La vocación de Ivette Barreto siempre fue la acción social. “En mi Perú natal, desde la adolescencia participaba en los diversos grupos de colaboración que coordinaba el club social de mi pueblo.
Por Cosme Ojeda;JOSÉ R. BARROS
La vocación de Ivette Barreto siempre fue la acción social. “En mi Perú natal, desde la adolescencia participaba en los diversos grupos de colaboración que coordinaba el club social de mi pueblo, donde también echaban una mano mis padres y hermanos”.
Ivette hace memoria hoy, a los 34 años, en las oficinas centrales de Emprendemás, situadas en el madrileño barrio de Puente de Vallecas. “Toda mi familia es oriunda del distrito de Mantaro. Un valle precioso pero muy castigado, primero por el terrorismo y luego por la pobreza”. Ya en Lima, Ivette, mientras trabajaba durante el día, estudiaba empresariales en el turno de noche. Luego, durante los años siguientes estuvo empleada en una importante multinacional de seguros.
Mientras tanto, seguía manteniendo vinculaciones con distintas ONG´s, siempre con la economía social de mercado como denominador común. Tenía independencia económica y un buen puesto de trabajo en la capital, pero Ivette se planteaba nuevos horizontes y, gracias a una beca de la Fundación Carolina, pudo venir a Madrid para cursar un Máster de Acción Política y Participación Ciudadana.
Gracias a una compañera conoció al gerente de una empresa constructora. Le hicieron unas pruebas y la contrataron. Y a raíz de este trabajo, y de su propia experiencia como emigrante, descubrió una necesidad latente en la sociedad española. “Los inmigrantes llegan con muchas ideas, son unos emprendedores natos, por eso están aquí, pero les falta aterrizar sus ideas en contenidos concretos, no disponen de los vínculos con las cosas prácticas que necesitan. La Administración española hace grandes esfuerzos, pero necesitan a alguien más cercano, que le hable de tú a tú”.
Fue entonces, en el año 2008, cuando decidió crear su propio negocio: Emprendemás, una consultoría social y laboral. Aunando sus conocimientos en el mundo empresarial y de la asistencia social creó una empresa con un fin muy particular: ayudar a que los demás encuentren trabajo y, a ser posible, alcancen sus propios sueños.
“Nuestros clientes”, cuenta Ivette, “en su mayoría son inmigrantes, pero también hay algunos españoles. Todos tienen en común las ganas de transformar sus vidas y las de sus familias a mejor. Y necesitan un empuje inicial, porque no suelen disponer de los recursos tecnológicos, económicos o humanos necesarios”.
Mediante talleres, conferencias y seminarios, la empresa quiere fomentar la autoestima y la motivación personal para desarrollar el espíritu emprendedor. Ivette asegura que “el deseo de querer hacer las cosas bien, de ser los mejores trabajando en equipo por un fin común, de mirar los problemas como posibilidades nuevas, es fundamental. Hay que pensar: ¡qué bueno que venga la crisis para ver cuáles son nuestros puntos débiles, desterrar los que no sirven y quedarnos con lo mejor!”.
Otra área de acción es la formulación y gestión de nuevos proyectos, enseñando a encarrilar ideas, a obtener recursos y a gestionar profesionalmente una empresa. Tal y como cuenta Ivette “ellos nos dan la idea y les formulamos el proyecto. Sólo una vez que el proyecto es subvencionado, y no antes, cobramos por nuestros servicios”.
Pero lo más sorprendente de la empresa es el perfil de sus clientes. El setenta por cien son mujeres. Ivette nos explica el porqué: “La mujer no se puede quedar estancada frente a la necesidad de criar y educar a sus hijos. Los hombres son más conservadores, las mujeres más arriesgadas”. Algunas vienen con formación de sus países, otras están aprendiendo algún oficio.
“Y, sin darse cuenta”, asegura Ivette, “muchas acaban siendo empresarias, y me atrevería a decir que empresarias de éxito”.