Ostensión de Sábana Santa en Turín

10 de abril al 23 de mayo

Este sábado se inicia ostensión de Sábana Santa en Turín


VATICANO, 09 Abr. 10 / 10:02 am (ACI)


Este sábado 10 de abril se inicia en la Catedral de la ciudad italiana de Turín la ostensión de la Sábana Santa. Este importante evento concluirá el 23 de mayo y tendrá entre sus visitantes al Papa Benedicto XVI quien presidirá una Solemne Eucaristía el domingo 2 de mayo en la Plaza de San Carlos.

En los días de la ostensión, la Misa se celebra en la Catedral, frente a la Sábana, cada mañana a las 7:00. Al final, se rezarán las laudes. El Santísimo Sacramento queda expuesto en la penitenciaria, en Palazzo Chiablese a lo largo de toda la jornada. La capilla está reservada a la oración silenciosa y a la adoración eucarística.

En la misma penitenciaría estarán sacerdotes para administrar el sacramento de la Reconciliación. Desde el final de la Misa hasta las 8:00 p.m. el recorrido está abierto a la visita de la Sábana. Para ello es indispensable haber hecho la reserva a través de la web www.sindone.org

Se podrá también acceder a la catedral entrando por la puerta central, pero desde allí será posible ver la Sabana solo desde lejos. El espacio de la bóveda central está reservado a la oración y a la reflexión silenciosa. Por la noche, según lo que se indicará en el calendario, la catedral podrá quedar abierta para acoger celebraciones particulares o iniciativas culturales de carácter religioso.

Algunos datos

Una sólida tradición demuestra que la Sábana Santa de Turín es el sudario que envolvió el cuerpo de Jesucristo tras su muerte. Esta es una pieza de lino tejida que mide 4,37 metros de largo y 1,11 de ancho.

El manto lleva la imagen detallada del frente y la espalda de un hombre que fue crucificado de manera idéntica a Jesús de Nazaret según describen las Escrituras.

El manto está en Turín, Italia, desde 1578 y es puesto a exposición pública aproximadamente una vez por cada generación.

Con el fin de determinar el modo cómo la imagen se imprimió en la Sábana, más de 1000 investigaciones científicas de las más diversas especialidades han sido realizadas y se le han tomado 32 mil fotografías.

En el sitio www.sindone.org se recogen los textos y las informaciones relativas a todos los aspectos de la organización de la ostensión.

Para conocer más de la Sábana Santa, ingrese a: http://www.aciprensa.com/sudario.htm


Una conversión paralela a la de su amigo Eduardo Verástegui

El testimonio de Karyme Lozano: una conversión paralela a la de su amigo Eduardo Verástegui

Involucrada en proyectos pro vida, la actriz defiende la vida desde su concepción hasta su muerte natural

Karyme es una actriz y cantante mexicana de 32 años muy conocida en los últimos años por su participación en varias telenovelas en su país. Como ella misma reconoce, llegó a obsesionarse por el mundo de la fama y el dinero que la rodeaba.

Sin embargo, su vida cambió por completo a raíz de la muerte de su padre, en marzo del 2009, que abrió un proceso de cambio fruto de su profunda conversión y reafirmación en la fe.

Siguiendo el ejemplo de su amigo Eduardo Verástegui, con quien colabora en la organización Manto de Guadalupe, ha decidido vivir en castidad.

Historia de una conversión

En una entrevista concedida a un canal de televisión (que se puede ver más abajo) la actriz cuenta el cambio de valores y de estilo de vida que le trajo la conversión.

Una radiante Karyme, que asegura no haber encontrado nunca tanta paz y seguridad, quiere dar su testimonio: “cuando tu permites que Dios entre en tu vida y en tu corazón, los milagros empiezan a suceder dentro de ti, en tu carrera, familia, en toda tu vida”.

De pequeña soñaba con ser doctora, construir un asilo de ancianos o un orfanato para ayudar a los niños.

“En la adolescencia, esa etapa tan delicada, tuve amistades que no me convenían, que me enfocaban hacia lo negativo, las fiestas y la relajación. Conforme fui creciendo me fui olvidando de ese sueño, lo guardaba en mi corazón pero me fui enfocando hacia una carrera artística buscando la aceptación de los demás”, recuerda.

La artista, expone que dentro de la edad adulta se dio cuenta que su vida no tenía sentido. Aunque nunca pensó en quitarse la vida, recuerda que a pesar de tener una hija, “la bendición más grande”, sentía pocas ganas de vivir. “Yo que no era una persona materialista, me empecé a obsesionar por la fama, dinero, el mundo superficial que no lleva a nada real.”

A pesar de estar en un ambiente superficial, Karyme asegura que siempre estuvo en la búsqueda espiritual: “Siempre he estado en contacto con Dios pero siempre lo busqué en la Cienciología, la meditación, fuera de mi. No sabía que lo tenía en casa, en mi propia religión, en el interior”.

La actriz dice no encontrar palabras para contar la conversión. Después de la muerte de su padre, Dios la guió en una decisión profesional clave que acabó rechazando. “Fue una oración muy fuerte, desnudé mi alma, y a partir de allí Dios obró en mi vida. No fui yo, fue Dios el que ha tocado mi vida”. “Ahora veo las cosas totalmente de otra manera: cosas que no captaba, que veía anticuadas o no entendía”.

“Por primera vez en mi vida dejé que Dios tomara las riendas de mi vida. Me despojé, me dispuse a entregárselo todo: casa, coche, carrera, mi familia, hija, mi mente, corazón, todo mi ser, mi vida. Sólo le pedí a cambio su guía y su amor”, confiesa.

Karyme concluye su testimonio con estas palabras: “Ahora siento la necesidad de ayudar (como cuando era pequeña), de amar, mejorarme, de ser un ejemplo a mi hija. Ahora entiendo el porqué de la castidad,  la responsabilidad que tengo como artista para escoger buenos proyectos» como referente que es para tantos jóvenes que la toman como ejemplo.


“Morir de una forma digna

Karyme Lozano define, en una entrevista para la organización pro vida I am Whole Life, la muerte de su padre como “una historia muy personal, fuerte y bella porqué me acercó a Dios”.

“Entendí que no se puede jugar a ser Dios. No somos Dios, Dios tiene sus tiempos: decide cómo y cúando se puede llevar a las personas”, declara.

Al padre de la artista se le detectó un tumor en un estado avanzado. “No se pudo mejorar, y se fue apagando poco a poco”. Desde su entorno le aconsejaban que le dejaran de subministrar suero o que le quitaran la máscara de oxígeno para ayudarlo” a morir más rápido y evitar que sufriera.

Su reacción fue muy clara. “Yo inmediatamente dije no, mi papá va a morir de una forma digna”. En su interior sintió “que no estaba bien, ¿quién soy yo para desconectar a mi papá, para decidir cuándo va a morir?”.

Precisamente en el cómo y el cúando de su muerte, Karyme ve una lección, una señal. Todos se habían despedido de él: familia y entorno, pensando que si se despedían se iría en paz; Pero no se iba. Entonces fue cuando se dio cuenta: “faltaba mi mamá, llevaban 25 años divorciados. Ella vino desde otra ciudad entró en la habitación a solas. Le perdonó y le pidió perdón por todo lo que se habían hecho. Poco rato después que mi madre se fue, mi padre falleció.

«Nuestra querida Diócesis de Bilbao nunca me quedará lejos»

Blázquez en su despedida: «No se deja sin dolor lo que se ha querido con amor»

«Consideradme como vuestro amigo. Yo dejo aquí parte de mi vida»

Redacción, 10 de abril de 2010 a las 12:03

Queridos hermanos obispos, presbíteros y diáconos, religiosos y religiosas, laicos y laicas, a todos saludo con la paz, que el Señor resucitado transmitió a sus discípulos. La lectura tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles muestra el dinamismo de la resurrección del Señor a través de sus testigos. La fuerza generada en el encuentro con Jesús que había sido crucificado y ahora está vivo y glorioso no puede quedar encerrada en el interior de los beneficiarios de las apariciones ni ser silenciada.

La sorpresa por la presencia del Resucitado se hace proclamación misionera: «Nosotros no podemos menos de contar lo que hemos visto» (Act 4,20). Anunciar la resurrección de Jesús no fue una ensoñación de los apóstoles ni un capricho sino obediencia a Dios, aunque molestara a algunas personas, que habían decidido cerrar definitivamente la causa de Jesús. Los discípulos antes atemorizados por miedo a los judíos, dan testimonio ahora con mucho valor.

La vida nueva que va suscitando es irrefutable. Irrumpe la resurrección del Señor con un vigor incoercible en la vida de la comunidad naciente, que desde el principio hallará oposición e incluso será perseguida (cf. 4, 18.21; 4,29; 5,18.27-33. 40; 6,12; 7.54.57; 8,1 etc.). Y paradójicamente los apóstoles estaban «contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el nombre» de Jesús (Act 5,41).

Con esta celebración en la catedral me despido oficialmente de vosotros queridos diocesanos antes de comenzar el ministerio episcopal en Valladolid. En esta oportunidad quiero expresar mi agradecimiento, pedir perdón y manifestar también cuáles han sido las orientaciones que me han guiado durante los catorce años largos de trabajo pastoral en la Diócesis; nuestra querida Diócesis de Bilbao nunca me quedará lejos.

Todos estos sentimientos están impregnados por la experiencia de desarraigo que significa para mí el dejaros y por la esperanza de un nuevo enraizamiento en la Diócesis de Valladolid. El trasplante de las personas toca íntimamente al corazón. Bellamente lo expresó San Alberto Magno al despedirse el año 1262 de la Diócesis de Ratisbona (Alemania): «No se deja sin dolor lo que se ha querido con amor». La convivencia en esta Iglesia local, el amor al Señor, al Evangelio y a las personas, el haber trabajado y sufrido juntos que fraterniza profundamente, el haber compartido gozos y preocupaciones han ido tejiendo unas relaciones muy estrechas.

Dos orientaciones básicas han guiado mi trabajo pastoral, a cuya luz se puede comprender diversas actitudes y actuaciones.

1) Consciente de que el episcopado es un ministerio de comunión en la Iglesia, expresé en la homilía del comienzo de mi servicio en la Diócesis, el día 29 de octubre de 1995, mi voluntad de ser obispo de todos, con todos y para todos. En primer lugar deseo ser obispo de todos; literalmente dije: «Quiero que nadie por legítimas diferencias sociales y políticas deje de hallar en la Iglesia su hogar. Ayudadme a ser pastor de todos; facilitadme la renuncia interior que mantenga abierta la universalidad de mi servicio. Me debo a todos; no restrinjáis mi pertenencia» (Boletín Oficial del Obispado de Bilbao, 1995, p. 673).

Quiero ser obispo con todos; después de recordar cómo la corresponsabilidad, que se asienta en la comunión eclesial, de todos -sacerdotes, religiosos y seglares- bajo la presidencia del obispo, ha caracterizado el recorrido posconciliar de nuestra Iglesia local de Bilbao, me expresaba en estos términos: «En la Diócesis, que es comunión de cristianos y de carismas, todos estamos llamados a participar activamente. A todos convoco y con todos quiero caminar. Consideradme como vuestro hermano en la fe y como vuestro pastor» (Ib p. 674).

Por fin, quiero ser obispo para todos. Después de afirmar que la autoridad recibida del Señor en la ordenación sacramental es para servir a los demás a ejemplo de Jesús; y habiendo prometido a los presbíteros que encontrarán en mí a un hermano y a un amigo, atento siempre a las necesidades humanas, cristianas y sacerdotales, proseguí: «Todos los carismas, que después del adecuado discernimiento han hallado o hallarán en nuestra Diócesis su «patria» espiritual y su ámbito de actuación, encontrarán en mí defensa y estímulo. ¡Que la unidad sea por una parte nuestro gozo y nuestro descanso, y por otra multiplique nuestra eficacia misionera!» (Ib. p. 675).

2) Además de aspirar a ser obispo de todos, con todos y para todos; o dicho de otra manera: Que todos me sientan su obispo, que todos presten generosamente su colaboración, y que ponga yo mi vida y ministerio al servicio de la edificación de la Iglesia local formada por todos los cristianos; me ha movido otra intención de fondo que me ha exigido dedicación y temple de espíritu. Varias veces escuché a Mons. José María Cirarda, nacido en nuestra Diócesis (Bakio), que durante algunos años fue Administrador Apostólico de Bilbao (1968-1971), que murió siendo Arzobispo emérito de Pamplona y descansa en el cementerio de Mundaka esperando la resurrección de los muertos, un consejo que le había dado el Papa Pablo VI: Actúe «cum patientia et doctrina». Esta recomendación la he tomado también yo como dirigida a mí personalmente. He debido ejercitar la paciencia y he querido cumplir el ministerio episcopal con una atención peculiar a la predicación y al magisterio.

La reflexión teológico-pastoral me ha ocupado mucho tiempo; no me ha sido fácil discernir algunas cuestiones pastorales, por ejemplo, la llamada «véritas sacramenti«, la presidencia por parte del obispo de la Eucaristía en todos los funerales de víctimas del terrorismo, la participación pastoral de los laicos y laicas como voluntarios, con dedicación a tiempo parcial y con plena dedicación, la instauración del diaconado permanente en la Diócesis, etc. La experiencia nos enseña que muchas personas llegan rápidamente a la toma de decisiones; otros, en cambio, necesitamos dar varias vueltas a las cuestiones antes de decidir.

No estoy arrepentido de haberme tomado tiempo para adoptar la determinación que me parecía más pertinente, después de haber escuchado mucho y de haber sopesado las razones aducidas por unos y otros. He comprendido que, teniendo en cuenta la trayectoria anterior de mi vida sacerdotal, podía prestar un servicio más eficaz a la Diócesis a través de la predicación y la reflexión teológica sobre todo de orden espiritual y pastoral. Nunca he concebido la publicación de libros siendo obispo, como distracción del servicio episcopal, sino como contribución al mismo servicio apostólico, ejercido aquí y amplificado a otros lugares. En tiempos de cambios profundos la reflexión personal y la búsqueda en comunión de respuesta a los desafíos planteados es una exigencia humana y pastoral.

La paciencia entra en el ámbito de la esperanza; nada tiene que ver con la resignación y mucho con el seguimiento de Jesús camino de Jerusalén. La paciencia cristiana significa soportar las lentitudes de los caminos de Dios en la historia de los hombres, cargar con las opacidades del tiempo presente, aguantar las pruebas a que a veces estamos sometidos y así participar en el misterio pascual de nuestro Señor Jesucristo. La paciencia tiende a una meta a la que nos estimula la esperanza y nos alienta el Espíritu de Dios. «Nuestra ciencia consiste en saber esperar», decía el Hno. Rafael, canonizado el día 11 de octubre de 2009. La paciencia no es renunciar a la meta ni sentarse en el surco. Puede ser aguardar el momento oportuno y vigilar por dónde viene la luz.

En el encuentro con la verdad recorre ordinariamente cada persona un itinerario. La verdad llama respetuosamente a la puerta, no fuerza desde el exterior. «La verdad no se impone sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra, con suavidad y firmeza a la vez, en las almas» (Declaración conciliar Dignitatis humanae 1). La verdad tiene una fuerza en sí misma para ser acogida por el hombre que no se cierra a ella. «La verdad padece, pero no perece», escribió Santa Teresa de Jesús; y un adagio castellano la compara a los juncos: «La verdad dobla pero no quiebra». Puede ser humillada pero no definitivamente sumergida.

El amor a la verdad requiere, consiguientemente, paciencia, con la convicción de que el hombre será permeable a las razones que acompañan a la verdad. En consonancia con lo que termino de decir, yo he optado por la vía de la persuasión, de la maduración personal, de la argumentación lo más convincente posible. Evidentemente, hay que estar alerta para que en el campo abierto por el respeto no se introduzcan indebidamente otros. Poco a poco abre el Señor sus caninos en el corazón de las personas. La paciencia dinámica es una vía preciosa para encontrar la verdad en la comunión de las personas.

Muestro mi gratitud al Obispo Auxiliar, a los Vicarios generales, territoriales y judiciales, a los Delegados, directores y colaboradores en los diversos servicios administrativos y pastorales de la Diócesis; agradezco a los presbíteros y diáconos, a los religiosos y religiosas, a los laicos y laicas su colaboración paciente y generosa. Cuando pienso en las personas de las que soy deudor, me descubro insolvente para saldar tantas deudas. ¡Dios os lo pague! Antes que vuestro hacer pastoral, agradezco sinceramente vuestro ser cristiano, vuestra fe y participación en la vida de la Iglesia. Asociaciones, comunidades, movimientos, cofradías, todos tienen un lugar en la vida y misión de la Diócesis, que yo he querido reconocer y animar. Cuando la mies es mucha y los obreros pocos, son de agradecer todos los brazos.

He bendecido a Dios, como os manifesté en la Misa crismal, porque nunca el resentimiento ha inspirado mi actuación. Pero esta intención no excluye limitaciones, errores y fallos. Si alguno tiene quejas contra mí, le pido disculpas. Quizá haya personas descontentas porque, deseando actuar con la responsabilidad que el ministerio episcopal me exigía, he sentido la obligación de no avalar ciertas propuestas o de cambiar determinadas cosas. He querido siempre que el diálogo y las razones aducidas abrieran el camino de la decisión.

La Diócesis ha sido mi dedicación noche y día, dentro y fuera; a tiempo completo y poniendo en juego todas mis fuerzas. Nunca he estado con actitud de provisionalidad. Aunque se hayan añadido otras tareas, mi estancia aquí y el trabajo pastoral con vosotros han primado siempre. ¡Cuánto me gustaría poder decir con San Pablo: «No he omitido nada de cuanto os pudiera aprovechar» (Act. 20, 20.27)! Os encomiendo a Dios y me encomiendo a vuestras oraciones.

Permitidme que en esta celebración recuerde especialmente a los obispos D. Luís-María y D. Carmelo. D. Luís-María me acogió como el hermano mayor al pequeño y me acompañó en los primeros pasos. D. Carmelo fue siempre colaborador fiel y entrañable amigo. Ellos nos han precedido en la fe, en el ministerio apostólico y en la consumación del itinerario de la vida. ¡Que desde la meta en la casa de Dios se acuerden de nosotros que todavía caminamos en la tierra! La memoria de los justos que han llegado al descanso es una bendición para los vivos.

Manifiesto mi reconocimiento a D. Mario por su colaboración leal, generosa y dinámica. El tiempo transcurrido ha ratificado lo que manifesté abiertamente cuando fue nombrado obispo auxiliar: «Es un regalo de Dios a nuestra Diócesis». Según Decreto de la Congregación para los Obispos ha sido nombrado por el Papa Benedicto XVI Administrador Apostólico «sede vacante» de la Diócesis de Bilbao, que comenzará a ejercer a partir del próximo día 17. D. Mario sabe que me tiene a su disposición, si en algo puedo ayudarle. Pido a todos vosotros el afecto y la colaboración con él.

Estoy impresionado por las manifestaciones de gratitud y cordialidad que venís dispensándome desde el día que se hizo público mi nombramiento para Valladolid.

Consideradme como vuestro amigo. Yo dejo aquí parte de mi vida, no sólo como tiempo empleado sino sobre todo como alma que se ha repartido. Habéis marcado una huella imborrable en mi corazón. Vuestra memoria me acompañará siempre.

Pido a Dios que os bendiga a vosotros y a vuestras familias. ¡Que nos bendiga en forma de numerosas vocaciones sacerdotales que pueblen nuestro querido seminario y nos otorgue definitivamente la paz plena, que ardientemente ansía nuestra sociedad! ¡Que la Virgen de Begoña nos proteja a todos!

Bilbao, 10 de abril de 2010

Mons. Ricardo Blázquez

Obispo de Bilbao

Preconizado Arzobispo de Valladolid

Haitianos aceptan a Cristo tres meses después del terremoto

Han pasado tres meses desde que el devastador terremoto sacudió a Haití. Si bien es cierto que abundan las necesidades físicas, el fundador de OneHope (Una Esperanza), Bob Hoskins, señala que las iglesias están observando un cambio: «Las iglesias y los cristianos, según creo, por primera vez en masa, están viendo el poder de las tinieblas del cual han sido liberados.

Entonces, vemos un punto de giro del vuduísmo hacia Cristo». Hoskins comparte que OneHope está usando sus Libros de Esperanza, la armonía de los evangelios y evangelismo a través de su película animada en 3D: «Estamos proyectando El Dios-Hombre noche tras noche en las ciudades de refugio a literalmente decenas de miles, no sólo de niños, sino de adultos que no tienen nada qué hacer, así que vienen».

Aunque este ministerio ha sido efectivo, Hoskins indica que OneHope está enviando equipos de fútbol de alrededor del mundo este verano para realizar ministerio, aprovechando el Mundial: «Haremos campamentos de fútbol para niños haitianos, dándoles el Libro de Esperanza, mostrándoles la película El Dios-Hombre y llevándoles gozo verdadero a sus vidas».

Ser el marido de una santa

No yo, malpensados —o sí, ahora que recapacito—. El Sábado Santo moría a los 97 años Pietro Molla, esposo de Santa Gianna Beretta.

Conocí la historia Gianna hace ya muchos años gracias a Galsuinda, veterana internetera, que tenemos la suerte poder leer en los blogs de InfoCatólica. Me llamó la atención la fotografía de esa señora con su hijo en brazos que presidía su página.

Gianna era pediatra, una mujer que supo «conciliar» la vida profesional y la personal, y por supuesto con la vida interior, esa siempre es ‘conciliable’. Madre de cuatro hijos, deportista y amante de la música. Supongo que vivir en Milán debe ser como vivir en Salzburgo, lo de la música: pura ósmosis.

A los 39 años, esperando al cuarto hijo, le diagnosticaron un cáncer de útero. Necesitaba una intervención quirúrgica. Antes de ser intervenida, suplica al cirujano que salve, a toda costa, la vida que lleva en su seno, y se confía a la oración y a la Providencia. La criatura se salva. Da gracias al Señor y pasa los siete meses antes del parto con incomparable fuerza de ánimo y con plena dedicación a sus deberes de madre y de médico. Se estremece al pensar que la criatura pueda nacer enferma, y pide al Señor que no suceda tal cosa. La mañana del 21 de abril de 1962 da a luz a Gianna Emanuela. El día 28 de abril, también por la mañana, entre indecibles dolores y repitiendo la jaculatoria «Jesús, te amo; Jesús, te amo», muere santamente.

Así lo relata su marido:

Temía que nuestro hijo naciera con alguna enfermedad. Rezaba y rezaba para que no sucediera así. Muchas veces me pidió perdón por si acaso era causa de mi preocupación. Me dijo que nunca había necesitado tanto cariño y comprensión como entonces. Cuando se acercaba el momento del parto, me dijo con tono firme y sereno, con una mirada profunda que nunca olvidaré: Si tenéis que elegir entre mí y el niño, no lo dudéis; exijo que elijáis al niño. Salvadlo a él.

Como Gianna decía, «toda vocación es vocación a la maternidad material, espiritual o moral, y prepararse significa prepararse a ser donantes de vida», y ella lo cumplió, usque ad mortem. La mayoría de las madres que he conocido ‘opinan’ lo mismo y actuarían igual.

Durante el papado de Pablo VI se inició el proceso que culminaría con la canonización el 16 de mayo de 2004, la última canonización de Juan Pablo II. Hoy es patrona de las embarazadas y de muchos movimientos provida, un ejemplo para muchos, e intercesora, desde luego.

Father Thomas Rosica, CSB, espera que se abra pronto el proceso de beatificación de Pietro, su esposo, como ya lo ha sido el de su hermano, Fray Alberto Beretta, en Bérgamo.

El 7 de marzo de 1955 —medio año antes de la boda—, Pietro escribía es su diario: «cuanto más conozco a Gianna más estoy convencido de que el mayor regalo que Dios me ha dado es su amor y su compañía», así fueron sus siete años de matrimonio y sus cuarenta y ocho de espera.

Después de los «descerebrados» comentarios del post anterior, en los todavía hay gente que no entiende lo que es la fidelidad conyugal, no me atrevo a plantearme en público ninguna cuestión.

Seguro que para a esos mismos, lo de Gianna y lo de Pietro, cinco hijos en siete años, amor y entrega, no es más que una locura o una necedad, ¡hummmm!, ¿dónde he oído esto antes?

Homenaje a tantos curas buenos

Actualizado 10 abril 2010

No sé si ha sido por casualidad o por una campaña orquestada o por un designio misterioso de la Divina Providencia, o por el contrario algo diabólico, pero la verdad es que parece que con la avalancha de casos de pederastia clerical -que siendo la mayoría bastante antiguos, mira tú por dónde salen ahora todos a la vez en los medios de comunicación- la atención general se ha centrado sobre esos desgraciados sacerdotes (algunos desgraciados porque tuvieron la mala suerte de ser acusados falsamente, otros desgraciados porque por desgracia fueron culpables) y el año sacerdotal ha pasado a segundo plano.

Y, sin embargo, estamos todavía en el Año Sacerdotal, ese tiempo de gracia en el que Benedicto pretendía lo siguiente: “Precisamente para favorecer esta tensión de los sacerdotes hacia la perfección espiritual, de la cual depende sobre todo la eficacia de su ministerio, he decidido convocar un «Año sacerdotal» especial”, propósito hermosísimo en el que no solamente estamos implicados los mismos sacerdotes, sino todo el pueblo de Dios, con su oración, su apoyo y ayuda, la corrección fraterna, etc. Malo sería que, entretenidos por las continuas noticias sobre los curas que no han sido buenos, perdiendo el tiempo en discusiones y defensa de lo difícilmente defendible, nos olvidemos de luchar todos juntos por la santidad del clero.

Yo hoy quiero poner mi granito de arena en la tarea de no dejar que el Año Sacerdotal no se nos olvide, y no con sermones, que ya tienen que aguantar mis feligreses todos los días, sino con el recuerdo agradecido a tantos hermanos míos sacerdotes buenos, miles y miles, que llevan una vida ejemplar y que cada día dan su vida por el Señor y por la Iglesia. A mí concretamente me vienen a la cabeza muchos de ellos (lo de los “miles y miles” es retórico, no creo conocer a tantos, pero con la intención y el cariño me gustaría llegar a todos), y a quien esté leyendo este artículo, si alguien lo hace, le invito a recordar cuántos curas buenos, por no decir auténticos santos, han encontrado en su vida.

Aquel sacerdote que nos bautizó, el que casó a nuestros padres, el que nos dio la Primera Comunión, y quizás antes nos había enseñado el catecismo, aquellos que nos han confesado tantas y tantas veces, el que nos aconsejó cuando nos encontrábamos en una situación difícil y no sabíamos por donde tirar, el que enterró a nuestros seres queridos… A muchos no les hemos visto más que una vez en la vida, a otros los hemos frecuentado en la parroquia, en grupos, movimientos, etc… Pero todos han dejado una huella en nosotros, aunque sea solamente la huella del ex opere operato sacramental -importantísima- de modo que si somos lo que somos hoy es en parte gracias a ellos.

Al ser yo sacerdote he conocido a muchos, de los cuales la mayoría me han edificado y me han hecho amar el sacerdocio, y no lo digo por subjetividad corporativa. No habría ido al seminario si no hubiese encontrado buenos sacerdotes en mi juventud, y allí no habría perseverado sin el ejemplo y apoyo de los que se dedicaban a la formación de los seminaristas. La vida me ha hecho vivir en varios lugares y conocer muchos más lugares, y donde he ido he encontrado sacerdotes buenos, alegres, sonrientes, felices. Algún cascarrabias también, pero han sido los menos. En mi diócesis me rodean curas mucho mejores que yo, la mayoría jóvenes ejemplares, llenos de celo apostólico, humildes, buenos pastores de las almas, que han renunciado un posible futuro brillante por amor. No es Alicia en el país de las maravillas, pero yo personalmente le doy cada día gracias a Dios por los curas que Él ha puesto a mi alrededor

Además de estos que hemos conocido, están esa inmensa multitud de sacerdotes que nunca conoceremos, esparcidos por todo el mundo, en la montaña y en el llano, en la selva, en medio del desierto, algunos con tantos feligreses que no dan abasto y otros prácticamente sin feligreses porqué están rodeados de indiferentismo o intolerancia. Desde Alaska hasta la Patagonia, desde aldeas de la lejana China hasta la fría Siberia o las islas de Indonesia o las tribus africanas, los sacerdotes han llegado hasta los confines del mundo para anunciar la Buena Nueva y allí han fundado comunidades, que con el tiempo han crecido y dado más sacerdotes, etc. Así empezó la Iglesia hace 21 siglos y la cosa continúa, y continuará…


Algunos más brillantes, otros más modestos, los que predican bien y los que se enrollan, los que lideran a las masas y los que se encuentran más a gusto en el despacho, cada uno con su carácter, sus talentos, sus defectos. De estos sacerdotes, -incontables, si pensamos en el paso de los siglos- no hablan casi nunca los periódicos, pues el bien que hacen no es noticia, no vende; y ni siquiera hablan de ellos los libros de historia eclesiástica, ocupados con las grandes figuras, que ha habido muchas. Pero, ¿Qué sería de la Iglesia y del mundo sin tantos curas buenos?

«Letters to God», cine de inspiración cristiana

DEL PRODUCTOR DE «A PRUEBA DE FUEGO»

«Letters to God» puede ser el nuevo éxito del boca a boca en el cine de inspiración cristiana


La mezcla de ternura y fuerza que encierran las cartas del protagonista de esta película pueden llevar a «Letters to God» a convertirse en el nuevo éxito del cine de inspiración cristiana, una industria en auge en los EE UU. De momento sin grandes presupuestos, sus valores ganan a la calidad de sus actores y guiones. Pero todo apunta a que se irá consolidando.

Actualizado 10 abril 2010

Nicolás de Cárdenas/ReL

Si bien es ridículo despreciar la fuerza de las grandes campañas de publicidad que pueden aupar un producto mediocre a la más alta de las cimas de su mercado, no es menos cierto que el el boca a boca es el sistema que más credibilidad ofrece a los potenciales clientes, en este caso, de espectadores.

«Letters to God» («Cartas a Dios») se puede convertir, por este segundo sistema, en el último fenómeno del cine de inspiración cristiana en los Estados Unidos, donde se ha estrenado este fin de semana con un éxito considerable, no tratándose de una superproducción.

Claro que, de casta le viene al galgo. Su codirector, David Nixon, ya había producido con anterioridad la también reconocida «A prueba de fuego», cuyo libro, editado en español por Libros Libres y que es la versión novelada del guión original, también ha sido uno de los títulos de estas características más demandados en las últimas semanas en España.

La cinta, basada en hechos reales, (el hijo del otro director, Patrick Doughtie, murió a causa del cáncer en 2005) muestra la historia de un niño de 8 años que padece la enfermedad y cuyas pasiones, por este orden, son Dios y el fútbol. Pelón, con un pañuelo a lo pirata en la cabeza, escribe con inocencia pero desde el corazón un serie de cartas a Dios que van transformando las vidas de quienes le rodean, incluido el cartero encargado de su barrio.

Las críticas más favorables de EEUU, destacan la fuerza del mensaje esperanzador de «Letters to God», aunque señalan algunas deficiencias en el guión. En todo caso, el precedente de «A prueba de fuego», puede valer como medida de un buen augurio.

Veremos si es posible que, junto a «A prueba de fuego», llegue a las  pantallas españolas.