Testimonio de Magnus y Mary’s Meals

¡Mis hijos que tienen hambre!

Magnus es un feliz padre de familia numerosa muy conectado con Medjugorje. En 1992 creó una Ayuda para las víctimas de la guerra. Este apostolado, muy sostenido por la maravillosa pequeña comunidad de Craig Lodge (Escocia) y por Medjugorje, comienza a crecer enormemente, aportando víveres e insumos especialmente en Bosnia y Croacia, Rumania y América del Sur. En 2002, crean Mary’s Meals (Comidas de María, ver PS 2). Su propósito es el de brindar una comida diaria a niños tan desprovistos y hambrientos que no pueden concurrir a la escuela. La comida es provista precisamente en la escuela o en otro lugar de enseñanza, ¡lo que obliga a estos niños a ir allí! Reciben así alguna formación además de la comida y pueden escapar de la pobreza. Los milagros de la Providencia son innumerables en Mary’s Meals, ¡que ahora alimenta a 350.000 niños por día! Esto es obra de Maria.

En 2006, se produce un hecho notable. En Medjugorje Magnus habla con Anca, una guía local. Muy conmovida por una estadía que había hecho en Haiti, donde reina una gran hambruna especialmente entre los niños, le pide a Magnus que funde un Mary’s Meals en Haití. “Nos gustaría mucho hacerlo, le responde Magnus, pero en este momento no contamos con los fondos necesarios. Oremos juntos para esto y veamos qué sucede”.

A su regreso a Escocia, Magnus se encuentra con un precioso e-mail: un sacerdote americano había oído hablar de Mary’s Meals. Este sacerdote, conmovido, explicaba que tenía una Fundación que buscaba ayudar a los niños más pobres de Haití. Estaba convencido que Mary’s Meals sería la obra más apropiada para Haití y prometía todo el apoyo económico al tiempo que invitaba a Magnus a encontrarse con la gente de esta Fundación. Magnus fue allí ¡y ellos accedieron a financiar una comida diaria para 5.000 niños!

Mientras explicaba a la gente de esta fundación la hermosa trayectoria providencial de Mary’s Meals, Magnus subrayó que la ayuda a Haití había comenzado el mismo día de la muerte de la Madre Teresa. Percibió que su auditorio era embargado por una viva emoción. Más tarde, los interrogó sobre la razón de esa emoción y le respondieron: “Todo el dinero que le hemos dado proviene en efecto de una sola donante, una mujer canadiense muy rica, que hizo esta donación porque hace unos años había tenido un sueño que la conmovió enormemente. La Madre Teresa se le apareció en ese sueño y le suplicaba: “¡Ayuda a mis hijos de Haití que mueren de hambre!” Esta mujer fue tan fuertemente sacudida por el sueño que nos impulsó a la acción ¡y es gracias a ella que hemos montado esta ayuda financiera! Ahora bien, este es el primer donativo que hacemos, ¡y es para los niños de Haití! ¡Mary’s Meals  de Haití es el primer fruto de este sueño!

”Lo que hagan al más pequeño de los míos, es a mí que me lo hacen”, nos dice Jesús, el Niño pobre de la Gruta de Belén.

Tomado del boletín de Sor Emmanuel de Diciembre 12,2008

Flannery O’Connor: católica en el Sur

15/06/2010 | Kiko Méndez-Monasterio

Pasó los últimos 13 años de vida enferma de Lupus.


El mal existe y el dolor también. Después de que el viento se lo llevara todo, el sur de Estados Unidos se convirtió en una buena tierra para darse cuenta de ello, aunque en realidad no es necesario visitar Atlanta en llamas, la existencia de esa incómoda pareja es una certeza tan grabada en nuestras entrañas que nos pasamos la vida procurando olvidarla, o buscando un analgésico perfecto que nadie acaba de inventar. Ni siquiera la religión es un refugio, ni siquiera es una casa impermeable, la fe no es la poción mágica de Panoramix ni tampoco el club de campo de las personas decentes. Flannery O’Connor lo tenía bastante claro: “No nos damos cuenta de lo que cuesta la religión. Piensan que la fe es una gran manta eléctrica, cuando de hecho es la cruz”.

Toda la mala literatura desciende de una mala teología; por eso no extraña tanto saber que esta sureña -gran maestra del relato corto- leía todas las noches a Tomás de Aquino. John Wauck, profesor de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, dice que el estilo de O’Connor “es un ejemplo de lo que el arte católico puede lograr cuando tiene influencias teológicas sofisticadas, junto a un fondo filosófico riguroso”.

Esto lo entendemos bien al comprobar la fascinación que puede ejercer una catedral gótica sobre el agnóstico más recalcitrante, pero es más difícil poner ejemplos en la literatura, donde el apellido de “católico” parece capitidisminuir al escritor, y no sólo por el cerco de rencor o de silencio que en ocasiones se diseña contra su obra, sino a veces por una estrechez creadora, como si hubiese que aplicar los mandamientos también a los adjetivos, o perfumar con incienso cada renglón. No es el caso de Flannery, y siguiendo con el ejemplo de la catedral, resulta curioso verla catalogada dentro del llamado “gótico sureño”, aunque es una etiqueta desacertada porque pretende encasillarla en la parada de los monstruos que caracteriza a esa literatura, un naturalismo tardío que se empeña en mostrar lo más grotesco de la realidad, pero sin concluir verdad alguna.

Flannery puede coincidir en el tiempo y el espacio con esa corriente, incluso también en las formas, pero su planteamiento literario se atreve a profundizar en el misterio del mal, del dolor y la fealdad, es decir, que no se limita a retratarlo como desagradables consecuencias de vivir en un cuerpo corruptible. “Mis lectores son gente que cree que Dios está muerto. Escribo para un auditorio que no sabe lo que es la gracia y que no la reconoce cuando la ve. Todos mis relatos tratan sobre la gracia en un personaje que no la desea; por eso la mayoría de la gente piensa que las historias son duras, sin esperanza, brutales”.

Santa Micaela del Santísimo Sacramento

Desde el cielo con humor

15/06/2010 | Juan Bosco Martín Algarra

Retrato de santa Micaela del Santísimo Sacramento.

Nadie respeta más a una prostituta que quien la ayuda a dejar de serlo. Punto. Quien niegue esto o es un cretino o… un cliente. Jesús predicó con el ejemplo volcando también hacia ellas su caridad infinita (lo que luego no le salió gratis, como sabemos). Y a través de los siglos, muchos cristianos -y sobre todo cristianas- han frecuentado meretrices con el único y noble objetivo de rescatar su dignidad. Precisamente eso hizo santa Micaela en la España del siglo XIX. Nacida en Madrid en 1809, su familia pertenecía a la alta nobleza, y así se educó: sabía idiomas, tocaba el arpa, se movía con la misma naturalidad en los grandes salones que el doctor Morín en una fábrica de trituradoras. Y, además, se tomaba en serio su vida cristiana.

Dedicaba las mañanas a sus prácticas de piedad: misa, oración, rosario, visitas a los pobres… Por la tarde, atendía sus compromisos sociales, ora asistiendo a un baile en la Corte de Isabel II, ora montando a caballo en la finca de un antepasado de José Bono. Residió un tiempo en París junto a su hermano, el embajador, y fue tal la dedicación de la española a los pobres y desvalidos gabachos, que el rey Luis Felipe de Orleans quiso distinguirla públicamente. Cuando regresó a España, a pesar de que siguió ejerciendo actividades nada compatibles con el comercio carnal, Micaela pudo conocer la triste situación de muchas mesalinas gracias a sus visitas de caridad al hospital de San Juan de Dios. Si la prostitución continúa siendo hoy una realidad deprimente -amén de lucrativa para determinados periódicos ‘progresistas’-, imagínense hace doscientos años.

Muchas de esas mujeres eran abocadas al fulaneo por hombres tan poco hombres que, después de corromperlas y explotarlas, las abandonaban a su suerte enfermas y desvalidas. Las pobrecillas, algunas de ellas adolescentes, no sólo no tenían lugar donde caerse muertas cuando salían del nosocomio, sino que además se veían obligadas a cargar con un estigma social que, indefectiblemente, las conducía poco tiempo después al mismo infierno.

Micaela tenía su vida más resuelta que la Chabeli y contaba con más enchufes en altas esferas que una central de Iberdrola, pero decidió meterse en semejante berenjenal porque entendió que Cristo le pedía insistentemente que ayudase a esas pobres mujeres. Como pueden suponer, el entorno en que se movía no encajó nada bien esa opción preferencial por las furcias. Y comenzaron las incomprensiones, las maledicencias, los dimes y diretes -”¿no será también ella…?”- que arreciaban conforme la obra crecía y se le unían colaboradoras, como María Ignacia Rico, que la ayudó a conseguir una casa donde alojar y reeducar a las féminas rescatadas de esa puerca existencia. Micaela abandonó su lujosa mansión y se instaló pobremente con aquellas a las que iba a atender. Empero, la que fue casa de salvación para tantas fue calificada de perdición por no pocos personajes influyentes, clérigos incluidos. Llegaron incluso a intentar asaltarla. Una vez el obispo, escandalizado por las habladurías, llamó a la puerta para sacar de allí el Santísimo Sacramento, lo que Micaela debió de sentir como un puñal en el pecho, pues con siete de sus seguidoras había fundado una congregación dedicada a adorar a Jesús en la Eucaristía, a preservar a las jóvenes en peligro y a redimir a las víctimas de la prostitución. Eso, sin contar las penurias económicas derivadas de su ingente tarea: tuvo que vender sus propias joyas, las de su difunta madre y todos los regalos recibidos de las Cortes francesas y española (aprende, Bono). Con todo, también recibió el aliento de un futuro santo que, además, era confesor de la Reina, Antonio María Claret, quien bendijo su apostolado y la aconsejó prudentemente.

* Artículo íntegro en el número 281 del semanario, desde el 11 de junio en los quioscos.

Milagro en Lourdes

Testimonios de peregrinos al santuario francés

16/06/2010 | Rosa Cuervas-Mons

Las damas hospitalarias atienden a los enfermos durante todo el viaje.

Acaban de llegar y ya están preparando el siguiente viaje. Los miembros de la Hospitalidad de Lourdes en Madrid peregrinan dos veces al año -mayo y octubre- hasta el santuario en el que la Virgen se apareció, hace más de siglo y medio, a la pequeña Bernadette.

Sus estancias en el pueblo francés son, como ellos mismos dicen, “especiales”, porque hasta allí marchan siempre acompañados de enfermos. En total, una media de 1.000 peregrinos por viaje entre voluntarios -”hospitalarios”-, peregrinos sanos y peregrinos enfermos. Mil almas que parten con inquietudes muy diferentes y que encuentran, casi siempre, algo más de lo que esperaban.

“El primer año que mi hija me acompañó me dijo: ‘Papá, creo que Lourdes es un trocito de cielo en la tierra’, y pienso, realmente, que es la mejor definición de lo que vivimos allí”, explica a ALBA el doctor Francisco Xavier Santos, jefe del equipo médico de la Hospitalidad.

Un acto de egoísmo

Para quien se asome desde fuera a este viaje especial que es Lourdes, puede parecer extraño hablar de cielo en un mundo de pacientes oncológicos, enfermos de sida, discapacitados, niños atados a una silla de ruedas y vidas difíciles. Y sin embargo, eso es lo que encuentran muchos -casi todos- los que van allí. “Ir de voluntario no es un acto de entrega, es un acto de egoísmo porque quien más recibe es el que comparte su tiempo con los enfermos”, explica el doctor Santos. Más testimonios: “En Lourdes se ve el dolor, pero siempre hay una sonrisa, una mano amiga que consuela. Nunca me he sentido más feliz que allí”, decía Fernando Pardo, camillero del grupo 11 fallecido a los 65 años.

Y Manuel Díaz Roldán, primero peregrino y después camillero, encontró en Lourdes la esperanza que buscaba en los momentos de desaliento en su vida. Durante cinco días los cientos de peregrinos que viajan al pueblo francés con la Hospitalidad de Madrid viven una experiencia de fe, comparten buenos y malos ratos y crean vínculos muy fuertes que duran todo el año.
“Muchos de los enfermos proceden de residencias o centros de acogida y los hospitalarios los visitan a lo largo del año y mantienen el contacto”, cuenta Santos, para quien el primer y mayor milagro es volver de Lourdes sin ningún percance. “En un grupo de 900 personas, con enfermos de todo tipo, el mayor milagro es volver todos. La mayoría de los que van no pide curarse, sino recibir la fuerza que da Lourdes, y repiten año tras año”, añade.

Él, como jefe del equipo médico, coordina la labor de los profesionales sanitarios (médicos, enfermeros y farmacéuticos) para que los enfermos -que previamente han enviado una ficha con sus necesidades especiales- estén siempre bien atendidos.

* Reportaje íntegro en el número 281 del semanario, desde el 11 de junio en los quioscos.

Se iluminará para honrar a la Madre Teresa de Calcuta

Ante la negativa de los responsables del Empire State

Un edificio del Bronx se iluminará para honrar a la Madre Teresa de Calcuta en el centenario de su nacimiento

Un edificio del barrio neoyorquino del Bronx iluminará su fachada con luces blancas y azules para honrar a la Madre Teresa de Calcuta, en respuesta a la negativa del Empire State de hacer lo mismo cuando el 26 de agosto se cumplan cien años del nacimiento de la religiosa, informan este lunes medios locales. La negativa de los responsables del edificio más alto de Nueva York a homenajear con su iluminación nocturna a la conocida religiosa ha desatado una gran polémica en la Gran Manzana.

16/06/10 9:33 AM

(Agencias) En las últimas semanas, personalidades políticas y sociales de la ciudad han reclamado a los dueños del Empire State que acepten la propuesta de la Liga Católica para los Derechos Religiosos y Civiles de iluminar el edificio el 26 de agosto con los colores característicos de la orden Misioneras de la Caridad.

El último capítulo de esta polémica lo protagoniza el lunes el edificio Hutchinson Metro Center, en El Bronx, que ha decidido iluminarse con los colores de la orden de la monja albanesa premiada con el Nobel de la Paz en 1979.

Para el concejal de Nueva York James Vacca, esta decisión acordada con las autoridades locales es una advertencia para que el Empire State “salga de su torre de marfil” y que los responsables de esa “decisión sin razón” se sientan “avergonzados”, según recoge el lunes el New York Post.

En los mismos términos se expresó el concejal Peter Vallone, quien aseguró este fin de semana que “ésta no es una petición religiosa, sino del Concejo municipal” y, por tanto, “no hay razón para que el Empire State no pueda llevarla a cabo”.

La presidenta del Concejo municipal, Christine Quinn, pidió la semana pasada a los neoyorquinos que el 26 de agosto pusieran sus móviles iluminados en las ventanas para homenajear de manera individual la figura de la Madre Teresa.

Anthony Malkin, miembro de la familia dueña del Empire State, se defendió afirmando que, como propietarios privados, tienen la política de no iluminar el edificio en honor a figuras o motivos religiosos, y secundó la propuesta de Quinn, a lo que la política neoyorquina ha respondido acusándolo de “hipócrita”.

Los diarios locales se hacen eco estos días de los motivos por los que en otras ocasiones el emblemático rascacielos ha encendido su iluminación nocturna y recuerdan que entre los personajes honrados por este edificio figuran Juan Pablo II y el cardenal de la arquidiócesis de Nueva York, John Joseph O’Connor.

La Madre Teresa cuenta desde hace un año con una calle en El Bronx, donde la comunidad albanesa ha crecido con rapidez en los últimos años. En ese barrio la religiosa católica inauguró en 1977 el primer convento en Estados Unidos de su congregación.

Las 15 películas más taquilleras en España

SÓLO CON 60 COPIAS EN CIRCULACIÓN

«La Última Cima» entra en la lista de las 15 películas más taquilleras en España

El número de espectadores de este fenómeno cinematográfico crece un 283% en solo una semana. Por delante, títulos como, «Sexo en Nueva York 2» y «El Retrato de Dorian Gray» que cuentan con una media de 200 copias en exhibición.

Actualizado 15 junio 2010

Gilberto Pérez/ReL

No cabe duda de que se trata de un fenómeno inédito. «La Última Cima» entra en su segunda semana de exhibición en el Top 15 de las películas más taquilleras en España, con tan sólo 60 copias en circulación.

Según fuentes de la productora del documental, «La Última Cima» se ha situado por delante de títulos que cuentan con una media de 200 copias en exhibición, un número cinco veces mayor que las copias de la película que «habla bien de los curas», como es el caso de «El Príncipe de Persia», «Sexo en Nueva York 2» y «El Retrato de Dorian Gray».

Cerca de 26 mil personas ya han visto esta película, «que se consagra como uno de los documentales más vistos de la historia en nuestro país», da a conocer «Infinito + 1».

«Y no es para menos, «La Última Cima» está rompiendo moldes en la industria cinematográfica, y es que si ya de por sí es complicado entrar en el Top 15, parecía imposible hacerlo tratándose de un documental, protagonizado en este caso por un sacerdote», añade en una nota de prensa.

Según su director, Juan Manuel Cotelo, el secreto del film, «es la alegría, esperanza y optimismo que transmite la película. El público está deseando salir de una sala de cine con las pilas cargadas para enfrentarse al pesimismo y a la tristeza. Es una oleada de ilusión, con los pies en la tierra y el corazón en el Cielo».

La respuesta del público está siendo masiva, hasta el punto de que la película, pasó la semana pasada, y  por petición popular, a proyectarse de cuatro a sesenta cines de toda la geografía española.

Son decenas los cines que han decidido quitar de sus carteleras exitosas películas en 3D para hacer un hueco a «La Última Cima», la única película en cartelera que habla bien de los curas.

Ganando batallas después de muerto

Actualizado 15 junio 2010

Hoy he tenido la oportunidad de ver, con un  grupo de sacerdotes y nuestro Obispo, la película “La última Cima”. Los comentarios que me habían llegado eran todos elogiosos, pero la realidad supera todo lo que se pueda decir de ella. Desde el punto de vista técnico estamos ante la obra de un director  joven que sabe de cine. Lleva a la pantalla la figura de un gran sacerdote, y lo cuenta con un lenguaje cinematográfico que llega al público, que cala hondo, que te tiene en vilo desde el principio hasta el final.

Parte de la vida y trágica muerte  del  sacerdote Pablo Domínguez, al que tuvo la oportunidad de conocer, y hace una defensa de lo que debe ser un sacerdote, de lo que el mundo espera hoy del cura, sin teorías, ni argumentos ñoños, sencillamente con el testimonio de los que le conocieron, le trataron, le amaron.

¿Quién era Pablo Domínguez? Un sacerdote listo, bien preparado, bien parecido,  con sus dos doctorados en Filosofía y Teología, profesor y Decano del Instituto Teológico San Dámaso de Madrid.  Un joven que un día Dios le hizo ver lo que quería de él y le dijo que sí. Muy de nuestro tiempo. Conociendo el mundo de hoy a la perfección, las teorías filosóficas, las ideologías, todo lo que puede provocar, en un sentido o en otro, al hombre moderno, al joven y al mayor, y también al niño.  Lo mismo daba una clase, que predicaba unos ejercicios espirituales, se acercaba a la cabecera de un enfermo, o acompañaba a una madre que estaba a punto de dar a luz un hijo que venía ya con la sentencia de muerte.  Oraba mucho, dos horas cada día, y siempre que podía se escapaba a la montaña, que era su pasión. Decía que en las cumbres se encontraba más cerca de Dios. No era raro que celebrara la Eucaristía, a veces él solo, entre montañas, en ese templo que es la misma naturaleza creada por Dios.

En la película hablan niños, jóvenes, religiosas, compañeros, Obispos, madres de familia, sus propios hermanos y sobrinos. Me ha llegado al corazón la entereza del padre, que era feliz por tener un hijo sacerdote y que ahora sabía que estaba junto a Dios. Y la ternura de la madre, la única que ha derramado algunas lágrimas hablando orgullosa del hijo que Dios le había dado.

La nota de humor la ponen los niños, sus propios sobrinos, que él quería con locura. Una vez que estaba predicando empezó a llorar un niño en la Iglesia. En lugar de llamar la atención a la madre dijo: –Guardemos silencio y escuchemos a ese niño que tanto quiere Dios. Habla en la película la monja que lo había invitado a dar unos Ejercicios Espirituales a su comunidad de Navarra, y cuenta la impresión tan profunda  que le produjo la noticia de su muerte en la montaña al día siguiente de terminar los Ejercicios. Fue el último servicio que prestó como sacerdote, antes de subir a la última cima que le llevó al cielo.

Salimos todos de la sala de cine con el regusto de haber oído hablar bien de los curas, y con las ganas de vivir con el mismo Espíritu que él lo hizo. Invito al lector a que vea y propague esta película, un modelo de lo que debe ser un cine católico. Solo me queda darle las gracias al joven director por el bien que nos ha hecho, y encomendarme a Pablo para que interceda por los que todavía seguimos escalando la montaña de nuestra vida.

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Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com