de trescientas mil personas a pesar del temor a una huelga de autobuses urbanos convocada precisamente ese día. «Es un grandísimo orgullo como andaluza, como granadina y como creyente», afirmó la ganadora del primer Operación Triunfo, que guarda devoción al próximo beato «desde pequeñita» gracias a la estampita que le regaló su padre. Se confiesa «nerviosa» porque nunca ha interpretado «en serio» dicha pieza, pero si de algo no dudan los organizadores es de la prestancia que ofrecerá ese día su portentosa voz.

La figura de Fray Leopoldo, granadino de adopción aunque malagueño de Alpandeire de nacimiento, es muy querida en toda Andalucía, y acudirán peregrinos desde toda la región, que recibirán 300.000 alforjas para atender el acto religioso y a modo de recuerdo.

Las tres Avemarías

Fray Leopoldo prometía siempre tres Avemarías a quienes le pedían su bendición o le entregaban un donativo para la orden, pero su labor como limosnero, una de las más humildes e ingratas, tenía también un lado duro. No siempre era bien recibido, y fue insultado y apaleado varias veces por personas hostiles a la Iglesia, que en una ocasión intentaron incluso lapidarle.

La Virgen María fue su gran devoción, que difundía sin cesar entre quienes se acercaban a él. Pero también la devoción al Santísimo, y no era infrecuente que se lo encontraran dormido en el suelo de la iglesia tras haber pasado toda la noche en oración.

Una curación repetina de un cáncer ha sido el milagro decisivo para la beatificación, pero los favores recibidos por intercesión del humilde capuchino son continuos y han multiplicado su devoción desde que se conoció la noticia de su elevación a los altares.

La Fe en una novela de misterio

La fe entre las páginas de una novela de misterio

Josefina Caprile vive en Argentina, es viuda y madre de ocho hijos. Entre el ajetreo de la vida familiar, se las arregla para escribir, con una idea fundamental: los libros tienen que ser entretenidos, si no ¿quién los va a leer?

Opus Dei

13 de julio de 2010

San Josemaría nos enseñó a tener doctrina de teólogos y piedad de niños. Sus palabras, fielmente traducidas en su vida, me animaron a difundir un mensaje cristiano por los distintos rincones de la tierra.

Pero… ¿cómo trasmitir las verdades de la fe a muchas personas, y, al mismo tiempo, quedarme en casa con mi familia? Tengo ocho hijos.

La respuesta fue viniendo de a poco. Siendo mis primeros hijos bebés, mientras ellos dormían la siesta, escribí el primer libro: “Hablo a mis hijos de Dios”. Después, al entretenido ritmo de una familia numerosa, fui publicando otros títulos más.

Escribir libros es una tarea sumamente flexible. No hace falta cumplir con un horario estricto. Armoniza con reuniones en el colegio de los hijos, visitar a los parientes y amigas y poder estar en casa en los horarios convenientes. Tampoco se necesita oficina. Apenas se requiere una computadora sencilla para la fase final. Llevo un cuaderno en la cartera y, cuando viajo en el tren, en la sala de espera de un médico o, en el silencio de la biblioteca popular, mientras mis hijos están en el colegio, en la facultad o en el trabajo, voy dando forma literaria al escrito que tengo entre manos.

Últimamente, he optado por escribir novelas para niños en las que el misterio y la aventura tienen como telón de fondo un escenario cristiano: sus personajes rezan, van a misa el domingo, se esfuerzan por vivir las virtudes humanas y por hacer un uso adecuado de la tecnología que nos deslumbra: TV, internet, etc.

A su vez, procuro que las novelas sean lo más entretenidas posible. Si no, ¿quién las leerá? De este modo puedo llegar lejos.

A veces, cuesta escribir. Cuesta que estos mensajes trascendentes se entremezclen en una trama bien, pero bien divertida. Pero el legado de San Josemaría, que consideraba el dar doctrina como una pasión dominante, es la luz y el motor para que, entre las páginas de una novela de misterio pueda saborearse de un modo natural y atractivo el mensaje de la fe.