II Congreso de Maestros, organizado por la Fundación Educatio Servanda
Padres y profesores: o reman juntos, o se hunde el bote
Cuando los padres no cumplen su labor y los profesores olvidan su papel de maestros, se dañan las relaciones familia-escuela y los niños sufren las consecuencias, a veces de un modo realmente doloroso. Ésa es la advertencia de padres y docentes, lanzada desde el II Congreso de Maestros, que la Fundación Educatio Servanda realizó en Madrid, el pasado sábado. La realidad muestra, con mil y un ejemplos, la verdad de estas palabras
Es uno de esos debates que saltan a la palestra no por una machacona
insistencia de los medios, sino porque la realidad se impone día tras día con nuevos datos. Nos referimos a la situación que se vive en muchos centros escolares, y que tiene parte de su origen en las tensas relaciones familia-escuela. Apenas iniciado el curso 2009-2010, los medios ya se hacían eco de la agresión de un padre a la directora y al jefe de estudios del colegio de su hijo, porque habían regañado al alumno. Como el asunto terminó en los tribunales, a inicios de esta misma semana el padre encontró un buen momento para reproducir su ataque, verbalmente, a las puertas del juzgado. ¿Ejemplo extremo? Quizá, pero no es un caso único: el sindicato de profesores ANPE ha detectado un incremento en las llamadas al teléfono del Defensor del Docente, referidas a agresiones verbales, acoso, intimidación y violencia física que padecen algunos maestros. De hecho, casi el 25% de las llamadas que recibió este servicio eran relativas a la problemática actitud de algunos padres, que cerraban filas con su hijo, desautorizaban al profesor y llegaban a agredirlo incluso físicamente.
Pero cuidado, en este debate son también muchos los padres que lamentan la falta de comunicación que mantienen algunos profesores, sus derivas ideológicas, el corporativismo que se palpa en según qué centros o la nula implicación de los profesores en la formación integral del alumnado. Con una situación tan deteriorada, en la que no falta el tradicional traspaso de culpas, no podía ser más oportuno el lema del II Congreso de Maestros, organizado por la Fundación Educatio Servanda y celebrado el pasado sábado en la sede de la Universidad CEU San Pablo, en Madrid: Padres y maestros: restablecer la confianza.
Triple ruptura
Don Juan Carlos Corvera, Presidente de Educatio Servanda –fundación que se dedica a la promoción de la educación, mediante la transmisión del humanismo cristiano desde la escuela, la familia y el tiempo libre-, asegura que «la relación familia-colegio ha sufrido una triple ruptura: se ha perdido la comunicación, el conocimiento mutuo y la confianza. Y, si no se recupera ésta, los alumnos estarán siempre en medio de un cruce de acusaciones, que les da una sensación de impunidad y desatención. Los profesores se quejan de que los niños vienen sin educar de casa -y es verdad-, y los padres, de que en muchos colegios no les enseñan a comportarse -y también es verdad-. Si nos quedamos en las culpas, no arreglamos nada».
Por eso, Corvera defiende que la solución pasa por que cada uno asuma sus propias responsabilidades. «Llevamos desde los años 80 influidos por corrientes pedagógicas muy ideologizadas, que han confundido a los padres y a los profesores. En casa piensan que deben ser colegas de sus hijos y que la formación deben darla en el colegio. Y muchos profesores se han burocratizado, o se han visto desposeídos de su autoridad y se han desmotivado. Además de un montón de ellos que han preferido impartir principios ideológicos en lugar de valores», dice Corvera. La única salida a este atolladero estriba «en que los profesores sean maestros, verdaderos espejos en que los alumnos se puedan mirar; que no cuelguen la gorra de profesor cuando termine su horario. Y los padres tenemos que volver a ser padres, con lo que eso implica: ocuparnos de la disciplina y educar, desde el amor, en el respeto a la autoridad. Los chavales no pueden ir silvestres al colegio, porque la escuela está para reforzar valores, no para crearlos. Los profesores tienen que ayudar, pero la responsabilidad de educar a nuestros hijos es de nosotros, los padres».
¿Su familia es tipo A, B o C?
Hablar de las relaciones entre familia y colegio desde las páginas de un semanario no es, se lo garantizamos, tan difícil como vivirlas día a día en un centro escolar. Don Juan Antonio Perteguer, director del colegio Monte Tabor, en Madrid, y Patrono de Educatio Servanda, conoce bien lo que se vive en los colegios, y por eso es capaz de trazar un perfil de las principales dificultades entre padres y profesores. Y da tres modelos: el tipo A, «que surge cuando el niño presenta dificultades nuevas en el aula, y el profesor lo detecta. En el 90% de los casos, los problemas nacen de complicaciones familiares. El tutor llama a la familia y se producen dos escenarios. Uno, en el que la familia se pone a la defensiva, desautoriza al profesor delante del niño y critica al colegio. En ese caso, los chavales no suelen solucionar sus problemas. El otro, en el que la familia colabora y pide ayuda para su hijo. El éxito para el chaval está, casi siempre, garantizado con esa actitud», explica Perteguer.
El segundo perfil, el tipo B, se produce al revés: «Los padres detectan problemas en su hijo, bien por las notas, bien por los compañeros o los profesores, bien por mal comportamiento del alumno, y piden una entrevista con el tutor o el profesor de turno. Esto significa que se preocupan por su hijo y, normalmente, termina bien. Pero también se dan muchos casos en que los padres justifican a sus hijos, se enfrentan a los profesores, los tildan de duros, de tener manía al crío, ¡y delante del alumno!» Un caso como el que el profesor don Santiago Sabugal relató en el Congreso: «Una madre llegó a la dirección del centro para protestar por una sanción a su hijo. Delante del alumno, dijo: Yo estoy de parte del centro, ¡pero lo que habéis hecho con mi hijo es una injusticia! La sanción, claro, estaba más que justificada».