Héroes en tiempos de crisis

Ramón, Mercedes y sus ocho hijos

Ramón y Mercedes, rodeados de su numerosa prole.

Decía Ralph Waldo Emerson que el éxito consiste en obtener lo que se desea; y la felicidad, en disfrutar lo que se obtiene. Ramón es un hombre feliz (”soy el hombre con más suerte del mundo”, reconoce). Y no es que no quiera alcanzar el éxito (tal y como entendemos el concepto ‘éxito’), es que hasta ahora se le ha negado. Y vivir en el caos ordenado, como él define su vida, no ayuda. El caos, por supuesto, tiene nombre: Ramón, Mati, Mercedes, Pablo, Juan, los mellizos Pedro y Conchita, y Pascual, el pequeño. Sus hijos, su familia numerosa de primerísima clase. Y las ocho razones por las que los negocios de Ramón, de profesión padre feliz y emprendedor infatigable, aún no han culminado del todo su merecido éxito.

Ramón estudió Empresariales en Icade. Cuando finalizó la carrera consiguió, con la insistente recomendación de un íntimo amigo, un puesto en una importante empresa financiera, al que aspiraban 80 personas; “¿Estás seguro, Ramón?” “Sí, sí, Javier, es el sueño de mi vida”. “¿De verdad?” “¡Que sí, que sí!”. A los cuatro días, Ramón “se ahogaba” y abandonó el barco. En realidad, el sueño de su vida era ser empresario, su verdadera vocación era crear. Pero su primera gran decisión “empresarial” lo llevó directamente al paro.

Fue duro, reconoce, porque además pretendía casarse. Transcurrido un año, la suerte le sonrió y aceptó un puesto en una pequeña empresa de vending; se casó, con su inseparable Mercedes, y tuvieron a sus dos primeros hijos. Esperando el tercero, la empresa de vending murió. Esta vez, ni siquiera había paro.

Cajas con sonrisas

Entonces contactó con su padrino, su querido tío Capi; compraron las máquinas de vending de la empresa que acababa de cerrar y tiraron para adelante. Milagrosamente lograron colocarlas todas, más de 80, una a una, y su propia empresa empezó a funcionar. Con 3 hijos, un mísero local de 10 m2 en un sótano de la calle Delicias, rebosante de cajetillas de tabaco y bolsas de snacks, compartiendo el frío y la satisfacción emprendedora con su socio y padrino, Ramón era un hombre feliz. Y eso a pesar de las jornadas de trabajo (empresario-chófer-reponedor-recaudador), que se alargaban hasta las once de la noche, y tres hijos pequeños que alargaban la jornada de padre hasta mucho más tarde (o mucho más temprano, según se mire).

Al año, tío y sobrino decidieron volar por separado. Ramón y su familia se mudaron a las afueras, a una casa con garaje, que le ahorró el gasto de local y de almacén. Y allí creó su primera empresa enteramente suya: Tentempié, unas cajas de aperitivos con una sonrisa (”a mí me encantan las sonrisas”), repleta de productos “a 100 pesetas”. A través de un amigo, logró una base de datos de pymes, y comenzó a introducir el producto en naves, polígonos y empresas de todo Madrid. Una a una, y puerta por puerta. Llegó a colocar mil cajas, que él mismo reponía y repartía, junto a otros tres empleados. Sospechaba que uno de ellos le robaba y un detective se lo confirmó; tenía que echarle, obviamente, pero no lo hizo: “Es cocinero, es fuerte para cargar, tiene una hipoteca de 700 euros que no podrá pagar si se va a la calle; además, está muy arrepentido”. Hoy, sigue trabajando para él.

Aparte de intentar siempre acertar usando la mejor reflexión y el sentido común, son estas decisiones más humanas que empresariales, más sentimentales que financieras, las que definen el estilo de Ramón; y son también una de las razones por las que no quiere (o no debe) tener socios. La otra razón, reconoce entre risas, es que “me costaría dar explicaciones de lo que cuesta esta familia”. Y es cierto. Con las inexistentes ayudas que reciben las familias numerosas en España, se hace tremendamente difícil alimentar, vestir, curar, asegurar, enseñar y entretener a ocho hijos. Su ordenado caos particular.
Y también se hace muy difícil mantener un orden empresarial entre tanto imprevisto familiar. “Si lo quieres tener todo perfecto y controlado en casa, no puedes tener ocho hijos”, dice Ramón, mientras suena el teléfono (”¡Matiii, es para ti!”), un helicóptero sobrevuela la mesa del comedor y un balón rebota accidentalmente en el televisor, donde el hermano mayor trata de jugar al tenis en la Wii con el niño americano de intercambio.

Y añade: “No soy un inconsciente ni un temerario. Lo que pasa es que las cosas no siempre salen como tenemos planeado. Hay que confiar en Dios”. Y así es. Cuando la cosa parecía funcionar de maravilla, al fin, después de tantos años de esfuerzos, sacrificios y desventuras; con nuevas máquinas y más beneficios, una empresa propia con seis empleados y una casa con cinco hijos y dos mellizos en camino… llegó el euro. Y con él, la mala fortuna, de nuevo. El cambio de moneda hizo caer las ventas un 70%. Y si ya era muy complicado mantener a una familia que tragaba más de lo que se ganaba en tiempos de bonanza, ahora era casi imposible. Ramón no se desanimó: “Como siempre, eché mano de la fe. Nunca me planteé dejarlo. Simplemente, había que seguir luchando”. Y se ríe (Ramón siempre se ríe cuando relata alguno de sus infortunios).

Del campo a casa

“Audentes fortuna iuvat”, la fortuna favorece a los audaces, sentenció Virgilio. Y Ramón, entre otras muchas virtudes, es audaz. Y uniendo esa audacia con la necesidad, de la que siempre hace virtud, nació su nuevo proyecto: “Del Campo a Casa” (www.delcampoacasa.es).

Cuatro veces por semana

Relaciones sexuales, cuatro veces por semana

Jennifer López ha estipulado en su contrato matrimonial el número de relaciones sexuales con su marido, Marc Anthony. Cuatro por semana. En esto ha quedado el triunfo de la espontaneidad, la liberación de las represiones.

La transgresión ha terminado en nuevos contratos, más draconianos. Si dos se quieren y funcionan bien en la cama, ¿para qué quieren papeles?, decían. Quisieron abolir los papeles y terminaron empapelados. No entendieron que el matrimonio era otra clase de contrato: el más libre y el más comprometido.

Fíjate si la unión conyugal será contrato que es el mayor de todos ellos. No estás firmando tu incorporación a una empresa. Estás entregando toda tu persona (cuerpo, alma, pasado, proyectos), todo lo que eres (piensas y sientes), todo lo que vas a llegar a ser (futuro) y todo lo que tienes. ¿Hay un contrato más salvaje? Y con una única cláusula: “Hasta que la muerte nos separe”.

Es el contrato más comprometedor y el menos burocrático de todos. Fíjate si será atípico el negocio que hacéis ante el altar que lo dais todo a cambio de nada. ¡A cambio de nada! ¿Dónde está el beneficio, el margen? ¡Si Adam Smith levantara la cabeza!

Además en la unión conyugal recibes bienes sin merecerlo, sin haber hecho nada. Porque el verdadero amor no se puede exigir, pero tampoco se puede merecer. Por un lado lo das todo, sin medida; y, por otro, lo recibes todo, sin haberlo merecido. No te cobras el amor que das, como si fuera una recompensa por lo cariñosa que eres con tu marido. No hay premios. Eres amado/a sin tener en cuenta tus méritos.

Eso explica que, en el verdadero amor, puedas ser querido incluso aunque tú no correspondas, bien porque haces la puñeta a tu mujer o sencillamente porque tienes Alzheimer y la confundes todo el rato con la asistente rumana.

Al cabo no es el dinero lo que mueve el mundo. Pese al utilitarismo que preside la sociedad, pese a la carrera de obstáculos por atesorar méritos para que a uno le quieran, al final lo que de verdad se valora es el cariño desinteresado. Paradójicamente lo que más llena es darlo todo por nada.

Pero sólo es posible en el ámbito de la familia y del matrimonio, el único refugio frente a la intemperie del mercado. Cuando cierras la puerta de tu hogar, entras en otro mundo, con una lógica completamente diferente. Respiras hondo. Porque en el hogar no vas a recibir más amor por tus logros. En su diccionario no existe la expresión “tener que”… o el condicional: “Si ella es buena chica, yo la llevo en palmitas”.

Lo que figura en ese diccionario es mucho más fuerte. “Yo la llevo en palmitas, porque es mi chica, sea lo que sea y haga lo que haga. Y además la llevaré siempre, así se vuelva cleptómana, maniática o sencillamente anciana de 84 años… hasta que se muera”.

Eso es lo que significamos cuando prometemos querernos “en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”. ¿Qué te creías? ¿Un trámite? ¡Conque contrato burocrático!

Pero ¿todo esto no es un pelín idealista? No creas. En realidad es lo que ha experimentado buena parte de la Humanidad desde el hombre de las cavernas. Quizá esa clase de contratos ha evitado que nos merendáramos unos a otros. Lo cual viene a desmentir que el hombre sea siempre un lobo para el hombre. Tal vez Hobbes era miope. (pijamapara2@hotmail.com)

*Alfonso Basallo es periodista de Intereconomía, padre de familia y autor del libro Pijama para dos

“El Señor nos cuida un montón”

No para, todo el día de arriba abajo asesorando a clientes sobre qué se lleva. Lo que éstos no saben es que sus ratos libres -pocos- Diosdado los dedica a hacer un programa de testimonios en la radio. Hasta que la oyen.

-Una cliente va a verla porque necesita un cambio de look y de golpe le confiesa que su vida es un desastre.

-Pues le hago una lista de libros que le puedan ayudar y entre título y título le cuelo alguno de Juan Pablo II o de la madre Teresa. O le recomiendo que haga una novena. O que en vez de al psicólogo vaya al confesor y verá lo pichi que se queda.

-Eso exige una relación rayana en la amistad, ¿no?

-Lo primero que trato es de hacerme amiga del cliente. Lo cual no es difícil porque éste es un trabajo que provoca mucha confianza.

-Cuando les habla de Dios, ¿no salen corriendo?

-La que a veces tiene que salir corriendo soy yo si quiero llegar a misa.

-Seguro que le preguntan si es del Opus.

-¡Sí! Y me molesta tener que decirles que sí. Pero no por respetos humanos, sino porque antes de ser supernumeraria yo ya iba a misa y rezaba. Y me encantaba poder decir: “Pues no, no soy del Opus”.

-La traca final será cuando se enteran de que tiene un programa en Radio María.

-Algunos se quedan en plan ¡¿cómo?! Yo les pido que lo escuchen, a ver qué les parece. Y así, con la tontería, se tragan una hora de oración.

-Porque en su programa se reza.

-Empezamos con un comentario del Evangelio, que directamente plagio a un sacerdote, porque yo la puedo liar parda, como la socorrista de Youtube.

-Y ponen canciones.

-Las que nos piden los oyentes, sí.

-¿Son del tipo “alabaré, alabaré…”?

-No son de misa, sino modernas, que le puedes cantar a Dios; si no, te da grima.

-Por ejemplo.

-Para toda la vida, de El sueño de Morfeo. Las románticas tienen mucho de confío en ti, a tu lado me siento seguro, desde que te tengo todo es fácil… Las escuchas y piensas: “¡Anda, Señor, como contigo!”.

-Los platos fuertes del programa: el examen de conciencia y las entrevistas.

-Alguna vez hemos recibido correos de oyentes diciendo que llevaban tiempo dándole vueltas a si tenían vocación y, tras escuchar un testimonio, ya lo tienen claro. O que estaban a punto de suicidarse y han decidido seguir adelante.

-¿Se enorgullece?

-¡Qué me voy a enorgullecer! El mérito no es nuestro, sino de Dios. Es como el marido que se pasa meses ahorrando para regalarle una joya a su mujer. Y el día del aniversario le dice a su hijo pequeño que se la entregue. El niño podrá sentirse protagonista. Pero el regalo es del padre.

-¿Y nunca decepciona?

-Dios es el único que no te falla. Ni cuando no te comprenden ni tus padres, ni en momentos de desamor, ni cuando te ingresan de urgencia.

-Habla por experiencia.

-Mi hermana y yo tuvimos un accidente y a punto estuvimos de morir.

* Entrevista íntegra en el número 265 del semanario, desde el viernes 19 de febrero en los quioscos

Los creyentes responden mejor

LOS CREYENTES RESPONDEN MEJOR A LA MEDICACIÓN

La fe en Dios reduce los síntomas de la depresión clínica, según un estudio

La fe en un Dios compasivo refuerza el poder curativo de los antidepresivos, sugiere un estudio realizado con 136 personas diagnosticadas con depresión, a las que se les suministraron medicamentos, al tiempo que se evaluó su grado de religiosidad. Aquéllos que tenían fe en Dios respondieron mucho mejor al tratamiento que el resto de los pacientes.

Actualizado 25 febrero 2010

Creer en Dios ayuda a curar la depresión, sugiere un estudio reciente realizado por investigadores del Rush University Medical Center de Chicago, en Estados Unidos.

La depresión es un trastorno del estado de ánimo que se presenta como abatimiento e infelicidad transitorios o permanentes. Los síntomas de esta enfermedad afectan principalmente a la esfera afectiva: la tristeza patológica, el decaimiento, la irritabilidad o un trastorno del humor que puede disminuir el rendimiento en el trabajo o limitar la actividad vital habitual, con independencia de que su causa sea conocida o desconocida. Asimismo, la depresión también puede expresarse a través de afecciones de tipo cognitivo, volitivo e incluso somático.

Evaluación de la enfermedad
El estudio realizado ha revelado que las creencias religiosas protegen contra estos síntomas, y también que mejoran la respuesta de las personas depresivas a los tratamientos médicos contra la enfermedad.

La investigación fue realizada con pacientes diagnosticados de depresión clínica, es decir, con personas que padecían un estado extremo de la depresión, caracterizado por una tristeza, una melancolía y un sentimiento de vacío tan intensos que pueden llegar a ser destructivos para el enfermo.

Según publica el Rush University Medical Center en un comunicado, en total fueron estudiados 136 adultos. Algunos de ellos estaban recibiendo atención psiquiátrica externa, mientras que otros permanecían ingresados en el hospital para su cuidado. Estos pacientes fueron evaluados poco después de ser admitidos para su tratamiento y ocho semanas después de que dicho tratamiento empezase.

Para esta evaluación se emplearon el Inventario de Depresión de Beck (cuestionario que calcula el grado de depresión que pueda tener una persona), la Escala de Desesperanza de Beck (con el que se valora el grado de desesperanza de los individuos, es decir, su actitud hacia las expectativas futuras) y una Escala de Bienestar Religioso.

Estas tres pruebas son herramientas estándar de las ciencias sociales para evaluar la intensidad, la severidad y la profundidad de la depresión y los sentimientos de desesperanza y de satisfacción espiritual.

Mejoras en el tratamiento
La respuesta de los pacientes a la medicación que se utiliza para tratar la depresión, definida como la reducción en un 50% de los síntomas iniciales, puede variar en los pacientes psiquiátricos.

Algunos de éstos no responden en absoluto a los medicamentos. Sin embargo, el estudio realizado demostró que, entre los sujetos estudiados, aquéllos que creían con más fuerza en un Dios personal y atento a sus necesidades tendieron a mejorar más que los demás participantes en las ocho semanas de tratamiento analizadas.

Concretamente, los participantes en el estudio cuya puntuación en la Escala de Bienestar Religioso estuvo entre las tres primeras fueron un 75% más propicios que el resto a mejorar, a partir del momento en que empezaron a tomar sus medicinas.

Los investigadores analizaron si la explicación para semejante mejora podía relacionarse con el sentimiento de esperanza que caracteriza a la fe religiosa. Pero el grado de esperanza, definido por los sentimientos y las expectativas en el futuro y el nivel de motivación de cada individuo, no sirvió para predecir la mejora que los pacientes sufrieron.

La misericordia cura
Según declaró la investigadora Patricia Murphy, una de las autoras del estudio, la respuesta positiva a los medicamentos para la depresión tiene poco que ver con el sentimiento de esperanza asociado típicamente a las creencias religiosas.

En realidad, para la superación de esta enfermedad, lo que parece ayudar realmente es la fe en un ser supremo compasivo, asegura Murphy.

La investigadora añade que, aunque para la gente diagnosticada con depresión clínica, la medicación juega un papel clave en la reducción de los síntomas, los especialistas deben tener en cuenta el papel de la religión en las vidas de sus pacientes.

Los resultados de este estudio, que han sido publicados en la revista Journal of Clinical Psychology sugieren que las creencias religiosas podrían resultar de gran importancia como recurso en la planificación de una atención más efectiva de la depresión.

Religión y psicología
Éste no es el primer estudio que analiza la relación entre la religiosidad y ciertos aspectos de la psicología humana. A principios de 2009, otra
investigación, realizada por científicos de la Universidad de Miami, reveló que las personas religiosas tienen mayor capacidad de autocontrol que las no religiosas y regulan de manera más eficiente sus actitudes y emociones, con la finalidad de conseguir objetivos para ellos valiosos.

Según los científicos, esto se debe a que ciertos rituales religiosos –como la oración o la meditación- afectan a partes de la corteza del cerebro humano que resultan claves en la autorregulación y el autocontrol. Por otro lado, las religiones contribuyen al autocontrol porque proporcionan a los individuos modelos claros de comportamiento.

Otras investigaciones realizadas en distintas partes del mundo han demostrado que las personas más devotas tienden a tener un mejor rendimiento escolar, a vivir durante más tiempo y, en general, a ser más felices.

Anthony Hopkins interpretará a un exorcista

Anthony Hopkins interpretará a un exorcista en su próxima película

Actualizado 26 febrero 2010

El británico Anthony Hopkins, presente en la cartelera con «El hombre lobo», seguirá en el terreno sobrenatural con el thriller «The Rite», que dirigirá Mikael Hafstrom («Derailed»), segun recoge la agencia Efe de la revista The Hollywood Reporter.

El intérprete actualmente rueda «Thor», donde encarna al dios Odin, en una cinta dirigida por Kenneth Branagh en la que aparecen Natalie Portman, Samuel L. Jackson y Stellan Skarsgard.

«The Rite», distribuido por New Line y producido por Contrafilm, adaptará un libro de Matt Baglio basado en sucesos reales, que tiene como protagonista a un joven seminarista desilusionado que, tras asistir a una escuela de exorcismos en el Vaticano y tener una serie de encuentros con fuerzas demoniacas, encuentra la fe.

El libro lo describe la editorial Random House como la historia de un cura estadounidense que descubre que fenómenos como las posesiones, los exorcismos, la existencia de demonios y del mismo diablo no son reminiscencias del pasado ni de la literatura, sino que suponen un terror presente en las vidas de muchas personas hoy en día.

Hopkins encarnará a un cura experto en exorcismos cuyos métodos se alejan de los tradicionales. El guión corre a cuenta de Michael Petroni («Queen of the Damned»).

La mayor peregrinación de la historia

CASI 100.000 PEREGRINOS

Llega al monte Tepeyac la mayor peregrinación de la historia a Guadalupe


La madrugada de este miércoles arribaron a la Basilica de Guadalupe los 95 mil peregrinos procedentes de la diócesis de Toluca en la 72 peregrinación anual de esta diócesis a la Basilica.

Actualizado 24 febrero 2010

Se trata de la peregrinación más numerosa de la historia de las peregrinaciones de las diócesis mexicanas, tradición que ya se extiende por más de 110 años, siendo la diócesis de Querétaro la más antigua, y la de Toluca la más numerosa de todas.

Toluca se encuentra a menos de 50 kilómetros de la capital de la República, lo que contribuye a que lleguen tantos peregrinos a la Basílica; también contribuye el fervor guadalupano de los pueblos del Valle de Anáhuac, quienes recibieron, por vez primera, en 1531, el acontecimiento de las apariciones de la Virgen en la colina del Tepeyac, informa El Obsevador.

Los peregrinos partieron el día de ayer a las 22:00 (hora local) con rumbo a la Basílica de Guadalupe desde el pueblo de Cuajimalpa, en las inmediaciones del noroeste del Distrito Federal. Los peregrinos llegaron con 750 camiones que cargaban los enseres de la gigantesca concentración humana.

El día de hoy es de intenso flujo de peregrinos en la Basílica de Guadalupe, con celebraciones eucarísticas y veneración de los peregrinos a la Morenita del Tepeyac.

Cambiar de idea tras el anuncio provida de la Super Bowl

PROTAGONIZADO POR EL DEPORTISTA TIM TEBOW

Casi dos millones de abortistas pueden cambiar de idea tras el anuncio provida de la Super Bowl


La historia de Tim Tebow y su madre Pam, que fue condensada en un anuncio provida emitido tras cierta polémica en la Super Bowl, puede haber cambiado al opinión de casi 2 millones de personas que anteriormente se reconocían como abortistas.

Aproximadamente el 4% de los abortistas que vieron el anuncio pro vida protagonizado por un famoso deportista que fue emitido en la pasada Super Bowl, está reconsiderando su postura. Teniendo en cuenta que más de 92 millones de estadounidenses vieron el aununcio (lo pueden ver más abajo), alrededor de 1.700.000 abortistas, podrían haber cambiado de parecer.

A pesar de la polémica levantada sobre su emisión, apenas el 8% de los espectadores consideraron que la historia de Tim Tebow y su madre, Pam, les resultó «ofensiva».

Según ha relatado al Denver Post la portavoz de Focus on the Family, la organización encargada de lanzar el anuncio, las visitas a su página web se dispararon, multiplicándose por 40 durante el partido.

Violencias islamistas contra cristianos

miércoles, 24 de febrero de 2010
Salvador Bernal


ReligionConfidencial.com

No faltan quienes defienden la imagen de un Islam moderado y critican las tesis sobre el choque de civilizaciones que difundió a finales del siglo pasado el consultor norteamericano Samuel P. Huntington. En su día se invocó la presencia cristiana en Irak, donde se había dado Almudi.org - Violencias islamistasuna relativa concordia de religiones, quebrada con la invasión de las tropas occidentales y la caída del régimen de Sadam Husein. La situación comienza a ser cada día más alarmante, especialmente en la zona de Mosul, donde se suceden los actos violentos contra iglesias, personas y casas de cristianos. “Mosul se ha vuelto un cementerio para los cristianos, es terrible”, dice con amargura un sacerdote caldeo a la agencia Fides.

Hace poco más de un mes se difundía el extenso informe del Pew Forum sobre las restricciones a la libertad religiosa que padece la mayoría de la población mundial, especialmente en países musulmanes. Pero no se trata sólo de cuestiones más o menos teóricas, o accidentales, como pueda ser el debate suizo sobre la construcción de alminares junto a las mezquitas urbanas. Basta pensar en Turquía, que combina la promoción de la “alianza de civilizaciones” con la habitual violación del derecho a la libertad religiosa, según sucesivas sentencias del Tribunal Europeo de derechos humanos con sede en Estrasburgo.

La triste realidad es que las limitaciones a esa libertad básica se dan en países islámicos y comunistas, y la violencia física contra los cristianos crece en esos lugares, en detrimento de la historia. Se trata de situaciones muy graves, que están en las antípodas de tantos debates europeos sobre libertad religiosa o laicismo.

En Egipto, los coptos han tenido que salir a la calle en defensa de sus derechos. Son una minoría, ciertamente, pero alcanza al 10% de la población. Tuvo mucho eco la matanza de fieles que celebraban la Navidad, según el calendario oriental, en el pueblo de Naya Hamadi, en la provincia de Quena, 600 kilómetros al sur de El Cairo. Ha sido el incidente más sangriento desde los graves disturbios de los años noventa.

Más problemática fue siempre la situación en Pakistán, especialmente desde la promulgación de los artículos del Código penal que se conocen como ley sobre la blasfemia. Fueron introducidos entre 1980 y 1986 por el entonces presidente Zia-ul-Haq, para garantizar el respeto de Mahoma y del Corán. Desde entonces, un millar de personas han sido imputadas y, al menos 33 personas fueron víctimas de homicidio tras la acusación, de ellas 15 cristianos, aunque también los musulmanes sufren la opresión de otros grupos islámicos. En lo que va de años ha habido violaciones, asesinatos e incendios de casas en la zona de Lahore.

También los ataques a iglesias cristianas en Malasia acabarán desmintiendo la imagen de practicar un Islam moderado. En muy pocos días, nueve lugares de culto ardieron en enero, atacados con cócteles Molotov, a raíz de la polémica desatada por la decisión del Tribunal de Supremo de autorizar a un diario católico que utilice la palabra árabe “Alá” para referirse a Dios en sus ediciones en lengua malaya. Malasia es un Estado confesional, con el 62% de población musulmana, y un 10% de cristianos (850.000 católicos).

Pero, repito, lo más grave se viene produciendo en Irak, donde acaban de perder la vida cuatro cristianos estos últimos días. A partir del 2008 los homicidios han sido al menos unos 40. En Mosul los fieles católicos caldeos eran más de 18.000 y los siro-católicos cerca de 40.000. Pero en los últimos años al menos 12.000 han dejado la ciudad.

El Papa Benedicto XVI ha ido lamentando estragos y muertes en sus audiencias de miércoles y domingos. Durante las Navidades se produjeron tres muertos y varios heridos en atentados contra iglesias de Mosul. Y el 11 de enero, en su tradicional discurso de comienzo de año al Cuerpo Diplomático, se refirió “en particular, a los cristianos de Oriente Medio. Amenazados de muchos modos, incluso en el ejercicio de su libertad religiosa, dejan la tierra de sus padres, donde creció la Iglesia de los primeros siglos. Con el fin de darles apoyo y hacerles sentir la cercanía de sus hermanos en la fe, he convocado para el próximo otoño una Asamblea especial del Sínodo de Obispos sobre Oriente Medio».

Los cristianos iraquíes no se merecen el clamoroso silencio del mundo occidental.

Los males del mundo y la libertad humana

lunes, 22 de febrero de 2010
Carles Clavell


ForumLibertas.com

«Ver morir muchos niños me ha hecho ateo», dice un reportero de guerra en un reportaje aparecido hace pocos días. También para los que creemos en Dios el mal en el mundo es un misterio. Pero lo es el mal gratuito. El que parece no tener una causa aparente. Pero si el mal es producido por el mal uso de la libertad del hombre entonces eso no tiene ningún misterio.

Hace poco otro periodista destacado en Haití decía que «las instituciones católicas eran las que mejor habían funcionado», pero que él no creía en Dios. Luego se ha puesto de manifiesto Almudi.org - "Los  males del mundo..."que la enorme mayoría de las casas no tenían suficiente hormigón en los cimientos. Aquí ha sido la corrupción la que ha producido unas desgracias mucho mayores debido a querer ahorrar o robar poniendo menos material del necesario en la construcción. Otra vez es el mal uso de la libertad.

La enorme mayoría de males que hay en el mundo son provocados por la libertad humana. Algunos los permite Dios para que nos acerquemos a Él como han hecho millones de personas, entre ellos intelectuales y santos. Cito un párrafo de José Ramón Ayllón:

“Otros —y lo escribo pensando en Eliot, Lewis, Teresa de Calcuta, Ernst Jünger, Frossard, Karol Wojtila o Chesterton—, después de haber sufrido en sus carnes los Haitís de Auschwitz, Hirosima, el Gulag soviético y las Guerras Mundiales, le consagraron (a Dios) sus inteligencias y sus corazones, sus afanes y sus días. Ya decía Viktor Frankl que el ser humano ha inventado las cámaras de gas y, al mismo tiempo, ha sido capaz de entrar en ellas con paso firme, musitando una oración”.

Por fin otros males los manda Dios como castigo, así, el fuego que mandó sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra. Me parece que a algunos periodistas y a todos nos viene bien leer lo que otros —principalmente intelectuales— han escrito para forjarnos ideas claras sobre las verdades fundamentales del hombre. Si no lo hacemos así corremos el peligro de ser unos superficiales.

El cristianismo no es un moralismo

lunes, 22 de febrero de 2010
Ramiro Pellitero


ZENIT. org

Se entiende por moralismo una exaltación desmedida de los valores morales, que conduce a una vida centrada en el «cumplimiento» de unas reglas o de un código moral. Pues bien, esto no es el cristianismo. Lo ha explicado y subrayado Benedicto XVI en su visita al seminario de Roma el 12 de febrero de 2010, con referencia al capítulo 15 del Evangelio de San Juan.

La Iglesia es la viña que Dios ha plantado —ya en el Antiguo Testamento, al elegir al Pueblo de Israel— y esperaba de ella muchos frutos. Ahora la viña es la Iglesia y por eso hemos de Almudi.org - Ramiro Pellitero“permanecer” en Cristo —en el ser amados por Cristo y amar a Cristo—, especialmente por medio de la Eucaristía. En ella encontramos y nos unimos a esta «gran historia de amor, que es la verdadera felicidad».

Como consecuencia de ese «permanecer» con Cristo —en el nivel que el Papa llama «ontológico», es decir, perteneciente al ser— vienen otras palabras —que expresan el nivel del obrar—: «Guardad mis mandamientos». Por tanto es la unión con Cristo la que procura el fruto anticipado de nuestro amor; no somos nosotros los importantes —nuestras obras y nuestras valoraciones—, sino que lo más importante es ese darse de Dios mismo, que precede a nuestro obrar: «No somos nosotros los que hemos de producir el gran fruto; el cristianismo no es un moralismo, no somos nosotros los que debemos hacer cuanto Dios espera del mundo, sino que ante todo debemos entrar en ese misterio ontológico: Dios se da a sí mismo. Su ser, su amar, precede a nuestro obrar, y, en el contexto de su Cuerpo —la Iglesia—, en el contexto de su estar con Él, identificados con Él, ennoblecidos con su sangre, también nosotros obrar con Él».

En otros términos, que fundamentan la ética cristiana —»la ética es consecuencia del ser»—, explica Benedicto XVI que primero el Señor nos da un nuevo ser, esto es, el gran don de la unión con Cristo; de este ser se sigue al actuar, como una realidad orgánica, que actúa conforme a lo que es; no como quien obedece a una ley externa que otro le impone; sino como quien actúa gustosamente desde el amor. «Y así damos gracias al Señor porque nos ha sacado del puro moralismo; no podemos obedecer a una ley que está frente a nosotros, sino que debemos sólo obrar según nuestra nueva identidad». Por tanto no se trata de una obediencia a algo exterior, «sino de una realización del don del nuevo ser», que es el amor de Dios en Cristo.

A todo ello le sigue este mandamiento nuevo: «Amaos como yo os he amado». No hay amor es más grande que este «dar la vida por los propios amigos». ¿Pero qué quiere decir esto exactamente?, se pregunta Benedicto XVI. Tampoco aquí se trata —dice por tercera vez— de un moralismo. Una posible interpretación, argumenta el Papa, sería: «No es un mandamiento nuevo; el mandamiento de amar al prójimo como a sí mismo existe ya en el Antiguo Testamento». Otra interpretación es la de quienes sostienen que “ese amor queda radicalizado; este amor al otro debe imitar al de Cristo, que se ha dado por nosotros; debe ser un amor heroico, hasta el don de sí mismos”. «En este caso —replica el Papa—, el cristianismo sería un moralismo heroico. Es verdad que debemos llegar hasta esta radicalidad del amor, que Cristo nos ha mostrado y donado, pero también es cierto que la verdadera novedad no es —insiste— lo que hacemos nosotros, la verdadera novedad es cuanto Él ha hecho: el Señor se nos dado Él mismo, y el Señor nos ha dado la verdadera novedad de ser miembros en su cuerpo, ser sarmientos de la vida que es Él. Por tanto, la novedad es el don, el gran don, y desde ese don, desde esa novedad del don, se sigue también, como he dicho, el nuevo obrar».

Para dar con la raíz de la “novedad cristiana”, el Papa acudió al pensamiento de Santo Tomás de Aquino. Éste afirma, con respecto al cristianismo, que “la nueva ley es la gracia del Espíritu Santo”. E interpreta el Papa: «La nueva ley no es un mandamiento más difícil que los otros: la nueva ley es un don, la nueva ley es la presencia del Espíritu Santo que se nos da en el Sacramento del Bautismo, en la Confirmación, y se nos da cada día en la Santísima Eucaristía».

Con la clave de ese don del amor, que es el Espíritu Santo —principio de unidad y vida de la Iglesia, cuerpo místico de Cristo—, interpretaba Benedicto XVI también las palabras del Señor: ««Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo. Yo os he llamada amigos porque todo lo que he oído del Padre os lo he dado a conocer”. Ya no somos siervos —observaba el Papa— que obedecen al mandato, sino amigos que conocen, que están unidos en la misma voluntad, en el mismo amor».

Al final de su intervención expresó que forma parte de la novedad cristiana también el hecho de que el Espíritu Santo se nos dé —junto con los sacramentos— como fruto principal de la oración, para que «podamos responder a las exigencias de la vida y ayudar a los otros en sus sufrimientos».

Toda una lección. Desde aquí se ilumina el por qué se nos insiste en la prioridad de los sacramentos —sobre todo la Eucaristía y la Penitencia— y la oración. Y la respuesta es: porque es el Espíritu Santo, y no nuestras obras o realizaciones, es el gran don que hace posible tanto de la vida cristiana (que a veces se denomina por eso “vida espiritual”), como la misión y la acción de la Iglesia. Es el don del amor que nos da la unidad, la vida y la eficacia.

Ramiro Pellitero. Instituto Superior de Ciencias Religiosas, Universidad de Navarra