Escrito por Siempre Fiel
Última actualización el Viernes, 15 de Mayo de 2009 09:23

Una visita y momento clave de la peregrinación del Papa, donde, ante la tumba vacía de Jesucristo, Benedicto XVI concluye su camino de peregrino a los lugares santos. Sobre las huellas del apóstol Pedro, anuncia la resurrección de Cristo único Salvador, que lleva el mensaje evangélico de esperanza.
Una escolta tradicional de hombres ataviados en túnicas negras y tocados rojos acompañaron al pontífice que caminó solemnemente hasta la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, donde golpeaban con palos el suelo para anunciar su cercanía.
Benedicto XVI se arrodilló y besó la piedra rectangular donde se cree que fue colocado el cadáver de Jesucristo después de su crucifixión. Posteriormente entró a la estructura ubicada al interior del templo que marca el lugar donde estuvo la tumba de Jesús y ahí se hincó a orar solo durante varios minutos, con las manos entrelazadas en actitud de oración mientras algunos sacerdotes cantaban cerca.
«El misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo cambió la historia, y nos enseña que el mal no tiene la última palabra, que el amor vence la muerte y que el futuro de la humanidad está en las manos de Dios», afirmo el Santo Padre
El Papa dijo a las personas congregadas en la iglesia que no pierdan la esperanza, un mensaje central durante su peregrinación en la que habló del Holocausto, de la política israelí-palestina y la disminución de los feligreses cristianos en la región.
«El Evangelio les garantiza a ustedes que Dios puede hacerlo todo de nuevo, que la historia no necesita repetirse, que los recuerdos pueden ser sanados y que los frutos amargos de la recriminación y la hostilidad pueden ser superados, y que puede surgir un futuro de justicia, de paz, de prosperidad y cooperación para cada hombre y cada mujer, para toda la familia humana, y de manera especial para las personas que viven en esta tierra tan querida para el corazón de el Salvador», indicó Benedicto XVI.
El mensaje del Papa, el de la esperanza de que habla la tumba vacía, está dirigido a todo el mundo y en modo especial a la Iglesia en Tierra Santa. Dios renueva todo, las memorias pueden ser purificadas, un futuro de paz puede surgir para los pueblos de estas tierras. Benedicto XVI invitó además a la Iglesia en Tierra Santa a contemplar el rostro glorioso del Señor para encontrar la fuerza de ser testimonio de la victoria de Dios y de la potencia de su amor reconciliador.
La misma Iglesia del Anástasis testimonia el peso de nuestra historia común y la promesa que irradia de la tumba vacía. El Papa evocó el rostro del Señor Resucitado e invitó a reconocer en su carne glorificada el principio de nuestra progresiva reconciliación interior y la superación de todo conflicto, interior y exterior. Benedicto XVI exhortó la Iglesia en Tierra Santa a sepultar ansias y temores en la tumba de Cristo. Y concluyó con una palabra de aliento a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas que tienen el privilegio de ser testimonios de Cristo, en las tierras santificadas por la presencia de Jesús y de su ministerio, de su muerte en la Cruz y de su resurrección.
“Jesús pide a cada uno de ustedes que sean testimonios de unidad y de paz para todos aquellos que viven en esta ciudad de la Paz. Invita a todos a ser mensajeros de reconciliación y operadores de paz”.
“Hoy a distancia de casi veinte siglos, el Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma, se encuentra delante de la misma tumba vacía y contempla el misterio de la resurrección. La Iglesia en Tierra Santa que muy a menudo ha experimentado el oscuro misterio del Gólgota, debe ser siempre un intrépido heraldo del mensaje luminoso de esperanza que esta tumba vacía proclama”.
Este lugar santo, continuó el Papa, donde la potencia de Dios se reveló en la debilidad, y los sufrimientos humanos fueron transfigurados por la gloria divina nos invita a mirar vez más con los ojos de la fe el rostro del Señor crucifijo y resucitado… ¡también ahora, la gracia de la resurrección está obrando en nosotros! Pueda la contemplación de este misterio, agregó el Papa, impulsar nuestros esfuerzos, ya sea como individuos, y como miembros de la comunidad eclesial, a crecer en la vida del Espíritu mediante la conversión, la penitencia y la oración.
“Que la contemplación de Cristo pueda ayudarnos a superar, con la potencia del mismo Espíritu, todo conflicto y tensión nacidos de la carne y remover cada obstáculo, por dentro y por fuera que se interpone a nuestro común testimonio a Cristo, y al poder de su amor que reconcilia. Esta tumba, dijo el Pontífice, está llamada a sepultar todas nuestras ansias y miedos, para resurgir nuevamente cada día y continuar su viaje por los caminos de Jerusalén, y de Galilea, proclamando el triunfo del perdón de Cristo y la promesa de una vida nueva. Como cristianos, sabemos que la paz la cual anhela esta tierra lacerada por conflictos tiene un nombre: Jesucristo, Él es nuestra paz, él nos ha reconciliado con Dios en un solo cuerpo mediante la Cruz, poniendo fin a la enemistad.
Con esas «palabras de ánimo», indicó, «concluyo mi peregrinación a los lugares sagrados de nuestra redención y de nuestro renacimiento en Cristo».
Miles de soldados y policías fueron desplegados el viernes alrededor de la Ciudad Vieja de Jerusalén para la visita papal al antiguo templo, cuya tradición señala el lugar donde Jesús fue crucificado, sepultado y de donde resucitó de entre los muertos.
«Este es el lugar donde todo comenzó, donde el bien derrotó al mal, que es lo que el Papa y todos nosotros esperamos que ocurra en esta Tierra Santa y en todo el mundo», señaló Hans Brouwers, un sacerdote católico de túnica blanca que estaba afuera del templo.
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