Cuando consigas arreglar al hombre, habrás arreglado al mundo

Remedios Falaguera
Periodista

“El ejercicio de las virtudes humanas es el único camino que nos llevará a la felicidad… Hay que promover el amor en la educación”. Dalai Lama

Desde que Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, anunció su intención de tramitar una Ley de Autoridad del Profesor para reforzar la condición de autoridad pública a los profesores, el debate sobre si es ésta la solución para evitar los gravísimos sucesos acaecidos en nuestras escuelas en estos últimos años, hace correr ríos de tinta y debates en programas de televisión.

Yo misma he empezado varios artículos reflexionando sobre temas como “qué entendemos por educación”, “qué tipo de hombre estamos formando”, “qué papel juega la autoridad, el respeto y el prestigio de los padres y profesores en la educación de nuestros hijos”.

Esta mañana, en uno de esos ratos de silencio, tan necesarios para mi salud mental y espiritual, he recordado un cuento que leí hace unos años, y que nos plantea, de forma sencilla y clara, la solución a todo este despropósito.

Dice así:

Un científico que vivía preocupado por los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para disminuirlos. Pasaba días enteros en su laboratorio, buscando respuestas para sus dudas. Cierto día, su pequeño hijo de tan solo 7 años invadió su lugar de trabajo con la intención de ayudarlo a trabajar. “Si lo ayudo a encontrar lo que tanto busca, podrá entonces estar mas tiempo conmigo” pensaba el pequeño.

El científico, nervioso por la interrupción que lo desconcentraba, intentó hacer que el niño vaya a jugar a otro sitio. Pero esto resultaría imposible ya que el niño estaba dispuesto a hacer lo necesario para que su padre le dedicara más tiempo. Al ver que sería imposible sacarlo de allí, entonces procuró distraer al menos su atención.

Agarró una revista que estaba por allí (seguramente se trató de una National Geographic o alguna por el estilo, no creo que hubiese una revista como la Caras o la Gente en este lugar), arrancó una hoja en la cual se mostraba una hermosa foto satelital del mundo, cortó la foto en pedazos con unas tijeras, y se lo entregó al niño con un rollo de cinta adhesiva diciéndole: ¿Te gustan los rompecabezas? Voy a darte el mundo para que lo arregles. Aquí lo tienes, todo roto y hecho pedazos. Fijate si puedes arreglarlo.

Calculó que al niño le llevaría días recomponer el mapa dado a que nunca había visto uno y no sabía cual era la imagen final a la cual debía llegar. Esto le daría tiempo para concentrarse en su trabajo, y seguramente hasta podría hacer que el niño abandonara el intento y volviese a su cuarto a jugar con cosas más acordes a su edad.

Pero el que hereda no roba, y el niño había heredado la creatividad y el sentido práctico que caracterizaban a su padre. Una hora después, se escucho en el silencioso laboratorio una pequeñita voz que decía: “Papa, papa, ya lo terminé!!!”.

Al principio el científico no le creyó a su hijo, ya que era imposible que un niño de su edad en una hora hubiese terminado de armar un mapa que jamás había visto. Pero el niño insistía por lo que el hombre que hasta ese momento se encontraba absorto en sus pensamientos, levantó los ojos de sus anotaciones pensando como podría corregir al niño de su suposición errónea sin herirlo. Para su sorpresa, el mapa estaba completo y perfectamente armado. Todas las piezas estaban en el sitio indicado.

“Tu no sabías como es el mundo, hijo. ¿Como conseguiste armarlo?” Pregunto el padre.

A lo que el niño respondió: “Yo no sabía como es el mundo. Y por un rato intenté armarlo sin lograr avanzar nada. Pero cuando arrancaste la hoja de la revista, vi que del otro lado había la figura de un hombre. Luego de intentar arreglar el mundo y no poder, se me ocurrió que podía dar vuelta los recortes e intentar arreglar al hombre que yo si sabía como era. Al terminar de arreglar la figura del hombre, voltee la hoja y vi que simultáneamente también había arreglado el mundo.

Moraleja: Cuando consigas arreglar al hombre, habrás arreglado al mundo.

Y para ello, nada mejor que seguir los consejos de Benedicto XVI: “Los valores más grandes del pasado no pueden ser simplemente heredados; debemos hacerlos propios y renovarlos a través de una decisión personal, que a menudo es costosa (…) Ahora bien, cuando se tambalean los cimientos y faltan las certezas esenciales, la necesidad de esos valores se siente de manera urgente: en concreto, aumenta hoy la exigencia de una educación que sea realmente tal.

La piden los padres, preocupados y con frecuencia angustiados por el futuro de sus hijos; la piden tantos maestros, que viven la triste experiencia de la degradación de sus escuelas; la pide la sociedad en su conjunto, que ve cómo se ponen en duda las mismas bases de la convivencia; la piden en su intimidad los mismos muchachos y jóvenes, que no quieren quedar abandonados ante los desafíos de la vida”.

Educar no es nada fácil, todos lo sabemos.

Por ello, hablar de desarrollar en los niños y jóvenes aquellas virtudes humanas y sobrenaturales que son base y fundamento de la convivencia humana, es algo que vale la pena intentarlo.

Y para ello, “no hay más que un camino para el progreso en la educación, como en todas las cosas humanas, y es el de la ciencia guiada por el amor», como solía decir el filósofo y escritor británico Bertrand Russell.

La profunda tarea de educar

martes, 22 de septiembre de 2009
Pablo Cabellos Llorente


Las Provincias

Tomo el título de un magnífico libro, cuyo autor —Víctor García Hoz— fue pionero de los estudios universitarios de pedagogía en España. Lo hago porque esa frase responde a una realidad capital, que venimos echando de menos progresivamente.

A partir del famoso mayo francés —«prohibido prohibir»—, no hemos marchado a mejor. Basta oír noticias: desde el reclamo a un necesario pacto escolar al botellón de Pozuelo, Almudi.org - Pablo Cabellos Llorentepasando por la propuesta de convertir a los profesores en autoridades públicas a fin de que puedan desempeñar su noble tarea en un clima algo más noble.

No es fácil: también hemos leído que los padres de los chicos detenidos en Pozuelo han solicitado al juez que les retire la prohibición de salir los fines de semana, que un padre ha maltratado a la directora del centro educativo de su hijo, etc., etc.

El prohibido prohibir nos ha llevado a un desbordamiento que no sólo afecta a los actuales alumnos, sino también a sus padres. Y si vamos un poco más lejos, tal vez a toda la sociedad y, por supuesto, a las autoridades educativas. Pero nadie se atreve a decir que mucho de lo que sucede los viernes y sábados noche no es normal, que la indisciplina en las aulas, tampoco.

Asimismo, tampoco lo son, por ejemplo, el ejercicio libre del sexo ni el lamentable fracaso escolar, por aludir a dos temas aparentemente distantes. Aparentemente, porque en realidad no son tan distantes. Como tampoco están lejanas algunas leyes o costumbres que avasallan la naturaleza de personas y cosas sin que apenas nadie se asombre.

La libertad se ha concebido como la pura capacidad de elegir —’choice’— sin distinguir si lo escogido está sintonizado con la verdad y el bien, si daña o no a sí mismo y a los demás. No definía así la educación el profesor García Hoz, sino como el perfeccionamiento intencional de las facultades específicamente humanas y, por medio de ellas, de todas las demás.

Con ese panorama, la tarea profunda de educar es aún más apasionante, pero padres, educadores y autoridades han de saber qué quieren y a qué abismo se encaminan si esa labor formativa no existe o incluso es negativa.

Ahora bien, se percibe al menos una preocupación ambiental por el tema, aunque suceda a costa de que arda París (hace pocos años), se peleen brutalmente en Pozuelo, se llenen de porquería —humana y despojo de la fiesta— nuestros parques, la escuela sea un campo de Agramante, se maltrate a las mujeres o se dé muerte a los fetos, asuntos igualmente relacionados con la cuestión educativa.

Algo se percibe para que tuviera éxito un breve ensayo superficial, que publicó Edgar Morin: ‘Los siete saberes necesarios para la educación del futuro’. Plantea los problemas de modo incompleto, a lo que necesariamente sigue una incompleta y vaga solución. Pero, aun sin convencer, puede resultar sintomático de que andamos indagando para que cada uno sea el que debe ser.

Cierto que precisamos un pacto escolar, pero no tanto para la exploración común de ciertos aspectos técnicos, cuanto para buscar al hombre íntegro, al menos en dos sentidos: uno sería el de honesto, honrado; y otro, el de ofrecerle una educación íntegra como fruto de conocer la verdad sobre el hombre, y así buscar su realización en cada persona.

Con respecto a los padres, afirmó Juan Pablo II que «la paternidad y la maternidad representan un cometido de naturaleza no simplemente física, sino espiritual; en efecto, por ellas pasa la genealogía de la persona, que tiene su inicio eterno en Dios y que debe conducir a Él». Ahí está el quid: somos criaturas de Dios, hechas a su imagen y semejanza, es decir, capaces de verdad y amor.

Sin pensar en teocracia alguna, se puede afirmar que una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de Derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana, como se lee en la encíclica ‘Centesimus annus. Ahí veo la base para la profunda tarea de educar, la que conduce a la felicidad verdadera.

530 kilómetros en honor a Virgen de Torreciudad

Más de mil deportistas recorrerán 530 kilómetros en honor a Virgen de Torreciudad

MADRID, 21 Sep. 09 / 10:56 pm (ACI)

Más de mil deportistas de diversas edades recorrerán 530 kilómetros en la 14º Carrera de relevos Tajamar (Madrid) – Torreciudad, en la que llevarán ofrendas a la Virgen de los Deportistas del Santuario de Torreciudad, en la 9º Jornada Mariana de Deportistas.

Los atletas arribarán a la explanada del mencionado santuario el 26 de septiembre a las 11:00 a.m.; y participarán de la Procesión del Rosario con las imágenes de Tajamar y la Virgen de los Deportistas.

A partir del mediodía, los atletas ofrecerán sus testimonios y darán sus ofrendas a la advocación mariana para luego participar de una Eucaristía que se celebrará a la 1:15 p.m. (hora local).

Más información: jaarregui@torreciudad.org y www.torreciudad.org