Vidas inocentes por un voto

Antonio Mencia  27/11/2009.

Las ministras de Medio Rural, E. Espinosa; Sanidad, T. Jiménez; Vivienda, B. Corredor e Igualdad, B. Aído, tras el pleno de ayer (Cortesia Agencia Efe).

Todos sabemos el poder que tienen los diputados de nuestro Congreso en materia de aprobar leyes. Ayer fue el día en que pudimos comprobar su autentico poder aprobando en votación el primer paso para la ya desgraciadamente famosa ley del aborto.

Es un poder que no ennoblece, muy al contrario ennegrece a los que venden su alma al diablo por aparecer en la foto de las ministras, tras haber alcanzado el éxito que ellas creen haber alcanzado. Pareciera una foto más, pero realmente se ve la sonrisa forzada, las poses fingidas, los abrazos vacios, pareciera como si ellas mismas no se hubieran creído su ansiado éxito. Efectivamente, es imposible creer algo así, cuando detrás de estos 183 votos a favor, están las vidas de miles de niños inocentes que van a ser sacrificados en aras de su propio ego.

Un ego que les permitirá alcanzar el éxito en esta vida, pero vendiendo cara su propia alma. Un alma que pone en entredicho el propio José Bono en unas declaraciones evocando al propio evangelio para justificar su defensa de la ley del aborto. La noticia se recoge en el libertad digital y no tiene desperdicio. En ellas opina que “hasta las 14 semanas prevalece la decisión de la mujer”.  Bono, se declara católico pero ataca a la Jerarquía de la Iglesia que no comparte sus postulados contradictorios. En sus declaraciones dice lo siguiente: “Hay sectores de la Iglesia católica que exigen al Estado que actúe con mano justiciera, aplicando penas y castigos, mientras se reservan para ellos la mano acogedora del perdón o de la penitencia purificadora. Como político que quiere inspirar su vida en el Evangelio de Jesús, aspiro a que también la nueva ley incluya una dimensión de comprensión y misericordia“.

En la medida en que nuestra sociedad contiene su vertiginosa y alocada decadencia moral, las instituciones de cualquier tipo, ya sean política como judicial, que de ella se nutren, irán perdiendo irremediablemente los valores y fundamentos éticos que la resguardaban en su proyección de la vida. La autodestrucción es solo un paso factible. En las próximas elecciones sin duda alguna, los españoles decidiremos algo más que unos escaños en el congreso, decidiremos continuar con esta política de muerte o cambiar a una política que salvaguarde la vida de mucho “santos inocentes”, que se les priva, desde antes de su nacimiento, del más elemental derecho que tiene el ser humano.

Quienes nos aferramos al principio del “Sí a la vida”, debemos reafirmar nuestro compromiso en esta época tan negra de la historia de nuestro país.

Para reflexionar sobre nuestro futuro en España y que es lo que podemos hacer por el, recuerdo una cita del famoso físico Albert Einstein que decía así: “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.”

Derrota parlamentaria, victoria cultural

Aborto: derrota parlamentaria, victoria cultural

M.M. 27/11/2009

Este jueves se han debatido en el Congreso las enmiendas a la totalidad al proyecto del Gobierno para convertir el aborto en un derecho. Las enmiendas han sido derrotadas por 183 votos que han apoyado al Ejecutivo y 162 que han rechazado el cambio. Victoria del Gobierno pero importante avance de la defensa de la vida.

Cuando hace un año se puso en marcha la subcomisión que estudió esta cuestión, la crítica a la pretensión del Gobierno de convertir el aborto en un derecho era casi políticamente vergonzante. Pero este jueves hemos visto a un PP que se ha mojado. La diputada Sandra Moneo ha realizado una apasionada y precisa intervención. Moneo ha utilizado los argumentos del Consejo Fiscal: la regulación que quiere sacar adelante el Gobierno es propia de los viejos países comunistas en los que el aborto era un sistema anticonceptivo. Casi todos los diputados de CiU, que tenían libertad de voto, han votado contra el Gobierno, uno ha votado con Zapatero y otro se ha abstenido. Y hasta Rosa Diez, que siempre está muy atenta a la sensibilidad de los electores pero que es pro-abortista, ha criticado el nuevo derecho.

La pobreza de los argumentos de la ministra Aído ha sido astronómica. ¿Qué ha cambiado en el último año? Ha habido una sociedad civil que ha sabido movilizarse de forma constructiva y que ha conectado con la opinión pública. El Gobierno ahora parece dispuesto a suprimir el aborto de menores sin consentimiento paterno porque se lo pide el PNV y sería muy llamativo que sólo sacara adelante la reforma con 6 ó 7 votos de ventaja. En cualquier caso se puede decir que se ha producido una derrota parlamentaria pero se ha escenificado una victoria cultural.

El cristianismo tiene muchas posibilidades

Entrevista a Angelo Scola, patriarca de Venecia

‘El cristianismo tiene, en la postmodernidad, muchas posibilidades’

Alberto Savorana 27/11/2009

En esta entrevista, el patriarca de Venecia, cardenal Angelo Scola, habla de la situación «precaria e inestable» en que se encuentra el hombre postmoderno y de las posibilidades del cristianismo. El desafío educativo, la experiencia elemental, la neurociencia, el crucifijo y el «reacontecer» del hecho cristiano dentro de todos los ambientes de la existencia humana.

En Brescia, Benedicto XVI ha hablado de «emergencia educativa… como en el 68».  ¿De qué naturaleza es esta emergencia?

Esta emergencia se debe, sobre todo en Europa, al hecho de que en cierto sentido se ha interrumpido la cadena de cuidados entre generaciones. Es como cuando, en una cadena,  se rompe un eslabón. Este dato nos obliga a replantearnos de forma global los estilos de vida propios del hombre europeo, porque el cuidado de las generaciones pasa a través de la «tradición» de un estilo de vida buena. Y la tradición favorece, como decía Juan Pablo II, el descubrimiento de que el nacimiento de cada uno de nosotros no se puede reducir a un puro inicio (biología), sino que implica siempre también un origen (genealogía). Pone en juego la cadena de generaciones que garantiza la experiencia completa de paternidad-filiación, sin la cual no acontece la persona con su capacidad de experiencia y de cultura. Esta dimensión integral del hecho de nacer es minusvalorada por el hombre contemporáneo, sobre todo en nuestra región europea y atlántica.

En el informe «El reto educativo», con el que el Comité del Proyecto cultural de los Obispos italianos ha sintetizado las preocupaciones de la Iglesia, podemos leer que «para la sociedad del pasado la educación era una tarea ampliamente compartida; para la nuestra se está convirtiendo sobre todo en un desafío».  ¿En qué consiste este desafío?

Evidentemente, no es posible resumir en pocas líneas el conjunto de factores que ha conducido  a esta amarga conclusión. Se pueden destacar ciertas limitaciones y preguntas abiertas por la modernidad a las que la «postmodernidad»  todavía no es capaz de responder. Pero también hay que contar con las transformaciones del todo inéditas que, desde hace treinta años, se han producido en la esfera de la afectividad, del nacimiento, de la vida y de la muerte, producidas sobre todo por obra de la biotecnología y la neurociencia. A menudo comparo al hombre postmoderno con un boxeador casi noqueado que, al encajar un derechazo, sigue su combate en el ring, pero en una situación precaria, inestable. ¿De qué modo  nos desafía esta situación? ¿Qué tipo de desafío supone? Se trata de reencontrar modos adecuados para educar, para descubrir, a través de unas costumbres buenas, un estilo de vida capaz de responder al deseo de felicidad y libertad que caracteriza al hombre de hoy. La primera modalidad es sencilla, aunque sin duda también ardua: consiste en la exposición del propio educador. Una vez más, la atención se centra en el adulto, como aquél que testimonia la verdad que propone.

¿El cristianismo tiene alguna posibilidad frente a una situación que parece dominada por la indiferencia en la que parece que nada es capaz de suscitar interés por la realidad o por el futuro, especialmente entre los jóvenes?

Yo creo que el cristianismo posee, hoy más que nunca, las mayores oportunidades. En el lenguaje actual, en el lenguaje más común, las dos palabras dominantes son felicidad y libertad. Del mismo modo que en la época de las ideologías eran verdad y justicia. Obviamente, no se trata de quitar valor a estas últimas, sino de partir de aquello que al hombre postmoderno le parece más interesante, o sea, la felicidad y la libertad.

Ahora bien, si leemos atentamente la experiencia de los amigos de Jesús, tal como la testimonia el Evangelio, nos encontramos con estas palabras del Señor: «Si queréis una vida cumplida -o sea, ser felices-, venid y seguidme». Y añade: «El que me siga, será realmente libre». Jesús se propone como el camino a la libertad y a la vida porque tiene el poder de donar la felicidad y es capaz de un amor apasionado e infinito por la libertad del hombre.

Asistimos hoy a una disolución de lo humano sin precedentes. No parece posible encontrar un principio unificador del yo. ¿Cómo responder a esta situación?

Construyendo -a través de comunidades educativas adecuadas, a partir de la familia, y los colegios, pasando por la iniciativas económicas hasta llegar a la comunidad cristiana- hombres y mujeres que vuelvan a proponer esta  experiencia en términos personales y comunitarios. El gran recurso a este respecto es el encuentro con Cristo. Como decía Luigi Giussani, el encuentro con una hipótesis existencial explicativa de la realidad que permite que todo concurra para el bien. Un encuentro que genera en el yo una capacidad crítica extraordinaria: «Examinadlo todo y quedaos con lo bueno». En concreto, se trata de construir ámbitos en los que cada persona pueda hacer esta experiencia.

Gracias a las enormes posibilidades que ofrece la tecnociencia, se abre camino el proyecto de reconstruir al hombre como si sólo fuera un aglomerado de materia. ¿Esto basta para explicar la naturaleza del hombre y el nacimiento de la conciencia?

El inquietante proyecto citado es objeto del trabajo de no pocos estudiosos de la tecnociencia, y se refiere a los asombrosos descubrimientos que se están haciendo en el campo de la física, la biología, las neurociencias, pero vuelve a plantear una pregunta: ¿cómo es posible que partes de materia sin conciencia produzcan conciencia? Personalmente, creo que una práctica rigurosa de las ciencias experimentales no puede negar la experiencia elemental del hombre que, por mucho que pueda estar enraizada en lo biológico y en el cerebro, conduce inexorablemente a una dimensión que podemos llamar espiritual y que, aun estando en profunda unidad con lo anterior, lo supera. Es una prueba, a mi parecer, de que  la unidad dual de cuerpo y alma, sostenida durante más de dos mil años de pensamiento, es insuperable.

En la conferencia inaugural del año académico del Instituto Juan Pablo II, usted lanzó la pregunta: «¿Existe un terreno común del que partir, con riguroso respeto hacia la fe y la teología, así como hacia aquello que es objeto del saber de la neurociencias para verificar hasta dónde podemos caminar juntos?». ¿Cuál es su respuesta?

Mi respuesta es afirmativa: es el terreno de la experiencia moral elemental. Los mismos estudiosos de neurociencia hablan de «moral antes de la moral», y dicen que  -como sostiene uno de los más famosos, Gazzaniga- «nuestro cerebro quiere creer». No sé si mañana se podrá demostrar que la mente se reconduce al cerebro, pero sé que, en todo caso, la experiencia moral elemental, por mucho que pueda tener su origen en mecanismos neuronales del cerebro, en último término los trasciende. Los trasciende precisamente porque entra en juego el sentido religioso.

Muchos cristianos sufren un dualismo entre su fe y su vida, como si la fe no fuese capaz de mostrar toda su carga de verdad y de bien en la realidad cotidiana (estudio, trabajo, relaciones). ¿Qué puede vencer este dualismo?

¿De dónde partir para reconstruir un sujeto cristiano unido? Volvemos a lo que he señalado antes: dado que nadie se educa por sí solo -el discurso sobre la autoeducación es un discurso banal-, es necesario que otro que ya vive esta experiencia de unidad se haga cargo del educando que le ha sido confiado. Y esto generalmente sólo puede suceder dentro de una comunidad vital. Para nosotros cristianos, la unidad no es un objetivo que conquistar, sino el don de un Origen (volvemos a la primera respuesta) que reconocer.

¿Por qué, según usted, el camino de regreso a la «experiencia elemental», la de cualquier persona cuando afronta las preguntas fundamentales de la vida, debería ser un recurso para afrontar la situación del hombre de hoy?

Porque la experiencia elemental supera cualquier complejidad. Esto es muy importante. Como bien mostraron Giussani en Educar es un riesgo, o Wojtyła en Persona y acto, o Von Balthasar en Gloria, la experiencia elemental es absolutamente indestructible. Yo la comparo con lo que a veces se puede ver en primavera en la ciudad, al pasar cerca de una zona abandonada donde alguna construcción vieja haya sido demolida y no se haya reconstruido nada todavía, cuando despuntan aquí y allá, entre los escombros, hilos de hierba. La experiencia elemental es como esos hilos de hierba: aunque pueda ser sofocada, es irreductible, despunta siempre, no la puedes erradicar.

La reciente sentencia sobre los crucifijos en las escuelas ha suscitado la reacción escandalizada de la mayor parte del pueblo italiano, hasta del 84%, según un sondeo del Corriere della Sera. ¿Este dato significa algo para usted?

Significa mucho. No estoy de acuerdo con quienes lo subestiman, pues no reconocen con objetividad una clara voluntad del pueblo que debe ser respetada. Pero es demasiado obvio que este dato aislado está destinado a disminuir. No nos podemos limitar a este episodio, aun cuando constituye una gran ocasión para redescubrir el potente significado del Crucificado para la cultura mundial, sino que debemos preguntarnos sobre la necesidad de testigos vitales del Crucifijo resucitado y vivo como Salvador, como Redentor, como compañía guiada al destino del hombre. Es la necesidad del testimonio cristiano.

Muchos de los que se han pronunciado a favor del crucifijo han hablado de defensa de nuestra tradición cultural y social, de símbolo universal de fraternidad. Pocos han hablado de la cuestión a otro nivel. ¿Qué es hoy el cristianismo?

El de siempre: el acontecimiento inaudito de Dios que sale al encuentro del hombre, haciéndose uno como nosotros, con una humildad tan potente que permite a nuestra presuntuosa libertad finita crucificarlo. Alguien que nos acompaña en el camino porque nos ha dicho: «Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estoy en medio de ellos». Alguien que hace posible verificar, en la propia y frágil humanidad, la potente afirmación de San Pablo: «Todo es vuestro, vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios». Es una cualidad de vida diferente en esta tierra, porque hunde sus raíces en la paternidad amante del Dios Uno y Trino que nos ha donado a Su Hijo y que, por la potencia del Espíritu Santo, genera la Iglesia y las comunidades cristianas, en las que se puede hacer experiencia concreta de todo esto, viviendo intensamente desde ahora los afectos, el trabajo y el descanso.

¿En qué condiciones se puede dar hoy el nacimiento de esa «criatura nueva» que es el cristiano -es decir, un protagonista nuevo en la escena del mundo-, del que habló Giussani en la larga entrevista que le concedió en 1987?

Me limito a añadir un aspecto a todo lo que ya he dicho: lo primero que hace falta es que se pueda revivir la experiencia de Andrés y Juan. Un día, mientras estaban con el Bautista, fueron invitados por él a conocer a Jesús, que pasaba por la otra orilla del Jordán. Los dos lo siguieron e hicieron el potente descubrimiento que describe el dinamismo de la experiencia cristiana: encontrar, seguir, ver, convivir, comunicar. Estos verbos pueden traducir prácticamente la fisonomía de la criatura nueva.

¿Qué posibilidades tiene el anuncio cristiano en un mundo que, como decía T. S. Eliot, después de dar la espalda a la Iglesia, «avanza hacia atrás, progresivamente»? Dicho en otras palabras: ¿cómo un cristiano de hoy puede comunicar a los demás su identidad?

Puede hacerlo si está en la realidad hasta el fondo y a 360 grados, dentro de todos los ambientes de la existencia humana, como uno que, habiendo recibido la gracia extraordinaria de encontrar lo que le permite decir tú a Cristo, lo comunica con toda sencillez. El resto son consecuencias. No sirven las estrategias ni los proyectos.

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Síndrome de Down, la marca del exterminio

El 95% de los casos detectados en el embarazo acaba en aborto

27/11/2009 | Rosa Cuervas-Mons

Irene es, según sus padres, “la pieza que le faltaba al puzzle de la vida para que todo encajara”. Es una niña con síndrome de Down (alteración cromosómica que se da en uno de cada 700 embarazos aproximadamente) que llegó a la familia Alonso después de que sus padres biológicos la dieran en adopción al conocer su diferencia.

“Cuidar de un hijo y sacarlo adelante con las complicaciones que pueda tener es lo que más satisfacción da”, asegura a ALBA Álvaro Alonso, padre de Irene, que considera que “la sociedad está renunciando a lo mejor que tiene la vida, a entregar tu tiempo a las personas queridas”.

José María y Ana Peña son padres de cinco hijos. El cuarto, José María, nació con síndrome de Down. Su caso, al igual que el de Irene, fue detectado en el nacimiento, pero por motivos muy distintos. Los padres de José María tenían claro que nunca iban a abortar, viniera como viniera su hijo, así que no necesitaron hacerse la prueba. El caso de Irene es uno de esos en los que, o bien no se pudieron realizar las pruebas, o bien fallaron.

Mentalidad eugenésica

“Hoy nacen niños con Down por dos motivos: porque las madres no se han hecho las pruebas (por voluntad propia o por ser embarazos sin seguimiento) o porque en las pruebas no se ha detectado; de los demás, el 95% de los detectados acaba en aborto”, confirma a ALBA Esteban Rodríguez, portavoz de Ginecólogos por el Derecho a Vivir (DAV), que denuncia “el exterminio de las personas con Down o con otras alteraciones cromosómicas”.

Para encontrar las causas de este genocidio silencioso hay que prestar atención a dos hechos principales. Primero los avances médicos que, aunque han mejorado e incluso salvado la vida de muchos no nacidos,también han permitido conocer el nivel de ‘perfección’ física del feto hasta límites antes inimaginables. Segundo, una sociedad cada vez más ideologizada a la que no es ajena la clase médica,”inmersa en la mentalidad eugenésica que equipara moralmente la decisión de seguir adelante con un embarazo a la de no seguir si el niño tiene un problema”, dice Rodríguez. ¿El resultado? “El diagnóstico prenatal se concibe como un instrumento para decidir si un niño enfermo debe o no debe nacer”, denuncia el portavoz de Ginecólogos DAV.

En España, además, a esta peligrosa concepción del diagnóstico prenatal se une una ley que permite acabar con la vida del feto si está enfermo (art. 417 bis del Código Penal que autoriza el aborto cuando “se presuma que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas”).

Las mujeres que, ante una alteración cromosómica optan por el aborto, esgrimen con frecuencia el siguiente argumento: “No puedo tener un hijo que va a sufrir y que no va a ser feliz…”.

A juicio de Alonso, “las personas con síndrome de Down, como cualquier otra persona, son felices a veces y a veces no. Evidentemente tienen más dificultades y épocas complicadas en su vida, pero hay épocas complicadas en todas las vidas. Ni son niños eternamente felices, ni son infelices toda su vida”. “Por esta regla de tres -continúa Álvaro- solo deberían nacer las personas de clase media alta con un trabajo asegurado y que además tengan confirmado que no van a estar enfermos nunca. Me parece un argumento absolutamente peregrino, y además no creo que sea sincero: creo que es más una frase hecha que nos permite proyectar nuestro egoísmo”.

“Ahora estáis solos”

Tópicos egoístas que, sin embargo, están poniendo en peligro de extinción a los niños con síndrome de Down. “La sociedad no te ayuda. La salida que te dan es abortar, y si no lo haces, la mentalidad de las instituciones es:’ahora, te quedas sola, porque no has querido abortar’”, denuncia el matrimonio Peña. “A nosotros, una trabajadora social nos dijo “ahora estáis solos” porque no quisimos llevar a José María a un colegio público sino al de sus hermanos, Veracruz, porque las monjas lo aceptaron sin ningún problema. Y como lo llevamos a un colegio privado, no nos dijo que podíamos pedir una beca de ayuda para los estudios”.

La persecución contra estos niños comienza en el primer trimestre del embarazo (10-14 semanas). “En la primera prueba de cribrado se determina el riesgo del feto de tener una cromosomopatía; a los que tienen riesgo alto se les ofrece la amniocentesis, que tiene riesgo de aborto”, explica Rodríguez, que lamenta que no se informe a la mujer de que estas pruebas son voluntarias.
Aunque el problema no está solo en la clase médica, también en unas leyes que condenan a los profesionales médicos por no detectar malformaciones o enfermedades en el plazo legal para abortar.

Y es que ese es, al fin y al cabo, el principio rector de este rosario de pruebas prenatales. “En la semana 20 de embarazo se hace una ecografía en alta resolución; se hace precisamente esa semana, y no la 24 o la 30, no porque los resultados vayan a ser más claros o concluyentes sino para que, en función del resultado, la mujer esté a tiempo de abortar“, aclaran desde Ginecólogos DAV. “Al final, estos cribados han conseguido que no nazcan niños con síndrome de Down ni con discapacidades”, señala Rodríguez, que alerta de que en Reino Unido “ya se están abortando niños por labio leporino y por pies zambos”.

Colas en el estreno nacional de «Pablo de Tarso. El último viaje»

El obispo de Ciudad Rodrigo escribe una carta animando a verla

El estreno nacional de la película ‘Pablo de Tarso, el último viaje’ provocó ayer algunas colas en la entrada de los Cines Valderaduey, que extendieron la alfombra roja para recibir al director, Pablo Moreno, y a dos de los treinta actores profesionales que han participado en esta producción sobre el apóstol San Pablo, rodada en Ciudad Rodrigo (Salamanca). La película, fruto de una coproducción entre Contracorriente Producciones y San Pablo Multimedia, fue presentada al festival Internacional de Cine de Trento (Italia), donde fue seleccionada, y posteriormente nominada como mejor película aspirante al premio Signis. En noviembre, abrió la semana de Cine Espiritual de Barcelona.

Publicado el 2009-11-28 07:55:00

(NortedeCastilla/InfoCatólica) Su exhibición comercial en Zamora viene precedida por el llamamiento del Obispado a las parroquias de la ciudad para «apoyar y promover un producto realizado en una tierra vecina a la nuestra y desde una postura creyente».

La cinta estará en la cartelera una semana, hasta el 3 de diciembre. A comienzos del 2010 continuará su andadura por los cines de toda España.

Por su parte, el obispo de Ciudad Rodrigo, Monseñor Atilano Rodríguez ha escrito la siguiente carta a sus fieles acerca del film:

Estimados Amigos:

La película “Pablo de Tarso. El último viaje”, inicia a partir del mes de noviembre de 2009 su viaje por el mundo, a través de la distribución y exhibición en salas de cines y, posteriormente, en TV y en DVD. He sido testigo de todo el proceso desde que se inició el rodaje, así como de los primeros montajes y del pre-estreno en Ciudad Rodrigo el día 29 de junio, solemnidad de san Pedro y san Pablo. Este acontecimiento fue un magnífico colofón al Año Paulino en mi diócesis civitatense.

El director, Pablo Moreno, que es el delegado de la diócesis para la pastoral juvenil, ha seguido trabajando en dicha película con la grabación de secuencias nuevas y he podido ver, en primicia, a principios de noviembre, el resultado del montaje definitivo en la propia sede de su joven empresa. Me satisface profundamente el resultado del trabajo realizado por su equipo de profesionales en estrecha colaboración con San Pablo Multimedia y, sobre todo, me llena de alegría saber que la figura de Pablo de Tarso, el apóstol de los gentiles, ha sido llevada a la pantalla de forma tan acertada, precisamente aquí en esta tierra de Ciudad Rodrigo. La presencia de esta película en el Festival Internacional de Cine y Religión de Trento el pasado 18 de octubre, donde fue nominada para uno de los premios, y su estreno con motivo de la apertura de la VI Semana de Cine Espiritual de Barcelona, el 6 de noviembre, con excelentes críticas, auguran una gran difusión de la misma, tanto en España como en otros países.

En ocasiones nos lamentamos del maltrato que sufre el mensaje de Cristo o de la propia Iglesia en determinados medios y contribuimos a su difusión con la crítica negativa, pero no siempre somos capaces de impulsar y potenciar de forma positiva otro tipo de iniciativas, que como ésta, contribuyen de forma muy profesional y artística a presentar la figura de uno de los grandes hombres del cristianismo. Ojalá que esta película sea difundida ampliamente y sirva para debatir, reflexionar y acercarse con emoción a san Pablo. Espero y deseo que este tipo de iniciativas sean cada vez más viables en la pastoral de la Iglesia.

+ Atilano Rodríguez Martínez, Obispo de Ciudad Rodrigo

Centenares de jóvenes defienden la Catedral de Medellín

Centenares de jóvenes defienden la Catedral de Medellín ante una manifestación de abortistas

«No queremos vivir la degradación social y moral que hoy vive España y Europa en general»

Unos 700 jóvenes se apostaron en el atrio de la Catedral de Medellín ante la publicitada convocatoria de grupos feministas que pretendían atacar el templo para manifestar su apoyo al aborto. En menos de doce horas, los católicos se organizaron para proteger la Catedral en una concentración pacífica, marcada por el rezo del Rosario y cantos religiosos. Los abortistas, que apenas sumaron 30 manifestantes, no pudieron concretar el propósito de su convocatoria: protagonizar un acto masivo de apostasía y pegar carteles ofensivos en las puertas del templo mayor de la ciudad. Los manifestantes anti-vida se marcharon luego de proferir insultos a los asistentes.

Publicado el 2009-11-28 07:28:00

(ACI/InfoCatólica) «Este hecho nos demuestra que la fe en ciudad esta viva, que los jóvenes amamos la Iglesia y queremos vivir según la doctrina que en la Iglesia el Señor Jesús nos ha dejado», declaró Liliana Vélez, una de las jóvenes que defendió la Catedral.

Asimismo, recordó que «como católicos merecemos respeto y tenemos todo el derecho de hacernos respetar» así como expresar «que nuestros pastores, sacerdotes y obispos, no están solos, cuentan con un laicado entusiasta y decidido a luchar en contra de la anticultura de muerte que algunos grupos quieren imponer a la fuerza, manipulando datos estadísticos, presionando a las autoridades municipales con organismos internacionales y con amañadas interpretaciones de las leyes y la constitución».

«Los católicos vamos a defender Medellín y Colombia porque no queremos vivir la degradación social y moral que hoy vive España y Europa en general, queremos ser un país que testimonie al mundo que la familia es fuente vida y amor, que la mujer tiene dignidad, que su vocación a la maternidad y el rol que debe tener en la sociedad debe ser valorado rectamente y que no queremos vivir bajo la oscura y maligna ideología de género», agregó.