Los padres los primeros educadores

No irá al VI Encuentro de las Familias en México por consejo médico

El Papa anima a los padres a ser los primeros educadores

El Papa Benedicto XVI no podrá acudir al próximo Encuentro Mundial de las Familias que se celebrará en México entre los días 13 y 18 de enero, en cuyo lugar asistirá el secretario de Estado del Vaticano, Tarciso Bertone. Sin embargo, como ya hizo en el mensaje que transmitió a las familias españolas congregadas el pasado domingo en la misa de Colón, el Pontífice ha enviado un mensaje a la comunidad católica de todo el mundo, en el que subraya una vez más la importancia de la familia y destaca su misión educadora.

sized_ratzinger_2_8(B.M/LA Razón) En una carta publicada por la Oficina de Prensa del Vaticano, Benedicto XVI explica que en el campo de la educación los padres tienen «una competencia fundamental». Además, especifica que para la Iglesia católica la educación tiene que llegar a través de una familia, «cualificada por el sacramento del matrimonio».

El próximo VI Encuentro de las Familias contará con la presencia de más de 30 cardenales y 80 obispos extranjeros, entre ellos, el cardenal Rouco Varela. Además, en él darán su testimonio cinco familias representantes de los cinco continentes.

El Santo Padre no presidirá el evento por consejo de sus médicos ya que la altura de México es nociva para su salud. Sin embargo, dirigirá un mensaje en videoconferencia a los participantes, en el cual manifestará su cercanía espiritual, según informa la web creada para el evento.

Benedicto XVI sí acudió al último Encuentro de las Familias celebrado en Valencia en julio del 2006, al que asistieron cientos de miles de personas. Su presencia en aquella ocasión evidenciaba la preocupación del Santo Padre por la Iglesia en España, el país de Europa en el que se aprueban más leyes anómalas respecto a la vida y la familia.

Publicado el 4 Enero 2009 – 11:31am

Sacerdotes foráneos en Bilbao

De Hispanoamérica, África y Asia

La diócesis de Bilbao acoge a sacerdotes foráneos ante la falta de vocaciones propias

Juan, Eduardo y José son tres curas de otros mundos, una excepción en la diócesis de Bilbao, tradicional exportadora de sacerdotes y misioneros. Pero, en estos tiempos de cambios y de movilidad geográfica, no ha de extrañar que púlpitos y sacristías se tiñan de nuevos colores y se escuchen acentos distintos. Cada uno de nuestros tres sacerdotes forasteros procede de un universo diferente; un mundo, cierto, donde la pujanza de la Iglesia y de sus vocaciones poco tiene que ver con la actual ‘penuria’ nacional. Ellos son de África, Hispanoamérica y China, los nuevos campos de cultivo del cristianismo.

1715550Juan es chino y se ríe mucho. Juan es sacerdote y tiene el pelo negro. Juan estudia la Biblia en la univeridad de Deusto, habla griego y hebreo y chapurrea el castellano. Juan no puede salir en las fotos porque está perseguido y tiene miedo a represalias. Juan es un cura secreto.

Eduardo Losoha Belope tiene 43 años y es negro. Es el primer sacerdote negro en toda la historia de la diócesis de Bilbao. Eduardo trabaja en Ortuella donde celebra bodas, funerales y bautizos y atiende a sus fieles desde hace tres años. Nació en Guinea Ecuatorial y fue vicario de la santa iglesia catedral de Malabo antes de ser capellán en el hospital vizcaíno de Cruces.

José Rafael Alberto estudia Teología en Vitoria, es de El Salvador y vive y colabora con la parroquia de San Francisco de Leioa, comunidad que mantiene estrechos vínculos de cooperación con la diócesis salvadoreña de Chalatenango. José está sorprendido por la seriedad de los vascos. «La vida es más que trabajar y hacer cosas», refexiona con su dulce acento centroamericano.

El peligro de ser cristiano

Lo que más llama la atención del sonriente Juan es constatar que ser cristiano puede ser algo peligroso, tan peligroso como en las viejas películas de catacumbas.
Juan, 30 años, nacido en la provincia de Hopei, habla de cómo aprendió a rezar en silencio, de cómo hurtaban a miradas indiscretas, domingo a domingo, las reuniones de fieles, de cómo se las ingeniaban los jóvenes seminaristas chinos para no llamar la atención de las autoridades en sus centros de estudio. «Cantábamos la misa muy bajo, para que no nos oyeran. No salíamos nunca de la casa que nos servía de seminario y, los ocho seminaristas que vivíamos allí, hacíamos ejercicio sin zapatos, para no meter ruido», explica el padre Juan, entre grandes sonrisas, con su lengua de trapo sin erres. «Cuando me fuí de casa para estudiar para sacerdote tuve que salir de noche, a oscuras; fue muy triste», recuerda.

Juan tal vez ría tanto, por contraste, por pura amargura. «Toda mi familia es católica. Recuerdo que en mi pueblo todos los curas eran viejos. De 70 años. Muy viejos. Estaban perseguidos y no era fácil ser sacerdote. No podíamos pisar la iglesia. El cura venía a casa, comía, rezaba y dormía en nuestro hogar… Así hacíamos allí las cosas. Rezábamos de noche, con las ventanas tapadas y con miedo de que se viera la luz. Nunca estábamos tranquilos…»

Ahora, en Deusto, entre los miles de volúmenes de la biblioteca, el padre Juan es feliz. «En China hay muchas semillas, pero faltan libros. Yo quise estudiar más y por eso llegué a Bilbao. Espero que el siglo XXI sea un siglo de libertad en China. Ustedes no saben muchas cosas de lo que pasa allí. Por ejemplo, yo no tengo papeles. Allí viven cinco obispos en una casa, custodiados por la Policía. Mi obispo tiene 75 años y pasó 30 en la cárcel. La última vez salió tras ocho años en prisión. Murió en nuestra casa. Al día siguiente era ceniza, nadie pudo ver su cuerpo y eso que era un obispo. La Policía no dejó acercarse a los creyentes y rezar. ¿Mi futuro? Volver a China a luchar por la libertad. La Biblia -dice el padre Juan con un brillo en los ojos- es signo y guía de libertad y de pluralismo. Quiero enseñar a mis paisanos a descubrir la cultura profunda que encierra la Biblia». A la hora de las fotos, el padre Juan vuelve la cara. Mejor que su rostro sea un secreto.

La llamada de don Ricardo

Eduardo Losoha Belope, el sacerdote guineano, llegó a España por primera vez en 1986, para estudiar en el seminario de Cuenca. Su llegada al mundo del sacerdocio rondó esos recovecos (idas y venidas; casualidades que nunca son tales) tan comunes entre religiosos. Recuerda, a sus 9 años, el interés por el trabajo de los misioneros claretianos en Malabo, «la vida de entrega y oración» de la hermana Josefina Romo, de Julita y Emiliana…

Estudió el bachillerato y uno de sus mejores amigos, con quien compartía inquietudes religiosas, empezó a hacerlo en el Seminario. Eduardo, todavía no. Hasta habló con don Honorio, el rector de los Salesianos, sobre si podría ser sacerdote sin estudiar latín ni griego habiendo elegido, como él había hecho, la opción de Ciencias en el bachiller. «Lo importante es la vocación», le dijo entonces el rector Honorio.

A él, el momento le llegó con el Preu (en Guinea mantienen aún el viejo sistema educativo de la metrópoli). Así que desembarcó en el seminario de Cuenca (con monseñor Guerra Campos de obispo, recuerda), y padeció su frío y sus contrastes antes de llegar a Tenerife, donde la Iglesia española decidió agrupar a los seminaristas guineanos. Eran 27.
Tras ser ordenado, trabajó en la catedral de Malabo hasta que en 2002 volvió a España, a Madrid. Estudió dos años de Derecho Canónico en Comillas. Mientras, colaboraba con la parroquia de San Salvador, en Leganés. Pero tenía la mente puesta en trasladarse al País Vasco, una tierra, dice, que ya conocía. Escribió al obispo de Bilbao, le envió su currículum y, un día, al descolgar el teléfono oyó esta frase: «Soy Ricardo». El obispo de Bilbao le comunicó que la diócesis aceptaba su propuesta.

Eduardo armó su maleta, guardó el breviario («el libro de los curas», explica) y el resto de su mundo en un hatillo que pesaba poco más de 5 kilos, y desembarcó en Bilbao. Llevaba apuntada una dirección: calle Nuestra Señora de Begoña número 8, primero. «Toca, que te estarán esperando», le había dicho don Ricardo. Y así fue.

Entre junio y julio de 2005, el primer sacerdote negro en la historia de la diócesis de Vizcaya, se ocupó de la capellanía del Hospital de Cruces, un destino difícil, entre tantas personas abrumadas por el dolor. «Creo que los africanos vivimos los momentos de pena de manera distinta a los occidentales, a los vascos. De la zona de donde provengo, nos afecta más el dolor y la tristeza. Aquí, cuando fallece un próximo, a los dos o tres días, se vuelve al trabajo. Allí, cuando uno recobra el ánimo para funcionar ha debido pasar más tiempo», dice.

Eduardo está contento. Es párroco de San Félix Cantalicio, en Ortuella, se encarga de otra parroquia y de tres centros de culto en el Valle y vive junto a otros curas en un piso de Gallarta. Aunque pone sus peros. «La vida aquí transcurre con demasiada rapidez. Todos viven enchufados, acelerados… Y casi no existe el sentido de la gratitud. Los jóvenes no ven nada como importante. Para un niño de Guinea, una pelota de goma es como un balón de oro. Aquí, no. Aquí no disfrutan de lo que tienen. Yo sorprendo porque vivo con tranquilidad y sin prisa por nada».

Hablando de sorpresas. Eduardo es el primero en emplear la palabra negro en la conversación. «Es que yo no soy de color… Cuando hablan de mí como el cura de color, hummm, no me gusta. Yo soy negro y punto», bromea, acostumbrado a las sorpresas. «Nunca he sufrido rechazo, la verdad. Cuando quienes me esperan no saben que soy negro se producen situaciones curiosas… Preguntan por el cura. Y no esperan que aparezca yo. Se extrañan, pero nada más… Yo quiero vivir como un cura del siglo XXI. ¿Cómo? Lo importante es estar y compartir la vida con la gente, sus alegrías y sus tristezas. Los curas no debemos caer en el ritmo trepidante de esta sociedad porque debemos estar disponibles siempre que nos necesiten. Ahora entiendo que mi lugar está aquí y que aquí ejerzo mi ministerio. De momento no estoy incardinado (ordenado para una diócesis). Fui ordenado para Malabo y deseo marchar a Guinea», reflexiona. Don Eduardo (su madre y varios de sus hermanos se han establecido en Vizcaya) se arregla para vivir (como el resto de los sacerdotes) con su sueldo de 830 euros mensuales.

Proveedores de reflexión

El sueldo y esa percepción de una vida superacelerada, son algunas de las cosas que el salvadoreño José Rafael Alberto (33 años) comparte con el párroco de Ortuella. «Creo que la gente no sabe vivir (sí trabajar). No han aprendido a pensar sobre la vida, a orientarla hacia un rumbo que les convenga. El papel de los curas debe ser ése, ayudar a descubrir a las personas que la vida es más que trabajar. La gente necesita encontrar respuestas para su existencia. Los sacerdotes somos proveedores de reflexión», apunta este joven sacerdote que viaja a diario a Vitoria para estudiar Teología, «la ética de los cristianos».

Este guatemalteco que colabora en la parroquia de Leioa, donde oficia los fines de semana, valora la «diferencia cultural» que siente entre su tierra y su actual destino. «La diferencia puede ser riqueza. Es una buena experiencia. ¿Rechazo? Soy sacerdote y eso facilita las cosas: nadie que no lo sea puede celebrar misa», se sonríe José («Rafael es apellido», explica). Tal vez sea la sonrisa su mejor pasaporte en esta tierra de caras largas. «La verdad es que la primera impresión es como para asustarse. Quizá sea la falta de costumbre y que nosotros somos más alegres. Aquí hay mucha seriedad», confía mientras explica que pasó ocho meses yendo casi a diario a la misma biblioteca y jamás escuchó que nadie pronunciara su nombre. Muy duro.

Publicado el 4 Enero 2009 – 11:13am

Campaña contra Dios

Críticas de entidades cristianas a los «autobuses ateos»

«¿Por qué hacer una campaña contra un enemigo, si crees que no existe?»

La campaña de los «autobuses ateos» debe arrancar formalmente el próximo 12 de enero -en un principio tenía que ser hoy, pero problemas técnicos obligaron a aplazarla-, mas, «de facto», ya está en marcha. La campaña, con la misma consigna, nació a finales del año pasado en el Reino Unido y recala por primera vez en nuestro país, concretamente en Barcelona. Pero antes de pisar la calle, la iniciativa está en boca de todos y ha causado rechazo; sobre todo entre entidades cristianas.

busateo_0(Janot Guil/Abc) El próximo lunes dos autobuses de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) se pasearán por la capital catalana luciendo unos carteles de publicidad contratados por la entidad Ateos de Cataluña con un polémico lema: «Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y goza de la vida».

«Movida por el odio»

Sin ir más lejos, el Arzobispado de Barcelona respondió esta misma semana, a través de un comunicado, a los promotores de la campaña y manifestó que para los creyentes en Dios, la fe en su existencia «no es motivo de preocupación, ni es tampoco un obstáculo para gozar honestamente de la vida».

«Esta es una campaña movida por el odio, el odio a la religión», denuncia a ABC el presidente del Grupo de Entidades Catalanas de la Familia (GEC), Daniel Arasa, que no duda en tachar de «absurda» la iniciativa. «¿Por qué hacer una campaña contra un enemigo, si crees que no existe?», señala. Arasa juzga que el texto de la campaña «no es insultante», aunque obviamente no le guste y pueda herir a algún creiente. Con todo, si de él dependiera no la prohibiría, pues, sostiene, -y para ello apela a su condición de periodista-, que en este caso, por encima de otras consideraciones está «el derecho a la libertad de expresión». De todas formas, el presidente del GEC pronostica que a los promotores les saldrá el tiro por la culata con esta campaña ateísta, pues «hará que mucha gente se plantee si Dios existe y se darán cuenta de que sí».

Mismo augurio hace el presidente del grupo municipal del Partido Popular en la Ciudad Condal, Alberto Fernández. En cuanto al debate que suscita que se utilice una plataforma pública, un autobús, Fernández afirma que cree que esta campaña está «promovida», si no directamente al menos indirectamente, por los partidos que gobiernan en el Ayuntamiento y la Generalitat, que han hecho gala de su laicismo y ateísmo con iniciativas como la Ley de Culto o la propuesta -de ICV- de no acudir a la misa de la Merc_ en la fiesta mayor. Precisamente, para aclarar si la Administración ha auspiciado directamente esta iniciativa, Fernández avanza que su partido pedirá al Consistorio y a TMB si esta campaña ha recibido algún tipo de ayuda pública para su financiación. Sus promotores lo niegan.

En el aire

Sin embargo, el recrudecimiento del conflicto árabe-palestino, a raíz de la última incursión militar de Israel en la franja de Gaza, podría provocar que se aplazara el inicio de la campaña del «bus ateo», según confirmaron a ABC fuentes de la organización. Dichas fuentes argumentaron que entre los promotores, que se reunirán esta semana para decidir al respecto, cunde la sensación de que no se pueden lanzar mensajes «optimistas» en un momento «nada optimista» a raíz de la guerra en Gaza.

Publicado el 5 Enero 2009 – 9:04am

Entre 40 y 50 sectas en Euskadi

Cuentan con más de 2000 personas

En el País Vasco se asientan entre 40 y 50 sectas

Recientemente el diario vasco Deia ha publicado un reportaje sobre este tema, con ese mismo título. Firmado por Nekane Lauzirika, señala que algunas asociaciones que luchan contra las sectas alertan a la ciudadanía de que no se dejen engañar por «falsas promesas». «Aunque vivimos en tiempos convulsos hay que alertar a la ciudadanía para que no se deje engañar por falsas promesas». Miguel Perlado, psicólogo y miembro de la Asociación de Atención e Investigación de Socioadicciones (AIS), advierte de la proliferación en el País Vasco de sectas no sólo en ámbitos de la salud física y mental, sino también en los religiosos.

foro_sectas(Info-RIES/ReL) En estos momentos actúan entre 40 y 50 pero, según los expertos, la tendencia va in crescendo, «sobre todo a la hora de crear organizaciones pequeñas y autóctonas».

Las alarmas han vuelto a saltar en Euskadi entre las personas que llevan años luchando contra estas organizaciones. Han sonado por el anuncio de apertura de una nueva sede de la denominada Iglesia de la Cienciología en la capital vizcaína. «Lo único que busca la Cienciología, como el resto de las sectas, es hacer esclavos sicológicos y emocionales, a través de los cuales obtener dinero y poder», explica a Deia Perlado, experto de la asociación catalana que inició su cruzada hace más de 30 años contra estas perniciosas organizaciones.

La Asociación catalana, enmarcada dentro de lo que se denomina «movimiento antisectas», de cuño laicista, presta atención cada año a unas 120 familias españolas, entre ellas muchas vascas, y hasta el momento disponen de una casuística de 1.700 pacientes. «La experiencia nos dice que la Cienciología, puesta de moda por estrellas como Tom Cruise, es una secta que manipula psicológicamente a sus seguidores».

No existen datos oficiales sobre el número de personas que han caído en sus redes. Se calcula que sólo en el País Vasco, más de 2.000 personas acuden con regularidad a alguna de ellas. «Sus responsables se aprovechan de la inestabilidad mental y emocional de los usuarios para hacerles un lavado de cerebro y convencerles de la efectividad de los contenidos y ritos de determinadas terapias. Del estudio que hicimos en Cataluña se desprende que un 0,8% de la población del Estado está afectada por las sectas», explica este psicólogo catalán.

Desde sus comienzos, hace ahora 35 años, la Asociación catalana ha atendido a familiares, pacientes y ex miembros de sectas, entre ellos de la Cienciología. «La experiencia que tenemos es extensa, porque nos han llegado muchas peticiones de ayuda para ex adeptos».

«La Iglesia de la Cienciología es uno de esos grupos con una larga trayectoria de la cual existe un amplísima documentación que muestran que los procedimiento son claramente manipuladores, coercitivos y que van orientados a doblegar la personalidad de los potenciales adeptos que pueden formar parte de la Iglesia. Este tipo de grupos se manejan con argumentos victimistas. Denuncian ser perseguidos -por multinacionales farmacéuticas, psiquiatras…- víctimas de una caza de brujas. Hacen gala de un discurso de tinte paranoide para denunciar que están siendo perseguidos por sus creencias religiosas. Esto no tiene nada que ver con la realidad».

A lo que tienen que enfrentarse muchas personas y sus familias cuando quieren dejar de ser cienciólogos, o de otras organizaciones similares, es «a la desaparición de grandes sumas de dinero y a la extorsión para no revelar determinadas informaciones. Es un tipo de dinámica que está muy estudiada y perseguida a nivel internacional y europeo».

En tiempos de crisis, las sectas redoblan esfuerzos por captar nuevos adeptos. Para ello juegan con la estética, con actores famosos, con prestigio social, con falsas promesas. Todo vale para que los colectivos más vulnerables -adolescentes, entre ellos- puedan caer en sus redes. «Cuando pasó lo de las Torres Gemelas, los cienciólogos se hicieron pasar por profesionales de la salud para captar a personas en situaciones de crisis. Estos grupos utilizan la doble moral». Doble juego no sólo usado por los cienciólogos, sino por todas las sectas que actúan en el Estado y en el País Vasco.

«En el terreno de las adicciones, el éxito de las terapias no suele ser para echar cohetes», reconoce Miguel Perlado. «Oscila en torno al 65%. Lo cual es razonablemente satisfactorio. En nuestra entidad, además de trabajar con el ex adepto que ha salido del grupo, lo hacemos también con su familia. Para conseguir el éxito terapéutico necesitamos una implicación proactiva de la familia».

En la Asociación catalana están empezando a verse también con otros protagonistas, como son los niños que han nacido en sectas. «Hay situaciones complicadas que no se resuelven inmediatamente y siempre animamos e incentivamos a que las familias tengan paciencia y sigan con la trayectoria de ayudar a la persona enganchada. Los datos nos dicen que es imposible ayudarles sin la implicación familiar».

La amplia experiencia del psicólogo catalán le lleva a afirmar que no hay un perfil único de adepto. «Lo que existen son determinados momentos en los cuales las personas son más susceptibles de entrar. Son instantes de transición, de crisis vital. Periodos en los cuales tus referencias, tus valores se ponen en entredicho y alguien desde fuera te puede ofrecer una alternativa o un proyecto muy interesante al cual tú te enganchas. Ése suele ser generalmente el momento de entrada. Desde la experiencia clínica se observa que hay diversos subgrupos de personas que pueden quedar atrapadas en franjas de máxima vulnerabilidad como los adolescentes, y otros como pacientes con problemáticas. Pero en general no existe un único perfil».

Desde algunas organizaciones que luchan contra las sectas continúan lamentándose de la falta de una legislación específica -como cuentan en países como Bélgica, Francia o Alemania- que proteja a las víctimas de estas organizaciones. «Se han propuesto diversas comisiones interperlamentarias, pero al día de hoy todo se ha quedado en agua de borrajas y, por los motivos que fueran, no han fructificado. Desde los estamentos políticos no se acaban de poner de acuerdo para abordar este fenómeno».

Publicado el 5 Enero 2009 – 8:49am

Desconectar la sonda que alimenta a Eluana

A partir del 7 de enero

Una clínica italiana decidirá si desconecta la sonda que alimenta a Eluana

eluana_4Los responsables de la clínica Ciudad de Udine, en el norte de Italia, anunciaron ayer que decidirán después del 7 de enero si acogerán y desconectarán a Eluana Englaro, una mujer de 38 años en estado vegetativo desde 1992, a pesar del veto del Gobierno a una sentencia en este sentido del Tribunal Supremo, informa Efe. El consejero delegado de la clínica concertada, Claudio Riccobon, explicó que se esperará al 7 de enero, cuando hayan pasado las fiestas navideñas, para decidir si retirar la sonda que mantiene con vida a Eluana Englaro, a lo que se habían mostrado disponibles.

(S.R/La Razón/ReL) La clínica de Udine suspendió el traslado el 16 de diciembre después de que el Ministerio de Sanidad enviase una circular en la que prohibía a cualquier centro médico que interrumpiese la alimentación a pacientes en estado vegetativo. Eluana Englaro iba a ser trasladada desde la clínica de Lecco (cerca de Milán) al centro médico de Udine, donde le esperaba un equipo de médicos y enfermeros para proceder a la interrupción de la hidratación y de la alimentación. Riccobon explicó que «se están realizando estudios de tipo técnico-jurídico» para comprobar la validez de la circular ministerial sobre las estructuras privadas, tras las que se tomará una decisión.

Sentencia pionera

El Tribunal Supremo autorizó a Giuseppe Englaro, padre de Eluana, a desconectar la sonda alimenticia que la mantiene en vida como él había pedido durante una batalla legal que ha durado una decena de años. La sentencia, la primera que autoriza en Italia a desconectar a una persona en coma irreversible, sigue causando polémica y las asociaciones católicas y los políticos conservadores continúan su campaña para evitar que esto suceda.

Publicado el 5 Enero 2009 – 8:32am

Derecho a morir, deber de matar

viernes, 02 de enero de 2009
Ignacio Sánchez Cámara


Gaceta de los Negocios

Francia no va a legalizar, al menos en los próximos tiempos, la eutanasia. Una comisión de estudio parlamentaria ha dictaminado que no debe admitirse su legalización, aunque sí es necesario mejorar las medidas de acompañamiento y atención al enfermo terminal. La comisión de expertos mantiene que no existe un «derecho a morir», exigible ante la sociedad, que justifique la eutanasia o suicidio asistido.

En Francia, la legislación actual reconoce el derecho del paciente a rehusar tratamientos inútiles, prevé el «testamento vital», admite el tratamiento del dolor con riesgo de acortar la vida y establece la obligación de crear camas para cuidados paliativos en los hospitales, pero no admite la eutanasia. Muchas veces, el verdadero progreso consiste en conservar lo actual. No todo cambio entraña un progreso ni una mejora en la condición humana.

Es una excelente noticia para la protección del derecho a la vida. Primero por el hecho en sí de que uno de los grandes países europeos frene, una vez más, esta iniciativa, y se oponga al horror que ha provocado su legalización en países como Holanda. Y segundo, porque se trata de un país cuya Constitución establece el laicismo. El hecho demuestra que el debate sobre la eutanasia no enfrenta a creyentes y agnósticos, sino a defensores de la protección de la vida y a quienes no lo son. No es una cuestión de fe, sino un problema jurídico y moral. Periódicamente, los defensores de la «muerte digna», es decir, del asesinato más o menos consentido, airean algún caso que conmueve a la opinión pública. Pero el eufemismo no hace sino encubrir la realidad.

La eutanasia no es una continuación de los cuidados paliativos, sino algo radicalmente distinto, incluso opuesto, que además de vulnerar la deontología médica, socava los cimientos de la confianza entre el médico y el enfermo. Se pueden evitar las agonías dolorosas y el encarnizamiento terapéutico sin recurrir al expediente de dar muerte al paciente. Conviene recordar que la eutanasia propiamente dicha no consiste en la renuncia a una determinada terapia, sino en dar muerte activamente al paciente. Nunca pueden ser el suicidio o el asesinato consentido solución a ningún problema, incluido el dolor y la muerte más o menos inminente. La solución, relativa pues la muerte es inevitable, se encuentra en los medios para combatir el dolor físico y, sobre todo, en los lenitivos del dolor del alma, que es el más agudo y que se encuentra, sobre todo, en el amor, la solidaridad y la compañía de los enfermos.

Los problemas morales y jurídicos suelen ofrecer su cara más clara cuando se escapa del eufemismo y se mira cara a cara a la realidad y se la llama por su nombre. El informe, cargado de razón, niega la existencia de un «derecho a la muerte». Ya sería extraña la existencia tanto de un derecho a la vida como uno a su contrario, la muerte. Pero además, si se admitiera la existencia de un «derecho a la muerte», y dado que todo derecho tiene como su otra cara la existencia de un deber correlativo, habría que admitir la existencia de un deber de matar. La mera expresión «deber de matar» revela con rotundidad la imposibilidad ética y jurídica de un reconocimiento del derecho a morir. La dignidad de la vida no puede entrañar la obligación de acabar con la vida, pues no hay vida humana, ni la prenatal ni la terminal, que no posea la más elevada dignidad.

Ignacio Sánchez Cámara es catedrático de Filosofía del Derecho