Todo para la gloria de Dios Padre

Mamá del Cielo

La Trinidad: Mi querida hija del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, nosotros te bendecimos. Madre, he aquí tu hija obediente a la Divina Voluntad.

María: Mi hija obediente, yo soy tu Mamá del Cielo quien te pide de cumplir bien tus deberes de hija de Dios. Todo está en Dios, todo es para Dios. Hijos míos, todo lo que ustedes hacen en la tierra es para la santa gloria de Dios Padre. Mi Hijo Jesús vino a la tierra para que ustedes vivan en el amor de Dios Padre. Él le ofreció su Vida por obediencia para que ustedes se vuelvan hijos de Dios Padre. Todo es para él.

Hijos míos, ¡cuántas veces los he exhortado a la oración! La oración es parte de ustedes, ella es plenitud de su interior. La oración es don de sí mismo. Hija mía, di bien tu oración con tu ángel y tu esposo porque Dios, en su amor, ha querido que sus voces sean escuchadas por ti. Yo te amo, hija mía. Ama a tu Mamá del Cielo. Yo soy la Madre del Altísimo, Jesucristo, Hijo de Dios vivo.

Toda oración es una elevación de sí mismo hacia el Padre. El Padre, hija mía, está en ti, tú estás en él. Yo, su Hija, y ustedes, hijos míos, somos hijos de Dios. Dios trinitario está en nosotros. Nosotros no estamos al exterior del Amor: el Amor está en nosotros. Hay que entrar en nosotros para rezar. La oración es parte de nosotros mismos.

Nosotros no podemos divinizarnos, es la Divina Voluntad que está en nosotros quien nos diviniza. La oración está en nosotros, nosotros en ella. Por su abandono a mi santo y muy honorable Hijo Jesús, ustedes ya no son ustedes, ustedes son lo que Dios quiere que sean en la Divina Voluntad: el amor. El Amor es él. Es el Amor que nos hace hijos de la oración. Por nuestro abandono en el Amor, dejamos orar a Dios en nosotros. Nosotros en Dios, nos volvemos oración.

Es Dios, en su Voluntad Divina, que actúa en nosotros. Nosotros, que estamos en Dios, formamos su Cuerpo Místico. Nosotros estamos en el Cuerpo de la Divina Voluntad, Jesús. Hijos míos es necesario consentir a rezar en el Amor, la Divina Voluntad.

La oración es gracia. Ella nos hace entrar en nuestro interior para la gloria de Dios. En su amor por nosotros, Dios nos vuelve puros. En la Divina Voluntad, la oración es un movimiento de entrega de nosotros mismos a Jesús.

Cuando nos ofrecemos a Jesús, él nos toma y nos hace él. Nuestra acción es oración. Cuando nosotros tomamos una decisión diciendo que es Jesús que la ha tomado, nuestra decisión tomada por nosotros es oración para él. Cuando nosotros ofendemos a Dios y nos arrepentimos de esta falta entregándonos a Dios, nosotros participamos a nuestra redención porque no somos más nosotros, nosotros somos Jesús; esta acción es oración. ¡Cuidado hijos míos, esto no remplaza la confesión que santifica al alma! Sólo la confesión vuelve al alma pura.

La oración es entrega de nosotros mismos, ella nos vuelve amor. El hijo que se entrega a Jesús renuncia de hacer su acción con su voluntad humana. Para hacer su acción en la Divina Voluntad, él se entrega al Amor. Por su propio consentimiento, él se vuelve oración. Ya no es él que hace la acción, es Jesús, que es Dios, quien actúa. Ustedes se vuelven movimiento en su actuar.

Hijos míos, Jesús ha tomado la naturaleza humana para venir a salvarnos. Entregándole todas sus acciones, es como si él mismo las realizara. Ustedes le hacen revivir su humanidad. Todo en él es divino. Él es Dios. Por el consentimiento de ustedes, él toma con él sus acciones y las hace suyas, como si él las realizara al mismo momento que ustedes las ejecutan. Él es la Vida. Él es omnipresente. El tiempo para Dios no existe. Todo está en él.

La oración hecha en la Divina Voluntad nos transforma. Así, nuestro exterior aprovecha los cambios producidos en nosotros. La oración es un don de sí mismo a Dios. Cuando un hijo reza diciendo: “eres tú Jesús quien reza”, él reza entonces en la Divina Voluntad. Eso se hace sin esfuerzo alguno por él, porque Dios la tomó en él. Todo en él se volvió oración.

Hijos míos, todo lo que hacemos en Dios se vuelve oración. Morir en mi Hijo, es entregar nuestra vida a su Padre. Seamos oración para la gloria de Dios. Dios Padre, nuestro Padre, para nosotros es un Padre de amor. Él nos ama. Él quiere en él a sus hijos.

Hijos míos, es tan bueno de saber que Dios está amoroso de nosotros. En la oración, nos volvemos amorosos de él. Mis pequeñitos, cuando ustedes dicen sus oraciones, díganlas con Jesús en su corazón: ellas serán gracias. Sean como su Mamá del Cielo. Todo debe ser para Dios. Nosotros somos sus hijos.

Si ustedes están distraídos por sus pensamientos, pídanme las gracias. Yo, la Madre de Jesús su Dios, vertiré en ustedes las gracias que los ayudarán a rezar con su corazón. Si sus pensamientos persisten, entréguenle a Jesús su voluntad humana. Él los tomará con él y estos pensamientos que no son de amor, él los purificará. En Dios todo es amor.

Hijos míos, cuando ustedes pidan un favor, piensen en lo que piden y crean que su petición es oída. La oración es así. La oración es un don de ustedes. Ofrecerse es una oración. Entregar su ser, es aceptar que Dios los une a él. Mi Hijo Dios y ustedes, están en unión. Dios, que está en ustedes, les hace un don de él mismo. Él los toma y los cubre con su Ser; ustedes se vuelven él. Su Dios los habita. Cuando ustedes rezan, ya no son ustedes que rezan, es él. Dejen rezar a Dios en ustedes, con ustedes.

¿Cómo ser don de sí mismo? Hijos míos, digan a Dios: “Yo te doy mi vida, te doy todo lo que yo hago. No soy yo que hago que mi acción sea gracia, eres tú, Jesús. Yo quiero hacer todo en ti. Ser tú, no puedo, porque yo soy un pequeñito niño, pero te doy todo, tu puedes todo. Toma mi vida en ti, tú sabes lo que es bueno para mí.”

Hijos míos de amor, yo soy la santa Hija de Dios Padre. Ustedes y yo, hijos míos, somos los hijos de Dios, somos hijos de la Divina Voluntad. Nosotros debemos rezar en mi Hijo para dar a Dios nuestro Padre toda la gloria que debe recibir. Hijos míos, ¿ven por qué nosotros, los hijos de Dios, debemos inclinarnos ante tanta magnificencia? ¡Cómo es de grande nuestra oración cuando se hace en mi santo Hijo!

Yo los bendigo, mis hijos de amor. Mamá del Cielo está con ustedes y con su Dios trinitario. Yo los amo.

Ruta mariana

Actualizado 20 junio 2010

Ruta mariana: la unión de cuatro santuarios hispano-franceses

El proyecto es de 2008 y aunque podría pensarse que es de carácter exclusivamente religioso, también se ha deseado potenciar el cariz cultural de El Pilar, Torre Ciudad, Montserrat y Lourdes, por su rico legado histórico y artístico, además del espiritual.


Visitando http://rutamariana.com se puede conocer mejor el proyecto: lugares para visitar, dormir, comer; historia y enlaces multimedia, vistas panorámicas, etc. Ruta Mariana es un proyecto que anualmente moviliza a más de 12 millones de personas. Como dejar ver el siguiente video, Ruta Mariana cuenta con el apoyo de organizaciones gubernamentales:


Y por último el tráiler oficial promocional y un video más sobre una agencia de viajes que vale la pena conocer:


New gate tour

Video oficial promocional JMJM2011

Actualizado 26 junio 2010

El alma de Madrid: video oficial promocional JMJM2011

Acaba de salir el video oficial que promociona la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011. Un excelente producto con una finalidad que va más allá de conseguir una multitudinaria aglomeración de jóvenes.

Para ver más videos se puede acceder al canal oficial de la Jornada Mundial de la Juventud en You Tube (enlace). La web oficial de Madrid 2011 es http://www.madrid11.com.

Estrenar un santo

La Iglesia Católica conmemora el 26 de junio a san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, quien fue canonizado el 6 de octubre de 2002. Su memoria se celebra en esa fecha, en virtud del aniversario de su muerte.

Quienes intervienen en los procesos de canonización explican que ellos se limitan a estudiar las virtudes del candidato, analizar sus escritos, investigar el ambiente en el que se desempeñaba, sumar los frutos visibles que dejó, pero nada más.

Respecto al ámbito del yo profundo de esas personas, la respuesta a las gracias internas que sólo Dios conoce, escapa a su tarea. Entonces esperan la respuesta divina, el milagro. Como si se tratara de un resello: ‘Sí’, parece que contestara Dios al comprobarse el prodigio hecho por intercesión del candidato. ‘Sí, fue fiel a las inspiraciones que le mandé: pueden añadirlo a la lista’. Porque la santidad consiste precisamente en eso, en respaldar el actuar divino. Fue quizá esa razón la que motivó al Papa Juan Pablo II a hablar del Espíritu Santo durante la canonización de san Josemaría. Recordó ahí que el fundador del Opus Dei “no dejaba de invitar a sus hijos espirituales a invocar al Espíritu Santo”. Y continuaba especificando el rasgo propio del carisma fundacional: “… para hacer que la vida de relación con Dios y la vida familiar, profesional y social… constituyeran una sola existencia, santa y llena de Dios”. Sí, invocar al Espíritu Santo… para lograr una vida “llena de Dios”.

Porque san Josemaría tuvo esa misión: recordarnos que la línea entre el ser humano y su Creador es una línea continua. No hay lagunas, paréntesis o saltos en el vacío. Es verdad que no resulta sencillo advertir esa línea, pero tenemos para ello al Espíritu Santo. Y el mensaje del Opus Dei es invitar al cristiano a disponerse para alcanzar a percibir la presencia amorosa de Dios en la realidad cotidiana. Porque el Espíritu Santo lo hace posible a través de uno de sus dones.

El don a través del cual logra Dios que advirtamos el secreto profundo que subayace en todo cuanto existe se llama don de ciencia. La ciencia es un don contemplativo que nos permite vislumbrar al Creador a través de lo creado, como cuando Jesús nos invita a descubrir a su Padre en los lirios del campo y en las aves del cielo. Cualquier realidad nos habla de Áquel a quien amamos. Ocurre algo semejante a los enamorados: hay situaciones que para ellos resultan especialmente evocadoras, momentos de particular intensidad, un lugar, una canción, un gesto o una frase.

El don de ciencia del Espíritu Santo actúa en el cristiano común al abrir la puerta de la calle, un día ordinario en el que realizará una actividad cualquiera. Actúa en gente que tiene enfermedades y lutos ordinarios, que ama la puerta de la calle porque en la calle, entre la gente de la calle, en cualquier calle, actúa el Espíritu de Dios: “No hay otro camino, hijos míos –dijo san Josemaría- o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca”.

Este mensaje quiso Dios que recordara el santo que estrenamos. Y como la santidad es básicamente docilidad a la acción interior del Espíritu Santo, podemos hoy alegrarnos al descubrir que también nosotros, gente de la calle, en cualquier calle, podemos lograr que nuestra existencia esté colmada ahí, “en medio de la calle”, de la presencia y de la acción del Espíritu de Dios.

Ricardo Sada / www.es.josemariaescriva.info