UN CURA DE AÚPA por Enrique Monasterio
11/Dic/2009 | Por MJ | Categoría: Opinión
“¿Y por qué no voy a publicar este artículo que acaban de enviarme? Hace muchos años escribí una columna inocente en la que aparecía una frase (sólo una) en defensa de Mons. Blázquez, que acababa de ser nombrado obispo de Bilbao, y recibí un montón de mensajes de “amigos” míos. Me dijeron de todo, menos guapo.
Pido a esos buenos amigos que esta vez, si quieren insultar a Cristina López-Schlichting, me metan por favor en el mismo saco, porque coincido plenamene con ella”
“Hace diez años servidora era reportera –en puridad nunca lo ha dejado de ser– y subía con frecuencia al País Vasco. A menudo era Guipúzcoa el destino inevitable (porque mataban mucho en los pueblos) y en Zumárraga me encontré un sacerdote peculiar, un tipo joven, con apellidos vascos por los cuatro costados que, para variar, no había sucumbido al nacionalismo. Tenía una fe brutal, conmovedora y sólo creía en Dios. Practicaba el Evangelio sin pudor, a lo franciscano. Un verano dejó su piso a un mendigo y se marchó de vacaciones. El invierno siguiente fue muy duro. El joven párroco había recibido el encargo de organizar las colectas y la construcción del templo que le habían adjudicado y tenía en su contra a las hordas abertzales, que acudían a insultarlo cuando celebraba misa y arrojaban botes de pintura contra los muros del edificio recién nacido. El cura no se asustaba, salía a la calle revestido y hacía frente serenamente a los terroristas, como un san Esteban. Una de las veces en que tuvo lugar el siniestro aquelarre pasaba por la calle un hombre desarrapado que se lanzó contra los agresores gritando: «¡A mi amigo no, dejadlo en paz!». El señor –el mendigo– consiguió arrancarle el pasamontañas a uno de los delincuentes. Quedó a la vista que se trataba del hijo de una de las catequistas y, una vez descubiertos, los agresores huyeron.
El joven sacerdote protagonizó muchas más anécdotas. Por ejemplo, eran muy sonados sus viajes a Fátima con los chicos de la parroquia. Era tanta su fe, que la curiosidad movía a los jóvenes –incluso batasunos– a seguirlo y todos los años se convertían algunos en la visita a la Virgen. En consecuencia, los de HB esperaban el regreso del autobús a pie de calle, para ver si podían «recuperar» a los suyos. Ahora dice Josu Erkoreka, el portavoz del PNV en el Congreso, que el nombramiento de José Ignacio Munilla como obispo de San Sebastián –ya tiene 48 años y ha pasado por dos diócesis– «es una operación poco evangélica liderada por Rouco Varela».
Yo, qué quieren que les diga, creo que basta con lo relatado” del blog Pensar por libre