Jokin de Irala e Ignacio Gómara
Nuestro Tiempo, nº 619-620, enero-febrero de 2006
Se han llevado a laboratorio doce manuales de Biología y Geología de 3 º de ESO de las editoriales que cubren el 80% del mercado español. La intención era comprobar si esos textos promueven estilos de vida saludables para prevenir eficazmente problemas de salud pública como la promiscuidad sexual o las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Tras un minucioso análisis, los resultados “al microscopio” señalan que los textos presentan errores científicos y deficiencias educativas que facilitan conductas de riesgo entre los adolescentes.
Existe entre las autoridades políticas, médicos y educadores un amplio consenso en señalar que la actividad sexual en la adolescencia es preocupante. Varios estudios señalan que en los últimos años —junto al aumento de la utilización de preservativos— asistimos también al aumento de la transmisión heterosexual del sida y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS), especialmente entre los jóvenes.
Se ha adelantado la edad de inicio de las relaciones sexuales. Esta actividad está asociada a un aumento de la promiscuidad y embarazos en adolescentes. En España, la cifra de embarazos en menores de 18 años duplica a la que se registraba hace una década. En este sentido, y desde hace años, son abundantes las acciones sanitarias y educativas encaminadas a promocionar estilos de vida más saludables entre los adolescentes.
Sin embargo, un análisis publicado en el British Medical Journal que revisa la eficacia de los programas de educación sexual impartidos con los objetivos de retrasar el inicio de la actividad sexual, inducir un mejor uso de los métodos anticonceptivos y reducir el número de embarazos en adolescentes, concluye que la educación sexual que se ha impartido desde 1970 no ha conseguido ninguno de sus objetivos.
¿Qué está fallando? Las causas de la alta incidencia de comportamientos sexuales no saludables pueden ser variadas. Sin embargo, no parece que el problema se deba a una escasez de información sobre la sexualidad. Un estudio indica que la mayoría de las adolescentes que quedan embarazadas habían acudido en el año anterior a los servicios sanitarios para recibir información sobre anticonceptivos.
También es más frecuente, entre las adolescentes que abortan, haber recibido con anterioridad la píldora poscoital. En el Reino Unido —país con la tasa de embarazos en adolescentes más alta de Europa— hay más embarazos de adolescentes donde más se difunden los anticonceptivos.
Y en los países en vía de desarrollo parece que hay más problemas con el sida precisamente donde mejor ha llegado el mensaje del preservativo. Es posible que el exceso de información indiscriminada y la escasez de formación en habilidades sociales puedan haber favorecido algunos de los problemas de salud que se pretendían evitar.
Tampoco parece que el problema se sitúe en la dificultad de acceso a los métodos anticonceptivos y, en concreto, al preservativo. El 84% de los jóvenes manifiesta que no tuvo problemas de disponibilidad al ser preguntados sobre el uso de preservativos. La idea de que la difusión de los anticonceptivos garantiza un eficaz control de la natalidad previniendo el aborto está muy arraigada.
Sin embargo, la realidad es más compleja. En Francia, dos tercios de los embarazos no deseados se producen en mujeres que utilizan habitualmente métodos anticonceptivos. En España, según un estudio realizado por la Clínica Dator, seis de cada diez abortos realizados en su clínica se deben a fallos en los métodos anticonceptivos. Los programas de distribución de preservativos en los institutos no han tenido los resultados esperados: un estudio registró que el 47% de los adolescentes que lo usó no logró evitar el embarazo en el primer año de uso.
Estudios epidemiológicos prueban cómo las diversas formas de entender y vivir la sexualidad no son inocuas o neutras desde el punto de vista de la salud. En este sentido, es importante la educación de la afectividad y la sexualidad recibida en la escuela, lugar donde aprendemos la mayoría de nuestros comportamientos y donde la sociedad transmite la cultura, los conocimientos y los valores por los que se rige. Por ejemplo, está documentado desde hace años que fundamentar y limitar la educación sexual de adolescentes en la contracepción incrementa el inicio precoz de la actividad sexual.
Efectivamente, una buena educación es la mejor prevención. Por ello, se ha realizado un exhaustivo análisis de contenidos de los libros de texto escolares en su capítulo sobre la reproducción y la sexualidad humana.
El estudio se ha centrado en los libros de texto, ya que son el recurso educativo más generalizado en las aulas, convirtiéndose en uno de los principales transmisores del currículo oficial y en un buen indicador de la cultura que se transmite en el centro educativo.
La muestra del estudio está formada por doce manuales escolares del área de Biología y Geología de 3º de ESO publicados en 2002 por las editoriales de mayor difusión en los centros educativos, tanto de la red pública como de la privada. La muestra analizada cubre más del 80% del mercado editorial español.
Deficiencias en el 100% de los textos
En España, el actual currículo oficial para la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) “tiene como finalidad transmitir a todos los alumnos los elementos básicos de la cultura, formarles para asumir sus deberes, ejercer sus derechos y prepararles para la incorporación a la vida activa”. Al final de Secundaria los alumnos deben “integrar en su personalidad los distintos saberes culturales” y “asumir unos valores éticos que les permitan actuar con responsabilidad, solidaridad, autonomía personal y participación democrática”.
Como vemos, no se trata sólo de que los alumnos adquieran y expresen con rigor una serie de conocimientos propios de cada área, sino que deben ser capaces de desenvolverse con libertad y responsabilidad, actuando desde la asunción de unos valores éticos.
El objetivo del análisis es comprobar si la información que aportan los manuales escolares promueve la adquisición de estilos de vida saludables que lleguen a prevenir eficazmente las conductas de riesgo: la posesión de una base conceptual amplia y razonada es el primer paso para que se puedan cambiar los comportamientos poco saludables. Este análisis de contenidos se ha realizado a la luz de las evidencias científicas publicadas en los últimos años.
Se han examinado los siguientes cinco aspectos: rigor científico; integración de los elementos somáticos, emocionales e intelectuales de la persona como ser sexuado; promoción de estilos de vida saludables; desarrollo de habilidades sociales; y reflexión sobre implicaciones éticas y sociales.
Los resultados nos indican que el 100% de los textos examinados tiene deficiencias, tanto de rigor científico como de promoción de actitudes, valores y habilidades sociales positivas, siendo insuficientes e incluso negativos para una óptima educación de la afectividad y la sexualidad humana. Se han identificado al menos 281 afirmaciones que aportan una visión parcial de la sexualidad humana y pueden favorecer conductas de riesgo entre los adolescentes, dificultando su correcta maduración hacia la vida adulta. La media de expresiones equívocas por capítulo de libro de texto examinado es de 23,4.
Preservativos: del dicho al hecho…
Se ha detectado falta de rigor científico y ausencia de contenidos actualizados en aspectos tan importantes como la eficacia del preservativo, la prevención y tratamiento de las ETS y los métodos de planificación familiar. De este modo, nos encontramos con que solamente una editorial diferencia entre la eficacia teórica y la eficacia real de los preservativos y otros métodos anticonceptivos. Para otras editoriales el preservativo evita el embarazo con una “eficacia alta” o “muy alta”, “del 98%”. Los autores transmiten de este modo que el preservativo es la “barrera más segura”, con un índice de “fallos del 2-15%”.
Sin embargo, en España, tres de cada cuatro mujeres que han abortado usaban métodos anticonceptivos considerados seguros, siendo el preservativo el método que falló en el 60,4% de los casos.
Los manuales escolares también se equivocan cuando dan a entender que “los preservativos evitan el contagio de ETS”. Indican que “para evitar su transmisión es fundamental el uso del preservativo”, ya que es “un excelente medio de protección ante el contagio”. Dicen que es “el mejor”, “el más eficaz” o “el único método” que protege de las infecciones. Al transmitir a los adolescentes un alto grado de seguridad en el preservativo se les puede incitar a iniciar precozmente unas relaciones sexuales que consideran seguras, aumentando las conductas de riesgo y sus consecuencias perjudiciales.
Expertos en Salud Pública han señalado la existencia de una correlación entre el incremento del uso del preservativo y el de las ETS. Así lo han puesto de manifiesto en una reunión científica sobre Salud Pública celebrada en Washington, al afirmar que el programa denominado “sexo seguro” no es suficiente para frenar esta epidemia.
En concreto, aunque las autoridades sanitarias advierten que el preservativo ofrece una mala protección para tres de las ETS más frecuentes —clamidia, herpes y virus del papiloma humano (HPV)—, los libros escolares omiten esta información.
Como reconoce el Centre for Disease Control (CDC) en un informe sobre el HPV, “la evidencia científica obtenida no permite recomendar a los preservativos como estrategia primaria de prevención”, ya que “la infección del HPV puede aparecer tanto en las áreas genitales masculinas como femeninas, estén o no cubiertas o protegidas con un preservativo de látex”. El informe concluye que “la manera más segura de prevenir las enfermedades de transmisión sexual, incluyendo el HPV, es la abstinencia del contacto sexual”, que, en Salud Pública, puede traducirse en campañas para que los jóvenes busquen activamente madurar su personalidad y retrasen, para ello, al máximo el inicio de las relaciones sexuales.
Por tanto, sería más adecuado indicar en los libros de texto escolares, tal y como señala la Fundación Cochrane, que el preservativo reduce la probabilidad de embarazos imprevistos y de ETS en un 80% pero no lo elimina. Además, será necesario señalar que, junto a este riesgo asumido para una sola relación sexual con preservativo, la promiscuidad acaba aumentando la probabilidad acumulada de contagio.
Actualmente existe un amplio consenso en señalar que una educación eficaz de prevención de sida, de otras ETS y de embarazos precoces puede fundamentarse en el llamado modelo “ABC” (Abstain from sex or delay it; Be faithful; use condoms): abstenerse de las relaciones sexuales o aplazarlas; ser fiel a la pareja (no infectada) y utilizar sistemática y correctamente condones si toman la decisión personal de no seguir las recomendaciones de A y B. Pero nunca se debe omitir la afirmación de que la abstinencia sexual y las relaciones sexuales mutuamente monógamas con una pareja sana eliminan el riesgo de una ETS mientras que el uso de preservativos sólo reduce el riesgo.
También se han encontrado errores en la información sobre el sida y otras ETS. Un libro dice que el sida “es la enfermedad de transmisión sexual de más difícil curación”, omitiendo que realmente es incurable. Otro expresa que “se han desarrollado tratamientos que hacen que los enfermos lleven una vida casi normal”. Y un tercero manifiesta que “en la actualidad todas las ETS, a excepción del sida, tienen tratamiento eficaz porque se tratan con antibióticos y otros medicamentos”.
De este modo, dan a entender que las ETS tienen poca importancia. Sin embargo, actualmente el sida y otras ETS no tienen un tratamiento satisfactorio o quedan sin tratar durante años porque, en muchos casos, son enfermedades asintomáticas. Las consecuencias de las ETS, si no se tratan, pueden ser graves. Tienen un alto riesgo de producir una inflamación pélvica crónica, embarazos ectópicos, esterilidad (debido a la clamidia), morbilidad y mortalidad infantil (herpes) o cáncer cervical (HPV). No obstante, el 83% de los textos analizados no cita la clamidia, mientras que el 58% omite mencionar el virus de papiloma.
La píldora del día después es “una situación extraordinaria”
En la totalidad de los manuales se ha detectado ausencia de información o inexactitudes sobre el funcionamiento y los efectos, primarios y secundarios, de algunos métodos anticonceptivos. Por ejemplo, el 92% incluye entre los anticonceptivos aquellos que pueden tener efecto anti-implantantorio, siendo por tanto un método que podría ser abortivo y no anticonceptivo.
Uno de los manuales afirma que la píldora del día siguiente “no es un método anticonceptivo, sino una situación extraordinaria”, pero sin embargo la incluye en la tabla de métodos anticonceptivos. Idéntico problema presenta el DIU, cuyos efectos posfertilización han sido descritos en la literatura científica. Como señala Trussell, investigador del campo de la planificación familiar, no se puede plantear una libre elección de los métodos anticonceptivos sin informar con exactitud sobre los posibles efectos posfertilización de algunos de ellos.
Además, cabe destacar que los manuales escolares no ofrecen una información actualizada sobre los métodos de planificación familiar natural, indicando que tienen “muy baja eficacia”, “con un índice de fracasos elevados”, por lo que son “totalmente desaconsejables”. Un texto no los menciona y otros dan una información confusa e incompleta. Un manual desaconseja los métodos naturales porque “exigen un gran conocimiento del propio cuerpo”.
Sin embargo, la OMS demostró hace años que incluso las mujeres analfabetas son capaces de utilizarlos y está debidamente documentada su eficacia. La planificación familiar natural moderna, como el método sintotérmico, es una alternativa eficaz y libre de efectos secundarios.
Centrarse en el “cómo se hace”
A pesar de ser textos dirigidos a adolescentes (3º ESO), se han detectado serias deficiencias en el tratamiento de la pubertad, reduciéndola frecuentemente a los cambios corporales y emocionales. Se afirma que “una vez pasada la pubertad, tanto el hombre como la mujer son personas maduras sexualmente y, por tanto, capaces de reproducirse”, identificando de este modo la capacidad reproductora, desde el punto de vista biológico, con la madurez personal, cuando es obvio que en la adolescencia no se dan simultáneamente.
Se confunde la madurez reproductora —que se inicia en la pubertad con las primeras reglas y eyaculaciones— con la madurez de la persona, donde se deben encontrar integrados en un equilibrio estable los sentimientos y afectos, la inteligencia y la voluntad, haciendo a la persona capaz de conducirse de una manera libre y responsable.
No parece oportuno reducir la sexualidad a su aspecto más fisiológico, ya que no aporta una visión integradora de la sexualidad humana. Los manuales escolares ofrecen respuesta a la pregunta del “cómo” del acto sexual, pero no profundizan en el “porqué” o el “para qué”.
La sexualidad humana no es simplemente una dimensión de la personalidad, sino que se debe referir a toda la persona. Al contrario de lo que indican algunos libros, la conducta sexual del hombre y la mujer no está determinada por el “instinto sexual innato”, ni depende “únicamente de los deseos y la capacidad de satisfacerlos de las dos personas implicadas en la relación”, sino que puede modularse por la razón, el autocontrol y la voluntad libre.
La mayoría de las deficiencias que se han detectado en los manuales surgen de un planteamiento antropológico específico, donde la sexualidad queda orientada a la consecución del placer, y la libertad individual se sitúa al margen de las consecuencias sociales de los actos. Este modo de proceder hace que el adolescente de ambos sexos perciba el deseo –que a esta edad se hace presente de una manera vigorosa y nueva para él— como el único criterio para determinar su conducta y llega incluso a confundirlo con el amor. Situar el deseo como fundamento de las decisiones personales y sin otras referencias claras sobre los modos más saludables de vivir la sexualidad en cada etapa de la vida está planteando un grave problema a la Salud Pública.
“La vida sexual comienza en la pubertad”
Diversos estudios señalan que el inicio precoz de la actividad sexual es un factor de riesgo directo de contagio del sida y otras ETS, mientras que la educación sexual centrada en la abstinencia es un componente importante para prevenir los embarazos en adolescentes. Sin embargo, en el 92% de los libros de texto no se han encontrado referencias explícitas que promuevan entre los adolescentes el retraso del inicio de las relaciones sexuales y la superación de la promiscuidad. Al contrario, el mensaje que reciben los alumnos es que “la vida reproductora y sexual da comienzo en el periodo que se conoce como pubertad”.
Los hábitos saludables que se promueven son: el uso del preservativo “siempre y cuando se coloque de la forma correcta antes de iniciar la relación sexual” cuando “se mantengan relaciones sexuales esporádicas o con personas desconocidas” y “evitar las relaciones de riesgo con personas muy promiscuas”. Es decir, dando una falsa idea de seguridad y presentando como “normal” las relaciones sexuales esporádicas, con personas desconocidas o cierto grado moderado de promiscuidad.
El gran objetivo: cómo evitar el embarazo
Cuando no se está dispuesto a renunciar a una actividad sexual perjudicial para el adolescente, sólo queda recomendar la anticoncepción, que es “la forma de evitar que el coito conduzca a un embarazo”. Los libros de texto actuales señalan, de modo casi uniforme, la necesidad de usar métodos anticonceptivos “que impidan el embarazo a pesar de mantener relaciones sexuales”. De este modo, hacen casi obligatoria la anticoncepción porque la sexualidad humana “puede tener consecuencias negativas como embarazos no deseados” que “puede ocasionar importantes trastornos sociales y psicológicos a uno de los miembros de la pareja”. Estos mensajes acaban eliminando de la sexualidad humana su valor como medio transmisor de vida.
La educación sexual sin valores es una invitación a experimentar. Ante sus efectos negativos —aumento del número de embarazos en adolescentes y de las ETS— los libros de texto continúan recetando el mismo remedio que se ha demostrado insuficiente —utilización del preservativo— o conductas sexuales llamadas “sin riesgo”.
Un texto recomienda a los adolescentes: “Al hablar de relaciones sexuales no debe pensarse sólo en el coito. Hay otras formas de relación muy importantes y más adecuadas para el amor entre adolescentes. El petting consiste en intercambiar caricias, besos y abrazos que producen excitación sexual, pero sin llegar a realizar el coito. Es, por tanto, una manera de disfrutar de la sexualidad sin riesgo de que se produzca un embarazo”. Esta afirmación es en la práctica incompatible con la recomendación de no tener relaciones sexuales completas.
Además, el 67% de los manuales considera que la mayoría de los alumnos de catorce años son sexualmente activos (o lo debieran ser para considerarse un adolescente “normal”) en contra de los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la edad de inicio derelaciones sexuales. Olvidan, por tanto, que, de hecho, la mayoría de estos adolescentes no tiene actividad sexual. Se puede concluir que algunos contenidos presentes en los libros escolares fomentan la iniciación sexual precoz y favorecen la promiscuidad, dificultando seriamente que los alumnos adquieran una madurez afectiva suficiente antes de iniciar las relaciones sexuales.
Aceptar socialmente la homosexualidad
Por otra parte, el 42% de los textos analizados no realiza valoraciones sobre los estilos de vida más saludables, y el 58% contiene afirmaciones que “normalizan” conductas sexuales que no son mayoritarias en la sociedad. Según los datos del INE, sabemos que un 24,4% de los hombres y un 55,6% de las mujeres españolas entre 18 y 49 años refiere haber tenido relaciones sexuales con una única pareja en toda su vida; sólo el 17,1% de personas con relaciones sexuales en el último año ha tenido parejas ocasionales en este mismo periodo y que menos del 4% de los encuestados refiere haber tenido al menos un contacto de tipo homosexual en su vida, y el 1,1% de los varones declara tener relaciones exclusivamente homosexuales.
Sin embargo, con el propósito de fomentar la aceptación social de la homosexualidad un libro mantiene que “la orientación sexual fluctúa desde la homosexualidad exclusiva hasta la heterosexualidad exclusiva, e incluye diferentes formas de bisexualidad”, donde “los seres humanos no pueden elegir entre la homosexualidad o la heterosexualidad”. Estas afirmaciones no se fundamentan en ningún estudio científico, por lo que no debe presentarse como una verdad incuestionable en los libros escolares. De hecho, cada vez son más numerosos los testimonios de ex homosexuales que prueban lo contrario (www.peoplecanchange.com).
Se trasmite la idea de que es indiferente, para la salud, vivir la sexualidad de cualquier manera: “No hay un único modo de vivir la sexualidad, sino que esta depende de valores culturales, creencias religiosas, actitudes éticas y, en definitiva, de una elección personal”. Los manuales escolares, para cumplir su finalidad educativa, deberían dar una valoración objetiva de lo que es —según los estudios epidemiológicos— la mejor opción para vivir la sexualidad desde el punto de vista de la salud, de los adolescentes y de la sociedad. Por ejemplo, hay evidencias científicas que muestran cómo la estructura familiar influye fuertemente en la conducta sexual y otras conductas de riesgo de los jóvenes. Junto a la información precisa sobre los estilos de vida más saludables, para que puedan alcanzar este ideal de estructura familiar en su propia vida, la escuela debería generar actitudes y motivaciones que faciliten el autocontrol y la modificación de la conducta.
¿La reproducción asistida?: sencilla e inofensiva
Los resultados del análisis de contenidos también muestran la ausencia de una suficiente reflexión sobre las implicaciones éticas y sociales de la sexualidad humana. El aspecto más importante es la ausencia de valoraciones de las implicaciones médicas, éticas y sociales de las técnicas de reproducción asistida y del aborto.
No se informa de los riesgos médicos de la reproducción asistida tanto para la madre como para el hijo, ni se valoran las numerosas implicaciones éticas y sociales de estas técnicas. De las técnicas de reproducción asistida se dice que son “métodos sencillos y generalmente inofensivos” en las que “apenas hay impedimentos técnicos para que una pareja que desee un hijo lo consiga”. Esto contrasta claramente con la evidencia científica disponible, que indica, por ejemplo, el doble de malformaciones congénitas graves de niños concebidos por fecundación in vitro que en los embarazos naturales. Asimismo, el fracaso de las técnicas de reproducción asistida se acerca al 75%.
Es llamativa la imprecisión de los textos a la hora de explicar en qué momento empieza la vida y el embarazo. Sólo el 33% de los libros manifiesta que es en el proceso de la fecundación cuando comienza una nueva vida, mientras que el resto utiliza frases menos explícitas. Dicen, por ejemplo, que la fecundación “dará lugar a un nuevo ser tras sucesivas divisiones y transformaciones del zigoto” o que “a partir del cigoto, tras el desarrollo embrionario, se originará un nuevo individuo”.
De este modo queda en suspenso el estatus del embrión formado tras la fecundación, y se puede justificar la experimentación con células madre embrionarias, el uso de anticonceptivos con efectos post-fertilización o el aborto. Sin embargo, al margen de posturas ideológicas, el hecho biológico objetivo es que una vez completado el proceso de fecundación comienza una nueva vida, con su identidad genética exclusiva, necesitado únicamente de un medio adecuado para su desarrollo y crecimiento.
Qué dicen los adolescentes
El 58% de los manuales evita referencias directas al aborto, mientras que el 42% restante justifica el aborto en ciertas circunstancias: cuando se produce en la adolescencia, ya que “las grandes expectativas (educación, formación científica o aventuras deportivas) pueden truncarse y convertir a los implicados en seres frustrados”. Los manuales examinados no potencian conductas que lleven a evitar el embarazo en la adolescencia ni reflejan los problemas sociales y psicológicos de la adolescente que aborta. En ninguno de los manuales evaluados se plantea la responsabilidad que se podría exigir al padre biológico en el caso de producirse un embarazo tras una relación sexual, dejando a la mujer sola ante la toma de decisiones y la responsabilidad del embarazo.
Por último, es interesante destacar que la mayoría de los adolescentes manifiesta que la presión es la mayor razón para tener relaciones sexuales. El 80% dijo que se habían visto envueltos en ellas demasiado pronto y el 84% de las jóvenes señaló que querrían aprender a decir que no sin herir los sentimientos del otro. Los adolescentes manifiestan que no deberían ser sexualmente activos y que les gustaría que se les apoye y estimule a permanecer en la abstinencia. Por tanto, parece necesario que los manuales incidan en el desarrollo de habilidades sociales que permitan al adolescente resistir a la presión del grupo de pares o de los medios de comunicación, fomentar su autonomía y autoestima personal evitando las dependencias afectivas, mejorar su capacidad de negociar y explicar sus decisiones, encontrar modos adecuados de expresar sus afectos y sentimientos, dominar sus impulsos y valorar positivamente el esfuerzo por superarse.
Qué dicen los padres
La misma tendencia se ha registrado entre los padres: el 68% de los padres quiere que las escuelas promuevan entre los adolescentes la abstinencia y el 91% de los encuestados quiere que sus hijos reciban una educación sexual en la que las relaciones sexuales se vinculen con el amor y el compromiso que se encuentran en el matrimonio.
El análisis de contenidos realizado pone de manifiesto que el sentir de un sector importante de los padres y los alumnos no se ven reflejados en los contenidos de los libros escolares más frecuentemente utilizados en España. Sin embargo, en el 50% de los libros de texto se ha detectado una falta de sensibilidad y tolerancia hacia los valores familiares, por ejemplo cuando se recomienda informarse sobre las ETS a través de la prensa y la televisión pero no se recomienda acudir a los padres, o cuando se envía a los adolescentes el mensaje de que “los padres, los profesores, los médicos y, aún mejor, el personal especializado, pueden ayudarnos a entender sobre el tema”.
Los centros educativos no pueden permanecer ajenos a la misión fundamental de educar la afectividad y la sexualidad, pero deben realizarla en cooperación con la familia, primer ámbito educativo, al que corresponde la responsabilidad máxima sobre su orientación y contenido. Es esencial que la acción educativa de la familia y la escuela vayan al unísono y no por caminos contrapuestos, que tendrían consecuencias negativas para el alumno o la alumna. Una investigación realizada en más de 90.000 adolescentes indica que las relaciones estrechas entre familia y colegio, junto al compromiso de abstinencia, son factores protectores significativos contra actividades destructivas, tanto sexuales como de otros tipos.
Después del análisis realizado se puede concluir que los manuales escolares actualmente presentes en el mercado y mayoritariamente usados en las aulas carecen del rigor científico necesario en cuestiones importantes para la salud de los jóvenes, por lo que no constituyen un referente suficiente ni un recurso adecuado para que el profesorado desarrolle la educación de la afectividad y la sexualidad con sus alumnos de 3º de ESO en el aula.
Los resultados de este estudio ponen de manifiesto la necesidad de integrar la educación sexual con la educación de la afectividad. Si se desea promover estilos de vida saludables, será necesario que los libros de texto den referencias claras sobre las diversas formas de manifestar la sexualidad presentes en la sociedad. Estas referencias y valoraciones se deberán fundamentar en la evidencia científica que nos muestra los modos más saludables de vivir la sexualidad para la persona y la sociedad, independientemente del debido respeto por las personas que lleven estilos de vida menos saludables.
Parece especialmente necesario desarrollar contenidos que permitan al alumno adquirir habilidades sociales que le ayuden a tomar decisiones libres encaminadas a retrasar al máximo el inicio de las relaciones sexuales. La ausencia de mensajes favorables a la abstinencia y la fidelidad a la pareja hacen que los alumnos ni siquiera contemplen otras alternativas saludables de expresar sus afectos y sentimientos en esta etapa de la vida.
El presente trabajo invita a una serena reflexión de las diferentes partes implicadas en el proceso educativo: padres y profesores, autores y editores de libros de texto, autoridades educativas y sanitarias. El claro contraste entre la evidencia científica y los mensajes mayoritariamente presentes en los manuales escolares es preocupante desde el punto de vista de la necesaria veracidad en toda educación. Parece difícil plantear una auténtica libertad de elección sin antes asegurar que los jóvenes reciban una información más completa sobre la sexualidad.

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