El Padre Pío y los estereotipos sobre Juan XXIII y Pablo VI
Me ha interesado el artículo que Paolo Rodari escribe sobre la próxima visita de Benedicto XVI al santuario de San Giovanni Rotondo, donde se veneran los restos de san Pío de Pietrelcina. Recuerda Rodari que el popular padre Pío encontró un serio obstáculo en la figura de Juan XXIII, “el Papa bueno”, mientras que Pablo VI, “el Papa progresista”, lo siguió muy de cerca y suprimió todas las limitaciones que la autoridad eclesiástica había impuesto hasta ese momento al santo capuchino.
Así que el Papa Montini no desdeñó al fraile de los milagros, de las locuciones interiores, de las visiones místicas, de los estigmas… Ciertamente, la cosa necesita de un poco más de contexto: la principal oposición que encontró el padre Pío fue entre sus mismos hermanos capuchinos y otros hijos espirituales de San Francisco de Asís. De ahí le vinieron las mayores contradicciones. Somos humanos y las cosas son así. A Juan XXIII le llegaban esas informaciones y actuó consecuentemente, limitando la actividad del padre Pío, que siguió de modo ejemplar esas indicaciones. Con Pablo VI se produjo el cambio.
Decía que me ha interesado ese relato porque se trata de otro pequeño episodio que rompe los estereotipos. Según los clichés habituales, cabría imaginarse al bueno de Juan XXIII dando palmadas en la espalda y protegiendo al padre Pío, y al moderno Pablo VI sintiendo una fuerte alergia ante tanto fenómeno místico, impropio de una visión adulta y postconciliar… Por fortuna, la vida es más rica.