El amor incondicional es posible

Monseñor Juan Antonio Reig Pla, organizador de la gran Eucaristía en Madrid, en la Festividad de la Sagrada Familia.

El obispo de Alcalá y Presidente de la Subcomisión episcopal de Familia y Defensa de la Vida es el organizador de la Eucaristía que se celebrará el próximo 27 de diciembre en Madrid, presidida por el cardenal Rouco, con presencia de familias y obispos de toda España, y grupos también de diversos lugares de Europa, con varios cardenales al frente.

Parece que se ha institucionalizado ya esta gran celebración de la Sagrada Familia en Madrid. ¿Cuál es su significado?

Celebración de la Eucaristía por la familia, en la madrileña Plaza de Colón, el 28 de diciembre del pasado 2008

Sagrada Familia en Madrid. ¿Cuál es su significado? Es deseo de los católicos mostrar a España y a Europa la belleza del sacramento del Matrimonio y el gran bien social que supone la familia cristiana. Esta celebración en Madrid es un signo de nuestra alegría de ser católicos y de tener depositada en Cristo nuestra esperanza. Deseamos visibilizar, con sencillez, la bondad de la familia cristiana que, más allá de lo evidente, muestra a los miembros que la componen y a la sociedad que el cielo existe, y que el amor sin condiciones, incluso a los enemigos, es posible.

¿Por qué es importante que vengan a Madrid familias de toda España, algunas con sus obispos al frente?
Para evidenciar que la Iglesia católica es un gran pueblo que emerge en una sociedad laicista. La cita de Madrid es una propuesta para Europa. No debemos olvidar las raíces cristianas de nuestra cultura, más aún de nuestra civilización, que no es otra que la del amor. Todos los que sufren, por cualquier razón, deben saber que no están solos, que las familias cristianas y la Iglesia estamos, con la ayuda de Dios y desde nuestras posibilidades, a su servicio.

El lema de la celebración y la Plaza de Lima evocan a Juan Pablo II, que pidió allí a las matrimonios cristianos involucrarse en el apostolado, y resaltó varias preocupaciones para la Iglesia, como el respeto a la vida, el reconocimiento del derecho de los padres a ser los primeros educadores de sus hijos y las dificultades que encuentran las familias cristianas en el ambiente para llevar a cabo su vocación. Han pasado 27 años, pero las preocupaciones siguen siendo las mismas, cuando no mayores. ¿Por qué nos ocurre esto? ¿Estamos peor que en otros lugares?
El proceso de descristianización y la continua presión de una cultura laicista inspirada en el feminismo radical, y ahora en la ideología de género, están provocando un verdadero cambio de mentalidad. No sólo se ha abdicado de la fe, sino también de la razón, como medio para conocer la verdad. Nihilismo, relativismo e individualismo se han entronizado. Estas ideologías -síntesis de los peores aspectos del pensamiento neomarxista y neoliberal radical-, vehiculadas por leyes inicuas y el adoctrinamiento en el ámbito escolar y en buena parte de los medios de comunicación, están socavando los cimientos de nuestra civilización; el amor anclado libremente en la verdad, el bien y la belleza ya no parece posible. Ciertamente, no estamos peor que otros países de Europa, pero, como ya he dicho, es mayor el deterioro de las leyes que deberían proteger a la vida humana, al matrimonio y a la familia.

¿Qué mensaje de esperanza tiene la Iglesia para una sociedad donde los datos estadísticos sobre la familia -divorcio, abortos, descenso de la natalidad…- no invitan precisamente al optimismo?
El matrimonio cristiano, apoyado en Cristo, puede permanecer sólido, estable y abierto generosamente al don de la vida. Sin hijos, una sociedad no tiene futuro; pero los niños tampoco lo tienen sin un padre y una madre que los eduquen integralmente, desde sus singularidades de varón y mujer. Aunque supuestamente obvio, se hace necesario recordar que el primer espacio donde se es amado incondicionalmente y se aprende a amar es la familia.

El cardenal Cordes ha dicho que la reciente manifestación por la vida en Madrid es un ejemplo para otros lugares. La celebración de la fiesta de la Sagrada Familia, con presencia de familias y obispos y cardenales de Europa, ¿qué importancia cree que puede tener fuera de nuestras fronteras?
Lo que ocurre en España tiene una gran trascendencia para toda Europa, para Hispanoamérica y para otros muchos países. Por la gracia de Dios, desde España se ha llevado la luz del Evangelio a buena parte del mundo. Por ello queremos proponer desde la Iglesia católica que la respuesta a esta situación de crisis global -no sólo económica o política, sino sobre todo antropológica y moral- no puede ser otra que volver a Dios y abrir el cielo a todas las personas del orbe; especialmente a las que más sufren, mostrándoles el amor y el rostro misericordioso de Cristo: Camino, Verdad y Vida. Dicho de otra manera, es necesaria una nueva evangelización en todo el mundo que abra la generación actual y las venideras a la fe, a la esperanza y al amor.

Autor: Moral y Luces

Moral y Luces

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