La Semana del Cine Espiritual

La Semana del Cine Espiritual se extiende por el mundo

Cien mil jóvenes asisten a esta iniciativa en 2009

BARCELONA, domingo, 10 de enero de 2010 (ZENIT.org).- Esperar contra toda esperanza no es inútil, sino necesario. Las historias de esperanza siguen cautivando al público. Y ha quedado evidenciado en la Semana del Cine Espiritual que ha tenido lugar a finales de 2009 en varias ciudades, y que en Barcelona, sede pionera, ha conseguido un éxito de convocatoria inédito.

Peio Sánchez, el sacerdote y experto en cine que mueve esta iniciativa, explica a ZENIT que «cine espiritual es aquel cine que planteando las grandes cuestiones humanas sobre la vida y la muerte, el sentido, la libertad o el amor, la justicia o la verdad se enfrenta al misterio profundo de la entraña de lo real y se interroga sobre Dios y la relación con Él».

Peio Sánchez, director de la Semana de Cine Espiritual, resalta cómo «muchas películas de éxito comercial y atractivas para el público joven se plantean cuestiones espirituales».

Así una película de las que se han visto, como Gran Torino «no sólo presenta una referencia de la Iglesia acogedora sino que también ofrece un sacrificio de resonancias crísticas», señala el organizador.

La película ganadora del Oscar Slumdog Millionaire sitúa el tema de la providencia en «una perspectiva creyente donde triunfa la bondad y el perdón».

El hijo de Rambow es una película que «muestra el proceso de crecimiento de dos chicos que terminan con una acción de gracias a Dios», revela.

La vida secreta de las abejas «tiene una referencia fuerte a la Virgen María», indica también el experto cinematográfico Peio Sánchez.

Todas estas películas se han destinado al público joven y se han recogido bajo el lema «Los que todavía esperan» intentando «acercar una gramática de la esperanza en clave espiritual».

Más de 100.000 jóvenes, con la colaboración de las escuelas católicas y las diócesis, han pasado y pasarán a lo largo de estos meses por ciudades como Ávila, Barcelona, Bilbao, Burgos, Canarias, Lleida, Madrid, Mallorca, Menorca, Palencia, Santiago de Compostela, Sevilla, Guadalajara, Tarragona, Toledo, Valencia, Valladolid, Vitoria, Zamora y Zaragoza, en España.

Desde este festival se entiende como cine espiritual el cine que presenta la búsqueda espiritual del hombre. Así «no se limita a la categoría de cine religioso sino espiritual como flexible y abierta, que recoge la apertura a la transcendencia de historias auténticamente humanas».

Esta Semana tiene, además de la vertiente joven, una sección dedicada al público abierto. En Barcelona se celebró esta edición con la participación de 4.000 personas proyectando películas como The Visitor, Amazing Grace, La ciudad de la vida y de la muerte y  la presentación de Pablo de Tarso: el último viaje.

Todas ellas han sido comentadas por un grupo compuesto por profesores de teología, de comunicación audiovisual y distintos expertos.

Bajo los auspicios de Signis-España esta iniciativa surgió con la Semana de Cine Espiritual de Barcelona, pero luego se ha ido extendiendo por el mundo, como indica la presentación en la web ww.semanacineespiritual.org,  y ya no es «de Barcelona» sino de todos los sitios que la acogen.

En este momento existe un acuerdo con la editorial Edebé para la edición de todos los materiales y así mismo colaboran distintas instituciones públicas y privadas.

Por Miriam Díez i Bosch

Educar bien a un adolescente

Un reto: educar bien a un adolescente


Hoy en día educar bien a los adolescentes es todo un reto, una tarea realmente que vale la pena empeñarse en hacerla del mejor modo posible. Entrevistamos a José Manuel Mañú Noáin, profesor de Enseñanza Secundaria, autor de varios libros.

¿Cuáles son las características peculiares que se presentan en la etapa de la adolescencia?

La adolescencia es un periodo de turbulencias, con cambios físicos y psíquicos, que provoca grandes desconciertos en los adolescentes y en sus padres. A veces su final es claro, como el de un chico de 17 años que había pasado una adolescencia tormentosa, y que me preguntaba con cara de asombro, refiriéndose a su hermano de 16 años: «¿yo estaba el año pasado tan raro como está mi hermano ahora?»… Otras veces la adolescencia se prolonga durante años.

Como sabemos, un primer rasgo a destacar al llegar a la adolescencia es pasar a discutir por sistema la autoridad de los padres. Durante la niñez se pasa por pequeñas fases de rebeldía, pero el adolescente va más allá y piensa de manera habitual que sus padres no le comprenden. Considera injusto que sus padres traten de orientar su vida, y confunde la libertad con la independencia.

El punto de referencia dejan de ser los padres para pasar a serlo la pandilla. El adolescente es un incomprendido y, como consecuencia, es rebelde frente al mundo que le rodea. Discute con pasión la hora de llegada a casa, los planes posibles con sus amigos para los que reclama permiso, el hacer un encargo en casa; las relaciones con sus hermanos es frecuente que sean agresivas…

Un segundo aspecto que se acrecienta es el sentido de la intimidad. El adolescente descubre su interioridad y la protege. Por eso es frecuente que comience a encerrarse en su habitación, no comunique lo que piensa y hace, etc. Se puede volver hermético en la relación con sus padres y contestar con monosílabos cuando se considera interrogado. Cuando piensa que se le está pidiendo una información que vulnera su intimidad o la de sus amigos tiende a contestar con evasivas o a rechazar la conversación.

Una tercera faceta es que no está contento con su cuerpo. Esto puede dar lugar a complejos, y, en casos extremos, a la anorexia o a la bulimia. Es necesario explicarle que esto que le pasa es normal y que el cuerpo encontrará su propio equilibrio en el desarrollo.

¿Qué aspectos te parecen más positivos de esta fase de la vida?

Destacaría el descubrimiento del sentido de la amistad. El adolescente valora mucho la amistad y realmente es capaz de crear lazos sólidos que pueden durar toda la vida. Es la edad para entender los grandes ideales de entrega a los demás.

También, por el fuerte sentido de la justicia que tiene, es muy fácil que entienda la solidaridad con los más necesitados: marginados, pobres, disminuidos, etc. Los que han pasado por experiencias de ayuda a los demás han quedado positivamente afectados. Conozco chicas y chicos que han participados en actividades con las religiosas de la Orden de la Madre Teresa de Calcuta y que les ha venido maravillosamente bien; varios la califican como la mejor experiencia de su vida.

Bastantes son idealistas, con lo mucho de bueno que tiene esto. Es verdad que hay algo de ingenuidad en sus planteamientos, porque les falta experiencia de la vida, pero no por eso tiene sentido destrozar su idealismo. Ya aprenderán, poco a poco, a darle la dimensión debida; mientras tanto conviene estar atentos para que nadie los manipule.

¿Algún otro rasgo que caracterice la adolescencia?

Es probable que disminuya su rendimiento escolar: La dificultad de la ESO es mayor que la de la Primaria, y su dispersión mental disminuye su capacidad de concentración. Además, descubre “nuevos mundos” más atractivos que los estudios, como son la música, los vídeo clips, la movida, etc.

Otro rasgo propio de un adolescente es la inestabilidad en el carácter y en los estados de ánimo. No saben cómo reaccionar ante lo que sienten dentro de sí y ante los estímulos externos. Aplicado a la adolescencia, podríamos decir que : “lo que le pasa a un adolescente es que no sabe lo que le pasa”. Se encuentran tan cambiados física y síquicamente que están desconcertados consigo mismos. Son muchos los que recurren al alcohol o a otro tipo de drogas para afrontar situaciones que en condiciones normales les daría vergüenza. En esos casos el alcohol es buscado como un estimulante que permite superar resistencias internas. Es frecuente que comenten que beben por aburrimiento o porque si no estás en el punto es muy difícil participar en la movida. El abuso del alcohol tiene como finalidad el colocarse para estar a tono.Un tercer rasgo frecuente es el de una crisis espiritual: así como no aceptan, generalmente, el principio de autoridad en sus padres, tampoco aceptan el principio de autoridad en la Iglesia. Se dan cuenta que ser cristiano consecuente es más difícil de los que les parecía de niños; y la labor de padres y educadores es ayudarles a vivir en cristiano la adolescencia.

HABLAR «CON» LOS HIJOS


¿Qué consejos darías a unos padres con hijos adolescentes?

El primero es conseguir hablar mucho con los hijos. No digo hablar a los hijos, sino hablar con los hijos. Que los hijos les expliquen las cosas nuevas que les están pasando, en su cabeza, en su corazón, lo que hablan en los descansos en el colegio o en el autobús, lo que hacen el fin de semana, qué piensan sobre esto y aquello. Recuerdo un padre que me pidió tener una conversación con su hijo en mi presencia; habló él solo y, desde luego, su hijo no se hizo el menor eco de sus argumentos que los habría oído montones de veces, sin que su padre se tomara la molestia de preguntarle qué pensaba de lo que le decía.

En segundo lugar, no sentirse en la obligación de dar soluciones para todo; no hay que agotar los consejos y procurar dar un margen a la decisión personal de cada uno. Son frecuentes las bromas entre los chicos por la multitud de consejos que les da su madre antes de ir de excursión.También es preciso pasarlo muy bien con ellos; a los hijos les debe quedar el recuerdo de que con sus padres se lo pasaban muy bien. De que en su casa ha habido más risas que riñas.

Por último, saber decir “no”. En muchas ocasiones habrá que ser capaces de pasar un mal rato por el bien del hijo y hacerle ver que, aunque todos vuelvan a su casa a las tantas de la mañana o vayan a determinados lugares, él no debe de hacerlo. Es muy conveniente que los hijos sepan que los padres no se pliegan a todas las modas del ambiente. Hay que razonárselo hasta donde sea posible, pero hay que estar dispuesto también a ejercer la autoridad hasta sus últimas consecuencias, por el bien de ellos. Si no lo entienden ahora lo entenderán más adelante. Hay muchos adolescentes que piden aún sabiendo que lo que piden está mal, y en su fuero interno entienden que se les diga que no.

CONJUGAR CARIÑO Y EXIGENCIA

Entonces, ¿cómo se ejerce la autoridad con un adolescente?

Hay dos posibles peligros en el modo de ejercer la autoridad. Uno es utilizar un modelo excesivamente autoritario, que hoy día es rechazado por casi todos. Otro, mucho más real, es intentar comprar la paz familiar a base de ceder en todo y siempre. Hoy los adolescentes pelean menos con sus padres que hace veinte años; en muchas casas hay menos tirantez porque los padres han renunciado a exigir. Conjugar cariño y exigencia podría ser la clave; suaves en la forma y fuertes en el fondo podría ser otra idea válida. Si les das cariño verdadero luego tu exigencia puede ser fuerte.

SOLIDEZ, COHERENCIA, CONFIANZA

Comentabas que muchos factores negativos que rodean la adolescencia actual se pueden prevenir, ¿podrías explicar esto con más detalle?

Vamos entonces a desglosar una serie de ideas:Tener una familia sólida se va a convertir en una de las mayores fortunas para una persona en las próximas décadas. La sociedad tiende a nivelarse social y culturalmente en entornos afines, pero el hecho de contar con una familia unida y bien avenida va a suponer uno de los aspectos decisivos para la vida de las personas.

Otra faceta, que ya hemos contemplado antes, es perder el miedo a exigir y a ejercer la autoridad en la familia. Pero para exigir con acierto es necesario ser coherentes y , por tanto, los padres deben exigirse a sí mismos en las cosas que piden a sus hijos. En una familia no se puede hacer teatro; al final la realidad de cada uno sale a la luz, todos se conocen como son, y, por tanto, es preciso el esfuerzo diario de los padres para ir por delante. Los adolescentes juzgan todo y , generalmente, sin misericordia.

Un rasgo necesario en la juventud actual es que aprendan a afrontar el sufrimiento. Se trata de que entiendan que las cosas valiosas requieren esfuerzo y constancia y qué estén dispuesto a sufrir por conseguirlas. Ver cómo reaccionan los padres ante la muerte de un ser querido, ante un revés económico, en los pequeños contratiempos del día a día, etc., les permitirá asimilar una lección que se aprende mejor en la vida que en los libros.Si todo esto se da en un clima de confianza, tenemos mucho ganado.

Es de probada eficacia saber escuchar y tener paciencia. También es clave no estar siempre dando consejos y saber «perder el tiempo» con ellos, que no es perderlo sino ganar confianza. Si ésta existe, nos abrirán su intimidad y podremos ayudarles más eficazmente.

LA TECNOLOGÍA AL SERVICIO DE LA PERSONA


¿Cómo hacer frente a un ambiente adverso hacia los valores familiares?

Una prueba es el uso que, con frecuencia, se hace de la televisión. Si cuando los padres salen a cenar fuera los hijos ven programas inconvenientes, es señal de que no están asimilando los valores que procuramos que vivan. Por otra parte, es muy bueno que en el hogar se respeten el tiempo de conversación durante las comidas para enriquecer la vida familiar, evitando tener la televisión encendida. Otro campo es el de las nuevas tecnologías: Internet, juegos de ordenador, «chatear», etc. Se pueden comparar todos estos medios a un coche muy potente, que tiene muchas posibilidades pero que no debe usarse sin la debida preparación y prudencia.

No se puede ser ingenuos en un mundo tan agresivo para los valores familiares y personales. Hace poco me contaban de una chica adolescente que chateando había hecho unas amistades que la deterioraron profundamente; sus padres se dieron cuenta demasiado tarde.

La tecnología debe de estar al servicio de las personas, y por tanto debe ser usada en la medida en la que contribuya a mejorar las personas y la sociedad. Lo contrario es caer en la esclavitud.

FAMILIA ABIERTA

Pero es muy difícil alcanzar esto…

Efectivamente, la familia no se debe cerrar sobre sí misma, entre otras cosas porque los hijos necesitan amigos de su edad. Para esto existen los clubes familiares y juveniles de instituciones de confianza.

Pienso que son una gran ayuda porque es necesario tener ámbitos de convivencia más amplios que el núcleo familiar; primero para que tengan la posibilidad de convivir con personas de su edad que comparten los mismos valores, y segundo porque les viene muy bien tener cerca personas jóvenes – los responsables del club – que les puedan servir como referencia válida en muchos aspectos de su vida.

Educar es siempre una labor de artesanía y más en la adolescencia; finalizaría aconsejando procurar tener siempre buen humor, paciencia y rezar diariamente por cada hijo para acertar en cada uno de ellos una buena educación.

NUESTRO HIJOS Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

En los últimos años del siglo XX y el los primeros del siglo XXI estamos asistiendo a unos avances tecnológicos sin precedentes en el marco de los que podríamos denominar la Revolución Digital. Muchos de nuestros hijos se han convertido, o podrían convertirse, en secreenagers.

Por Ignasi de Bofarull

Es decir, niños y adolescentes, que pasan muchas horas enganchados a las pantallas. Si en inglés screen significa pantalla y teenagers significa niños/adolescentes entre, aproximadamente, 10 y 20 años: los secreenagers son aquellos jóvenes que pasan muchas horas ante las pantallas: sean de televisión, del monitor de videojuegos, de Internet, de móvil o de música con auriculares. En España este fenómeno no está tan extendido como en otros países en que la mayor penetración de las nuevas tecnologías es evidente.

En España necesitamos pensar estos temas si padres no nos queremos convertir en verdaderos analfabetos en el mundo de los lenguajes, símbolos, habilidades que suponen el manejo de las nuevas tecnologías. Se trata de saber cómo orientarlos, educarlos, conectar con ellos: saber qué les pasa. Y si no nos formamos, si no profundizamos en estos mundo lo suficiente como para llegar a ellos, se producirá lo que ya se denomina, en algunos estudios, como ciberfractura generacional. Es decir: el crecimiento de un abismo generacional que supone que nuestros hijos no nos entienden porque no hablamos su idioma. Un abismo que señala que no sabemos por dónde van, qué les interesa ni qué les pasa por la cabeza. Los padres hoy debemos tener en cuenta que nos arriesgamos a no saber educar a nuestros hijos si no sabemos tratarles ni entendemos qué hacen.

No se trata de demonizar las nuevas tecnologías que hacen avanzar la economía, el saber, la ciencia, la transmisión de información… Sin embargo, para ellos hoy es sólo un juego que denominaremos ocio digital. Un juego muy atractivo, irresistible, que les atrae de un modo intenso pues les acerca al grupo de pares, les lleva a paraísos de infinitas posibilidades y de gran interactividad, pero que también les puede apartar de la realidad de cada día. Les puede engullir en la Realidad Virtual y alejarles de los requerimientos de la Realidad Real. Incluso, en algunos casos extremos, les puede llevar a actuaciones y comportamientos que nos hablan de unas actitudes adictivas nuevas ante las que debemos estar muy atentos.

Es importante precisar que serán pocos casos los que nos permitan hablar de comportamientos adictivos, sin embargo hay que señalar que la precaución siempre es necesaria pues el riesgo, aunque remoto, existe.

Es preciso destacar que se parte de un a priori muy claro: las nuevas tecnologías son neutrales: ni positivas ni negativas en sí mismas. Todo depende del uso que se haga. Todo depende del tiempo que se dedique y la capacidad crítica que se ejerza a la hora de saber situarlas en su justo lugar. Como padres, deberemos mantenernos alejados de cualquier tentación de rechazo simplista de la tecnología o, por el contrario, exaltación sin crítica de la última novedad. Habrá que huir de cualquier extremismo: ni todo es censurable ni todo es magnífico. Hay que matizar en cada caso y descubrir los elementos que nos permiten valorar los variados aspectos de las distintas tecnologías con un espíritu reflexivo y ajeno a prejuicios inútiles. Unas valoraciones que deben tener como horizonte la maduración y conquista de la autonomía de nuestros niños y jóvenes en el marco de una sociedad, la del siglo XXI, plagada de retos y cambios en todos los planos.

Se trata de profundizar en su mundo preguntándoles, leyendo, comentando con otros padres, asistiendo a cursos de orientación familiar. Y es que los últimos años, desde el inicio de la penetración de Internet en España que se podría situar entre 1998 y 1999, suponen una cambio acelerado y no podemos como padres perder el ritmo. Se nos ha dicho hasta la saciedad que educar hoy es más difícil. Este es un caso muy claro. Hace cuarenta años lidiábamos con cine, cómics, radio: hoy, la oferta de ocio audiovisual es inacabable.

Es decir debemos adentrarnos en este mundo e informarnos: qué hacen nuestros hijos y tutorados con el ordenador, con los walkman, con Internet, con los videojuegos, con la televisión interactiva. Pero habrá que meterse en faena y concretar.

De entrada un consejo sencillo de exponer y más complicado de llevar a cabo: estas nuevas tecnologías en casa deben ser compartidas: es el modo de sacarles el jugo, de criticarlas, valorarlas o rechazarlas. Para ello es oportuno tenerlas también en un lugar común. Eso facilita el control horario, la selección, el uso compartido. Que nuestro hijo tenga todos estos artilugios en su cuarto, disponibles a todas horas no es desde luego lo más oportuno.

A) La televisión ha cambiado: de los dos canales de inicios de los años ochenta hemos pasado a las televisiones públicas autonómicas; luego, en los noventa, a las privadas, y, entre estas últimas hay que distinguir las que emiten en abierto y las digitales (con decodificador). Luego existe la televisión por cable y más tarde hay antenas parabólicas que nos ponen en contacto con innumerables canales de todo el mundo. Las posibilidades son casi inagotables. Los contenidos inabarcables. Además nos hemos de olvidar de la televisión que se consume sólo en el hogar. Existen televisiones en todas partes: las de los bares, de las boleras, de las tiendas, de las discos. La oferta crece en cantidad, en los lugares de visionado y en tiempo. Los chicos ven de todo: fútbol, video clips, reportajes, publicidad… Y si no llegan tienen amigos que les graban vídeos. Y algunos no precisamente muy edificantes como las películas del Canal+. Y si no también pueden captar la televisión de pago con procedimientos piratas desde el ordenador.

Desde luego no siempre es así: y no todos los niños y jóvenes están todo el día ante el televisor. Pero hay que preguntarles. Hay que buscar el modo de compartir con ellos inquietudes y gustos. Hay que darles claves de interpretación: traer buen cine (del último) a casa. Analizar con ellos la publicidad. Ver video-clips y valorar con ellos qué tipo de mundo hay detrás de la música tecno, house, dance. Es una tarea ardua pero necesaria. Es preciso mantener una línea abierta con ellos en la que la nos puedan contar con claridad qué ven por ahí y, desde luego, racionalizar, seleccionar, y mejorar los contenidos que se contemplan en casa: sin imponer siempre contenidos excesivamente ideales y sin perder de vista sus gustos. Racionalizar su tiempo fuera: deporte, estudio, amigos, actividades… pero sabiendo que la tele (generalista, analógica, de cable, parabólica está ahí, omnipresente). Y desde luego evitar que esté en su cuarto. Ahí es donde perdemos la capacidad de supervisión ya en nuestra propia casa.

B) Videojuegos: Es un tema que crece día a día. Las grandes corporaciones se debaten en una lucha sin cuartel para dominar el sector ofreciendo consolas y juegos. Hay que saber entonces qué tipos de consolas hay, su precio, sus prestaciones; lógicamente también los juegos, su origen (pirata o compra), su calificación (para mayores, para adolescentes, o para niños), su género (plataforma, estrategia, simulación, arcade o educativos). Con los videojuegos pasa algo parecido a lo que sucede con la televisión: las consolas están en todas partes: en algunos videoclubes, en el colegio, en casa de un amigo, en el cuarto de nuestro hijo. Hay que tomar la iniciativa: invitar al uso compartido en casa con hermanos, amigos, con los propios padres. Entonces, en común, explicar los contenidos, señalar que la consola portátil es un mal sustituto del juego escolar, deportivo, en el barrio. Explicar qué juegos son oportunos y hasta educativos y qué juegos son crueles y, por ello, rechazables. Y recordar los horarios: tener presente que la consola, como la televisión, como Internet, consumidos en exceso, entran en conflicto con el estudio, con la compañía de amigos y familiares, o con el mismo sueño. Y es que hemos de jugar más con ellos: montar algún campeonato en casa de PC-fútbol. Con sus amigos, con sus primos. Que no se aíslen, de nuevo, que hablen, que nos cuenten cosas.

C) Ordenador e Internet. Hay que distinguir de entrada. Con el ordenador también se puede jugar a infinitos juegos. Por tanto hay que aplicar de nuevo las consideraciones del apartado anterior. Pero el ordenador se conecta a Internet. El capítulo de Internet exige que repitamos algo parecido a los anteriores apartados: es omnipresente: está en los cibercafés, en las bibliotecas, en la escuela, en casa de los amigos. Ellos saben que pueden acceder a los contenidos inacabables de la Red desde muchos lugares. Hay que hacerles saber qué supone este mundo. En casa podemos tener un filtro para evitar en el hogar lo peor de Internet. Pero en la calle eso no sucede. Debemos acercarnos a ellos y saber qué les gusta: si les interesa bajar música en MP3, o chatear. Es muy posible que lo que les guste sea conectarse al Messenger y hablar con sus amigos, o enviar mensajes por correo electrónico, o quizá entrar en páginas deportivas. Las posibilidades son inacabables y en ese sentido las hay muy negativas. Las hemos de conocer: conocer los gustos de nuestros hijos en la Red. Quizá en casa no busquen pornografía pero pueden hacerlo por ahí. No es improbable que les guste hacer de hacker y entrar, saltándose las barreras, en sitios cerrados o piratear programas…El mismo chat tiene sus riesgos si quien está detrás es un desaprensivo. Las mismas letras de la música de MP3 pueden ser un tanto destructivas. Luego existe lo que se denomina el juego on line. Es decir: en vez de jugar contra la máquina, juegas contra otros chicos del resto del mundo dentro de Internet cada uno con sus personaje virtual en la pantalla. Estos juegos son muy atractivos y enganchan si no estamos al tanto.

De hecho se han utilizado unos cuanto términos que quizá resulten algo desconocidos: habrá que hacer un esfuerzo e informarse. Los primeros informadores son nuestros hijos: ¡Hay que escucharles! Para que nosotros les asesoremos ellos nos tienen que explicar primero. Compartir y explicar, seleccionar y construir un horario: pactar unas horas y unos contenidos. Y seguirles la pista desde la primera entrada (quizá 11 años). La realidad es que si queremos ponernos al día cuando tengan 17, quizá ya no nos cuenten nada. Hay que generar un clima de confianza cuánto antes mejor: tele, videojuego, Internet. Y el uso del ordenador, ¡siempre en un espacio compartido…!

D) Móvil. Lo primero que hay que pensar es hasta qué punto es imprescindible el móvil o si es una moda. El móvil es muy útil si queremos tener localizados a los hijos en casos excepcionales cuando hacen una salida a un lugar más o menos apartado. Pero cada día llevarlo al colegio es un exceso. El móvil se ha convertido en un juguete: hace fotos y las envía, graba voces o tonadillas y las convierte en timbre de llamada, admite cambios en la pantallas en forma de nuevos logos, también tiene juegos de pantallas muy básicos, sirve para escuchar música y enviar los famosos mensajes de texto, SMS. Esos mensajes son una pasión: se los envían a todas horas y suponen un lenguaje críptico y un tanto alejado de la ortografía. Estos mensajes lo son todo menos la comunicación de temas serios. Hay que decir que el móvil mal usado puede llevar a conductas adictivas. Hay que usarlo cuando es preciso y retenerlo en casa para mejor ocasión si no es imprescindible. A los adolescentes les sirve para marcar su adscripción al grupo, sus símbolos de estatus. Habrá que ir con cuidado y lograr que desde pequeños nuestros hijos vivan la sobriedad y entiendan que para ser aceptados por tres o cuatro compañeros no vale la pena gastarse los 300 euros que valen estos artilugios que no paran de ofrecer nuevas prestaciones.

E) Walkman. Hoy impera el discman que lee CDs . Los adolescentes corren el riesgo de aislarse de un modo total con los cascos del walkman, del discman. La música puede provenir de la compra o del pirateo. Si es del pirateo eso supone muchas horas de copiar CDs o de bajar música, canciones, albumes, en MP3 de la Red. Se dice que escuchar música con cascos supone un autismo social que nos sólo carga el cerebro de decibelios sino que exige pasar muchas horas ante las pantallas mencionadas con anterioridad. Viendo video-clips (a menudo de la MTV), y sobre todo en el ordenador, en Internet. Y uno de los riesgos ante esta música prácticamente gratis es lo que se conoce como el acopio compulsivo de información. Es decir: el adolescente, ciertamente codicioso, que acumula más música de la que puede o tiene tiempo de escuchar.

La conclusión es que hemos de empezar a relacionarnos con nuestros hijos para que nos sean unos aburridos consumidores de todo lo que cae en sus manos. La solución es lograr que sean austeros y eso pasa por que tengan aficiones, intereses, y un tiempo libre muy motivador y pautado sin espectaculares vacíos (a partir de los 16 años pueden trabajar en diciembre, enero o julio): los juegos de siempre, deporte, aficiones, lectura, salidas, naturaleza, cultura. Y por supuesto los valores precisos para contar con las habilidades sociales que les ayuden a mejorar en esas actividades.

Luego llegará el uso de las nuevas tecnologías que para ellos sólo es ocio. Ahí habrá que pautar selección de contenidos, horario, modo de uso, lugar de uso, turnos. No se puede dejar nada al azar: estos tiempos van muy acelerados y los padres avisados deben no perder el ritmo si no quieren que sus hijos sean atrapados por la (astuta y nada paternal) industria del ocio.

De padres débiles, hijos tiranos

viernes, 08 de enero de 2010
Gerardo Castillo


ABC

Muchos adolescentes que aterrorizan hoy a sus padres y profesores iniciaron su «currículum» antes de los seis años. Algunos de ellos daban ya patadas consentidas en la espinilla de sus progenitores cuando estos últimos se atrevían alguna vez a cerrarles el tarro de la mermelada.

Estos padres consentidores siguen estando de moda y presumen de ser «liberales» con sus hijos. Se han «liberado» de ponerles normas y límites, de corregirlos y castigarlos, por miedo a ser autoritarios y herir así su autoestima. Ignoran que el comportamiento espontáneo de los hijos no es suficiente para que maduren como personas, que hay que intervenir en sus vidas.

¿Cómo suelen ser los hijos adolescentes que desde los primeros años se sintieron muy tolerados y poco o nada exigidos? Acostumbrados a actuar sólo en función del capricho y del «me apetece o no me apetece», carecen de hábitos de autocontrol y de autodisciplina. No tienen voluntad. Acostumbrados a recibir «síes», cada vez que reciben un «no» a sus gustos en el hogar o en la escuela se frustran, se irritan, se enfurecen y reaccionan de forma agresiva.

Nunca como ahora se criticó tan sin motivo a los padres autoritarios, porque, como es bien sabido, apenas existen. Sí existen a miles los padres «liberales», eufemismo utilizado para designar a los padres débiles, los que carecen de fortaleza para exigir, los que por no ejercer la autoridad han dimitido como padres. «Hijos huérfanos de padres vivos», en palabras de Juan Pablo II.

Hemos pasado del extremo de concebir la autoridad como un fin en sí misma a desterrarla casi por completo de los hogares y de las aulas. El nuevo modelo es el del permisivismo educativo. Los profesores tienen que sufrir a los niños consentidos que les «facturan» los padres «liberales» para que los eduquen sin atentar contra su sagrada autoestima.

Pero el mayor sufrimiento es el que les proporcionan los padres, que actúan como abogados de sus hijos cada vez que estos últimos se quejan de que los profesores les tienen manía.

La raíz y la solución del problema de los adolescentes agresivos está en la familia. Se necesitan padres responsables con dedicación en la tarea de crear autodominio, obediencia y respeto en sus hijos desde las primeras edades.

El hombre que no imaginó ser Papa

viernes, 08 de enero de 2010
Pedro Beteta


AnalisisDigital.com

Era abril de 2005. El cardenal Joseph Ratzinger oficiaba, en unión con muchos obispos venidos de todo el mundo, los funerales por el eterno descanso de Juan Pablo II.

Las escenas que ofreció la televisión nos han dejado un recuerdo imborrable de ese evento, pero éste fue especialmente conmovedor cuando se dirigió al balcón desde donde tantas Almudi.org - Benedicto XVIveces el Papa Juan Pablo II había dirigido la palabra bendiciendo a la multitud, y mientras la miraba dijo improvisando: “Ninguno de nosotros podrá olvidar cómo en el último domingo de Pascua de su vida, el Santo Padre, marcado por el sufrimiento, se asomó una vez más a la ventana del Palacio Apostólico Vaticano y dio la bendición Urbi et Orbi por última vez. Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana de la casa del Padre, nos ve y nos bendice. Sí, bendíganos, Santo Padre” [1].

El cardenal Ratzinger no imaginó ni deseó jamás ser el sucesor de Juan Pablo II. Había abandonado Baviera hacía veintitrés años para ir a Roma, cuando le llamó el Papa para trabajar junto a él. Echaba mucho de menos Alemania. De hecho, durante esas tres semanas de Sede Vacante que hubo en la Iglesia, él, como cardenal decano del Colegio Cardenalicio, tuvo que hacer cabeza y tomar decisiones.

Tras el fallecimiento de Juan Pablo II, la prensa y la televisión se hicieron eco mundial del acontecimiento que llegó reunir a la gran mayoría de los mandatarios del planeta en Roma —cosa insólita—; yendo entre ellos, los tres últimos presidentes de Estados Unidos. Y, sobre todo, más de tres millones de peregrinos. El primer día, la inmensa mayoría procedía de la población romana, el segundo día se sumaron gentes venidas de toda Italia, y el tercero, multitudes de todas partes del mundo poblaron Roma y coreaban —también con pancartas—: “santo, ya”.

Este espontáneo grito, acompañado de pancartas, por el que miles de personas pedían una canonización inmediata —que es una fórmula de canonización por aclamación, como al principio de la cristiandad– era algo inaudito. Además, este hecho fue visto de buen grado por millones de telespectadores católicos.

Así las cosas, alguien preguntó al cardenal Ratzinger que hiciera alguna declaración oficial para los medios desplazados en Roma sobre este asunto que ya era portada en muchos periódicos. Su respuesta vino a ser algo así como: no se preocupen ustedes como tampoco me preocupo yo. Esa decisión le tocará tomarla al siguiente Papa, no a mí. Bien lejos de su mente estaba, por tanto, que iba a ser precisamente él quien abriría —acortando los tiempos previstos— el proceso de beatificación, tras su elección como Romano Pontífice.

Si el comentario hecho por el cardenal Ratzinger dejaba claro qué lejos de su mente estaba el deseo de ser Papa, éste no dudó en decirlo al poco de ser elegido Sumo Pontífice. Nunca había pensado ni deseado semejante carga y responsabilidad. De ahí que “cuando, lentamente, el desarrollo de las votaciones me permitió comprender que, por decirlo así, la guillotina caería sobre mí, me quedé desconcertado. Creía que había realizado ya la obra de toda una vida y que podía esperar terminar tranquilamente mis días. Con profunda convicción dije al Señor: ¡No me hagas esto! Tienes personas más jóvenes y mejores, que pueden afrontar esta gran tarea con un entusiasmo y una fuerza totalmente diferentes” [2].

El 19 de diciembre ya es una fecha inolvidable para nuestra generación, para nuestra gente, esa que ronda entre los 20 y los 60 años; esos que han estado en el Paseo de la Castellana, en Montserrat, en Javier, etc., en 1982; años más tarde en Zaragoza, en Sevilla, en Colón o en Cuatro Vientos gritando Juan Pablo II te quiere todo el mundo. Esa generación que sin encomendarse a nadie hizo el petate y se plantó en Roma en 2005 para dar su último adiós a Juan Pablo II el Grande.

Benedicto XVI lo proclamó el día 19 “venerable” tras aprobar con su firma el decreto por el que se reconoce que el Siervo de Dios Karol Wojtyla vivió en grado heroico las virtudes. Esto supone el primer paso hacia los altares del Pontífice polaco. El decreto fue aprobado durante la audiencia que concedió en el Vaticano al prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el arzobispo Angelo Amato, S.D.B.

La firma del decreto no supone la inmediata beatificación de Karol Wojtyla, ya que todavía falta la aprobación por parte de Benedicto XVI del milagro que lleve a la proclamación como beato de su antecesor. No obstante, es el inicio de un proceso que ya tiene fecha dada la antelación con que hay que trabajar por la logística que acompaña. Ciertamente se necesita un milagro bien estudiado y constatado, pero era tal la seguridad moral de su santidad que bien pronto llegaron a Roma innumerables favores de gran entidad como exige un milagro.

El postulador de la causa, el sacerdote polaco Slawomir Oder, se ha inclinado entre muchos a elegir, por la curación de la monja francesa Marie Simon Pierre, que padecía Parkinson, la misma enfermedad que tenía Juan Pablo II. Una vez que Benedicto XVI apruebe el milagro, sólo quedará elegir la fecha de la beatificación.

Aunque las cosas de palacio van despacio, aquél “santo súbito” sigue resonando con ecos “in crescendo” en los oídos de tantos hombres cristianos o no que le admiraron en vida y después de su muerte como lo demuestran las largas colas de personas que pasan cada día por su tumba en Roma.

El proceso que llevará a Juan Pablo II a los altares el próximo 16 de octubre, se abrió el 28 de junio de 2005 y comenzó en Roma, ciudad en la que murió y de la que fue su obispo durante 26 años y medio. La causa de beatificación se abrió por deseo de Benedicto XVI sin esperar a que transcurrieran cinco años de su muerte, como establece el Código de Derecho Canónico.

El anuncio fue acogido con gran alegría en el mundo católico, donde aún sigue vivo el grito “súbito santo” (santo ya) que decenas de miles de personas corearon el 7 de abril en la plaza de San Pedro del Vaticano durante los funerales de Juan Pablo “el Grande”, como ya se le conoce.?

Pedro Beteta. Doctor en Teología y en Bioquímica

Notas al pie:

[1] Homilía del Card. Ratzinger en la Misa de Exequias del difunto Pontífice Romano Juan Pablo II, en la Plaza de San Pedro el 8 de abril de 2005.

[2] Ibídem.