¿Acabar con la Iglesia? Si nosotros no hemos podido…

El Padre Elías, un Apocalipsis. Léala y rece


No lo tenía fácil Michael D. O´Brien al adentrarse en el thriller apocalíptico. Autores como Benson, Soloviev o Hugo Wast parecían haberlo dicho todo. Pero, señores, el Club de los novelistas apocalípticos, para bien de todos, no está cerrado.

Actualizado 11 diciembre 2009

O’Brien merece, con justo título, introducirse en él por la puerta grande y, con el tiempo, pasar a la bodega de las grandes reservas a las que siempre es oportuno acudir. «El Padre Elías», además, tiene una característica que lo hace aún más agradable al paladar, sobretodo al de nuestros tiempos, que siente una vagancia extrema a la hora de establecer analogías y comparaciones. Está ambientado en el tiempo actual y refleja las características del momento. Eso no pudieron hacerlo ni Benson ni Wast, que arriesgaron demasiado al imaginar el contexto que acompañaría a la venida del anticristo. Me refiero a los decorados, porque el contenido de aquellas obras, la idea que transmiten, es clarísima y está perfectamente reflejada en la narración. Pero «El Padre Elías» no tiene esa característica, sino que se sitúa muy bien e nuestro momento. De esa manera el lector recorre con mayor facilidad las páginas porque el escenario que se le muestra no está tan lejos de su experiencia cotidiana. Es una novela de hoy que habla del Apocalipsis.

«El Padre Elías» es un monje carmelita que recibe un encargo del Papa: descubrir si un influyente personaje, el Presidente, es o no el anticristo. La obra en sí es una novela, detalle que no debe olvidarse nunca, pero que tiene en cuenta lo que la tradición de la Iglesia ha ido descubriendo en su meditación sobre el Apocalipsis y grandes dotes de sentido común.

El poder mundial se va unificando. Para ello es necesario no sólo reducir todas las autoridades a una sola sino también hacer sucumbir las religiones en una especie de credo sincretista. Como el sentido religioso no puede negarse, dado que está impreso en lo más hondo del corazón del hombre, lo que se pretende es cambiar su objeto. En lugar de adorar a Dios, en el centro se coloca al hombre.

¿Quiénes son los valedores de ese intento llevado a cabo en nombre de la Humanidad? Gente influyente y eclesiásticos sin fe que seducidos por la vanidad e incapaces de mantenerse en la austera obediencia que enseña la Iglesia prefieren atajos que no conducen a ninguna parte que no el Camino de la verdad.

La novela tiene todos los ingredientes para resultar entretenida. Su lectura engancha. Alguien me ha dicho que le sobran cincuenta páginas. Es posible, pero las otras 586 valen muchísimo la pena.
Y de esta obra hay que subrayar algunos aspectos relevantes. Por una parte el autor ha reflejado bien que el anticristo es un hombre. No es Satanás disfrazado. No, es un hombre. Y los que le siguen lo hacen por un acto de apostasía, mezclado con mucha vanidad y afán de poder. Además, y el autor lo refleja con un talento extraordinario, en su misión, el Padre Elías se ha de enfrentar no sólo a un poderosos enemigo sino también a los fantasmas de su pasado. Él fue superviviente del Holocausto, pasó por el ateísmo, estuvo casado y dejó de lado un brillante porvenir en la política por consagrarse al Señor. Así, con ese ejemplo de lucha humilde de un alma por ser fiel, se nos da la oportunidad de entrar en nuestra propia interioridad.

El enemigo no está sólo fuera. También dentro, y de muchos sitios. Como señala Stratford Caldecott: “O’Brien ha escrito una obra profética y un manual de guerra espiritual. Léala y rece”.

David Amado

Cultura de la muerte

Así son y actúan los promotores de los desechos tóxicos espirituales contra la vida y la familia


Cultura de la muerte: un engranaje casi perfecto


Esta semana, han coincidido dos hechos que, a primera vista, parecen tener poco que ver: la Cumbre del Clima de la ONU en Copenhague, y el inicio del juicio contra Irlanda, en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, por su legislación abiertamente provida. La experiencia y los pronunciamientos de los últimos meses sobre el cambio climático hacen que sea fácil sospechar que, en ambos casos, se acabará apuntando a la misma solución: más control de la natalidad, es decir, anticoncepción y aborto. ¿Hasta qué punto influyen las instituciones internacionales en cómo se trata a la vida y la familia en cada país?

Al inaugurar la Asamblea especial del Sínodo de los Obispos para África, el pasado mes de octubre, el Papa Benedicto XVI calificó de «desechos tóxicos espirituales» los intentos, por parte de entidades internacionales, de extender una cultura anti-vida y anti-familia en los países en vías de desarrollo. Los prelados africanos reiteraron esta denuncia con información de primera mano. No se trata de algo circunscrito a África. Doña Julia Regina de Cardenal, una de las mayores defensoras de la vida en El Salvador, explica a Alfa y Omega que «el mes pasado hubo un huracán que dejó a miles de damnificados. Para resolver problemas que ocasionan desastres naturales como éste, la representante del Fondo de Población de la ONU en El Salvador propone la planificación familiar y consideraciones de génerocambio climático».

No es la intención de este semanario denunciar todos los intentos de imponer a otros países prácticas como el aborto, la anticoncepción, la promoción de la homosexualidad o la educación sexual basada en la pura genitalidad. Casi no hay semana en que no se produzcan, y casi siempre en nombre de los derechos humanos.

¿Qué derechos humanos?

A pesar de sus buenas intenciones, el hecho de que no se haya explicitado el fundamento teórico de la Declaración de Derechos Humanos, ratificada en la ONU en 1948, ha tenido como resultado que la forma de interpretar estos derechos pueda variar según las circunstancias.

Sucedió eso, por ejemplo, a finales de los 60 y en los 70, con la irrupción de los movimientos feministas y la revolución sexual. Los defensores de las políticas antinatalistas vieron las ventajas que podría tener una alianza estratégica con los promotores de la liberación de la mujer. Era una gran oportunidad después de que los horrores de la Segunda Guerra Mundial y del nazismo, ocurridos unas décadas antes, hubieran acabado con la buena fama del movimiento eugenésico, que, además de la Alemania nazi, había triunfado también en Estados Unidos, Inglaterra y otros países, de la mano de personajes como Margaret Sanger (más tarde fundadora de Planificación familiar) y Marie Stopes, que da nombre a otra gran multinacional de la anticoncepción y el aborto.

En 1974, el Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos redactó un documento secreto manifestando su preocupación porque «los actuales factores de población en los países menos desarrollados» suponían «un riesgo político e incluso problemas de seguridad». Para reducir el riesgo sin despertar sospechas, proponían «poner el énfasis en el derecho de los individuos y las parejas a decidir libre y responsablemente el número y el espaciamiento de los hijos». Ese mismo año, la ONU calificó el derecho a la planificación familiar como una cuestión principal y, cinco años más tarde, su Asamblea General aprobó la Convención para la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer (CEDAW), ignorando que en 1967 ya se había firmado una declaración similar centrada en el derecho al voto, a heredar, a estudiar y trabajar, etc.

Vinieron luego las Conferencias internacionales de El Cairo (sobre población y desarrollo, en 1994) y Pekín (sobre la mujer, en 1995), donde de la planificación familiar se pasó a los derechos sexuales y reproductivos. Gracias al trabajo de la Santa Sede y de algunos países, se indicó explícitamente que el aborto no está incluido en ellos, pero no todos piensan así. Hilary Clinton, Secretaria de Estado estadounidense, reconoció al poco de tomar posesión que, para la Administración Obama, «salud reproductivacomité de 23 expertas que piden a los países con legislaciones provida y profamilia que se legalice el aborto, la unión entre personas del mismo sexo, la prostitución, y hasta que se elimine el día de la madre».

Otra pista sobre los verdaderos motivos del movimiento por el control de natalidad es la actuación del Fondo de las Naciones Unidas para la Población. La mayoría de las veces sigue la estrategia feminista marcada en los 70, pero, si ha de elegir entre el antinatalismo y la libertad, la última se queda en la cuneta. Es conocida, por ejemplo, su complicidad con la política de un solo hijo en China, que implica multas y abortos y esterilizaciones forzosos a las familias infractoras. Por este motivo, la Administración Bush dejó de financiarlo en 2001, pero, en cuanto Barack Obama llegó al poder, destinó 50 millones de dólares a la agencia, si bien, supuestamente, no se van a utilizar en China, donde estas violaciones de los derechos humanos se siguen produciendo.

Sin embargo, ni el UNFPA ni los responsables de implantar el CEDAW son los únicos miembros de la ONU implicados en la promoción de esta agenda. Al contrario, ésta ha sido ya asumida por todas sus agencias y organismos, incluidos la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF; hasta el punto de que estos dos, por ejemplo, recomiendan el uso de aspiradores manuales para practicar abortos fáciles y rápidos.
Incluye el acceso al aborto» y que iban a luchar por promoverlo. Para ello, la Secretaría de Estado ha creado una Oficina Global de Asuntos sobre las Mujeres. Otro problema es -explica doña Regina, defensora salvadoreña de la vida- el Protocolo Facultativo del CEDAW, con «un comité de 23 expertas que piden a los países con legislaciones provida y profamilia que se legalice el aborto, la unión entre personas del mismo sexo, la prostitución, y hasta que se elimine el día de la madre».

Otra pista sobre los verdaderos motivos del movimiento por el control de natalidad es la actuación del Fondo de las Naciones Unidas para la Población. La mayoría de las veces sigue la estrategia feminista marcada en los 70, pero, si ha de elegir entre el antinatalismo y la libertad, la última se queda en la cuneta. Es conocida, por ejemplo, su complicidad con la política de un solo hijo en China, que implica multas y abortos y esterilizaciones forzosos a las familias infractoras. Por este motivo, la Administración Bush dejó de financiarlo en 2001, pero, en cuanto Barack Obama llegó al poder, destinó 50 millones de dólares a la agencia, si bien, supuestamente, no se van a utilizar en China, donde estas violaciones de los derechos humanos se siguen produciendo.

Sin embargo, ni el UNFPA ni los responsables de implantar el CEDAW son los únicos miembros de la ONU implicados en la promoción de esta agenda. Al contrario, ésta ha sido ya asumida por todas sus agencias y organismos, incluidos la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF; hasta el punto de que estos dos, por ejemplo, recomiendan el uso de aspiradores manuales para practicar abortos fáciles y rápidos.

Opresores y oprimidos

La promoción del aborto no es el único punto del Orden del día, en la agenda de los lobbies internacionales. La Conferencia de Pekín, con los derechos sexuales y reproductivos, consolidó como cosmovisión de los distintos organismos internacionales la ideología de género, que separa el sexo biológico del género o rol social adquirido; y el placer sexual del compromiso, la procreación o la familia. Así, cualquier deseo -aborto, relaciones homosexuales, divorcio, etc.- se convierte en derecho; y quien se oponga a esta visión, en un opresor.

No es baladí subrayar, al llegar aquí, el papel que juega la dialéctica marxista. Empezó el feminismo hablando de la guerra de sexos como una guerra de clases, y de la familia como primer lugar de opresión de la mujer. La ideología de género lo aplica también a homosexuales y transexuales, oprimidos por la mayoría heterosexual. Así, el derecho a no ser víctima de discriminación abre la puerta a las presiones para que se cree la figura del mal llamado matrimonio homosexual. Países tan distintos como Nigeria y Australia han recibido, en este año, presiones en este sentido por parte, entre otros, de Amnistía Internacional.

El discurso de opresores y oprimidos se ha aplicado de igual modo a la naturaleza por parte del ecologismo radical, basándose en amenazas más o menos reales como el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación, el agujero de la capa de ozono o el calentamiento global. Gaia, la Madre Tierra, es, en definitiva, víctima de la explotación; y el explotador, el ser humano. Y UNFPA propone -lo hizo el pasado noviembre en un informe- la misma solución antinatalista que se propuso para blindar la seguridad de los ricos: anticoncepción y aborto. Esta teoría ha llegado hasta el punto de acusar de irresponsabilidad -como hizo en febrero el Presidente de la Comisión de Desarrollo Sostenible de Gran Bretaña- a las familias que tienen más de dos hijos.

También en Europa

Las presiones en contra de la vida y la familia no se producen sólo desde los países desarrollados a los subdesarrollados, sino que aquellos también pueden sufrir presiones. En este caso, uno de los principales agentes es la Unión Europea y sus instituciones, y las víctimas, países como Polonia e Irlanda por tener leyes restrictivas sobre el aborto, o Lituania, por prohibir que en los colegios de su país se promocionara la homosexualidad. El Parlamento europeo se planteó incluso un procedimiento que podría haber llegado a expulsar a este último país de la UE, aunque al final sólo emitió una condena que, sin ser vinculante, puede servir de munición a los activistas radicales.
El intervencionismo de las instituciones europeas alcanza niveles alarmantes. Sólo en el mes de noviembre, el Consejo de Europa debatió un proyecto que obligaría a sus 47 miembros a permitir a los homosexuales adoptar y acceder a la reproducción artificial, y ha estado elaborando una resolución para limitar la objeción de conciencia de médicos y centros sanitarios ante el aborto; y la Comisión Europea ha amonestado al Reino Unido por introducir, en su proyecto de ley contra la discriminación, una cláusula que permitiría a las organizaciones religiosas no contratar a homosexuales.

David contra Goliat

¿Sería posible esta ofensiva sin la complicidad de poderosos lobbies? Compleja pregunta. El hecho es que los lazos, sobre todo económicos, entre unos y otros son una maraña muchas veces difícil de descifrar: los gigantes del aborto y la anticoncepción a nivel internacional -IPPF, Marie Stopes International, IPAS, etc.- reciben enormes sumas tanto de Gobiernos de distintos países como de instituciones internacionales -119 millones de dólares en 2008, en el caso de IPPF-. A la vez, los informes de estas organizaciones se convierten en la principal fuente de información e iniciativas de los organismos internacionales. También financian estos proyectos entidades filantrópicas como las fundaciones Rockefeller, Ford o Bill Gates.
Otros protagonistas son algunas organizaciones locales «de feministas radicales, lésbico homosexuales, de prostitutas, etc. -explica desde El Salvador la señora De Cardenal, líder provida-. Los organismos internacionales los financian para que utilicen problemas reales de la sociedad, retorciéndolos. Son expertos en la manipulación de sentimientos loables y en confundir a la opinión pública».
Afortunadamente, este mecanismo, en apariencia imparable, está encontrando algunos obstáculos en su camino. Estas piedrecillas son observatorios como C-Fam o el Population Research Institute, que investigan y sacan a la luz estas estrategias; o iniciativas políticas como Acción Mundial de parlamentarios y gobernantes por la vida, que agrupa a políticos de diversos países y distintos partidos que colaboran para ponerles freno. Incluso pequeñas entidades provida, con muchos menos recursos que sus oponentes, han conseguido éxitos como frenar la venta libre de la píldora del día después en Argentina. El camino -explica doña Regina- es denunciar públicamente, sin fanatismos y con pruebas [las estrategias antivida]; informarse de las iniciativas en defensa de la vida y la familia de otros países; y unirse estratégicamente a otras organizaciones afines».

María Martínez López

Estilo y ambiente familiar

En vacaciones y navidad: ¡A pasar más tiempo en familia!


stamos próximos a las vacaciones y desde ahora las familias tienen sus mentes puestas en el descanso y en las fiestas de fin de año. Pero aparte de esos preparativos, ¿hay tiempo para compartir en familia?

La Navidad es el momento propicio para que las familias se reúnan y mejor aún cuando se cuenta con las vacaciones para dedicar este tiempo libre a la familia. Quizá tantos afanes nos hacen olvidar de lo importante que es para el ser humano, encontrarse con sus seres queridos, y a través de ellos, encontrarse a sí mismo.

Costumbres navideñas para hacer en familia

En la época Navideña hay muchas actividades y rituales de nuestra religión católica que invitan a hacerse en familia y pueden participar desde los más chicos hasta los adultos, veamos algunas:

El adviento. Este tiempo de cuatro semanas que antecede a la Navidad es el momento dedicado a prepararnos espiritualmente para la llegada de nuestro Señor. Para ello, podemos organizar unas tertulias familiares en donde cada uno comparta su vivencia del adviento.
La novena. Se inicia el 16 de diciembre y es una excelente oportunidad para enseñarles a los niños el verdadero sentido de la Navidad: el nacimiento del Niño Dios. Cada grupo familiar se puede encargar de una novena y hacer algo especial en ella, como por ejemplo cantar villancicos y preparar los alimentos propios de esta época.
El pesebre o belén. Armar el pesebre siempre será una actividad muy divertida y, por tanto, la preferida de los niños. Además es la costumbre más importante de las festividades navideñas. Debemos explicarles a los más pequeños el significado de cada figura y contarles que el pesebre es la representación del nacimiento de Cristo.
Decoración del árbol. El árbol vestido de luz es símbolo de la iluminación que Cristo enciende en nuestros corazones. Así que esta costumbre también se puede convertir en un acontecimiento para disfrutar en familia.
La cena navideña. Una bonita oportunidad para que suegras, nueras, hermanas, madres e hijas, tías y algunos hombres cocineros, trabajen en equipo.
Regalos. Los obsequios materiales son una muestra de nuestro cariño hacia los demás, pero que tal si damos otro tipo de regalos como: una carta de perdón, un abrazo de reconciliación con un pariente que nos hayamos alejado, una sonrisa a aquel familiar que está triste, una invitación a alguna persona cercana que no tiene con quién compartir la Navidad… Estos regalos dan más satisfacción y son una bella demostración del verdadero espíritu de Navidad.

La autoestima de los padres

La autoestima de algunos padres es a menudo baja, porque muchos juzgan su comportamiento y su tipo de familia por modelos que son mitos.

Es claro para nosotros, la Comunidad Educativa, que la educación moderna es de carácter integrador y humanizante. Este carácter asume entonces cambios profundos e innovadores para cada uno de los participantes en lo concerniente a las funciones que cada uno desempeña y en las características que cada uno posee

Es así como hemos trabajado en el desarrollo de la autoestima de nuestros alumnos y a su vez la mayoría de los padres se preocupan por la autoestima de sus hijos y están dispuestos a ejercer acciones para poder fomentarla.  Sin embargo, podría afirmarse de manera muy simple que si los padres no tienen una autoestima alta, sus hijos tampoco la tendrán.

Elementos que desfavorecen la alta autoestima en los padres

Enfrentarse a la realidad de la vida familiar resulta ser más compleja por cuanto es bastante difícil diferenciar entre lo que es necesario hacer, lo que se hace y lo que se quiere hacer.

Muchos padres creen que la vida familiar era mejor en el pasado.  Esta idea refleja la ausencia de cambios fundamentales al interior de ella y ser consecuentes con los cambios en la familia moderna. La realidad es que la gente no suele ser sincera sobre lo que ocurre realmente en su familia.

La autoestima de los padres es a menudo baja porque muchos juzgan su comportamiento y su tipo de familia por modelos que son mitos sobre cómo funciona la familia.  Si su vida familiar está lejos de ser satisfactoria, es fácil suponer que el resto del mundo lo está haciendo mejor, porque sólo vemos lo que las otras familias quieren que veamos.

Algunos de los mitos populares sobre  la vida familiar son:

  • La mayoría de las familias cree que todos deben ser felices cuando la familia está reunida.
  • Existe también el mito de que los padres deben tener el control absoluto de su familia.  Sin embargo, las familias funcionan mucho mejor con el consenso general. Incluso los niños pequeños hacen la vida imposible a los demás si no se les deja tomar parte en las decisiones importantes que afectan a toda la familia.

Existe la creencia equivocada que si las personas no se enfadan con otras todo va bien. La mayoría de las familias tienen normas inconscientes para no expresar enfado, por lo que este se va acumulando hasta que un día estalla de una manera u otra.

Cómo saber si posee una buena autoestima como padre

La autoestima de los padres está directamente relacionada con la satisfacción que se obtiene del hecho mismo de ser padres y de su vida familiar en general. Se tiene una autoestima baja como padres si en general se experimentan a menudo, casos como los siguientes:

  • Se deprimen fácilmente (sentimientos; de tristeza, energía baja, etc.) cuando están en casa, incluso cuando los demás parecen sentirse bien.
  • Se evitan realizar actividades con toda la familia por las molestias que ello conlleva.
  • Ambos padres, no están de acuerdo con temas que conciernen a los niños, así que evitan discutirlos.
  • Tienen la impresión de que sus hijos manejan su vida.
  • A menudo no saben cómo manejar a los niños.  Cuando intenta solucionar problemas complejos siente ansiedad y espera que nadie adivine que no sabe lo que está haciendo.
  • Tienen la impresión que los demás (profesores, médicos, otros padres, artículos de revistas y comedias de televisión) saben más de cómo educar a los niños que ustedes mismos.
  • Siempre sienten la necesidad de controlar absolutamente todo por miedo a que sus hijos se les salgan de sus manos.
  • Nadie en la familia parece hacer las cosas bien o por lo menos como ustedes lo desearían y entonces, ustedes, o uno de ustedes se ve obligado a hacer cosas que desearía que hicieran otros.
  • La lista de responsabilidades como padres se hace cada día más larga, pero la vida compleja moderna hace que los padres carezcan posiblemente, de motivación para cumplir con su deber. Con frecuencia tienen la sensación que los están exprimiendo.

Cómo aumentar la autoestima como padres

En situaciones complejas como la vida familiar no hay normas estipuladas. Sin embargo es claro que podríamos encontrar formas para experimentar más satisfacción en la vida familiar, lo cual hace que la labor como padres deje de ser un misterio o algo altamente imposible de superar.

La lista de sugerencias que se propone son modelos de inspiración y susceptibles de ser mejoradas y/o adaptadas según casas particulares de su vida familiar. Si funcionan en su casa, su autoestima aumentará ya que este concepto no es otra cosa que moverse por la vida con un sentimiento de bienestar y satisfacción.

  • Pasen tempo a solas con cada uno de sus hijos siempre que puedan para poder satisfacer sus necesidades, evitando así que se distraigan con la satisfacción de necesidades de cada uno de los miembros de su familia al mismo tiempo. Este es el método más importante y el menos utilizado para amentar la satisfacción en la vida familiar.
  • Planifique su vida familiar para no desaprovechar las oportunidades que generan grandes satisfacciones.  Una buena planificación es imprescindible en las familias con poco tiempo libre, es decir en la familia moderna.
  • Establezca tradiciones familiares, cada mes o año.  Esta alternativa es especialmente importante por cuanto ella reporta recuerdos agradables para todos los miembros de la familia y además, porque están enmarcados con sentimientos de unidad y  satisfacción.
  • Divida sus metas en etapas, para que avance todos los días en la dirección adecuada. No las proponga a su familia hasta que estén seguros de que pueden alcanzarlo.
  • Olvide los mitos de la vida familiar. Así el enfado no es otra cosa que poder satisfacer sus necesidades. Si prefiere puede dejarles notas expresando sus enfados. Recuerde que la comunicación es un elemento vital en la vida del hombre.
  • Aprenda a decir “no”.  Muchos padres no saben ser asertivos, lo cual produce sensaciones de ser manejados por los demás en el núcleo de la vida familiar. Saber decir “no” implica serenidad y cordialidad por cuanto no se trata de decir no sin ninguna razón, sino porque a esta palabra le subyace una necesidad particular.

Desarrolle su propia lista de cosas que puede hacer para sentirse satisfecho.

Cómo influye la autoestima  de los padres en la de los hijos

Afortunadamente, si los padres pueden aumentar su autoestima, también podrán hacerlo sus hijos, así el esfuerzo siempre merece la pena.

El único principio básico está relacionado con la satisfacción y bienestar de los padres.  Este tipo de padre está casi siempre de buen humor, tranquilo, escucha a sus hijos, se ríe a menudo, se alegra de sus éxitos, tiene clara responsabilidad como padre.

Los padres con autoestima alta encontrarán soluciones a problemas graves porque tienen una visión optimista del futuro.  Los padres creativos en las soluciones generan modelos básicos en la vida familiar.

La autoestima tiene una vertiente de grupo.  Las experiencias que hacen que las personas se sientan a gusto y satisfacer son las que se comparten en un grupo. Desafortunadamente, la frustración e insatisfacciones también se comparten en nuestro núcleo familiar. Resultaría entonces, importante las siguientes preguntas: ¿Su familia desarrolla una memoria colectiva de excelentes experiencias en la confrontación con los retos, de la manera como se solucionan los problemas? ¿Los miembros de su familia se aferran a recuerdos de modelos antiguos de familias? ¿Su familia decide en  consenso las actividades que les causan satisfacción?

Cómo educar hijos seguros de sí mismos

«Si brindas seguridad, enseñarás confianza»

Una persona segura de sí misma denota firmeza, positivismo, alta autoestima y determinación. Además, se caracteriza por ser independiente, autónoma, convincente y generar confianza en los demás. Todas estas cualidades las podemos cultivar en nuestros hijos dependiendo de la educación que les demos.

Todo padre desea que sus hijos tomen decisiones asertivas, se desarrollen socialmente, tengan la seguridad para expresar adecuadamente sus sentimientos, posean el suficiente valor para enfrentar situaciones complejas, y así poco a poco vayan ganando autonomía. No obstante, cuando se educa bajo un contexto de inseguridad y miedos, lo único que logramos es que nuestro hijo no pueda desarrollar las capacidades que en un futuro le serán determinantes.

Seguridad y autoestima

El pedagogo José María Lahoz García dice: “la seguridad en uno mismo es fruto del convencimiento de que se tiene la capacidad suficiente para manejar algunas situaciones con éxito y que se puede ofrecer algo valioso a los demás. Esta seguridad es consecuencia de lo que comúnmente llamamos autoestima”.

La autoestima le permite a la persona actuar con seguridad y afrontar la vida desde una perspectiva positiva y emprendedora. Además, proporciona la capacidad de resolver problemas graves porque se afrontan con optimismo. Asimismo, una alta autoestima certifica mayor tolerancia al fracaso.

Lo que debemos lograr con nuestros hijos, es que se sientan valiosos y queridos, haciendo un trabajo basado en el reconocimiento del logro, en el elogio y en la estimulación.

“El desarrollo de la autoestima, es considerado por psicólogos infantiles como la puesta en marcha del `motor´ que impulsará al pequeño para que establezca y cumpla objetivos propios, pues se ha comprobado que un niño que se aprecia a sí mismo es físicamente más sano, tiene considerable motivación para aprender, actúa con responsabilidad y cuenta con mayor tolerancia en caso de que las cosas le salgan mal… Ayudarle al hijo a tener confianza en sí mismo, facilitará su convivencia con otras personas, le permitirá convencerse de que tiene capacidad para actuar con éxito en la vida y le hará entender que su amistad e ideas son tan valiosas como las de cualquier otra persona”, afirman María Elena Moura y Lorena Rodríguez en su artículo de saludymedicinas.com

Indicadores de inseguridad

Los niños inseguros suelen sentirse limitados porque no se atreven a hacer algunas cosas por cuenta propia, les cuesta establecer vínculos afectivos con otros chicos de su edad, no progresan en sus primeros aprendizajes escolares, se rinden al primer intento, se sienten frustrados cuando fallan y tienen muy presente la posibilidad de “hacer el ridículo”.

Un niño que carece de seguridad propia, tendrá muchos problemas en el futuro, debido a que sentirá angustias y preocupaciones innecesarias, que además se pudieron haber evitado. Todo esto lo pone en clara desventaja.

Las principales señales de un niño inseguro son:

Muestra temor excesivo a errores y fracasos.
Tiene poca motivación para jugar o convivir.
Carece de entusiasmo y presta poca atención a las clases.
Es muy sensible a las críticas u observaciones.
Invierte varias horas al estudio, pero su desempeño escolar es deficiente.
Puede ser muy tímido en el aula o, por el contrario, ruidoso y conflictivo.
Evita cualquier reto a sus hábitos.
Se siente frustrado en la escuela.
Tiende a descalificarse y a decir que no tiene habilidad para ciertas cosas.

A diferencia del niño seguro:

Es muy curioso.
Le gustan los desafíos.
Tiene muchas ganas y facilidad para aprender de sus diferentes materias escolares o actividades.
Los fracasos y errores representan oportunidades para aprender.
Conoce sus puntos “fuertes” y “débiles”.
Acude con gusto a clases.
Admite críticas.
Es muy sociable con sus compañeros.

Padres seguros, hijos seguros

Educar hijos seguros requiere que los padres también sean seguros. Recordemos que los padres educamos con el ejemplo. Si los hijos nos perciben seguros de nosotros mismos, ellos reflejarán esa firmeza en su conducta.

Los padres, familiares, profesores y amigos, son los principales entes influyentes en la personalidad del niño. “Estas personas actúan como espejos en los cuales el niño ve reflejada la imagen de sí mismo, y, a través de ellas, se va conociendo y va percibiendo el grado de aceptación y aprecio que producen sus actuaciones y su propia persona” indica José María Lahoz García.

No sobra decir que la percepción que tienen los niños de las reacciones de sus padres no se alimenta exclusivamente de las palabras que dicen, la comunicación no verbal y los sentimientos, le permitirán al niño percibir una realidad existente.

¿Cómo brindarles seguridad en sí mismos?

La comunicación padre e hijo es fundamental para ayudarle a incrementar la confianza en sí mismo. Igualmente, establecer fuertes lazos afectivos sin dejar a un lado las normas y la autoridad, ello con el fin de enseñarle a comprender que la vida tiene límites y debe valerse de sus fortalezas para afrontarlas. No obstante, es necesario comprender que no basta con que los padres sientan amor por su hijo, sino que deben aprender a transmitírselo.

Fuentes: solohijos.com, saludymedicinas.com

Más sobre este tema: La autoestima de los padres

Video complementario
Cuándo dar elogios y apoyo a los hijos
Tomado de youtube


Pensar la sexualidad (VI)

Plan USA Abstinencia


Me complace enviar mis calurosas felicitaciones a todos aquellos que se han congregado en el Encuentro Internacional de la National Abstinence Clearinghouse [organización que promueve la abstinencia sexual.

Nuestra nación depende de la educación e instrucción por parte de ciudadanos, cuya preocupación es ayudar a la gente a optar inteligentemente y a comprender las consecuencias de sus propias decisiones. Vuestro esfuerzo, comprometido en la difusión de material educativo a nuestros jóvenes y a otros grupos de alto riesgo, les permite apreciar en su totalidad el valor de la abstinencia. La abstinencia es la única forma eficaz e infalible de eliminar el riesgo de infectarse con el VIH y con las enfermedades de transmisión sexual, así como de evitar el embarazo inesperado. La abstinencia no solamente es decir que no, también implica decir que sí a un futuro más saludable y feliz. La abstinencia es 100% segura, 100% eficaz, el 100% del tiempo.

Felicito a los participantes por sus esfuerzos encaminados a incrementar el conocimiento, a animar aquellas conductas que puedan proteger la salud de nuestros jóvenes alrededor del mundo y a ayudar a éstos a tomar decisiones correctas.

También aplaudo al National Abstinence Clearinghouse por promover un foro donde las ideas y loa conocimientos relacionados con la educación acerca de la abstinencia pueden ser compartidos entre los participantes.

George W. Bush,
Presidente de los Estados Unidos de América
La Casa Blanca, 13 de julio del 2001

Fuente: Abstinence Clearinghouse, 26 de julio del 2001, www.abstinence.net; info@abstinence.net .

Pensar la sexualidad (V)

Ventajas relacionadas con la castidad

Michel Robillard, médico.

Animo a mis lectores a leer las 12 ventajas por lo que son. Ofrecen un contexto de vida favorable generalmente vinculado a un estilo de vida casta. No digo que una vida casta implica automáticamente todos los hechos enumerados en todos los que practican la abstinencia. Digo que tendrán muchas más oportunidades que estas ventajas ocurran en la vida de las personas que se abstienen de las relaciones sexuales fuera del matrimonio.

Se dice que la excepción confirma la regla. Es posible conocer las situaciones donde los principios enunciados correrían el riesgo de no llegar a la realidad. Pero si se trata realmente de excepciones, no creo que se debería decir que los principios enunciados son falsos. Tú mismo puedes leer ahora mis comentarios sobre las 12 ventajas que resultan siendo castos y puedes tú mismo juzgar. Con el fin de no sobrecargar el texto, no di aquí todas las referencias científicas que apoyan mis afirmaciones. Si quieres saber aún más, compra mi libro: Douze questions à se poser avant de faire l’amour, éditions Carte Blanche. Debe aparecer en el mes de diciembre de 2001.

Ser libre de los peligros relacionados con los métodos contraceptivos:
Es fácil entender que las muchachas que no tienen relaciones sexuales, no tienen que tomar la píldora, son libres de las hormonas inyectables, del DIU, del condón, de los espermicidas etc. Dado que estos métodos pueden traer todos efectos secundarios, hay ciertamente allí una ventaja para las que eligen la castidad.

¿Sabías tú que los métodos contraceptivos son más peligrosos para los adolescentes que para las mujeres adultas? El DIU, por ejemplo, corre el riesgo de transformar un MTS (maladies transmises sexuellement) en salpin (patología de las trompas) en personas que tienen más de una pareja durante su vida. Comenzando tempranamente tus actividades sexuales, te expuesto que vas a tenerte problemas si un día quiere utilizar el DIU. Varios estudios demuestran que la píldora contraceptiva y la píldora del día después son menos eficaces en los adolescentes y que son a menudo mal utilizadas.

[…] Es más responsable de tu parte optar por la seguridad total absteniéndote de las actividades sexuales y no consumiendo ningún medicamento susceptible de alterar tu salud. […] Sería necesario qué asumas inmediatamente los riesgos, sobre todo teniendo en cuenta que las hormonas pueden retrasar el crecimiento de las jóvenes adolescentes.

Ser libre de los embarazos no deseados:
Sin relaciones sexuales no hay bebés. Obviamente, se puede buscar la excepción. Una agresión sexual es siempre posible. Pero allí aún, es interesante observar que estudios prueban que las jóvenes abstinentes tienen menos riesgo de sufrir la violencia bajo la forma sea[iii]. Otras investigaciones demuestran también que las mujeres casadas son menos atacadas por su pareja[iv] Pues, un adolescente que cree en el matrimonio y que decide esperar este momento para tener relaciones sexuales menos aún corre el riesgo de ser una víctima de la violencia.

Algunos dirán también que un embarazo puede no desearse durante el matrimonio. No obstante, es generalmente mucho más fácil que una pareja casado decida acoger al niño que una pareja de adolescentes. En la adolescencia, los embarazos no se desean. Por toda clase de razones económicas, psicológicas y sociales, no es deseable que ocurran en ese momento.

Ser libre de la carga tener que criar tú sola al niño:
Cuando una madre adolescente decide quedarse con el niño, es muy raro que el padre permanezca a su lado. Cuando es el caso, la presencia del muchacho generalmente es sólo parcial y estas uniones son más frágiles. La madre que debe criar a su niño debe a menudo abandonar sus estudios. Experimenta frustraciones de no poder salir con sus amigos. Termina a menudo por vivir bajo el límite máximo de la pobreza y su niño corre el riesgo de sufrir. Deseo precisar que muchas muchachas son muy valientes en esta situación. Pero no es menos verdad que es muy difícil criar un niño en el contexto de la adolescencia.

Ser libre de las emociones que rodea el aborto:
En alrededor de un 60% de los casos, una adolescente embarazada decidirá poner fin a su embarazo recurriendo al aborto. Si las mujeres tienen libre acceso al aborto hoy, eso no quiere decir que es fácil de vivir la terrible experiencia. Las mujeres que recurren al aborto se sienten a menudo solas y no se atreven a expresar sus emociones a quien sea. Al reprimir sus sentimientos corre el riesgo de dañar su vida emocional.

Ser libre de todos los problemas causados por los MTS:
¿Los y las que se abstienen de las relaciones sexuales tienen la certeza que ellos o no tendrán MTS? Es la norma general. Pero hay una excepción: algunos MTS pueden cogerse en transfusiones de sangre. Me gustaría que supieras que los MTS muy raramente se transmiten de esta forma a las personas castas. Además, se intenta hoy día evitar las transfusiones y se toman varias precauciones en la extracción de la sangre. ¡Y lo que es más, si viviéramos según los principios de la castidad, no habría sangre contaminada por MTS ya que no existirían simplemente esas enfermedades!

Ser libre de un lazo demasiado fuerte con una persona a la que no quieres realmente:
Los lectores de nuestro sitio parecen haber comprendido bien esta afirmación puesto que suscitó pocos comentarios. En efecto, es lógico pensar que te dedicarás aún más a la persona que estás frecuentando si tienes relaciones sexuales con ella. Varios expertos y distintas investigaciones apoyan por otra parte esta afirmación.

Ser libre de los recuerdos vinculados a las parejas del pasado:
Esta declaración no sorprendió aún más a nuestros lectores. Se dice que la memoria es una facultad que olvida, pero hay límites. Además, la memoria conserva sobre todo los recuerdos que son acompañados de fuertes emociones. Las relaciones sexuales suscitan fuertes emociones y no se los olvida fácilmente. Me dirá: ¿Dónde está el problema? El problema ocurrirá cuando sentirás que tu o tu pareja te compara con las parejas pasadas, que él o ella no han olvidado y así él o ella te hace sentir que no está a la misma altura. Por ejemplo, si una muchacha pide su enamorado a de abrazarla como Juan, de acariciarla como Pedro y vestirse como Francisco, puedes apostar que el amigo de esta muchacha no se sentirá a gusto y que tendrá dificultades a expresar su amor libremente.

Ser libre de sentirse utilizado:
Una bonita persona es siempre atractiva. Podría tener el gusto de acostarte con esta persona, eso no quiere decir que tú la ames o que te gustaría frecuentarla; menos aún que quieres pasar tu vida a sus lado. Si crees que se deberían tener relaciones sexuales por el placer y no tras una relación basada en el amor, probablemente un día te enredas con una persona que quería solamente vivir una aventura. En este caso, tú te arriesgas de sentirte rechazado cuando esta persona te deje. Tener la impresión de ser desechado después de haber sido usado de seguro te hiere.

La posibilidad de conocer mejor a las personas del otro sexo:
Este enunciado y los tres que siguen plantean más problemas a nuestros lectores. Pero comprenderás rápidamente si lees atentamente.

Muchos jóvenes que tienen relaciones sexuales son como cautivados por el sexo. Es normal. La sexualidad, lo dije, estimula las pasiones. ¿Dónde está el problema? Ocurre que los adolescentes, no viviendo juntos, pasan relativamente poco tiempo a la edad donde comienzan a tener relaciones sexuales.

¡Reflexionados! Supongamos que vas a la escuela y que tienes un empleo de fin de semana. Tendrás encuentros con tu amigo o tu amiga sólo algunas horas por semana. Si pasas mucho tiempo concentrados en el sexo, sólo te queda poco tiempo para hablar y aprender a conocer tu enamorado/a. En comparación, una pareja casta pasaría más tiempo con el otro, haciendo deporte o realizando cualquier otra actividad en grupo o en pareja. Cuando eres activo o activa sexualmente, será difícil profundizar el lazo de amistad que une a ustedes. A la larga, correrás el riesgo de no descubrir cómo piensa realmente un muchacho o una muchacha. Sólo conocería la envoltura carnal del otro sexo.

Ahora bien, en la adolescencia, deberías normalmente descubrir que la psicología de los muchachos es diferente de la de las muchachas. Y es codeándose con distintos muchachos y con distintas muchachas en un contexto social y amistoso donde se puedes darte cuenta eso, y no haciendo el amor en su poco tiempo libre.

Pensemos ahora en las consecuencias a largo plazo. ¿Qué sucederá si no aprende a conocer bien cómo piensan las personas del otro sexo? Hay fuertes probabilidades que tu futura relación marital se llevará mal. Me he encontrado con decenas de jóvenes parejas que tienen como dificultad principal problema de la comunicación. Observo a menudo que no comprenden simplemente cómo piensa el otro. Además, numerosos son los jóvenes que actúan como si vivieran solos mientras que el hecho ahora de formar una pareja debería modificar varias prácticas en su vida. Pienso que hoy en día estas cosas explican en buena parte la fragilidad de las parejas.

La posibilidad de desarrollar la relación en otros ámbitos:
Las parejas que limitan voluntariamente sus actividades sexuales bucarán de expresar su amor de manera distinta. Sus relaciones de enamorados se desarrollarán a nivel intelectual por el intercambio de ideas, debates, por medio de los trabajos en equipo. Podrán expresar sus sentimientos en forma de palabras. Eso desarrollará también sus capacidades para experimentar y expresar los sentimientos del corazón. Usarán la creatividad para demostrar el afecto al otro: regalos, servicios, cumplidos, pequeñas caricias etc. Hay pues fuertes oportunidades que sus sentimientos de compañerismo, empatía y comprensión mutua sean más profundos que en las parejas activos sexualmente.

Además, en mi opinión, las personas castas pueden evitar mejor los estereotipos sexuales. Aprecian al otro por todo lo que es, un ser único y personal. Un muchacho casto sabe que no es mejor hombre si besa a muchas muchachas y si finalmente las engaña. Del mismo modo, una muchacha sabe que no es más femenina si seduce a todos los hombres vistiéndose de una manera provocadora y actuando con miles de trucos para atraer la mirada. La práctica de la castidad ayuda a desarrollar una identidad sexual centrada en cualidades interiores y no solamente en la imagen corporal.

La posibilidad de desarrollar mejor tus habilidades sociales y tus talentos:
Todos los adolescentes sexualmente activos no tienen el mismo estilo de vida. Imaginémonos dos posibilidades. Por un lado está la pareja que se encierra en su habitación o cualquier otro lugar apto para la intimidad. Esta pareja se aislará rápidamente del resto del mundo.

Del otro lado, él allí a estos jóvenes, a menudo rebeldes, que no tienen mucha simpatía por la escuela y que tienen dificultades a decidir qué es lo que quieren en la vida. Merodean por el parque. Frecuentan los casinos de juegos y las pistas de baile en busca de un grupo que los aceptará. La relación sexual es a menudo para ellos el medio de obtener un poco de amor. Estos jóvenes tienen una red social importante pero a menudo no tienen ni los medios ni la motivación para realmente desarrollar sus talentos.

Al contrario, las parejas castas frecuentan a menudo en grupos donde participan en varias actividades. Desarrollan habitualmente una buena red de amigos. Se interesan en conocer mejor su medio ambiente y su cultura. Puesto que realizan más actividades deportivas, artísticas y sociales, es de esperarse también que se vuelvan hábiles y que descubran más fácilmente sus talentos que las parejas que tienen actividades sexuales.

También, la castidad forma el carácter. El hecho de esforzarse a seguir siendo abstinente desarrolla la voluntad y el control de sí mismo. Eso produce individuos fuertes que no se rinden a la menor frustración y que son perseverantes en el trabajo. Además, una persona casta aprende, por definición, a respetar a su pareja cuando dice que no. Así pues, la práctica de la castidad crea progresivamente un alma pacífica, suave, que tiene en cuenta los intereses de los otros y que no se centra solamente en su propia necesidad. El altruismo es una calidad extraordinaria que ayuda enormemente a formar una pareja feliz.

Por ello, el hecho de elegir la abstinencia mientras que poca gente favorece este método de vida lleva a los jóvenes a ser capaz de pensar por sí mismos, sin seguir a otros como ovejas. Eso también es una calidad que permite avanzar bien en la vida.

La posibilidad de consagrar tus energías que deben prepararse tu futuro:
La castidad, la visión del matrimonio y la ambición de fundar a una familia estable y feliz son tantos factores que ayudan a un joven a tener uno o más objetivos en la vida. Cuando se quiere fundar a una familia, se pretende proporcionar los medios para responder a las necesidades de las personas que dependerán nosotros. La motivación para tener éxito es fuerte. Los jóvenes que no tienen un objetivo preciso tienen menos ambición. El sociólogo Jacques Grand’ Maison puso de manifiesto que los jóvenes tienen menos ambición desde la revolución sexual.

Además de ser motivada, la persona que controla sus actividades sexuales tienen más energías y tiempo disponible que puede invertir en otros ámbitos: deporte, estudios, arte, etc. A nivel académico, una imponente investigación científica por otra parte demostró que los alumnos de la secundaria que son castos triunfan mucho más que los demás .. Si crees en el valor de la educación, vas a estar de acuerdo conmigo que estos estudiantes tienen pues también mejores oportunidades en la vida.

Que los jóvenes que se abstienen tienen mayor disponibilidad para sus estudios, no solamente es porque administran diferentemente su tiempo. Es también porque tienen la conciencia tranquila. No tienen miedo de los MTS y embarazos. No tienen el remordimiento ya porque no son vírgenes o porque han tenido un fracaso. No están pensando cómo, cuándo, dónde y con quién tendrán su próxima relación sexual. Tienen el espíritu libre para estudiar. En resumen, el espíritu se desarrolla mejor cuando el cuerpo no consume toda la energía libidinal de los adolescentes y cuando el alma se dedica a un proyecto de vida más bien que a sensaciones momentáneas.

Para los adultos la situación es un poco diferente. Ya se ha formado la personalidad del adulto. Encontraron generalmente la rama en la cual quieren ejercer su actividad profesional. Las actividades sexuales perjudican raramente el desarrollo psicológico y social de los adultos. No obstante, las relaciones fuera del matrimonio pueden causar heridas en los adultos. Si se define la castidad como la abstinencia fuera del matrimonio y la fidelidad durante éste, es necesario saber que la infidelidad conduce a menudo al divorcio. La tensión que acompaña el adulterio, la tristeza y la cólera que causa tanto a los padres como a los niños son tantas emociones que implican generalmente pérdidas a nivel psicológico y económico. Resumiendo, la infidelidad puede en el adulto, como en el adolescente, perjudicar la realización de un plan futuro.

Espero que comprenda mejor ahora cómo un estilo de vida casto favorece el desarrollo de una vida sana a nivel físico, mental y social. El hecho de encontrar algunas excepciones a las 12 ventajas en ser castos no puede hacernos negar las evidencias: la abstinencia permite sentirse en seguridad delante distintos problemas que ha sido descritos por los especialistas de la adolescencia: los embarazos, los MTS y los dolores del amor. Permite también a los adolescentes adquirir a una personalidad sólida y e las habilidades relacionadas esenciales para el éxito de la vida marital y social. Por último, permite a los adolescentes divertirse desarrollando al mismo tiempo sus talentos, y dedicar aún más sus energías a su futuro.

Pensar la sexualidad (IV)

La castidad, el lenguaje del amor

El hombre consciente y libre dirige su vida, ¿hacia dónde? Hacia donde le indique su inteligencia animada por su corazón.

El ser humano, rico en valores –que desarrolla hasta la virtud–, es capaz de buscarlos, de encontrarlos, y es libre para adherirse a ellos o no. La castidad es una de esas virtudes que vale por sí, que cuesta porque es preciada, y que llena porque, con lo que exige, la recompensa es siempre mayor. Pero el casto no nace, se hace, implica un proceso de educación. Cada forma de vida, condición y vocación, precisa su educación en la castidad y, todas, dentro de la misma sociedad, la nuestra. (Carmen María Imbert)

Comencemos con una ilustración muy sencilla, pero curiosa; la de la estupidez en la que vivimos. Y es que, a pesar de que he visto a muchas personas criticando la castidad, a veces furiosamente en contra, y otras, las menos, defendiéndola con discursos débiles, nunca he visto a ninguno empezar preguntándose qué es la castidad. Emiten una mueca burlona al escuchar su nombre, la denigran con críticas negativas, la hacen añicos y exhiben los trozos como muestras, pero nunca la miran a los ojos. Nadie se pregunta, aunque sólo sea por curiosidad humana, qué es, o por qué es, o por qué la mayoría de la Humanidad cree que debe ser lo que no es. Para no caer en la misma estupidez, empecemos definiéndola.

Si acudimos al diccionario de la Real Academia, la castidad se define como «la virtud del que se abstiene de todo goce sexual, o se atiene a lo que se considera como lícito». Pero si consideramos esta virtud desde su dimensión plena y positiva, no como una negación de otra realidad, es necesario hacer justicia y completarla. El Catecismo de la Iglesia católica responde así en el número 2.339: «La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado».

Todos estamos llamados a la castidad, a disfrutar del valor de la castidad. Todos, sin discriminaciones. Por eso se puede hablar de castidad en la juventud, castidad en el matrimonio, castidad en la consagración, castidad en la ancianidad, castidad en la viudedad. Y en todo caso ocurre lo mismo: la persona que va más allá de los valores útiles o vitales y llega a los espirituales, en este caso, al vivir la castidad, conoce en sus propias carnes lo que significa el amor pleno. Ahí radica el valor de esta virtud, en que sirve de lupa de aumento ampliando las potencias humanas hasta realizar plenamente a la persona.

Virtud que vale y cuesta

A todo ser humano le atrae la idea de ser él mismo, de controlar la situación, de llevar las riendas. Quizá ésta sensación sea mayor si lo que gobierna es lo más preciado, lo más suyo. En la persona lo más valioso es su corazón, su capacidad de amar. La castidad es precisamente esa virtud de gobierno, control, dominio, esa gimnasia del corazón que mantiene en forma la dimensión sexual de la persona y su posibilidad de mayor amor.

Los malos ojos con los que se ha mirado con frecuencia esta virtud responden al ser perezoso que llevamos dentro, a la ley del mínimo esfuerzo. No es fácil amar, a pesar de la falsa apariencia que, en películas, series, novelas y foros diversos, se le ha dado a esta cualidad humana, reduciéndola, en la mayoría de los casos, al aspecto genital. Una falsedad repetida y repetida, no se convierte en verdad, pero se manifiesta como algo normal, al menos normalmente aceptado, que, con la insistente repetición, pasa de normal a normativo: «Si no haces el amor con él, es que no le quieres de verdad». Confusión, complejos y pobreza personal se dan al sesgar esta capacidad de la persona. Sólo los que piensan por sí mismos, y no les piensan, los que viven libres sin el lastre del qué dirán, o peor, qué pienso que pensarán, son capaces de dar el salto a lo auténtico, aunque, como se dijo más arriba, no sea fácil, aunque suponga exigencia, porque vale la pena, como sintetizó el filósofo francés Maurice Blondel: «El amor es lo que de verdad hace que seamos».

El escritor y periodista inglés con más sentido común, inteligencia y elocuencia, sazonado todo con una abundancia generosa de sentido del humor, Gilbert K. Chesterton explica: «En todas las épocas y pueblos, el control normal y real de la natalidad se llama control de uno mismo». Esto mismo se puede referir a la castidad, control de uno mismo desde la raíz. Pero eso cuesta, y pocos, muy pocos, serán capaces de proclamar y defender esta práctica, porque no es fácil, supone un esfuerzo como todo lo que vale. Sólo aquellos pioneros, aquellos que quieran a las personas por ellas y no por lo que tienen, tendrán el valor de proclamar la castidad, si les dejan. El teólogo y jesuita español padre Juan Antonio Martínez-Camino escribió un artículo en enero de 1999, con motivo de la campaña contra el sida que, bajo el eslogan publicitario Si te lías… úsalo, animaba a los jóvenes madrileños al llamado sexo seguro, equiparado al preservativo. Envió el artículo a un diario español de tirada nacional que se autodefine como independiente, y que nunca se publicó, ¿por miedo, complejo, estrechez? «La Iglesia predica la castidad.

La sexualidad humana no es ni una evasión, ni un objeto de consumo; es cauce maravilloso para expresar un amor verdadero. La castidad no es la represión de la sexualidad, sino la fuerza virtuosa que le da sentido humano. Lo cual, como todo lo que vale, tiene un precio». La Iglesia es una de esos pocos que se atreven a mostrar el beneficio de la castidad. Y precisamente cuando falla en esto en alguno de sus miembros, es la sociedad misma, que para sí desprecia esta virtud, la que se apresura a recordárselo, a exigírselo, quizá porque en el fondo no se desprecie la castidad, sino el esfuerzo que se precisa para vivirla. Ejemplos de esto hemos tenido no hace mucho, pero son tan viejos como la vida misma, y de ellos es bueno aprender. Uno de los casos más escandalosos dentro de la Historia ha sido el de aquel joven de Hipona al que, con el tiempo y su virtud, se le conoce por san Agustín.

En su libro Confesiones declara que había una cosa que lo detenía: el miedo a no ser capaz de ser casto: «Las cosas más frívolas y de menor importancia, que solamente son vanidad de vanidades, esto es, mis amistades antiguas, ésas eran las que me detenían, y como tirándome de la ropa parece que me decían en voz baja: Pues qué, ¿nos dejas y nos abandonas? ¿Desde este mismo instante no hemos de estar contigo jamás? ¿Desde este punto nunca te será permitido esto ni aquello? Pero ¡qué cosas eran las que me sugerían, y yo explico solamente con las palabras, esto ni aquello!»

Sobre lo erótico

La tesis cristiana consiste en afirmar la unidad de las dimensiones: el ethos (es decir, el respeto y el amor a la persona por sí misma, en la acogida y en el don de sí) es la forma madura del eros. Ethos y eros, lejos de contraponerse como enemigos, están llamados a encontrarse y a fructificar juntos. Precisamente subordinándose al ethos, el eros se conserva y se mantiene. La castidad implica una justa valoración del cuerpo y de la sexualidad, que no es represión, ni tampoco idolatría. La ética cristiana recuerda que no está en el cuerpo, reductivamente considerado, la clave de la verdadera felicidad, ni tampoco de lo sexual.

Ésta está sobre todo en la totalidad de la persona, en la que está impresa la imagen de Dios, llamada a vivir el don de sí y la acogida del otro y a expresar así, también mediante la sexualidad, aquella comunión de personas, que se hace semejante, en algún modo, a la perfección de la vida de amor de la Santísima Trinidad.

(Livio Melina, Vice-Presidente del Instituto Juan Pablo II)

Castidad en la juventud

La juventud es el período de vida en que más se necesita de esta virtud, precisamente porque es cuando se experimentan los tirones hormonales y pasionales más fuertes, como vientos impetuosos que parecen difíciles de controlar. Es aquí donde comienza a tomar rumbo propio la vida, y dar un paso en falso en este momento tiene consecuencias de mayor trascendencia.

El joven lleno de pasión cae en el error si no se le educa a tiempo y sin complejos de creer que puede separar perfectamente el plano psicológico del espiritual y del biológico; y que puede no vivir en castidad sin que tenga consecuencias. Es una tara del educador de hoy.

No se habla de castidad al joven porque se dice no lo va a entender, no lo puede vivir y, lo más absurdo, se le puede frustrar. Precisamente apunta el psicólogo vienés Victor Frank, «uno de los desarreglos psíquicos que padecen muchas de las personas actualmente no es la llamada represión sexual, como pensaba Freud y buena parte de sus epígonos, ni el complejo de inferioridad como afirmaba Adler, sino el vacío interior que sigue a la pérdida del sentido de la vida».

Hoy, más que nunca, el alto porcentaje de jóvenes que pierden el sentido de vivir, o al menos viven como a rastras, se debe a un vaciamiento progresivo de amor en su relación con los demás, a un pretender separar sexo de amor; más aún, a pensar que son sinónimos. Y si las consecuencias no se perciben en la juventud, queda un lastre para cuando se es adulto, con una inmadurez afectiva, que ya no sólo le hará fracasar en sus relaciones futuras, sino que, como el ser humano es una unidad, afectarán a otros campos de la vida, con el asombro de quien lo padece, que no acertará a reconocer cuál es la causa de tal enfermedad.

Al joven se le educa, y se autoeduca, en la castidad cuando se le educa la voluntad. Esa capacidad de ponerse metas pequeñas que apuntan a un fin más alto. Sin voluntad el joven está condenado a la tiranía del capricho, y ésta puede ser mortal para su sexualidad. El joven no conoce su futuro, y por mucho que lo intenten adivinar horóscopos y tarot, lo cierto es que él es el único albañil de su porvenir. Necesita, por supuesto, de algún que otro arquitecto que le indique.

Lo que haga con su corazón, las muescas que le vaya haciendo, aun sin saber el alcance que pueden tener, más tarde o más temprano habrá que curarlas. El psiquiatra Enrique Rojas, en su estudio sobre la personalidad y la autoestima titulado ¿Quién eres?, habla del inmaduro afectivo: «No sabe decir que no a los nuevos e inesperados afectos con los que puede romper el equilibrio de la pareja, porque le resultan divertidos y le alejan de la monotonía. Esta filosofía del me apetece convierte a la persona inmadura en veleta giratoria y sin rumbo, en alguien zarandeado por el estímulo inmediato». La responsabilidad entonces no recae en el uso del preservativo, sino que la asume el joven que preserva su integridad.

Castidad en el noviazgo

La castidad se hace más necesaria todavía en el noviazgo. No es una razón de papeles, sino de un marco de referencia donde existe la entrega total; un Te amo que implica no terminarse en el tiempo, es decir, una entrega de la persona y una acogida del otro con totalidad, y eso incluye también la dimensión pública. Si no se hace así, ni se tiene ni se recibe, ni se acoge. La Madre Teresa de Calcuta, en unas palabras dirigidas a los novios, les proponía que el regalo mayor que podían hacerse el día de su boda era el regalo de su propia virginidad. Pero hay muchos casos de novios que acuden al matrimonio con una experiencia sexual ya vivida que anuncia la dificultad para que esto se dé.

Esa dificultad de vivir la castidad en el noviazgo no radica en la debilidad, ante la que contamos siempre con el sacramento del Perdón, que cura las heridas y restablece la pureza del amor, haciéndolo más fuerte y capaz de lo mejor. Hay que reconocer que otros planteamientos que, en principio, parecen liberar más a la persona, la están condenando a vivir en manos, únicamente, de su propia libertad y, por tanto, condenada a sus errores. Los novios que entienden que las relaciones prematrimoniales son un egoísmo consentido a dúo, que imposibilita comprender la densidad de la entrega conyugal, han puesto ya los cimientos sólidos y resistentes de un edificio que difícilmente se lo llevarán las mareas propias de la vida matrimonial.

A pesar de lo que se diga o, mejor, de lo que cuenten, la castidad es la única forma de conseguir un amor amplio, más allá de lo biológico, no amando sólo con el cuerpo sino con el corazón, más allá del Carpe diem. La castidad es una virtud moral, y, por tanto, requiere, además de la gracia, un esfuerzo. No es imposible, y aunque aterra ver cómo se repite y se pregona su impracticabilidad en series, películas, programas y distintos medios con estrechez de horizonte, aterra más aún su llamativa tendencia a generalizar esa estrechez.

Ecología sexual en el trabajo

El valor del pudor y la serenidad en los encuentros mujer-hombre ofrecen la posibilidad de evitar situaciones no deseadas y siempre de lamentables consecuencias.

Una cultura del pudor, de la prudencia en las relaciones dentro del ámbito laboral y profesional, separando lo personal de lo específicamente laboral, sin confusiones o enredos desafortunados, además de una difusión de los valores cristianos, ayudará a crear una cultura serena y respetuosa.

Las experiencias y pistas de profesionales veteranas pueden ayudar a decidir qué es lo más prudente en cada caso. Además existe una legislación española al respecto que puede facilitar la defensa también legal de los derechos inviolables de la mujer. Se debe contribuir a la difusión de una cultura que favorezca la virtud cristiana de la castidad en la línea del Catecismo de la Iglesia católica, que enfatiza la conveniencia de crear una nueva cultura, de limpieza o ecología sexual frente al hedonismo dominante.

(Rafael Hernández Urigüen en: Una ética para secretarias y ayudantes de dirección. Ed. Grafite)

Virtud que llena

Cualquier vocación es un don inmenso que exige una conquista diaria. Para el consagrado o el célibe, la castidad, más amplia al entenderla en la virginidad, es la clave para conseguir tener un corazón indiviso, sin fisura. Todos entendemos que, cuando se consagra una copa para el servicio eucarístico, ese vaso toma la condición de sagrado, por pertenecer desde ese momento, de un modo exclusivo, a Dios. Cuando se consagra una persona, no es una consagración sólo del cuerpo; también se entrega el ánfora del corazón. Y éste es como el frasco de los perfumes, necesita mantenerse bien cerrado para no perder su aroma.

El corazón del célibe, del consagrado, requiere y necesita humildad, oración, mortificación, penitencia, silencio y guarda de sentidos. Todo, desde una ascesis que guarde lo más preciado, lo más sensible, lo más débil, el corazón. Cantaré, cantaré incansablemente, aunque tenga que sacar mis rosas entre espinas. Ascesis, sí, esa palabra que a algunos se les atraganta y a muchos les da libertad de espíritu y de cuerpo; ascesis que se concreta en un constante trabajo por purificar el corazón. La maduración afectiva que estabiliza una vida consagrada no se consigue en un día. Es el producto de una lenta multiplicación de pequeñas victorias. Requiere delicadeza que potencie la dimensión esponsal de la consagración, y entusiasmo apasionante por una misión que llena la vida. El mayor riesgo es mantenerse ocioso. El consagrado que precie su corazón sabe que debe estar siempre ocupado, vivir la vida y no dejar que la vida le viva a él.

La política para la castidad del consagrado respecto a las demás personas se resume, a la luz de Las Cautelas de san Juan de la Cruz, en la igualdad de trato; en las manifestaciones exteriores y en los afectos del corazón, dirigir, quizá forzando en un primer momento, amar de forma ecuánime y magnánima; no caer en ninguno de los dos extremos: ni preferir a unas personas más que a otras, ni profesionalizar la vocación no amando a cada persona en particular. Sencillo y complicado a un tiempo; necesario siempre. La solución: enamorarse de Cristo. Ya lo decía el santo Claudio de la Colombière: «Para hacer mucho por Dios es necesario ser todo suyo». «¿Quieres conservar tu corazón puro? –preguntaba el jesuita padre Tomás Morales–. Entrégalo a todos sin dárselo a nadie».

Es difícil entender por medio de qué contorsiones de pensamiento retorcido se ve malo lo que es bueno, y al revés; es lo que ocurre respecto a la castidad. Cabe discernir, como lo hacía Cervantes en labios de don Quijote: «Ni todos los que se llaman caballeros lo son del todo en todo; que unos son de oro, otros de alquimia, y otros parecen caballeros; pero no todos pueden estar al toque de la piedra de la verdad. Hombres bajos hay que revientan por parecer caballeros, y caballeros altos hay que a posta mueren por parecer hombres bajos; aquéllos se levantan o con la ambición o con la virtud, éstos se abajan o con la flojedad o con el vicio; y es menester aprovecharnos del conocimiento discreto para distinguir estas dos maneras de caballeros, tan parecidos en los nombres y tan distantes en las acciones».

No se trata de empeñarse simplemente en defender la virtud de la castidad. Lo que debe quedar claro es que es tan fácil defenderla hoy como en tiempos de Cristo. Es un don del todo fuera del tiempo; difícil en todas las épocas, imposible en ninguna.

Cortesía de Alfa y Omega, Semanario Católico de Información Nº 360/26-VI-2003

Pensar la sexualidad (III)

¿Entienden igual la sexualidad los varones y las mujeres?


Varón y mujer somos iguales en dignidad. Pero la diferencia de sexos nos hace diferentes no sólo físicamente, sino también sentimentalmente, funcionalmente, intelectualmente, espiritualmente.

Porque varón y mujer resultan complementarios. Lo específico de cada sexo hace el equilibrio, la balanza del otro. Por tanto, el amor de pareja, el amor conyugal, sólo puede florecer en dos seres a la vez distintos y complementarios, cuyas características se refuercen y se perpetúen en un nuevo ser, distinto de ellos pero con caracteres y funciones de uno y otro.

Dentro de una relación, el varón será siempre más impulsivo. Dada su naturaleza activa, tenderá a la relación inmediata. La mujer, por sus características, será siempre más receptiva, esperará que se le considere y valore en todo lo que ella vale. El hombre será siempre potente y arrojado.

La mujer desarrollará su capacidad magnética, pasiva. Desde las células germinales aparece esta característica: el espermatozoide es luchador, combativo, activo, emprendedor. Afanoso, va en busca de su complemento. El óvulo, por el contrario, espera; se caracteriza por su tranquilidad receptora, se deja querer. Sabe que el esperma lo necesita para lograr su fin, y parece que no le corre ninguna prisa.

El impulso sexual entre varón y mujer es, pues, diferente, y habrá que tenerlo en cuenta para que la relación conyugal sea armónica y no una fuente de conflictos.

En la mujer predomina la afectividad sobre la sensualidad, por lo que para ella será más importante la seguridad de saberse amada que la unión corporal. De ahí que la unión entre los esposos deba comenzar por la unión de sus corazones; de este modo, la unión de sus cuerpos vendrá a ser la culminación de aquello que ha comenzado en el interior de cada uno.

Fuente: P. Ricardo Sada Fernández (www.encuentra.com)

Pensar la sexualidad (II)

Cuando amor y sexo se confunden

Aunque tengamos una fecha para celebrar el amor y la amistad, no es suficiente quedarnos con un día para recordar esa realidad tan profunda en el ser humano. Cada día hemos de tener conciencia de que el amor es el motor que impulsa todas nuestras actividades. Está en lo más íntimo de nosotros. Por eso, todos los días han de convertirse en una auténtica fiesta de amor y amistad. De todos modos, las celebraciones nos ayudan a profundizar en los respectivos temas. En este caso, aprovecharemos para hacer algunas reflexiones sobre el amor. Tema complejo, pluriforme y, desgraciadamente en la actualidad, confuso y deformado.

El amor tiene muchas caras, aunque podemos hablar de dos grandes aspectos: uno subraya el espiritual, el otro el corpóreo. Con gran profundidad y precisión, Benedicto XVI los expone en la Encíclica Dios es amor. Los llama agapé y eros respectivamente. Dos dimensiones profundamente unidas donde ha de existir un equilibrio. Cuando se rompe la armonía, uno de los dos asfixia al otro, y entonces la persona sufre y queda expuesta a un sin número de confusiones tanto en los enfoques como en la conducta.

¿Qué me puede ofrecer?

Como una de las características del ser humano es procesar, ir poco a poco, de lo más fácil y cercano a lo más difícil y profundo, también en la maduración del amor sucede lo mismo. Por eso, cuando una persona encuentra afinidad y atractivo por otra, al principio parte de lo externo y centrada en sí busca el placer, sentirse bien, encontrar un estímulo agradable. La pregunta es ¿qué me puede ofrecer? En estos aspectos predomina el eros, aunque nunca deja de separarse del ágape, de la espiritualidad.

Poco a poco, la persona madura en su amor y entonces empieza a pesar mucho más el afán de agradar al otro, se preocupa más de lo que puede necesitar y trata de darlo. En definitiva, el amor auténtico es una adecuada combinación de dar y recibir, tanto en el aspecto corporal como en el espiritual. Es poseer al otro, pero correspondiendo con la entrega incondicional.

Cuando en el amor humano entre un hombre y una mujer hay armonía entre lo corpóreo-anímico, entre lo sexual-espiritual, la consecuencia que fluye espontánea es el deseo de prolongarse mutuamente en un nuevo ser, es contribuir ambos y encontrar en alguien más parecidos consigo y con el otro. Esa es la maravilla de la procreación: reconocer algo de sí en el engendrado y encontrar también al amado en esa nueva criatura.

Sólo en esta unidad corpóreo-espiritual, cada persona en su concreción individual como varón o como mujer, manifiesta en su conformación corpórea, puede comprender al sexo como un constitutivo de lo humano. Entonces queda claro que el sexo no puede separarse del modo como se conduce una persona, del psiquismo y de lo específicamente espiritual. Con estas premisas, el ejercicio de la sexualidad, el acto de unión físico entre un hombre y una mujer, es un acto de intercomunicación personal porque también es un acto psíquico, y ambos actos están dirigidos por el acto espiritual de donación y recepción.

Amor deshumanizado

El problema contemporáneo consiste en una reducción del amor a la relación erótica-sexual, en el nivel de lo corpóreo y de lo psíquico, separándolo de la dimensión espiritual. Entonces, ese amor queda deshumanizado. Se exaltan las técnicas de seducción, el afán de encontrar nuevas sensaciones y, por lo tanto, la fidelidad pierde sentido. La relación es una pseudo relación porque cada uno está centrado en sí, pide pero no da. Mucho menos cabe la posibilidad de pensar en la prole. Como no hay donación, ese nuevo ser no ofrece más que molestias.

En el mundo actual, el amor que se promueve es un amor infantil, como el del niño que quiere a los demás por el alimento que le dan. En estas condiciones, cuando alguien cansa, porque ya no existe la novedad, se cambia por otro, y así sucesivamente. Se instrumentaliza la relación, se subordina a la incursión en nuevos placeres. Así, al separar de la sexualidad la comunión con el otro, tampoco se incluye la ayuda mutua estable, y mucho menos la procreación. En este estado, la respuesta al título de este artículo es negativa, el amor no es lo mismo que sexo.

En cambio, cuando la relación comprende todas las dimensiones del ser humano, es integral y, paradójicamente, podemos decir que amor y sexo sí se pueden identificar. Sin embargo, para no equivocarse con esta afirmación, hace falta contestar afirmativamente las siguientes preguntas: ¿comprendo al otro?, ¿busco desinteresadamente su bienestar?, ¿lo perdono o lo disculpo cuando no corresponde a mis aspiraciones?

El auténtico amor es casto porque no inicia la dependencia de las relaciones sexuales antes de ofrecer una estabilidad de vida propia del hogar común. Es casto porque no asfixia la vida de un nuevo ser con medios artificiales y argumentos artificiosos. Es casto porque realiza el acto unitivo con quien se ha formado una familia. Es casto porque en la familia se cultiva la calidez propia del hogar y la apertura a nuevos seres. Es casto porque evita cualquier ocasión de infidelidad. Es casto porque fortalece la entrega con el cuidado mutuo. Es casto porque con el atractivo sexual no se busca promover pasiones degradantes, sino realzar los impulsos de nobleza. Es casto porque hay armonía entre el mundo familiar y el mundo extradoméstico. Sólo así, amor y sexo pueden identificarse.

Por Ana Teresa López, Doctora en Filosofía. Fuente: Conoze.com