El diablo, la tentación y la misericordia de Dios

Actualizado 18 junio 2010


El diablo está presto. ¡Son tantos los sucesos que hacen creer que el mundo está en su poder! El diablo se regocija, anda exultante. Por los que están con él a partir un piñón, por los que no le creen y por los cristianos que si una vela a Dios y otra ya se sabe. El diablo la goza -es un decir- porque los supuestos amigos de Dios quitan importancia a los pecados de cualquier especie. El diablo está echando el resto, remueve la desesperanza, la apatía y el barro de la lujuria. La vida o es placer o es un asco. Los matrimonios duran lo que dura la luna de miel, y al poco tiempo todo es hiel y gritos y egoísmo. Poseer más cosas, consumir desaforadamente, hincharse de gula como cerdos. ¡Y se frota el diablo sus garras! El alma no sabe por dónde se anda y la conciencia está en estado de coma.

Lo peor de todo somos los cristianos indolentes. Y poco a poco se frecuenta menos a Dios. Nunca pasa nada. Pero se empieza descuidando la misa o la confesión o el pudor o el cuarto mandamiento y se acaba creyendo en el desdoblamiento astral, en la práctica del nudismo como búsqueda de nuevas experiencias (supongo que visuales) o en que la eutanasia pues depende, en fin, hay circunstancias. El progreso o progresismo tan manido, que se manifiesta en leyes y jerigonza muy variada, nos retrotrae a una prehistoria espiritual, a una despersonalización soez del hombre. El hombre se animaliza, vive ya casi exclusivamente de instintos, tropelías y extravagancias. De forma quizá muy sibilina o exquisita, pero al cabo en una desolación amarga de tanta quimera, de tanto embuste.

El diablo se parte de la risa. Una risa cáustica y siniestra. Un risa que se parece más a un aullido. No pocos sacerdotes que se rebelan contra obispos, otros que piensan que el celibato pues que tampoco es algo tan fundamental. La Iglesia siempre tan radical, tan maniática y dogmática. O centralista. Y más con este Ratzinger tan inquisitorial. Obispos que ronronean y trapichean y ningunean al Papa. Aunque haya otros muchos que le obedecen con toda el alma, y alguno que padece martirio. Y esa inmensa multitud de cristianos que no reza. Cristianos de boquilla y que desconocen hasta lo mínimo de la doctrina. Vivimos tiempos en que tampoco hay que exagerar las cosas, en que si manifiestas la verdad de Cristo pasas por necio. Y raro. Y estrambótico. Y exagerado. ¡Tanta oración y tanta misa y tanto rosario! ¡Que gente! Y el cristiano vive timorato, medroso, acomplejado. El mundo ruge contra Dios y contra su Iglesia.

¿Y? El diablo claro que tienta con sus contumaces mentiras. Aunque a veces ni siquiera lo precise. Nos bastamos solitos. Pero tienta de continuo. No ceja en su empeño. Su trabajo y su odio consisten en que no pensemos en Dios (mejor si lo aborrecemos), y nos llena la cabeza de subterfugios, de soberbia, de toboganes y camelos. El diablo está ahí, rondándonos, con sus aliados de siempre: el mundo y la carne. Y un ego desaforado. Y pegotes de todo calibre. A veces estamos tan agotados que parece que nos da igual todo. ¡Qué más da el pecado! Y nos enamoramos de las piedras. Y la voluntad se deja llevar por la inercia de esa imagen o de esa otra fruslería. Y la inteligencia bastante roma. ¿Y el alma? ¡Qué poco se piensa en ella! El seno de Dios en el hombre está sucio y frío. Alma clausurada para Dios. Alma quizá vacía de gracia. Y un alma que no está en gracia es un hombre en desgracia.

No, definitivamente nos cuesta dar importancia al amor de Dios. Y el diablo se cree dueño y señor del jaleo y de la farra. “Peca y sé feliz”. Que no, que no pasa nada. “No te prives, peca, pásalo bien, disfruta”. Entrada libre, sin miedo. El diablo imita perfectamente la carcajada, y se disfraza de cualquier sueño y patraña que sueñe nuestra concupiscencia. Pero es todo paripé, mentira. Él no quiere la felicidad del hombre, quiere nuestra esclavitud: en esta vida y en la eterna. El diablo es un depredador de almas. No tiene compasión. Nos pone cebos y acecha, y nos aleja de una vida de piedad, de humildad, de sobriedad, de caridad hacia los demás. Porque sabe que cuanto más alejados estemos de Dios más cautivos seremos del infierno.

Pero hay varios factores que le trastocan al diablo sus planes. Una vez y siempre. La paciente e infinita misericordia de Dios (que se manifiesta en el sacramento de Su perdón y en el Cuerpo y Sangre de la Eucaristía) es uno de esos factores, el más crucial e importante. Otro es el fruto de la oración de tantas almas sencillas, en el seno de la Iglesia, que piden por la conversión de los pecadores (es decir, de todos). Y la labor discreta de los ángeles y de los santos y de las almas del Purgatorio. Y el factor que Satanás más odia: María. Madre de Dios y madre nuestra. María, que no deja de interceder hasta por el hijo más perdido, que nos atiende con ternura, que está atenta a cualquier desfallecimiento por nuestra parte. María Inmaculada. María: Reina de la alegría. María: Reina del mundo.

Padre MELVIN DOUCETTE

El padre Melvin Doucette (de 69 años de edad) nació en la Isla del Príncipe Eduardo, Canadá, y fue ordenado sacerdote hace 39 años, el 22 de junio de 1968, en los Misioneros de África. Él vivió 29 años en África principalmente misionando a fin de establecer una iglesia en cada lugar al que acudía y después de hacerlo se dirigía a otra parte. En 1990, el padre Doucette estuvo tres meses en Jerusalén donde participó de un curso bíblico sobre los Evangelios y de un retiro de 30 días.

El padre Melvin ahora está de vuelta en Palmer Road North para ocuparse de su madre que esta enferma. El Palmer Road North es una pequeña aldea cerca de Tignish, Isla del Príncipe Eduardo, Canadá. El padre mantiene una buena relación con su obispo de África y con su obispo local y es conocido como Sacerdote sanador.

Desde su visita a Israel en 1990, el padre Melvin ha padecido la Pasión de Jesús. Lo que él sufre no son los estigmas sino que re-experimenta toda la Pasión de Cristo.

Cada Semana Santa él revive lo mismo. Esto le ocurre y sobreviene cada vez que empieza a rezar.
«Siento en mi cuerpo como si estuviera allí con Jesús, padeciendo todo lo que Él está experimentando. A veces grito de dolor … No hay nadie que me golpee físicamente, pero siento como si viviera toda la flagelación … Es como que estoy unido a El de una forma muy especial … Las espinas de la corona de espinas tienen dos pulgadas de largo y se incrustan en la cabeza … La coronación de espinas es muy dolorosa, pero más dolorosa es la misma crucifixión … los clavos atravesando el cuerpo…, la agonía en la cruz…, el dolor en el estomago y la terrible sensación de no poder respirar … Es absolutamente espantoso; es horrible… ! Dura cerca de tres largas horas … La muerte llega como un gran silencio. Todo para en ese momento. Pero hasta el momento de la muerte … el gran sufrimiento perdura.»

Aparte de la Semana Santa, Jesús sufre a menudo los viernes una parte de la Pasión con el padre Doucette. El padre Melvin dice, «yo narré en mi libro (El arte de la oración contemplativa), algo de mis experiencias religiosas. Recibí una especial llamada de Jesús que permanece siempre en mí. Los detalles están todos en el libro, algunas páginas del diario que guardé durante mi retiro de treinta días en Jerusalén. Estas páginas tratan de la Pasión de Nuestro Señor y cómo Él me hizo vivir este gran drama de nuestra Salvación. Por dos semanas estuve con Él experimentando la Pasión o mejor aún, Jesús experimentaba Su Pasión en mi corazón … Viví cada momento de ella…, desde la agonía en el huerto de Getsemaní … al Camino de la Cruz (vía crucis), la Crucifixión… y Muerte en la Cruz …, el entierro en la tumba hasta la Resurrección el día de Pascua. Cuando me dijeron que escribiera este libro, Jesús también quería que incluyera algunas de las experiencias que había tenido mientras rezaba. Este libro es para todos. Cualquier persona puede tener una relación similar con el Señor, y este libro lo demuestra de una manera simple cómo puede suceder.»

El padre Melvin Doucette comenzó con la oración contemplativa hace aproximadamente 25 años, y los últimos cuatro años ha tenido locuciones y visiones de esta forma real. Él también las percibió en 1990 en Jerusalén durante el retiro de 30 días, donde por primera vez experimentó el total sufrimiento de Jesús.

Además de las diarias locuciones y frecuentes visiones el padre Doucette ha estado experimentando cinco veces en un año la aparición de la Virgen Maria. La primera vez fue el 14 de diciembre de 2000, la segunda vez el 27 de febrero de 2001, la tercera el 21 de abril, la cuarta el 11 de agosto (un mes antes del 11 de septiembre), y la quinta vez el 14 de diciembre, en el aniversario de la primera aparición.

El 14 de diciembre Jesús le dijo al padre, «Melvin, tu eres Mío, te amo. Has tenido un importante acontecimiento en tu vida. Hoy hace un año que Mi Madre te visitó. Ella se reveló como la Señora de la Isla del príncipe Eduardo. Ella pidió un santuario en su honor dónde sucederían grandes cosas. Hoy Ella te visitará otra vez. Su mensaje es también Mi Mensaje. Ella pide a todas las personas en la isla y más allá de la isla que se acerquen a Mi y se arrepientan de todos sus pecados…»

Ocho meses antes, el 21 de abril de 2001, el padre Doucette escribió: «… Maria se me apareció por tercera vez. Ella me dijo estas palabras, «estoy muy contenta, Melvin, porque mucha gente lee sobre tu oración contemplativa cada mañana. Jesús y yo bendecimos a todos los que toman en serio lo qué te comunicamos a ti… Melvin, no puedo terminar esta conversación sin mencionar mi gran deseo de tener un Santuario construido en mi honor en la Isla del príncipe Eduardo. Éste es el gran deseo de mi corazón. Cuando se construya este Santuario, mis hijos vendrán en gran número a visitarlo, a rezar, y a pedir mi ayuda. Bendeciré a todos los que vengan a honrarme y a expresarme su amor. Jesús, que es entronizado en todos los Santuarios, concederá el don de la Gracia a todos. Su Gracia dará frutos de conversion, de acrecentamiento de la fe y de acercamiento a la iglesia. Él concederá el don de la Paz a todos los que se acerquen con un corazón sincero … Será mi hogar especial en donde daré la bienvenida a todos los que vengan a visitarme.

Melvin, soy la Señora de la Isla del príncipe Eduardo como atestigua el cuadro que yo te pedí que hicieras pintar. Como pudiste claramente ver en la visión que te concedí, el cuadro me muestra parada sobre un pedazo de tierra con la forma de la isla. Este cuadro es muy querido para mi corazón. Que se hagan copias para que todos los hogares en la isla y fuera de la isla puedan exponer esta pintura. Como sacerdote, bendice la pintura original, y yo, a mi vez, bendeciré todos los hogares en donde sea honrada esta imagen mía.»

Lo compras, pero te posee

“You buy it, but it owns you”

Es la sugerente publicidad de un coche de lujo. A cambio de tu dinero, el coche te posee. ¿Qué os parece? Una poderosa invitación a entregar tu ser, a abandonarte al dominio de un coche.

Últimamente me cruzo con anuncios publicitarios sí, sugerentes, pero al servicio de mensajes que no contribuyen a construir la persona. Imagino que no cabe esperar otra cosa de quien busca vender. ¿O sí?

A mi modo de ver, el deseo de vender un producto que va a satisfacer una necesidad material debería circunscribirse al ámbito de lo material. Por ejemplo, tamaño, velocidad, utilidades, etc… Sin embargo, no suele hacerse así. Muchas veces se pasa al ser, para atrapar de algún modo al comprador, que a lo mejor encuentra eco en esa necesidad que todos tenemos de entrega, de abandono a alguien o a un gran ideal.

Pensemos y meditemos a quién y de qué forma queremos entregarnos y abandonarnos. Quién queremos que nos posea.

Otra publicidad de un coche descapotable : “Te lloverán las miradas”, planteado como algo positivo. Ahí se apela al comprador que busca que le miren. Me imagino a una persona de perfil joven que busca atraer con el coche las miradas de ellas o ellos. Este otro anuncio entra en el tema de la búsqueda que todos tenemos de que nos miren y nos quieran.

Pero si te miran por el coche, ¿qué miran de ti?

Os invito a participar de la reflexión.

Escrito por Georgina Trías

Peregrinar a Santiago de Compostela cambia la vida

REDACCIÓN CENTRAL, 23 Jun. 10 / 08:39 pm (ACI)


Al promocionar en esta ciudad un documental sobre el Camino de Santiago de Compostela, la reconocida periodista española, Marian De la Fuente, señaló que esta producción lo que busca transmitir es que éste no es un viaje más, sino más bien una experiencia que cambia profundamente la vida de las personas.

«Cuando yo investigué sobre el camino me di cuenta que había documentales maravillosos. Pero no pude constatar lo que se vive cuando uno pone sus pies sobre una de las rutas. En este documental he querido ser una peregrina más, con mi mochila y mi bastón, trasmitirle al público las emociones maravillosas que se viven ahí», reveló De la Fuente a ACI Prensa.

La periodista indicó que «una de las experiencias más bonitas que pudo ver en el peregrinar es a personas con enfermedades terminales que no hacían el camino en busca de ese milagro que les podría dar el Señor para recuperar su salud, sino que buscaban fuerzas para entender lo que podía pasar con sus vidas».

De la Fuente señaló que el documental «El camino con Marián«, que filmó durante tres semanas, los televidentes podrán ver los catorce días de peregrinaje que le tomó uno de los siete caminos que lleva a Santiago de Compostela desde Roncesvalles, Navarra.

Asimismo invitó al público a hacer esta peregrinación, una de las más importantes después de Roma y Jerusalén, en pleno Año Santo Compostelano, porque no sólo se obtiene la indulgencia plenaria sino porque no se volverá a repetir hasta el 2021.

La periodista también promocionó un concurso sobre el Camino de Santiago para estudiantes de comunicación de Estados Unidos, Argentina, Chile, Colombia, Venezuela, México, Perú o Ecuador.

En el mismo los interesados sólo deberán armar un grupo de trabajo de tres personas, producir un video de 30 segundos que promocione el camino, de la manera más creativa posible, y subir el video en YouTube.

Todos los videos aprobados entrarán a competir por el viaje de siete días a Santiago de Compostela, con la posibilidad de realizar un tramo del Camino de Santiago en Galicia.

Para más información sobre las fechas de estreno del documental y las bases del concurso puede ingresar a: www.xacobeoamerica.com

La sal de la vida: lo cotidiano

martes, 22 de junio de 2010
Rebeca Reynaud


ChurchForum.org

En el funeral de Chesterton, Ronald Knox recordó a su amigo como poeta de la sencillez profunda: “Fue uno de los grandes hombres de su tiempo; su mejor cualidad era el don de iluminar lo ordinario y de descubrir en todo lo trivial una cierta eternidad… Fue como un hombre que había dado la vuelta al mundo para ver con ojos nuevos su propia casa…”.

Gilbert K. Chesterton decía: “Si no podemos hacer que los hombres vuelvan a gozar de la vida Almudi.org - ordinaria que los modernos llaman insípida, toda nuestra civilización estará en ruinas dentro de unos años… Si no podemos hacer interesantes tal cual son, el amanecer, el pan de cada día y la creación mediante el trabajo corriente, la fatiga caerá sobre nuestra civilización como una enfermedad mortal. Así murió la civilización antigua: de pan y circo, y de olvido de los dioses del hogar”. Luego agrega Chesterton: “Una sociedad está en decadencia, definitiva o transitoria, cuando el sentido común ha llegado a ser poco común”.

La eterna canción sobre lo extraordinario de las cosas ordinarias de Chesterton le llevaba a afirmar: “No está en distanciarse de la vida el secreto que todos buscamos, el secreto de gozar de la vida. Estoy completamente seguro de que nuestro mundo terminará en la desesperación si no conseguimos hacer que nuestra mente, los pensamientos corrientes que tenemos en los momentos ordinarios, sean más sanos y más felices de lo que parecen ahora, a juzgar por la mayoría de novelas y poemas modernos”.

El chileno Jorge Peña escribe: “Estamos hechos para lo absoluto y lo eterno, y lo que no sea eso nos defrauda”. Jean Guittón explica: La vida es ya una participación misteriosa de la eternidad. Estamos ya en la eternidad y tras la muerte entraremos una vez más en la eternidad (…). El tiempo es la eternidad ya comenzada. La eternidad es el tiempo tras la muerte (cfr. Guitton, El héroe, el genio y el santo, Madrid 1995, p. 11-13).

Hay una manera de trabajar con arte, con belleza y con estilo que refleja nuestro sello personal y nuestro gusto por lo que hacemos. Si se hace con esmero lo que se tiene entre manos, aquello nos llena. No hará falta soñar con otras cosas porque habremos encontrado ese algo divino escondido en las situaciones más comunes. La santificación de la vida ordinaria requiere esta dosis de realismo y de amor a la realidad. Efectivamente, hay que participar con el trabajo y con el descanso en la obra creadora de Dios: allí está la felicidad.

La razón del malestar de muchos proviene del desprecio de la realidad cotidiana; se busca un cambio de ambiente. Es difícil valorar el presente cuando hay la tendencia a escaparse, a no vivir el presente. Sin embargo, todo realismo valora y tiene mucho el día de hoy. Es tarea ardua vivir con intensidad el presente. Y lo vive con intensidad el que tiene presencia de Dios.

“El punto de incidencia entre lo eterno y lo temporal es el instante —dice Jorge Peña Vial—; no en vano se habla de lo eterno como un hoy dichoso y para siempre. Lo definitivo de nuestra vida se juega en el ahora y en la hora de nuestra muerte (…) Por tanto la mística ojalatera, en su versión imaginativa, procura sacarnos del momento presente y fascinarnos con las añoranzas del pasado o los hechizos del futuro (…). El hombre se vuelve, así, incapaz de una acogida amante del presente” (Cfr. Actas Centenario. Mística ojalatera y realismo en la santidad de la vida ordinaria, 2002).

Jesucristo es bastante claro cuando aconseja respecto al futuro: “no os preocupéis por el mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su propio afán”.

La condición necesaria para santificarnos requiere una premisa: No se puede santificar lo que no se ama, lo que no se acepta, lo que se rechaza quejumbrosamente. Plantearse: Si trabajáramos en una empresa y nos evaluaran, ¿qué rendimiento encontrarían? Nos subirían de puesto o nos bajarían el sueldo.

Un criterio inefable para discernir cuanto se ama o no la realidad que nos rodea, nos lo proporciona la alegría. La alegría —dice un profesor de la Universidad de los Andes (Chile), Jorge Peña—, entraña una afirmación de lo creado, es consecuencia del amor y fruto de las virtudes.

Al respecto Nietszche decía que es “fácil organizar una fiesta, pero lo difícil es dar con aquellos que se alegran”. Pieper dice: “Para estar alegres es necesario aprobarlo todo”.

El escritor francés Georges Bernanos escribió: “La santidad es una aventura, incluso la única existente. Quien lo haya entendido, ha penetrado en el corazón de la fe católica”. Y así aparecen ante nosotros las figuras de los santos, desde el médico que ejerce su labor desinteresadamente, pasando por el erudito, hasta las personas sencillas, fundadoras de congregaciones y laicos que viven en este mundo. “A mí siempre me parece importante ver a los numerosos santos insignificantes que hay, personas sencillas, sobre todo como las que conocí en mi infancia, esos viejos y bondadosos labradores, esas viejecitas buenas y amables que consagraron su vida a los hijos, a la familia, a la Iglesia, y también al resto de la gente del pueblo”, dice Benedicto XVI (Dios y el mundo, p. 432).

A pesar de este u otro desgarrón existencial, no sólo no habrá alegría en nuestra vida, sino que tampoco existirá afán de superación, si no se parte del fundamento que asienta sus bases en la aceptación de sí mismo. A veces no aceptamos nuestro peso, nuestra talla, nuestra situación, nuestra biografía, nuestras limitaciones o dificultades. Sin embargo, todo cambio supone una previa aceptación de uno mismo.

¡Cuánto cuentan los detalles en la vida ordinaria para ser felices y hacer felices a los demás! Benedicto XVI exclamó a principios del 2007: “Encender un fósforo es mejor que maldecir la oscuridad”.

Coloquio sobre “La última cima”

jueves, 24 de junio de 2010
Toni Bardia


ForumLibertas.com

El pasado lunes 21 de junio, tuvo lugar en la sala magna de la Universidad Abat Oliva el coloquio sobre el documental La Última Cima dirigido por Juan Manuel Cotelo. El acto —al que asistieron unas trescientas personas— fue organizado por Ayuda a la Iglesia Necesitada. El Rector de la universidad, Carlos Pérez del Valle, destacó que el film “remueve las conciencias de una sociedad parcialmente adormecida”.

Durante el acto, Juan Manuel Cotelo contó anécdotas de la vida del sacerdote Pablo Domínguez —que murió el febrero de 2009 en un accidente de alpinismo en el Moncayo— proyectó el tráiler del documental y respondió las preguntas del público.

Sobre Almudi.org - el deceso del sacerdote comentó “en su muerte no hay nada extraordinario, muchos mueren en la montaña así”. Lo que ilustra cómo fue su vida es que “el día en que nos dejó sólo había 1? en su cuenta corriente”. Con su dinero realizó innombrables donaciones como pagar el alquiler de un bar para una pareja en el paro, o la carrera de teología de un padre de familia.

También destacó la labor de organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada puesto que los cristianos no tenemos ni idea de lo que hace la Iglesia: la labor de un misionero en África o la vida en una comunidad de monjas. Alucinas cuando te enteras de lo que hacen”.

En particular, la entidad organizadora del acto —fundada en 1947— basa su labor en dar soporte a los sacerdotes en el mundo —los que no son noticia— muchos de ellos héroes que mueren por el hecho de ser cristianos, como los que viven en Irak o en Bosnia torturados durante la guerra civil por los que no creían en Dios.

Una vida y un documental que no dejan indiferente a nadie

El director valora el impacto de la cinta, “con el documental estamos comprobando un milagro: las personas entran como espectadores pero salen tocadas y con deseo de empezar otra vida. Sin embargo, asegura que “no es mérito nuestro, lo que se puede cualificar como éxito es que se produzcan conversiones, eso no lo puede conseguir el dinero”. Por ello, asegura que “se pueden ganar premios, pero si se quiere tocar un solo corazón, sin Dios no haces nada. “Nuestro éxito se justificaba con tocar a una sola persona”, añadió. Y parece ser que lo consigue: “he visto el proceso completo de personas que piensan, ‘vaya, una de curas’ y que terminan por comprarse una Biblia”.

En el funeral del sacerdote acudieron unas 3 mil personas, entre ellas 26 obispos. “Dios puso entre la gente a Pablo y todos los que le conocieron reconocen que les cambió su vida, de un modo u otro les hizo mella”. Pablo Domínguez conectaba con la gente, desde un desconocido —que le insultaba por la calle— hasta amigos, familiares o sacerdotes.

Cotelo cuenta la historia de un sacerdote que vio el documental pero que justo después tenía que celebrar misa. En la homilía dijo que, después de haber conocido a Pablo, empezaba una nueva vida para él. Un chico que tenía cáncer le prometió a Pablo que si se curaba se confesaría. Un día Juan Manuel se lo encontró dando saltos de alegría y buscando urgentemente un confesor. También se cuenta que ayudó a una mujer que después de abortar había pedido un sacerdote para que le ayudara “a dar sentido a todo esto”. En una situación más desesperada, dio un nuevo enfoque a la vida de una persona que iba a suicidarse.

El mismo director cuenta una anécdota de cuando se hallaba rodeado de niebla en una montaña. Cuando bajaba, se perdió y cuando llevaba una hora regresando una y otra vez al mismo punto le rezó a Pablo para que le sacara de allí. En ese preciso instante, se despejó la niebla lo justo para que pudiera ver una marca en el camino y regresar a él unos metros más allá.

Sobre anécdotas como ésta Juan Manuel habló de la casualidad como “el disfraz que utiliza Dios para conservar su anonimato”.

Sin embargo, aclara Cotelo, “Pablo sin Dios no era nada, Dios actuaba a través de Él, le concedió su gracia”. “La vida de Pablo, su eficacia, se basaba en dar amor gotita a gotita”, añadió. De hecho, como ha dicho el cardenal Cañizares sobre el film, “el director ha conseguido que el protagonista del documental no sea Pablo, sino Dios.

Los medios de comunicación y los curas

Al inicio del documental el mismo Juan Manuel aparece en la pantalla con un elocuente monólogo: “los expertos me lo han dicho. Si hoy crucifico un sacerdote en público voy a tener éxito y voy a ganar premios. Si hablo bien de un cura, al que van a crucificar va a ser a mi.

Sobre la imagen de los curas que se proyecta en los medios opina que “conocemos con detalle los detalles más oscuros de algunos curas” pero, como dice irónicamente en el monólogo, “tengo un problema: pues he conocido a un sacerdote buenísimo y quiero contarlo. Aparentemente su vida no da para una película porque no es pederasta, ni mujeriego, ni exorcista, ni ladrón (…). Es, nada más y nada menos, que un buen cura”.

En medio de la crisis, la desafección política, los casos de corrupción y otras noticias negativas, la película sintoniza con un momento en qué hay ganas de oír cosas positivas de todo en general y de la Iglesia en particular”.

En ese contexto llega La Última cima que trae el mensaje que Dios te quiere. Hemos sido creados para una misión concreta y la vida no termina en una caja de madera”.

Sin embargo, “no se hacen películas para convertir a nadie, tú no vas a hacer nada, sólo Dios lo hace”, insiste el director. Yendo a la naturaleza del mensaje, Cotelo afirmó que el amor no es racional. Sólo si salimos de aquí 300 personas amando —y no sólo con unas cuantas ideas claras— conseguiremos resultados espectaculares”.

La santidad está al alcance de todos

Preguntado por algún defecto de Pablo, el director admitió tener ese mismo prejuicio: “nadie puede ser tan bueno”. Sin embargo, reconoció que “todos me hablaban bien de él”. “Cuando alguien te dice que le conocía de hacía 25 años y que a lo largo de ese tiempo no le escuchó hablar mal de nadie, uno no puede contar algo malo de él —aunque lo hubiera encontrado— porque sería injusto”.

En relación a esto, Cotelo advirtió que no hay que presentar la vida de los santos como personas inalcanzables sino como personas que suben la cima de la santidad y realizan el último tramo atados a Cristo. La santidad está al alcance de todos”.

En este sentido constató que “la santidad no es un billete de la lotería, Dios es el mismo director del sorteo y se encarga de que toque”.

Por último, destacar un mensaje muy vital. Juan Manuel hizo un apunte histórico advirtiendo que es un error hablar de la historia de la Iglesia o del Cristo histórico como algo pasado. “La Iglesia está viva porque se basa en dos personas que están vivas: Jesús y tú”.

Difusión fulgurante

La historia de la gestación de la película está llena de tozudez y reticencia.

Antonio, un amigo de Juan Manuel, insistió hasta la saciedad en que tenía que conocer a Pablo Domínguez. Cotelo le repetía que no tenía ningún interés, que ya conocía otros curas y no entendía por qué tenía que conocerle.

Finalmente, debido a la persistencia de Antonio, accedió a asistir a una conferencia de Pablo. Según relata él mismo en el documental, “fui a la conferencia sin ganas pero aquel cura me cayó muy bien porque era provocador, irónico, incisivo y se atrevió a decir que para creer en Dios hay que usar la cabeza».

Su amigo no tuvo bastante con esto y fue más allá. “Envió un correo electrónico a varia gente con copia a mí diciendo que yo haría una película sobre el sacerdocio. Aunque inicialmente respondí que nunca haría eso, finalmente me convenció”.

Durante el proceso no faltó quien le tachó de loco —algunos de ellos cristianos— y le recomendaban que, por lo menos, enmascarara el film como un documental de montañismo.

Una vez terminado, se distribuyeron tres copias —dos en Madrid y una en Toledo— y en dos semanas, por petición popular, pasaron a 60 y tres semanas después, a 80. Como dijo Juan Manuel, “Dios es más tozudo que Antonio”. Esta evolución pilló por sorpresa a la productora. “Lo más sorprendente es que se trata de un documental sobre un sacerdote”. La realidad es que lidera la estadística de número de espectadores por sala doblando a la segunda, Sexo en Nueva York 2.

Más de cien países, de lo más heterogéneos, ya han solicitado distribuir la cinta en sus cines: Kenia, China, Estados Unidos, Colombia, Argentina, Panamá o Italia entre otros.

Enlaces relacionados:

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La Última Cima: de 4 a 50 cines por aclamación popular

Recuerdos del Prelado del Opus Dei

miércoles, 23 de junio de 2010
Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei


OpusDei.es

“¡Javi!”. Y San Josemaría cayó desplomado. Mons. Javier Echevarría le asistió a sus últimos momentos. En esta entrevista, realizada las pasadas navidades por una televisión española, recuerda los pormenores de ese 26 de junio de 1975

VIDEO: 26 de junio de 1975: recuerdos del Prelado

«Sí, aquí en esta casa rindió su alma al Señor. Los que vivíamos a su alrededor, le habíamos oído muchas cosas a propósito de la última llamada del Señor. Pero concretamente nos decía Almudi.org - San Josemaríaque, —no porque nos consideremos mejores: en el Opus Dei sabemos que tenemos la misma calidad o peor que las demás personas, y por lo tanto de todos tenemos que aprender—, pero nos decía que en el Opus Dei tenemos que tender a gastar la vida bien exprimidos, como un limón, dando hasta la última gota.

Nos comentaba que quería que el final de su vida fuese un intervalo muy corto, muy corto. Que desde que se advirtieran los síntomas de una posible llamada del Señor, que no diera la lata. Quería estar vestido, para que no tuviésemos que vestirle. Y estaba completamente preparado, también físicamente.

Bueno, pues el Señor le hizo caso.

Llevaba años, ya al final de su vida, muy gastado por una enfermedad terrible, una diabetes que provocó consecuencias muy fuertes. Porque a un paciente de la diabetes, le aflige la vista, y tiene consecuencias pulmonares y cardíacas. Y además estaba gastado porque se entregaba a todo lo que hacía. Y se notaba que la vida iba ya a su fin. Como él decía: «Se me hace de noche».

Aquél día, el 26 de junio de 1975, le ayudé a Misa. Y era maravilloso ver la piedad con que se acercaba a ese momento que era el momento álgido, cumbre, de su jornada. Celebró la misa de la Virgen, que aquel día se podía celebrar. Después salimos en coche hacia un centro interregional para las mujeres, y estuvo hablando con ellas: les habló del alma sacerdotal, de la posibilidad que tienen de unirse al sacrificio de Cristo y de saber que el altar no está lejos de ellas, está en sus vidas, porque cada uno podemos hacer de nuestra vida un altar con una ofrenda a Cristo.

En un momento dado, los que le acompañábamos observamos algo, algo que no era normal en él, un gesto como de asfixia. Entonces cortamos aquella reunión. Quitó importancia a su situación y emprendimos el camino de regreso a Roma, porque este Centro está como a unos 20 kilómetros de aquí.

Durante el viaje no habló, pero respiraba paz. Nos daba paz con su manera de aceptar la voluntad de Dios con lo que fuera. Llegamos a esta casa y, para no preocupar a la gente, bajó del coche con la soltura de siempre, aunque podía costarle esfuerzo bajarse del coche o subir las escaleras. Y cuando llegó al oratorio hizo una genuflexión piadosa, amando al Señor que se inmola y se queda ahí oculto por nosotros, y fuimos al despacho de trabajo.

Yo me quedé cerrando las puertas del ascensor y oí su voz que me llamaba: “¡Javi! ¡Javi!”. Porque esa es otra cosa bonita: en el Opus Dei nos llamamos con los nombres que nos han dado nuestros familiares, de esa manera no nos separamos de la familia de sangre. La queremos más que antes. En casa, mis padres y mis ocho hermanos me llamaban Javi.

Y San Josemaría me dijo: «No me encuentro bien». Y en ese momento, cayó desplomado y se nos marchó al Cielo. No tuvimos conciencia de que nos dejaba. Aunque sabíamos que no nos dejaría definitivamente, porque estábamos seguros de algo que nos había dicho: «Cuando me marche de este mundo, si me ayudáis a saltarme el purgatorio, desde el cielo os ayudaré más».

Y desde ese primer momento todos sentimos la pena, —porque no es lógico querer a una persona y no sentir la pena cuando nos deja—, y al mismo tiempo la alegría de que se estaba cumpliendo de que nos ayudaba más, más y más.

Como nos decía tantas veces, pidiéndonos que nos esforzásemos en lo que vivíamos con un “más, más y más”. Y que no nos conformásemos con lo que ya hacíamos. Por lo tanto, su marcha al cielo, su ‘dies natalis’, como se dice en la Iglesia, lo experimentamos inmediatamente después de que nos había dejado.

Hicimos todos los esfuerzos para ver si lo recuperábamos, porque evidentemente se trataba de un paro cardíaco, no se consiguió y eso no nos desanimó. Nos llevó a pensar que teníamos un intercesor en el Cielo, que si tanto nos había querido en la Tierra, con ese amor tan cerca del Señor, nos iba a seguir ayudando más de cerca que cuando estaba aquí entre nosotros».

Sin embargo, don Javier, la muerte no es bien recibida, la muerte es una calamidad. Y hay mucha gente que se queda sin su hijo, sin su mujer, sin su hermano, sin el ser al que más quiere, de pronto, muy joven. Y ahí se producen unos desgarros terribles. ¿Qué se les dice? En esos momentos no sirve nada, don Javier.

«Si no ocurriera así no seríamos humanos. Solamente las bestias no lloran, decía san Josemaría. Los hombres y las mujeres, cuando notamos la ausencia de una persona a la que hemos querido con toda el alma, o que nos ha querido con toda el alma, lloramos y tenemos pena en el corazón.

¿Cómo se puede pensar que la Virgen, esa mujer excelsa, no sentiría el corazón roto al presenciar la muerte de su hijo? Y sin embargo sabía que esa era la voluntad de Dios para que nosotros fuésemos salvados. Y es lógico sufrir.

Pero sería una triste cosa que tuviéramos que vivir miles de años, viejecitos. En cambio, ¡saber que dejamos esta morada para ir a la morada eterna donde nos esperan el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo con los brazos abiertos, es un gozo muy grande!

Le diré el consejo que siempre daba san Josemaría cuando se nos marchaban al cielo nuestros padres o familiares. Nos decía: «Piensa una cosa, ahora debes vivir la presencia de Dios recurriendo a la intercesión de tu padre, o de tu madre, o de tu esposa o de tu esposo, porque están contemplando a Dios y te van a ayudar muy directamente». Y añadía: «Y no olvides que, si tú tienes la fe es porque ellos te la han facilitado, han puesto la vida tuya a un nivel de responder a Dios que tienes que mantener bien alto. Comprendo que hay dolor, pero al mismo tiempo tiene que haber la paz de que la vida no se termina en este mundo, se cambia. Y la vida verdadera se recupera en el Cielo»».

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Una religiosa ha formado a tres mil gitanas

Cuarenta años después de ser recibida a pedradas, una religiosa ha formado a tres mil gitanas

Por SIC el 22 de Junio de 2010

La religiosa Gertrudis Rol ha promovido la construcción de una ermita dedicada a la Virgen Gitana, la “Majarí Calí”, para fomentar su devoción en la localidad valenciana de Torrent, a donde llegó hace ahora 40 años.

Entonces fue recibida a pedradas por un grupo de gitanos cuando intentaba enseñarles a sumar con una pequeña pizarra bajo un árbol. Hoy, más de tres mil niñas gitanas han pasado por las aulas del colegio “Madre Petra” que fundó en aquel lugar “la madre Gertrudis” y en cuya construcción colaboró con un donativo personal el papa Juan Pablo II.


“Hace 40 años nadie se atrevía a entrar aquí”

“Hace 40 años, cuando llegamos nadie se atrevía a entrar aquí” ha reconocido la religiosa, que ha precisado que, sin embargo, “al ver que respondíamos a las piedras con cariño, cambiaron su actitud y se dieron a nosotras de una forma muy generosa”, hasta el punto de que “todo lo que hacíamos para enseñarles les parecía algo grande porque nunca antes les habían tratado así”.

La madre Gertrudis, que pertenece a la congregación San José de la Montaña Madres Desamparados, asegura que “si me pusiera a contar todas las experiencias de estos años con los gitanos, haría libros enteros y no serían suficientes para tanta satisfacción y gusto por haberlas compartido con ellos”.

“Por mucha faena que haya, lo primero debe ser escuchar a las madres de los niños gitanos, que me llaman cuando están apuradas por problemas graves, como por ejemplo el fallecimiento o enfermedad de un ser querido”.
“Quiero ser para ellas el paño de lágrimas y su consuelo, y saben que cuando les hemos aconsejado alguna cosa, por el bien de ellos, han cerrado los ojos y han confiado plenamente en nosotras”, asegura la religiosa.

Ahora, “le pido a la Virgen gitana que siga demostrando ese cariño de madre, que se le nota con todos nosotros al cien por cien, y que nos de la ilusión de saber responderle”. Para la madre Gertrudis, “saber responder a la Virgen es hacer las cosas cada día mejor, con más cariño, más ilusión y dándonos a los demás, haciendo que todo el mundo la quiera”.
Los favores de la Virgen gitana

La iniciativa de construir ahora una ermita para la “Majarí Calí” surgió ante el “continuo interés de sus devotos y muchas personas que han obtenido favores tras encomendarse a la Virgen gitana”, según la religiosa. “Son numerosos los peregrinos que preguntan por Ella y se acercan para darle gracias, ya no sólo de Torrent y Valencia y otros pueblos, sino también desde otras localidades españolas e, incluso, desde Roma”.

La ermita, realizada con ladrillos ‘caravista’ y cañizos, se alza ya en el jardín del colegio con una réplica de la “Majarí Calí” original, de 1,30 metros de alto, que ha sido elaborada en resina por una profesora de Bellas Artes del centro escolar.

La capilla de apenas tres metros de alto tiene una de sus cuatro paredes totalmente acristalada “para que pueda verse y venerarse desde el exterior la imagen que ha sido instalada sobre un carro de madera”.

Hoy, el colegio cuenta con más de doscientos alumnos en su mayoría de la ciudad de Valencia y de localidades próximas como Torrent, Xirivella, Aldaia y Alacuás. También ofrece talleres de inserción sociolaboral a más de 50 jóvenes de entre 16 y 30 años, en los que aprenden los oficios de corte y confección, peluquería, jardinería y mecánica.

Según la directora del centro, “la clave del éxito del colegio es la responsabilidad y la participación que tienen los propios padres gitanos en las bases y desarrollo de la labor educativa, que contrasta con el absentismo habitual en estas actividades”.

También el colegio Madre Petra constituyó hace diez años la primera coral de niñas gitanas que se formó en el mundo, integrada por 32 alumnas de entre 7 y 15 años, que ensayan tres horas semanales.

Juan Pablo II y Benedicto XVI

Entre los benefactores del colegio Madre Petra se encuentra el propio Papa Juan Pablo II que en 1998 envió un donativo personal de tres mil euros (medio millón de pesetas) para colaborar en las obras de ampliación del colegio.

En una carta, entonces, el Pontífice les invitaba a ser “apóstoles de la nueva evangelización, portadores de esperanza, amor al prójimo y respeto de la dignidad de la vida humana” y les instaba a “contribuir con el ejemplo personal, la coherencia de vida y la colaboración en las diversas actividades del apostolado gitano a instaurar el reino de Cristo, único salvador”.

Igualmente, el papa Benedicto XVI envió el pasado mes de abril un mensaje a los niños gitanos del colegio Madre Petra de Torrent en el que les expresaba que “les siente muy cercanos en el corazón” y pedía al Señor que “les ayude con su gracia en este momento tan importante” de su formación humana y cristiana. (AVAN)