Antonio Jiménez, director de ‘El gato al agua’

Su voz ha sonado en las principales cadenas de radio de este país. Y ahora dirige uno de los programas más vistos de la TDT, que se ha convertido en la tertulia política estrella de la televisión. El Micrófono de Oro, el premio al Mejor Programa de Televisión Digital, la Antena de Oro… Antonio Jiménez recoge varios premios cada año, que avalan que ha dado con una forma nueva de hacer televisión que ‘engancha’. Los propios seguidores del programa se autodenominan ‘gatoadictos’. Y es que el suyo es el único programa que crea adicción.
–El gato está batiendo récords de audiencia… ¿por cuál va ya?
-Estamos en torno al 3-4% de cuota total de televisión. Tenemos una audiencia media de cerca de 600.000 espectadores y la acumulada está en torno a los 2.400.000. Hemos notado un incremento notable.
-¿Pudo imaginar alguna vez que El gato tendría tanto éxito?
-No, siempre recuerdo que cuando comenzamos en la agencia Efe, en los primeros saludos que hacía, decía: “Buenas noches, ¿hay alguien viéndonos ahí?”. Luego empezamos a picarnos con Julio Ariza, que presentaba Más se perdió en Cuba en la radio, para ver quién recibía más mensajes. Y vimos que había una respuesta fuerte, seria y fiel. Pronto empezamos a superarle (risas).
-¿Cuál es el secreto de su éxito?
-Nuestra apuesta sin complejos por los principios y valores que Intereconomía defiende ha conectado muy bien con ese amplio sector de la población que hasta ahora ha estado ayuno de un medio que se identifique plenamente con sus posiciones. Y siempre hemos recriminado al Gobierno lo que está haciendo mal.
-¿Y cuando el Gobierno cambie de signo?
-Nuestras críticas o reivindicaciones irán dirigidas al que gobierne, que es el máximo responsable. Si gobierna el PP, que esperamos que sí por el bien de España, le exigiremos que haga las cosas bien y cuando las haga mal, también le criticaremos, por supuesto.
-Es una gran responsabilidad ser uno de los principales creadores de opinión pública, en el momento político histórico que vive este país.
-En una situación como ésta, en la que hemos criticado el grado de anestesia con que se comportan los españoles, es bueno que un medio les transmita la necesidad de que sean críticos. Cuando la gente no se interesa por la vida pública, es porque no encuentra cauces para transmitir su opinión. Y que haya programas donde pueden expresarse con sus mensajes produce la satisfacción de que su opinión también cuente.
-Esta cadena ha entrado por la puerta grande en la nueva fase de televisión digital…
-Efectivamente, Intereconomía ahí se está llevando el gato al agua. Y el presidente ha sabido crear empleo en unas circunstancias totalmente anómalas, como las actuales.
Considera que el éxito se debe al trabajo de todos los que hacen a diario Intereconomía, y también su programa, como Elena Fraile, Vanessa Alonso, Alicia Gracia, Ana Gugel, Rubén Calvo, el equipo de realización… y todos los contertulios, que con sus opiniones hacen que cada día vaya a más.
-Hay quienes les tachan de fachas…
-Yo niego la mayor. No puedo admitir que a nosotros, por criticar lo evidente, puedan llevarnos a la extrema derecha. Por decir, por ejemplo, que el señor Bono ha hecho un patrimonio rápido y vertiginoso, sin acusarle de nada. Él debería demostrar que lo tiene todo correctamente acreditado y documentado, y entonces, aquí paz y después gloria.
Considera que Intereconomía se ha vuelto muy molesta para quienes han visto en ella una fuerte competidora; por eso intentan desplazarla. Pero la posición del grupo es la defensa de la libertad del individuo y del progreso bien entendido. “Llevo muchos años en esto, he trabajado en muchos medios y cuando alguno de éstos nos quiere tildar de extrema derecha, yo quiero recordar que, en la cadena Ser, el día 23-F ellos no estaban, pero yo sí: jugándomela, en una situación incierta, y dando información en una unidad móvil, a la puerta del Congreso de los Diputados, a favor de la democracia, la Constitución y la libertad”, recuerda.
-Hay valores como el patriotismo que los progres se empeñan en desprestigiar. ¿Qué intenta aportar en este sentido con su reciente libro Mi querida España?
-Intento transmitir que no podemos estar acomplejados ante lo evidente. Nadie debe justificarse por poder presumir de ser español. Ése es otro de los aciertos de Intereconomía, que nosotros decimos abiertamente que somos de derechas y que somos españoles, y no sólo no pasa nada, sino que nos sentimos orgullosos.
-En su libro hace un análisis de los temas políticos más candentes… ¿Qué líneas rojas cree que ha traspasado este Gobierno?
-Lo que más me ha sorprendido al hacer la recopilación de artículos desde 2004 hasta ahora es que aunque estén escritos hace 3, 4 y 5 años, tengan plena vigencia hoy. Me da pena que los hechos, desgraciadamente, nos hayan dado la razón. Creo que líneas rojas ha traspasado algunas. El señor Zapatero todavía considera que el Estatuto de Cataluña es constitucional. Y en economía se negó a admitir la crisis, no tomó ninguna medida, y ahora vamos con dos años de retraso.
-¿Quién nos va a sacar de la crisis?
-El Papandréu español, que va a ser Mariano Rajoy, que va a tener que tomar medidas tan drásticas y severas como ahora le han obligado a tomar a Grecia.
Antonio lleva en la profesión desde el año 76, cuando empezó como becario en la cadena Ser. Y desde entonces ha pasado por todas las radios. Dejó la Ser para pasar a la Cope de Luis del Olmo y Encarna Sánchez. Tras dirigir el programa despertador, con magacín incluido, en Radio España, lo fichó Onda Cero, y luego tomó el mando de las mañanas de Radio Nacional de España, que fue su último gran reto antes de entrar en Intereconomía.
-Presentó Buenos días en RNE durante unos años. ¿Hasta qué punto es el Ente Público un instrumento político?
-Hay una presión notable, por lo menos sotto voce. Se nota sobre todo a través de los sindicatos, que cuestionan todo lo que haces. A mí, sobre todo porque era muy crítico con los nacionalistas: con Arzalluz, con Pasqual Maragall cuando se echó en manos de ERC. Creo que estaba totalmente legitimado para criticar a partidos separatistas que cuestionaban la Constitución y la unidad de España. Y, desde el punto de vista del poder, es evidente que también se influye. Yo trabajé los dos últimos años de Aznar en La Moncloa: que coincidieron además con el Prestige, la guerra de Irak…; una situación bastante tensa.
-¿Siempre había querido ser periodista?
-Sí. Yo me fijaba en la que era la única televisión de España: en la aventura del reportero, de Miguel de la Quadra-Salcedo, los corresponsales de entonces: Cirilo Rodríguez, Jesús Hermida… Me atraía muchísimo.
* Entrevista íntegra en el número 278 del semanario, desde el 21 de mayo en los quioscos.
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