Cientos de personas se manifiestan ante los abortorios

EN TODA ESPAÑA

Cientos de personas se manifiestan ante los abortorios para clamar contra los nuevos Herodes


En el Día de los Santos Inocentes los abortorios tuvieron que echar el cierre ante las «sentadas» que cientos de españoles hicieron delante de sus dependencias. De forma pacífica, muchos jóvenes aprovecharon para gritar más fuerte que nunca el horror que supone el aborto en una sociedad supuestamente avanzada.

Rocío Ruiz/La Razón

«Niño abortado, hijo asesinado», «Sí a la vida». Con estos lemas más de un centenar de personas se dieron cita ayer a las puertas de la clínica abortista Dator, una de las más emblemáticas de Madrid, en lo que ya se ha convertido en una protesta tradicional el Día de los Santos Inocentes promovida por los grupos pro vida. La movilización se realizaba simultaneramente en otras capitales españolas.

En Madrid, esta vez no hubo incidentes que lamentar. «Si la Policía nos dice que nos disolvamos, lo vamos a hacer cívicamente», anunció uno de los organizadores. Lo hizo tras advertir de que la concentración era «ilegal» porque «nunca nos la autorizan».

La clínica madrileña, flanqueada por una decena de agentes de la Unidad de Intervención Policial, tampoco quería conflictos. «Tenemos una buena noticia: la clínica ha suspendido hoy todos los abortos», anunció entre algarabía y aplausos el presidente de Pro vida Madrid, Jesús Poveda.

Más gente que otros años
La concentración, más numerosa que otros años, había sido organizada por Derecho a Vivir, Médicos por la Vida, Pro vida y Universitarios por la Vida, pero a ninguna de estas organizaciones pertenecía Juan Carlos, un padre de familia que ayer decidió unirse por primera vez a la tradicional protesta porque «el aborto es un crimen, es matar a seres inocentes». Pero sobre todo se animó porque «ahora, más que nunca, con la futura Ley del Aborto que se ha promovido, hay que defender la vida. Creo que este Gobierno radical va a provocar que mucha gente que está sentada en su sillón reaccione y se mueva».

Juan Carlos recordó el caso en el que se vieron envueltos sus amigos: «Se enteraron que una conocida quería abortar por falta de medios y se volcaron con ella. Hicieron una cadena con sus amistades para proporcionarle ayuda y, al final, la chica decidió seguir adelante con su embarazo. Tras nueve meses fue muy bonito saber que Alexander había nacido».

Rescatar a mujeres con problemas
Alberto Navarro lleva ocho meses en una «escuela de rescate» de embarazadas. El objetivo es «captar» a mujeres en estado de gestación a las puertas de las clínicas abortistas y «hacer el trabajo que la asistenta social y el psicólogo de las clínicas abortistas no hacen», relataba ayer a las puertas de la Dator. «Sé el tipo de información que facilitan porque una vez vine con mi prima, que se hizo pasar por una embarazada que quería abortar, y no le dieron ningún tipo de información. La mayoría de las mujeres se encuentran asustadas cuando vienen».

Casadas y con hijos
Alberto aseguraba ayer que el perfil de la mujer que decide ir a una clínica abortista tiene entre 25 y 30 años, cuenta con más hijos y una pareja estable, pero por una cuestión económica no puede mantener a otro más. Al menos la mitad son inmigrantes.

«Estoy seguro de que si pudiéramos ofrecer un puesto de trabajo, habría muchas mujeres que desistirían de abortar», decía Alberto.
Entretanto, los organizadores de la protesta clamaban por que el Gobierno ponga en marcha un plan de apoyo a la mujer embarazada y 300 globos blancos se lanzaban al cielo por los 300 abortos que cada día se practican en alguna clínica española.

Ya no te creemos

20/11/2009

Hace unas semanas vi un vídeo conmovedor. En Tucumán, Argentina, se enfrentaban abortistas contra providas. Los pro vida no movían un músculo, solo rezaban. Los abortistas insultaban, provocaban… ¡Hasta llamaban “asesinos” a los pro vida! Estos rezaban y ponían la otra mejilla en un gran ejercicio de paciencia y fe. Pues bien, leo en Hazte Oír que ‘El País’ informa de que “el obispo de Tucumán envió a sus fanatizados fieles a insultar y atacar a las 20.000 participantes en el Encuentro de Mujeres”. Lo magnífico de sitios como You Tube es que ya no hay que creerse todo lo que dice El País.

Poveda

18/12/2009 | Miguel Aranguren

Antes de que la adolescencia nos pida otro tipo de pruebas más amargas, la dulce paternidad trae aparejada una pequeña renuncia cada vez que uno de nuestros pequeños exige, en horas destempladas, el servicio extraordinario de llevarle un poco de agua, de liberar una necesidad fisiológica o de ahuyentar -¡qué pensarán que somos los padres!- a los monstruos que se han apoderado de la habitación. Cuando gritan mi nombre en las horas quietas de la noche y camino en su auxilio sacudido por las nubes del sueño, me late aquel aforismo evangélico en el que el propio Jesús hace posible que hasta el peor padre ofrezca a los suyos un poco de pan en vez de una serpiente. La paternidad, la maternidad, beben directamente de lo divino para convertir en bueno al hombre y a la mujer que no terminan de serlo.

Hay personas que llevan sobre sus hombros una paternidad universal porque entienden a los demás en todas sus limitaciones. Hay personas que se pasan la vida disipando el humo violeta de los monstruos en los hogares de la gente asustada, en el de los heridos y hasta en el de los que parecen balbucir los últimos estertores. Es el caso de Jesús Poveda, con sus camisas floreadas y sus americanas coloridas. En este sentido, Poveda es un padre festivalero, alegre, que se lleva de farra a la muerte para que deje de perturbar los sueños de los débiles.

Lo recuerdo velando el “mono” de un drogadicto, contándole chistes a una mujer recién viuda, troceando una partida de pollos congelados para los mendigos, reconduciendo la adolescencia rebelde de un huérfano, disfrazando de Rey Mago la Navidad de los descreídos, explicando la dignidad de sus futuros pacientes a los estudiantes de Medicina, abrazando al mismo policía que le había cerrado las esposas y conducido al calabozo por sentarse frente a un matadero abortista, arrancando las carcajadas de Juan Pablo II en un festival universitario, recibiendo con brazos abiertos a una madre arrepentida de haberse dejado engañar por los fanáticos de la muerte y buscando padrinos de bautismo para los niños nacidos gracias a cualquiera de sus “operaciones rescate”.

Aunque el mundo está en deuda con él, Poveda nunca va a cobrársela.

www.miguelaranguren.com