El Papa Juan Pablo II sobre Medjugorje

Lo que dice el Santo Padre

El 22 de Marzo de 1995, Vicka acompaño a 350 soldados croatas heridos e inválidos a Roma, donde el Papa les concedió una audiencia privada. Ella fue la intérprete (del italiano al croata) y el Papa inme-diatamente la reconoció «¿No eres tú Vicka de Medjugorje?», le preguntó. Vicka le regaló entonces un rosario diciendo: «Creo que usted ya ha de tener muchos rosarios, pero este es uno muy especial porque fue bendecido por la Gospa durante una aparición». El Papa le dijo:»Reza tú a la Madona por mi y yo rezaré por ti». El oró sobre ella un largo rato y la bendijo.

En Junio de 1986, en respuesta a un grupo de doce obispos italianos que buscaban consejo pastoral sobre la gente que va de peregrinación a Medjugorje: «Dejen que la gente vaya a Medjugorje. Allá se convierten, oran, se confiesan, hacen penitencias y ayunan».

El 2 de Abril de 1986, según el P. Ivan Dugandzie, OFM, durante una reunión con el Santo Padre. El Santo Padre le dijo que él sigue continuamente los eventos. «Puede usted decir a todos que cada día rezo por una conclusión favorable de estos eventos».

Del Obispo Michael D. Pfeifer, OMI, Obispo de San Angelo, Texas, National Catholic Register, Abril 15 de 1990. «Durante mi visita ad limina a Roma con los obispo de Texas en Abril de 1988, pregunté a nuestro Santo Padre su opinión sobre Medjugorje durante la conversación privada que sostuve con él. El habló muy favorablemente de los sucesos allá, destacando el bien que había hecho a la gente. Durante la comida que los obispos tejanos tuvieron con el Santo Padre más tarde, Medjugorje salió nuevamente a relucir. De nuevo, Su Santidad habló de como ha cambiado las vidas de las personas que lo visitan y dijo que hasta ahora, los mensajes no son contrarios al evangelio».

El 1º de Agosto de 1989, una alocución del Papa a un grupo de médicos Italianos dedicados a defen-der la vida de los no nacidos y hacer estudios médicos y científicos sobre la aparición, según reporta el obispo Paul Hnilica, SJ, Obispo auxiliar de Roma: «El mundo de hoy ha perdido el sentido de lo sobre natural. Pero muchos andan en busca de ello – y lo encuentran en Medjugorje, a través de la oración, la penitencia y el ayuno».

«¡Medjugorje es un gran centro de espiritualidad!» – Comentó el Santo Padre, durante una conversa-ción en Febrero de 1990, según reporta el Obispo Murilo Krieger, Obispo Auxiliar de Florianápolis, Brazil, plática que tuvo lugar antes de que éste emprendiera su cuarta peregrinación a Medjugorje. El Santo Padre asintió a la petición del Obispo Krieger y le dio la bendición papal a los videntes (National Catholic Register, Abril 29 de 1990).

«¡Si no fuera yo el Papa, ya estaría en Medjugorje!»- Según reportó el 21 de Abril de 1989 el Obispo Paul Hnilica, SJ, Obispo Auxiliar de Roma, luego de haber sido reprendido por el Papa por no haberse detenido en Medjugorje, en su viaje de regreso a Roma luego de una reunión en Moscú por encargo del Papa.
El Santo Padre da crédito a nuestra Santísima Madre por interceder por su vida, luego de haber reci-bido los disparos durante el atentado.

Que Dios los bendiga.
Annemarie Yeseta.

La sexualidad no fue nunca un tema tabú en la Iglesia

Pedro Beteta
Doctor en Bioquímica y en Teología

Al hombre le atrae Dios, y por Él, también le interesa el hombre mismo. Es una atracción connatural. Su origen está en el designio del Creador que, en la pareja inicial –hombre y mujer–, ha querido dejar su impronta de unidad eterna trinitaria.

Se ha acusado a veces a la Iglesia de que consideraba el sexo como un tema “tabú”. Pero la verdad es muy diferente. A lo largo de la historia, en contraste con las tendencias maniqueas para las cuales el espíritu poseía bondad y la carne maldad, el pensamiento cristiano desarrolló siempre una visión armónica y positiva del ser humano, reconociendo el papel significativo y precioso que la masculinidad y la femineidad desempeñan en la vida del hombre.

A la Iglesia, en realidad, nunca le dio grima la sexualidad. El fundamento de la familia es el amor entre un hombre y una mujer: amor intenso como entrega recíproca y profunda, manifestada también en la unión sexual conyugal. Pero, ¿por dónde hay que encauzar las conversaciones para dar una razón antropológica que sea incontestable cuando, con tanta frivolidad, se habla de amor libre, de la contracepción, de la homosexualidad, etc.? La sexualidad pertenece al designio originario del Creador, y la Iglesia no puede menos de sentir gran estima por ella. Al mismo tiempo, tampoco puede dejar de pedir a cada uno que la respete en su naturaleza profunda.

Como dimensión inscrita en la totalidad de la persona, la sexualidad constituye un “lenguaje” al servicio del amor y, por consiguiente, no se la puede vivir como pura actividad instintiva. El hombre, como ser inteligente y libre, debe gobernarla. Esta verdad, perceptible también a la luz de la razón, hace moralmente inaceptables el llamado “amor libre”, la homosexualidad y la anticoncepción, etc., ya que son comportamientos que falsean el significado profundo de la sexualidad e impiden que ésta se ponga al servicio de la persona, de la comunión y de la vida.

El amor no es una inclinación instintiva sin más; es sobre todo, una decisión consciente de la voluntad de ir hacia los otros. Para poder amar en verdad, conviene desprenderse de todas las cosas y, sobre todo, de uno mismo, dar gratuitamente, amar hasta el fin. Esta desposesión de sí mismo es fuente de equilibrio, de armonía. Es el secreto de la felicidad. Con todo, a nadie se le oculta cómo se ha trivializado hoy el amor. Se ve como “normal” lo que no es más que frecuente. No es normal la epidemia aunque la padezcan muchos. La epidemia actual de vivir “como matrimonio” hombre y mujer que estando bautizadas no responden a un compromiso de fidelidad total tanto a la otra persona como en el tiempo crea un tremendo desconcierto.

¿Acaso han cambiado las cosas? ¿Es que ahora se puede? Cierto que es frecuente pero no eso no da carta de normalidad No. Lo que sucede es que el hombre ha perdido calidad humana al no ejercitar las virtudes humanas y esa falta de dominio que resulta determinante para la integración de la sexualidad en la vida hace que sea difícil hablar de sexualidad en la época actual, caracterizada por un enloquecimiento que no deja de tener su explicación, pero que se ve, desgraciadamente, favorecido por una verdadera explotación del instinto sexual.

Los medios de comunicación: Internet televisión, radio, músicas y sus letras, etc., han banalizado el lenguaje más fuerte con el que pueden comunicarse las personas: la unión de los cuerpos. Éste ha sido siempre el idioma que posee los más fuertes gestos con que dos seres pueden comunicarse entre sí. Afecta de tal manera al misterio sagrado del hombre y de la mujer atentan a la dignidad humana en su médula cuando se realizan tales gestos sin que queden bien aseguradas las condiciones de una posesión total y definitiva de la pareja, sin que la decisión sea tomada públicamente mediante el matrimonio (1).

La degradación moral lleva a graves injusticias de las que somos testigos. La televisión mostraba como detenían en USA a un anciano sacerdote que caminaba silenciosamente con una cruz, rezando, mientras se cruzaba una muchedumbre alborotadora e insultante de gays. La sodomía es una aberración antinatural. Las manifestaciones callejeras de homosexuales y la constante aparición esas personas no darán jamás patente de corso a lo que no es normal. Asociaciones científicas de Estados Unidos y de otras partes del mundo siguen insistiendo en que no hay uno o varios genes causantes de la homosexualidad. Son muchos los factores que explican que ahora sea más frecuente que antes, pero entre todos el principal es el pecado de impureza facilitado por la inmadurez, los traumas del destrozo familiar, el egoísmo de la soledad, la falta de trato de los padres con sus hijos y la respuesta a esto de una actitud posesiva por parte de la madre, etc.

¿Es admisible moralmente la homosexualidad? La Iglesia siempre respeta y ama a la persona pero no pacta con el pecado. Lo que no es moralmente admisible es la aprobación jurídica de la práctica homosexual. Ser comprensivos con respecto a quien peca, a quien no es capaz de liberarse de esa tendencia, no equivale a disminuir las exigencias de la norma moral. Cristo, perdonó a la mujer adúltera, salvándola de la lapidación, pero, al mismo tiempo, le dijo: “Ve y de ahora en adelante no peques más” (2).

Ciertamente “todo lo que es posible… ¡ocurre!”. Se pretende dar cabida a la existencia de “matrimonios” entre personas del mismo sexo, etc…? ¡No se puede hacer lo que de suyo es imposible! Hay que volver a insistir en que el matrimonio no es una unión cualquiera entre personas humanas, susceptible de configurarse según una pluralidad de modelos culturales. El hombre y la mujer encuentran en sí mismos la inclinación natural a unirse conyugalmente. Pero el matrimonio, como precisa muy bien santo Tomás de Aquino, es natural no por ser causado necesariamente por los principios naturales, sino por ser una realidad a la que inclina la naturaleza, pero que se realiza mediante el libre arbitrio. Por tanto, es sumamente tergiversadora toda contraposición entre naturaleza y libertad, entre naturaleza y cultura.

La consideración natural del matrimonio nos permite ver que los esposos se unen precisamente en cuanto personas entre las que existe la diversidad sexual, con toda la riqueza, también espiritual, que posee esta diversidad a nivel humano. Los esposos se unen en cuanto persona-hombre y en cuanto persona-mujer. La referencia a la dimensión natural de su masculinidad y feminidad es decisiva para comprender la esencia del matrimonio. El vínculo personal del matrimonio se establece precisamente en el nivel natural de la modalidad masculina o femenina del ser persona humana (3).

Pedro Beteta López
Doctor en Teología y Bioquímica

Notas al pie:

1. CFR. JUAN PABLO II, MENSAJE A LOS JÓVENES, PARÍS (FRANCIA), 1-VI-1980
2. CFR. JUAN PABLO II, ANGELUS, 20-II-1994
3. CFR. JUAN PABLO II, DISCURSO LA ROTA ROMANA EN LA APERTURA DEL AÑO JUDICIAL, 1-II-2001

En defensa de la Educación

Profesionales por la Ética denuncia que EpC «promueve contenidos de sexo explícito en niños de Primaria»

Redacción – 13/07/2009

A raíz de la repartición a niños de diez años del polémico cómic de El Quijote con escenas de sexo explícito, el secretario general de Profesionales por la Ética (PPE), Fabián Fernández de Alarcón, alertó que este tipo de contenidos podrían difundirse el próximo año a través de Educación para la Ciudadanía (EpC), ya que dirigentes socialistas «han asegurado que la educación sexual» es parte de esta materia.

Fernández de Alarcón criticó a la Consejería de Educación por no darle importancia al tema. El portavoz de PPE recordó que la educación sexual es «un tema que muchos padres prefieren explicar a sus hijos de diez años cuando lo consideren oportuno y no cuando lo decida el Gobierno de Castilla-La Mancha».

Alertó que este tipo de contenidos pueden ser difundidos el próximo año en 5º de Primaria a través de EpC, porque tal como afirman los promotores socialistas, esta materia incluye «la educación afectivo-emocional, los sentimientos y emociones, las relaciones interpersonales, es decir cuestiones que entran de lleno en la intimidad de los alumnos y vulneran los derechos de los padres».

«Hay que recordar que diversos dirigentes socialistas (como José Blanco, en su etapa de secretario general del PSOE), han asegurado que la educación sexual forma parte de EpC. No olvidemos, además, que según el preámbulo de la LOE, la nueva asignatura de EpC ha de desarrollarse como parte de la educación en valores con carácter transversal a todas las actividades escolares», señaló.

El sacerdocio, un don para servir

lunes, 13 de julio de 2009
Ramiro Pellitero


AnalisisDigital.com

La carta de Benedicto XVI para el Año sacerdotal se ofrece directamente a los sacerdotes; indirectamente, a toda la comunidad cristiana, para que apoye la renovación interior que la Iglesia y el mundo necesitan actualmente de los sacerdotes.

El autor ha comenzado a explicarla y desarrollarla, como suele hacer con sus textos más Almudi.org - Ramiro Pelliteroimportantes. Así lo hizo en las dos audiencias generales del 24 de junio y del 1 de julio. El sacerdocio se presenta como un “don” inmenso que pide humildad, caridad universal y servicio infatigable y generoso.

A la vez, es también una “herida”, de una parte por los sufrimientos de muchos sacerdotes, de otra parte en cuanto que la Iglesia sufre por la infidelidad de algunos de sus ministros, infidelidad que no debe dejar en la sombra “el reconocimiento gozoso de la grandeza del don de Dios”. La carta expone la identidad del sacerdote y su misión; también su espiritualidad y la colaboración con los fieles laicos.

¿Cuál es la identidad del sacerdote? El sacerdote, por su ordenación, es instrumento y representante de Cristo, y, como tal, responsable y servidor del pueblo cristiano. “El sacerdote –resumía el Santo cura de Arsno es sacerdote para sí mismo sino para vosotros”.

El 24 de junio el Papa explicó que no deben oponerse dos modos de comprender al sacerdote: de un lado sólo desde su función de “servicio”, particularmente en el anuncio de la fe y la predicación de la Palabra; de otro lado, sólo desde su configuración sacramental con Cristo, subrayando en este caso el sacrificio de la Cruz y la Eucaristía.

Y no deben oponerse porque “el anuncio comporta siempre también el sacrificio de sí, condición para que el anuncio sea auténtico y eficaz”. Cabría también decir: ser sacerdote se opone tanto a una visión meramente “espiritualista” o “individualista” donde sólo importara su relación con Cristo, como a una visión meramente “funcionalista”, que sólo se fijara en su papel respecto a la comunidad.

Con palabras del Papa: “Precisamente porque pertenece a Cristo, el sacerdote está radicalmente al servicio de los hombres: es ministro de su salvación, de su felicidad, de su auténtica liberación…”.

De ahí se deduce lo que suele llamarse la espiritualidad del sacerdote, es decir: su modo propio de buscar la santidad, de lo que también depende –en cuanto a sus frutos– su propia misión. Lo importante es la comparación con Cristo: así como en Jesús su Persona y su Misión van inseparablemente unidas –toda su obra salvífica es expresión de su relación filial y amorosa con Dios Padre–, el sacerdote debe aspirar a identificarse con el don que ha recibido, ejercer su ministerio en unión con Cristo.

Aquí está por tanto el fundamento de la vida espiritual del sacerdote, como tarea que él mismo debe imponerse, para lo que podríamos llamar –no es terminología de la carta– su servicio “cristocéntrico”. El sacerdocio es un don para servir como Cristo, por Él, con Él y en Él.

Por eso el sacerdote debe buscar ante todo su propia comunión con Cristo y la de los demás fieles, porque de ahí –señalaba Benedicto XVI el 1 de julio– “brotan todos los demás elementos de la vida de la Iglesia, en primer lugar la comunión entre todos los fieles, el empeño de anunciar y dar testimonio del Evangelio, el ardor de la caridad hacia todos, especialmente hacia los pobres y los pequeños”.

E insistía en la superación de falsas dicotomías entre anuncio misionero y culto, identidad ontológica y misión evangelizadora. En último término, la misión del sacerdote se dirige a que toda la humanidad se convierta en culto a Dios y en caridad hacia el prójimo. Y aludía a unas palabras de San Juan Crisóstomo que relacionan el sacramento del altar y el “sacramento del hermano” necesitado o del pobre, como dos aspectos del mismo misterio.

En suma, la identidad del sacerdote le viene por la gracia de su ordenación y se acrecienta con su esfuerzo por unirse cada día a Cristo. En la ordenación, queda “consagrado” para su misión de hacer presente a Cristo. “Precisamente siendo todo del Señor, es todo de los hombres, para los hombres”.

Para hacerse consciente de ese vínculo entre consagración y misión, su primera tarea cada día debe ser la oración, que es también el alma de la auténtica “pastoral vocacional”, junto con la dirección espiritual y la confesión. Y así es, porque conceder la primacía a la gracia divina es el antídoto contra las incertidumbres, los cansancios y las visiones temporalistas del sacerdocio.

En la carta, el ejercicio del ministerio sacerdotal se explica según los tres “oficios” de Cristo: ministerio litúrgico o de los sacramentos, ministerio de la Palabra, y ministerio de servicio a la comunidad. En el centro del primero se sitúa la Eucaristía (la Misa). Ahí el sacerdote ofrece su propia vida como sacrificio en unión con la de Cristo, al mismo tiempo que asume las ofrendas –que representan la vida entera– de los fieles.

En función de la Eucaristía está el sacramento de la Penitencia, donde el sacerdote representa a Cristo y a la Iglesia, como pastor que sabe atender personalmente a quien recurre a él: le anima y le consuela, le advierte o le fortalece, le hace participar del amor misericordioso de Dios, que perdona. Para desempeñar tan alto ministerio en los sacramentos, el sacerdote mismo debe configurar su vida en torno a la oración y al sacrificio (penitencia personal).

En cuanto al ministerio de la Palabra (la predicación), este ministerio –subraya Benedicto XVI– pide del sacerdote el conocimiento de la Escritura, su meditación para hacerla vida propia. Finalmente, el servicio que presta a la comunidad cristiana, exige también determinadas virtudes, como la humildad, la caridad, la generosidad –ya señaladas–, la pobreza, la castidad y la obediencia al Obispo; todas ellas en el modo que conviene a la condición de presbítero.

Por lo que se refiere a la relación con los fieles laicos, se habla de “colaboración” con ellos en el “único pueblo sacerdotal” (la Iglesia). En efecto, el sacerdote no es ni el “jefe” de la comunidad de los fieles, ni simplemente un ayudante para las cosas del espíritu, ni un gestor social. Es una relación, la del sacerdote con los fieles, presidida por la caridad.

El sacerdote ha de presentarse ante los fieles con un punto de “gravedad” afable. El pueblo cristiano consciente ha sabido siempre tratar al sacerdote con respeto y cariño, porque, sea quien sea, ve en él a Cristo. Sacerdotes y laicos trabajan en colaboración orgánica, forman una unidad fraterna y corresponsable.

Estos mismos principios rigen la relación del sacerdote con los movimientos eclesiales, surgidos de los múltiples dones y carismas que pueden recibir tanto los fieles como los ministros ordenados. Además, como el sacerdocio no es una realidad individual sino que se ejerce en comunión, surge la conveniencia de “formas concretas de fraternidad sacerdotal efectiva y afectiva”.

Aquí cabe pensar, por ejemplo, en las asociaciones sacerdotales que refuerzan la unidad con el Obispo, la fraternidad y la formación permanente de los sacerdotes.

Ramiro Pellitero, Instituto Superior de Ciencias Religiosas, Universidad de Navarra

El Vaticano zanja la polémica

DOCTRINA DE LA FE EMITE UN COMUNICADO ANTE LA AVALANCHA DE PROTESTAS


El Vaticano zanja la polémica sobre el aborto de la niña-madre brasileña


La Congregación para la Doctrina de la Fe ha emitido una «clarificación» que de hecho rectifica el artículo, publicado en «L’Osservatore Romano» por el presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Rino Fisichella, sobre el aborto de una niña-madre brasileña.

cardenal levada_webbb_0(Sandro Magister/L’espreso) El pasado viernes, precisamente en el mismo momento en que Benedicto XVI estaba en audiencia en el Vaticano con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, fue publicada en «L’Osservatore Romano» una «clarificación» de la Congregación para la Doctrina de la Fe «sobre el aborto procurado».

La «clarificación» es lo que muchos esperaban, luego de un controvertido artículo publicado el pasado 15 de marzo por el mismo diario de la Santa Sede, con la firma del arzobispo Rino Fisichella, presidente de la Pontificia Academia para la Vida.

La «clarificación» está publicada en la página siete del diario de la Santa Sede y está anunciada en la primera página.

El artículo de Fisichella se refería al caso de una jovencísima niña-madre brasileña, obligada a abortar a dos gemelos que llevaba en su seno, y muchos han interpretado que justificaba ese doble aborto.

A continuación hubo una viva controversia pública, siendo dirigidas a las autoridades vaticanas numerosas protestas y pedidos por vía reservada.

Contra Fisichella

Entre éstos, se cuenta el paso que han dado 27 de los 46 miembros de la Pontificia Academia para la Vida. El 4 de abril ellos escribieron una carta colectiva a Fisichella, su presidente, pidiéndole que corrigiera las «erradas» posiciones expresadas por él en el artículo.

Fisichella les respondió por escrito el 21 de abril, rechazando el pedido que le habían hecho.

El primero de mayo, 21 de los firmantes de la carta anterior se dirigieron al cardenal William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pidiendo a la Congregación un pronunciamiento clarificador sobre la doctrina de la Iglesia en materia de aborto.

La carta fue entregada el 4 de mayo pero no recibió ninguna respuesta. Los firmantes supieron, a través de un funcionario de la Congregación, que la carta había sido remitida al Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, «porque el artículo de Fisichella había sido escrito a su demanda».

Dos miembros de la Pontificia Academia para la Vida transmitieron entonces directamente al Papa un dossier sobre el incidente.

El 8 de junio Benedicto XVI discutió el caso con Bertone y ordenó publicar una declaración que confirmase como inalterada la doctrina de la Iglesia en materia de aborto.

La «clarificación» publicada el viernes en «L’Osservatore Romano», fechada el 11 de julio de 2009 es precisamente el fruto de esta decisión.

A continuación el texto de la «clarificación»:

Sobre el aborto procurado. Clarificación de la Congregación para la Doctrina de la Fe

Recientemente han llegado a la Santa Sede diversas cartas, también por parte de altas personalidades de la vida política y eclesial, que han informado sobre la confusión suscitada en varios países, sobre todo en América Latina, a continuación de la manipulación e instrumentalización de un artículo de Su Excelencia Monseñor Rino Fisichella, Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, sobre la triste experiencia de la «niña brasileña».

En dicho artículo, aparecido en la edición del 15 de marzo del «L’Osservatore Romano», se proponía la doctrina de la Iglesia, teniendo en cuenta la dramática situación de la susodicha niña, quien —tal como se pudo mostrar posteriormente— había sido acompañada con toda delicadeza pastoral, en particular por el entonces Arzobispo de Olinda y Recife, Su Excelencia Monseñor José Cardoso Sobrinho.

Al respecto, la Congregación para la Doctrina de la Fe confirma que no ha cambiado ni puede cambiar la doctrina de la Iglesia sobre el aborto procurado.

Tal doctrina ha sido expuesta en los números 2270-2273 del Catecismo de la Iglesia Católica en estos términos:

«La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (cf CDF, instr. «Donum vitae» 1, 1). «Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado» (Jr 1, 5; Jb 10, 8-12; Sal 22, 10-11). «Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo hecho en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra» (Sal 139, 15).

«Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral. «No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido» (Didajé, 2, 2; Bernabé, ep. 19, 5; Epístola a Diogneto 5, 5; Tertuliano, apol. 9). «Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables» (GS 51, 3).

«La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. ‘Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae’ (CIC can. 1398), es decir, ‘de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito’ (CIC can. 1314), en las condiciones previstas por el Derecho (cf CIC can. 1323-1324). Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.

«El derecho inalienable de todo individuo humano inocente a la vida constituye un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación: ‘Los derechos inalienables de la persona deben ser reconocidos y respetados por parte de la sociedad civil y de la autoridad política. Estos derechos del hombre no están subordinados ni a los individuos ni a los padres, y tampoco son una concesión de la sociedad o del Estado: pertenecen a la naturaleza humana y son inherentes a la persona en virtud del acto creador que la ha originado. Entre esos derechos fundamentales es preciso recordar a este propósito el derecho de todo ser humano a la vida y a la integridad física desde la concepción hasta la muerte’ (CDF, instr. «Donum vitae» 3). ‘Cuando una ley positiva priva a una categoría de seres humanos de la protección que el ordenamiento civil les debe, el Estado niega la igualdad de todos ante la ley. Cuando el Estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano, y particularmente de quien es más débil, se quebrantan los fundamentos mismos del Estado de derecho… El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos’. (CDF, instr. «Donum vitae» 3)».

En la Encíclica «Evangelium vitae», el Papa Juan Pablo II ha reafirmado esta doctrina con su autoridad de Pastor Supremo de la Iglesia:

«Con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con todos los Obispos —que en varias ocasiones han condenado el aborto y que en la consulta citada anteriormente, aunque dispersos por el mundo, han concordado unánimemente sobre esta doctrina—, declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal. Ninguna circunstancia, ninguna finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito un acto que es intrínsecamente ilícito, por ser contrario a la Ley de Dios, escrita en el corazón de cada hombre, reconocible por la misma razón, y proclamada por la Iglesia» (n. 62).

En lo que se refiere al aborto procurado en algunas situaciones difíciles y complejas, es válida la enseñanza clara y precisa del Papa Juan Pablo II:

«Es cierto que en muchas ocasiones la opción del aborto tiene para la madre un carácter dramático y doloroso, en cuanto que la decisión de deshacerse del fruto de la concepción no se toma por razones puramente egoístas o de conveniencia, sino porque se quisieran preservar algunos bienes importantes, como la propia salud o un nivel de vida digno para los demás miembros de la familia. A veces se temen para el que ha de nacer tales condiciones de existencia que hacen pensar que para él lo mejor sería no nacer. Sin embargo, estas y otras razones semejantes, aun siendo graves y dramáticas, jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente» (Enciclica «Evangelium vitae», n. 58).

En cuanto al problema que suscitan determinados tratamientos médicos para preservar la salud de la madre, es necesario distinguir bien entre dos hechos de índole diferente: por una parte, una intervención que directamente provoca la muerte del feto, llamada a veces en forma inapropiada aborto «terapéutico», que jamás puede ser lícito, por cuanto es la eliminación directa de un ser humano inocente; por otra parte, una intervención en sí no abortiva, que puede provocar, como consecuencia colateral, la muerte del hijo:

«Si, por ejemplo, la salvación de la vida de la futura madre, independientemente de su estado de gravidez, requiriese urgentemente una acción quirúrgica, u otra aplicación terapéutica que como consecuencia accesoria provocara en forma inevitable, de ninguna manera querida o intentada, la muerte del feto, tal acción no podría ser calificada como un atentado directo contra la vida inocente. En estas condiciones, la operación puede ser considerada lícita, al igual que otras intervenciones médicas similares, siempre que se trate de un bien de alto valor, como es la vida, y que no sea posible posponerla para el momento posterior al nacimiento del niño ni que sea posible recurrir a otro remedio eficaz» (Pío XII, Discurso al Frente de la Familia y a la Asociación de Familias numerosas, 27 de noviembre de 1951).

En cuanto a la responsabilidad de los agentes sanitarios, es necesario recordar las palabras del Papa Juan Pablo II:

«Su profesión les exige ser custodios y servidores de la vida humana. En el contexto cultural y social actual, en que la ciencia y la medicina corren el riesgo de perder su dimensión ética original, ellos pueden estar a veces fuertemente tentados de convertirse en manipuladores de la vida o incluso en agentes de muerte. Ante esta tentación, su responsabilidad ha crecido hoy enormemente y encuentra su inspiración más profunda y su apoyo más fuerte precisamente en la intrínseca e imprescindible dimensión ética de la profesión sanitaria, como ya reconocía el antiguo y siempre actual juramento de Hipócrates, según el cual se exige a cada médico el compromiso de respetar absolutamente la vida humana y su carácter sagrado» (Enciclica «Evangelium vitae», n. 89).

Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires (Argentina)

Publicado el 12 Julio 2009 – 5:33pm

Traditio Catholica

Traditio Catholica, de Alejandro Rodríguez de la Peña y Francisco López Atanes

Un libro que apela a las raíces cristianas de Europa como forma de reivindicar a Europa misma

fichero_19290_20090713En los últimos tiempos, Europa parece verse sometida a una constante interrogación sobre sí misma. Dado que el continente europeo no constituye, desde el punto de vista geográfico, un espacio de una individualidad evidente, es claro que su configuración como entidad definida es atribuible, más que en cualquier otra región del mundo, a factores históricos y culturales.

Es decir, que si Europa es en nuestros días una realidad indiscutible, lo es porque durante centurias se ha apreciado en ella una unidad cultural. Es este reconocimiento en un sustrato de valores y tradiciones común lo que la ha hecho distinguible.
En este hondón reside la fuerza dinamizadora que el viejo continente ha tenido durante siglos. Pero también esta naturaleza cultural comporta la posibilidad de que se establezca un permanente cuestionamiento sobre Europa, lo que puede constituir una verdadera amenaza para su pervivencia si se hace desatendiendo los pilares que fundamentan la esencia europea.
Ante este riesgo, cierto y palpable en la actualidad, sale a la luz el libro Traditio Católica. En torno a las raíces cristianas de Europa. Esta obra, editada por los profesores de la Universidad CEU San Pablo, Alejandro Rodríguez de la Peña y Francisco Javier López Atanes, y publicada por CEU Ediciones, es una profundización en las bases que dan sentido a Europa y en el modo en el que éstas han tenido continuidad y han experimentado evolución a lo largo de los siglos. La obra recoge las actas del I Curso de Verano ‘Las raíces cristianas de Europa’, organizado por la ACdP.
En este escrutinio histórico, el fundamento de la religión cristiana emerge como auténtico aglutinador y conformador de Europa. Asimismo, la tradición es considerada por los autores de esta obra colectiva el vehículo por el cual este carácter cristiano se ha mantenido a lo largo de los tiempos, lo que permitió, a su vez, la subsistencia y consolidación de la identidad europea misma.
Al reivindicar el carácter cristiano de Europa, lo que hacen los autores es reivindicar a la propia Europa, en peligro de desnaturalización por el efecto de aquellas corrientes que aspiran a hacer de ella una nueva realidad, rompiendo para ello el vínculo con la tradición que, precisamente, ha determinado su identidad y continuidad histórica.

Alejandro Rodríguez de la Peña y Francisco López Atanes
Traditio Catholica. En torno a las raíces cristianas de Europa
CEU Ediciones
Madrid, 2009

Los beneficios humanos de creer en Dios

No se recurre a la fe para ser feliz: los beneficios son una consecuencia natural de la fe, no una causa para creer

Mientras se sigue discutiendo en no pocos lugares, especialmente en países de raigambre cristiano en Occidente, el papel de la religión en la vida pública, diferentes estudios científicos ponen de manifiesto los beneficios humanos de la fe.

En un reciente libro titulado Cómo cambia Dios tu cerebro, Andrew Newberg y Mark Robert Waldman resumen años de investigación sobre la relación entre salud neurológica y fe, a partir de estudios a religiosas y monjes budistas. ¿La conclusión? Hay una influencia positiva de la fe en aquellos que creen verdaderamente.

A inicios de marzo de 2009 la universidad de Toronto ofrecía los resultados de una investigación realizada por uno de sus profesores de psicología, Michael Inzlicht, y que arrojaba datos sumamente interesante como el que creer en Dios puede bloquear la ansiedad y minimizar el estrés. El estudio fue publicado en la revista Psychological Sciense y en las muestras participaron no nada más creyentes sino también agnósticos.

Según un estudio del profesor Bradford Wilcox, docente de sociología en la universidad de Virginia (Estados Unidos), hay una evidencia de que la religión está desempeñando un papel que fomenta una orientación familiar entre los varones estadounidenses. ¿Cómo sustenta esta afirmación? A partir de la asistencia regular de los hombres a los servicios litúrgicos cristianos: los hombres que acuden regularmente tienen matrimonios más fuertes, estables y sus esposas son más felices. Pero no es todo. Un elevado porcentaje de las parejas casadas que asisten a misa tienen un 35% menos de probabilidad de divorcio.

Respecto a los hijos, Wilcox evidenció que los padres que asisten a los servicios cristianos están más involucrados en las vidas de sus hijos: en el 65% de los casos, los padres también tienden a ser más afectuosos. Otro dato significativo es la alta tasa de hombres y mujeres que su vida cristiana activa propicia el concebir hijos sólo después del matrimonio.

En la misma línea va el estudio de Pat Fargan para la Fundación Heritage (se puede consultar en http://www.heritage.org/Research/Religion/bg1992.cfm), análisis que, además, ahonda en el papel positivo que la religión tiene en la educación de los hijos, la prevención en el consumo de drogas y alcohol, sexualidad y salud mental y física, y ausencia de violencia doméstica.

Según el estudio de Fargan, entre otros muchos datos, los jóvenes religiosos son hasta tres veces menos propensos a tener hijos fuera del matrimonio y a no abusar en el consumo de alcohol. Fargan también afirma que la gente que practica su fe tiene menos riesgo de caer en depresión o de suicidio.

jovenes alcoholEn el mes de enero de 2009, la revista Peditrics publicó un estudio de Janice Rosembaum donde queda de manifiesto que los jóvenes religiosos aplazan su edad de inicio sexual, algo sumamente bueno pare evitar embarazos no deseados, enfermedades sexuales e infidelidad en el matrimonio. Pero no es todo. Según el análisis del Journal of Drug Issues, de octubre de 2008, la religiosidad de los jóvenes influye en la resistencia a la influencia de amigos que suelen emborracharse o drogarse

Hay otros estudios que confirman el bien que produce la vivencia práctica y real de la fe en la familia, en sintonía con las investigaciones de Wilcox, Fargan y Rosembaum. Es el caso del análisis del sociólogo de la universidad estatal de Mississippi, John Bartkowski, publicado en la revista Social Science Research (Se puede consultar el estudio en http://www.livescience.com/humanbiology/070424_religion_kids.html).

Según la investigación de Bartkowski, si el padre y madre van a la Iglesia y viven su fe, los hijos se desarrollan mejor: estudian con mayor disposición y tienen más habilidades sociales. Los niños cuyos padres asistían a la iglesia con frecuencia tenían las mejores puntuaciones en autocontrol, comportamiento y cooperación con sus iguales. ¿Por qué sucedía esto? Por tres razones:

1) Las redes religiosas de relación social apoyan a los padres, mejoran sus habilidades como padres, y los niños ven que los mensajes de los padres son reforzados por otros adultos.

2) Las comunidades religiosas tienden a promover valores de sacrificio y familia, que «podrían ser muy, muy importantes al definir cómo los padres se relacionan con los hijos y cómo los niños se desarrollan como respuesta».

3) Las comunidades religiosas aportan al ser padre una ‘significación sacra’.

El estudio comprobó que si los padres discuten en casa por razones religiosas perjudican a los hijos, que no se benefician de los resultados estadísticos positivos de otros niños.

También es posible que los padres con niños buenos puedan ser ambos asiduos a la práctica religiosa precisamente porque sus niños se comportan bien; mientras que “el culto en una congregación es una opción menos viable si piensan que sus hijos se comportan pobremente”, reflexiona Bartowski.

Ciertamente no se recurre a la fe para ser feliz. C.S. Lewis decía que para eso él siempre tenía presente que existían las botellas de alcohol. Los beneficios son una consecuencia natural de la fe, no una causa para creer. Sin embargo, los beneficios humanos de la fe no dejan de ser un valor añadido que no se puede olvidar nunca al hablar de la religión en la vida pública, pues en definitiva son una riqueza para la vida de las naciones y de todos sus ciudadanos.

“God is back”

“God is back”, dicen dos periodistas de «The Economist»


Leo en varios lugares que está teniendo mucho eco en ámbito anglosajón un libro, publicado por dos periodistas de The Economist, en el que se afirma que el “revival” mundial de la fe religiosa está cambiando el mundo (menos Europa). El libro “God is back” (The Penguin Press, 405 pág.) está escrito a cuatro manos por el director del semanario británico, John Micklethwait, y el responsable de la delegación de Washington, Adrian Wooldridge. El primero es católico; el segundo se declara ateo.

Los autores de «Dios ha vuelto» sostienen una tesis bien concreta: “no estamos de acuerdo con los laicos europeos que defienden la idea de que Dios ha muerto o sea algo superfluo, o que modernidad y religión resulten incompatibles”. La realidad, subrayan, es que “la religión está jugando un papel cada vez más importante en la vida pública e intelectual”.

Una de las razones de ese creciente papel es que con la modernidad se ha consolidado el pluralismo religioso, de modo que la religión es cada vez más una cuestión de elección. De ahí que (y no hay que olvidar la publicación para la que escriben los autores) “el renacer de la religión está causado por los dos elementos que motivaron el éxito de la economía de mercado: la competencia y la elección”. Según argumenta el ensayo, la década de los setenta jugó un papel importante en este renacer de la religión, con la revolución de Irán, la elección de un Papa polaco portador de un mensaje muy fuerte, la llegada del primer presidente USA born-again (Reagan), el crecimiento del fundamentalismo hindú en India, etc.

Desde luego, solo se puede dar un juicio sobre la obra después de haberla leído, pero resulta interesante saber que el libro pone de relieve estos temas, que contradicen ciertas ideas dominantes de la vieja Europa. Y lo hace con observaciones que resultan incluso obvias: por ejemplo, que la difusión de las biotecnologías, el progreso de la técnica y de la ciencia está haciendo que los debates religiosos aumenten, no que disminuyan.

Rechaza proyecto de eutanasia

Episcopado coreano rechaza proyecto de ley que permitiría eutanasia

ROMA, 12 Jul. 09 / 10:48 pm (ACI)

Los obispos de Corea del Sur han expresado su rechazo a un proyecto de ley que busca despenalizar la eutanasia en el país, presentándola como «muerte con dignidad», un eufemismo que busca favorecer esta práctica anti-vida en esta nación asiática.

El Presidente del Comité de Bioética de la Conferencia Episcopal de Corea del Sur y Obispo de Cheongju, Mons. Gabriel Chang Bong-hun, precisó en una reciente declaración que la eutanasia que se promueve es «el asesinato deliberado de una persona» que se busca presentar como algo correcto; cuando en realidad no lo es.

En Corea el debate sobre la eutanasia saltó a la tribuna pública cuando se supo del caso de una anciana de 77 años en coma a quien, luego de quitarle el respirador, se mantuvo (hasta el cierre de esta edición) 17 días todavía viva.

«No nos oponemos al rechazo del paciente a permanecer ligado al respirador, cuando llega el último instante de vida y desea respirar de manera autónoma. Sin embargo, este rechazo (del respirador) no debe ser entendido como la voluntad de morir. El retiro del apoyo implica la interrupción de una prolongación artificial de la vida en un enfermo terminal. Pero, en cualquier caso, las curas médicas básicas no deben ser interrumpidas, entre ellas el alimento y la hidratación«, explica el Prelado, según informa L’Osservatore Romano.

«Lo grave de los términos ‘muerte con dignidad’ está en que al concepto de muerte, para desviar el verdadero significado del asunto, se le añade la palabra ‘dignidad’. Pero eso no es sino un eufemismo para la eutanasia«.

«¿Y si fuera bueno?»

«¿Y si fuera bueno?», diario vaticano analiza exitosa serie televisiva Dr. House

ROMA, 13 Jul. 09 / 02:02 am (ACI)

En un artículo titulado «¿Y si el cínico Doctor House fuera bueno?» que recoge la introducción del libro «Dr. House: Locura y fascinación de una serie de culto», L’Osservatore Romano da cuenta de algunos aspectos de esta serie televisiva en donde a partir de un personaje «malo« se puede dar un mensaje positivo favorable a la vida y en contra de una corriente negativa de nuestro tiempo: la corrección política.

En la introducción, los autores señalan que «es sabido que en la TV se filtran poquísimos programas fuera del coro de lo políticamente correcto que pregona e imprime en las mentes poca cultura y dos valores solitarios: la autodeterminación (que culmina con la conversión en soledad) y la separación».

Los autores del mencionado libro, Carlo Bellieni y Andrea Bechi, explican que resulta sorprendente que «el protagonista (el héroe) de la ficción es un tipo decididamente cínico» de esta popular serie estrenada en el año 2004 y que el año pasado fue vista por 82 millones de personas en 66 países, siendo una de las más populares en Estados Unidos y América Latina.

«Aquí está la genialidad de quien ha creado la serie de House: no darlo por descontado sino proponer un itinerario ético bueno usando las palabras, las imágenes, e incluso las debilidades humanas que normalmente suelen llevar otro tipo de mensaje», comentan Bellieni y Bechi.

«Con sus aforismos, sus disculpas, con sus idioteces y los chistes de los colegas de House, esta serie reafirma valores fuertes y firmes, pese a sus contradicciones, su cinismo y su ateísmo (que aparece, muy probablemente, solo para darle un ‘tono’)», continúan.

Seguidamente precisan que «en el fondo la moral no es solo escatología, sino también reafirmar la verdad sobre el hombre. Sin embargo, ha de prestarse atención: House es ‘malo’ y cínico. Se nos ha exigido así un esfuerzo por superar el impacto de estos comportamientos negativos, para llegar a entender el mensaje principal de la ficción y no cerrarnos a lo que se ve, sino fijar el punto decisivo: el cambio y el estupor de una mente cínica».

Luego de precisar que la Iglesia siempre busca «salvar al hombre del ataque a la razón» y que su Magisterio social, en particular los temas bioéticos, lo ayudan a vivir su dinámica real «mirándose en el otro para luego cooperar con él habiendo comprendido sus propios deseos y limites«, los escritores resaltan que las «novedades deslumbrantes en el campo bioético hacen lo opuesto: parten del concepto de que cada hombre es una especia de caballo encerrado en un recinto y que en ese recinto goza su supuesta libertad».

Estos avances bioéticos, prosiguen, «tienen como ideal el aislamiento y la llamada ‘autodeterminación’. Muestran un uso restrictivo de la razón: ya no están en capacidad de llamar ‘niño’ a un niño (solo porque todavía no ha nacido) o les aterra la supuesta ‘agresividad de la cura’, que con frecuencia solo es un intento por salvar una vida«.

«No por gusto –continúan– el aborto y la eutanasia como ‘derechos’ nacen de la idea que de nadie debe interferir con las decisiones que tal vez en un momento de soledad o de desesperación se ha tomado. ¡Incluso House pasa por eso, cuando ha querido salvar a un paciente, pese a su testamento biológico

Tras comentar que estas decisiones personales que escogen la muerte no siempre son «elecciones libres» sino que suelen tener una intensa presión externa, los autores advierten que «el ataque a la razón y al encuentro entre las personas es perpetrado detrás de una particular pantalla constituida por la falsa idea de que a través de las ‘ventajas’ de esta agresión destructiva se originan para los pueblos ‘derechos’ nuevos, los llamados ‘derechos civiles’, muchos de los cuales, si vemos bien, no necesitamos«.

«Estas alegres ‘concesiones’ de derechos para algunos nos dejan ver la otra cara de la moneda: pese a que aparecen nuevos derechos, aquellas categorías que no pueden reclamar su ‘autodeterminación’; es decir, niños, ancianos y discapacitados, son los que terminan perdiendo los suyos«.

«En resumen –alertan– se da así siempre más ‘derechos artificiales’ para menos personas: quien no sabe o no puede hacerse escuchar, se queda sin derecho de ciudadanía, sin la posibilidad de definirse ‘persona’, según lo que dicen muchos filósofos de moda».

Este libro «nace de la fascinación de un personaje de una fábula televisiva, conociéndolo mejor hemos descubierto que en las historias que son contadas por él emerge y nos sorprende grandemente el modo positivo de ver la realidad«, afirman.

Esta manera de ver las cosas, consideran, «es propio de lo que está en la base de la comunicación del mensaje cristiano y que todo, en la sociedad de hoy, quiere esconder: el uso potente y que nunca cesa de la razón y la fuerza del contacto humano (que en este caso, muestra su potencia terapéutica incluso cuando el protagonista quiere rechazarlo, pero, dentro de sí, resplandece algo que se lo impide)».

Por ello, concluyen, «que estos mensajes positivos nazcan de un personaje ‘malo’ nos place: sirve para dar menos espacios al sentimentalismo y más confianza en nuestro ser falibles (pero redimibles) como seres humanos».