Día: 25 de junio de 2008
Álvaro del Portillo, camino de los altares
Fue el sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer
El próximo jueves 26 de junio, en el Palacio del Laterano,
el cardenal Camillo Ruini presidirá la sesión de clausura del proceso diocesano sobre la vida y las virtudes del Siervo de Dios Álvaro del Portillo (1914-1994), obispo y prelado del Opus Dei. Ese mismo día, la Iglesia celebra la memoria litúrgica de San Josemaría, fundador del Opus Dei, informa un comunicado emitido por la prelatura personal. El proceso se abrió el 5 de marzo de 2004.
(Zenit) El próximo jueves 26 de junio, en el Palacio del Laterano, el cardenal Camillo Ruini presidirá la sesión de clausura del proceso diocesano sobre la vida y las virtudes del Siervo de Dios Álvaro del Portillo (1914-1994), obispo y prelado del Opus Dei. Ese mismo día, la Iglesia celebra la memoria litúrgica de San Josemaría, fundador del Opus Dei, informa un comunicado emitido por la prelatura personal. El proceso se abrió el 5 de marzo de 2004.
El actual Prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, fue reconocido por la Congregación para las Causas de los Santos como obispo competente para instruir la causa de canonización de su predecesor.
Sin embargo, monseñor Echevarría pidió al cardenal Ruini que se nombrase un tribunal en el Vicariato de la Diócesis de Roma para que recibiera su testimonio y el de algunos otros testigos. El resto de testigos han sido escuchados por el tribunal de la Prelatura en Roma o por tribunales de sus diócesis de residencia.
Monseñor Flavio Capucci, Postulador de la causa, ha agradecido al tribunal del Vicariato el trabajo desarrollado. Con esa ocasión, ha recordado que en 1978, cuando comenzó el proceso de San Josemaría, Mons. Álvaro del Portillo insistió en que, al pedir al Papa el inicio de la causa del Fundador, el Opus Dei no buscaba su propia gloria, sino la de la Iglesia. «Hoy -ha dicho Capucci– con todo el corazón hacemos nuestras esas palabras».
El próximo paso del proceso se dará cuando el tribunal de la Prelatura concluya las sesiones del proceso que instruye. Con el material que ambos tribunales hayan recogido, el Postulador elaborará la positio, que es una biografía del Siervo de Dios y un estudio de cómo ha vivido las virtudes cristianas en grado heroico. En su momento, el Postulador enviará la positio a la Congregación para las Causas de los Santos para que sea estudiada.
Publicado el 24 Junio 2008 – 10:05pm
La abuela, la gran conciliadora
Escribo una pequeña reflexión pensando en el papel de tantas abuelas…
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Escribo una pequeña reflexión pensando en el papel de tantas abuelas que siguen solucionando a sus hijos el que no se vaya agobiado a su trabajo laboral.
Es un sincero homenaje a tantas abuelas que o bien por estar jubiladas, o bien por no haber trabajado fuera de casa – en el hogar si… y mucho – concilian la vida laboral de sus hijos dando su apoyo a las familias gracias a su buen corazón. De toda manera, su dedicación está muy bien recompensada: besos, caricias, risas de los más pequeños y solo hace falta escuchar a la mayoría de nietos, especialmente adolescentes, cuando hablan de su abuela o cuando les falta: siempre hay un sentimiento de cariño entrañable en sus apreciaciones.
Hoy hablamos desde el punto de vista médico del »síndrome de la abuela esclava». La abuela que sólo procura por los hijos, que no se atreve a decir que está agotada por el exceso de responsabilidades en que se encuentra inmersa, y que no se queja porque tiene miedo de no ser útil, en esta situación puede acabar enfermando. Es posible que eso suceda porque las abuelas siguen teniendo el mismo espíritu maternal de cuándo eran madres (se dice que son dos veces madres). En cambio, debido a la edad, les cuesta más recuperarse del esfuerzo físico y psíquico.
En este caso sólo cabe la solución de saber pedir. Cuando se sabe pedir complace a quien se pide porque puede compartir. Cuando pedimos un favor de hecho estamos haciendo otro favor. Las abuelas han de saber pedir ayuda a tiempo, antes de que por agotamiento no puedan hacer nada más. Y los hijos jóvenes, que necesitan de la abuela, tienen que estar más atentos a sus necesidades afectivas y físicas y agradecerle lo que hace por ellos. Este agradecimiento no se demuestra con regalos sino con una actitud agradable: interés por sus preocupaciones, una visita inesperada sin niños al hogar de los padres, manifestar alegría y otras actitudes que son fruto de pensar en ella.
Para ser buena abuela hay que tener una actitud positiva, para resolver problemas sin susceptibilidades, y esta actitud participativa para saber dar y recibir. No fuera el caso que estuviéramos paseándonos por casa diciendo: »pobrecita de mí, cómo sufro y lo poco que me quejo». No se puede dejar de lado la valiosa aportación del abuelo.
Considero muy importante el siguiente punto:
Reforzar la autonomía del matrimonio:
Para transmitir serenidad y paz al matrimonio joven, se debe ser muy prudente y no interferir en sus relaciones. La autonomía y la independencia de los hijos casados tienen que valorarse mucho, así como los objetivos educativos que tengan para sus hijos deben respetarse; la responsabilidad es de ellos y no de los abuelos. Este hecho no excluye que cuando los nietos estén en casa de los abuelos tengan de adaptarse al orden material que sea costumbre en la casa de los mayores. En este tema, para no tener problemas generacionales, debe mantenerse una buena comunicación entre abuelos e hijos, sabiendo pasar por alto pequeñas banalidades, distinguiendo lo que es esencial de lo que es accesorio.
No olvidemos que el hábitat natural de la persona es su familia; se hace patente que allí dónde prioritariamente la gente mayor se puede encontrar realizada es con los suyos. Esto no excluye que la abuela no puede centrarse en ella misma, ni hablar siempre de que «las cosas cómo han cambiado», sino que puede dar su testimonio de esperanza, propia de la fortaleza y sabiduría que se aprende con los años.
Informático, rugbier y escalador; ahora sacerdote
miércoles, 25 de junio de 2008
OpusDei.es
Ignacio Palma tiene 31 años. Aficionado a la escalada y al fútbol, fue jugador de rugby del Club Newman hasta los 19 años. Recibió la ordenación sacerdotal el pasado 24 de mayo
VIDEO: Vídeo de las ordenaciones en Roma
El P. Ignacio Palma tiene 31 años y estudió en el colegio Cardenal Newman de los Christian Brothers hasta los 14, y luego terminó el secundario en Los Molinos. Es Analista en Sistemas por la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y Licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma. Aficionado a la escalada y al fútbol, fue jugador de rugby del Club Newman hasta los 19 años. En esta entrevista describe sus impresiones luego de la ordenación sacerdotal, el pasado 24 de mayo, recibida por manos del Obispo Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría.
¿Qué significa para usted ser sacerdote?
San Josemaría se formulaba esta misma pregunta con otras palabras. «¿Cuál es la identidad del sacerdote?» Y respondía sin vacilar: «La de Cristo». Para mí ser sacerdote es ser Cristo presente entre los hombres. En primer lugar, y en manera eminente, esto se realiza cuando el sacerdote administra los sacramentos. Sin embargo, la presencia de Cristo entre los hombres a través del sacerdote no se limita a la administración de los sacramentos. El sacerdote debe ser Cristo a lo largo de todo su día. Por eso me pregunto -y le pregunto- muchas veces al día: ¿Qué haría Jesús en este caso concreto? ¿Qué le diría a quien yo ahora tengo delante? ¿Con qué cariño trataría a esta o aquella persona? En definitiva, el sacerdote tiene que conformarse a Cristo de tal manera que los demás puedan sentirse delante de Jesús cuando acuden al sacerdote.
Considerando su afición a los deportes, ¿qué lugar tiene Jesucristo en ese ámbito de la vida tan relevante en la actualidad?
A veces tendemos a pensar que Cristo no tiene cabida en ciertos momentos de nuestro día y, curiosamente, identificamos esos momentos con aquellos que dedicamos a divertirnos o a descansar. No me resulta difícil imaginarme a Jesús joven, con sus quince o dieciséis años, jugando al fútbol con sus amigos de Nazareth, o divirtiéndose con algún deporte típico de su época.
El deporte -como todas las realidades nobles de nuestra vida- puede ser ocasión de encuentro personal con Jesús. Jesús se divierte con nosotros al vernos hacer deporte. Él disfruta cuando contempla nuestro descanso y nuestra diversión, y quiere que lo dejemos estar con nosotros durante esos momentos. ¿Cómo? Dirigiéndonos a Él mentalmente, de vez en cuando, para agradecerle la ocasión que nos ofrece, o para ofrecerle una gambeta bien hecha. Y como sabemos que Él nos acompaña durante esos momentos, nos esforzamos por comportarnos de un modo tal que le agrade.
Por otro lado, es sabido que el deporte es una escuela de virtudes. Me acuerdo una vez en que estábamos con mi papá y mis hermanos escalando una montaña de cierta dificultad. Entonces papá nos contó de una de sus escaladas más complicadas. ¡Daba miedo! Por eso se me ocurrió preguntarle: «¿Vos no tenés miedo cuando escalás?» A lo que me respondió: «¿Miedo? ¡Sí, mucho! Los buenos escaladores no son los que no tienen miedo, sino los que saben dominarlo». Se me quedó profundamente grabada su respuesta. Fue una lección que me resultó muy útil para varios momentos de mi vida.
¿Cómo comenzó en su vida la devoción a San Josemaría?
Para decir la verdad no recuerdo la primera vez que me dirigí a él. Mis padres no son del Opus Dei, aunque eran devotos de San Josemaría. Por eso en casa había libros y estampas de san Josemaría. Mis hermanas iban por un centro de la Obra. Ellas me fueron enseñando y poco a poco empecé a rezar, entre otras cosas, estampas a San Josemaría. Un día un hermano mío me invitó a ir a una charla que daba un sacerdote y le dije que sí. Era un sábado a la tarde. Ahí aprendí, entre otras cosas, a tratar a San Josemaría no sólo rezando estampas, sino también pidiéndole pequeños favores a lo largo del día. Me acuerdo, por ejemplo, que solía pedirle que llegara pronto el colectivo cuando estaba especialmente apurado.
¿Qué mensaje quiere comunicar a los jóvenes y las jóvenes que están planteándose seguir a Cristo con mayor generosidad?
¡Que vale la pena! Me emociona mirar hacia atrás en mi vida y comprobar una vez más que el Señor no se deja ganar en generosidad. Es cierto que la dedicación total a Cristo comporta sacrificio, renuncia, olvido de sí; pero el Señor responde a nuestra generosidad de manera inefable. No niego que haya habido momentos de mi vida que me resultaron más gravosos, o especialmente duros. Cuando le dije que sí a Dios, no sabía exactamente lo que me esperaba, aunque sabía lo suficiente como para poder tomar una decisión libre y responsable. ¿Me arrepiento de lo que hice? En absoluto. Ya en esta tierra Dios vuelca todo su cariño sobre quienes se esfuerzan por entregarle todo a Él, lo que llena a uno de alegría. ¿Y esa alegría se siente? A veces sí; pero generalmente se trata de una alegría mucho más honda, que consiste en la profunda convicción de que uno no cambiaría su vida por nada en el mundo. De modo que mi mensaje es éste: si te toca la enorme suerte de que Dios te elija, no te dejes dominar por el miedo que pueda causar el firmar un cheque en blanco.
Si ya estaba entregado a Dios de manera total, siendo numerario del Opus Dei, ¿por qué se ordenó sacerdote?
Hay una razón que es muy simple y, sin embargo, la más decisiva: porque Dios me lo pidió. Algo parecido me ocurrió cuando estaba considerando la posibilidad de entregarme a Dios como numerario del Opus Dei. Yo buscaba descubrir si eso era lo que Dios quería de mí, porque de ser así ¿cómo decirle que no a Dios? Pero más allá de esta razón fundamental, está aquello que san Josemaría llamaba «el muro sacramental». Los laicos tienen un papel fundamental en la construcción de la Iglesia, pero llega un momento en el cual se topan con la necesidad de acudir a un sacerdote que pueda impartir los sacramentos: celebrar la Santa Misa, confesar, administrar la Unción de los Enfermos. Los laicos son quienes principalmente están llamados a desarrollar un apostolado fecundo en medio del mundo. Este apostolado consiste en poner a sus amigos, compañeros de trabajo, colegas, frente a Cristo. Y Cristo quiso hacerse especialmente presente a los hombres a través de sus sacerdotes. Por eso la necesidad siempre creciente de vocaciones sacerdotales en la Iglesia.
¿Qué recuerdos se lleva de sus años cerca del Papa, en Roma?
Por gracia del Cielo me tocó vivir unos años históricos junto al Papa. Durante mi estancia en la Ciudad Eterna falleció Juan Pablo II. Fueron unos días inolvidables y, al mismo tiempo, muy duros. Para mí, Juan Pablo II era el Papa. Había sido elegido cuando yo tenía apenas dos años, por lo que yo no conocía otro Papa. Él era, para mí, el hombre de blanco.
Cuando llegué a Roma, una de las primeras cosas que me dijo mi director espiritual fue que durante mis años romanos mirara al Papa. Procuré seguir su consejo que me fue de gran provecho. Llevaba poco tiempo en Roma cuando asistí a la beatificación de la Madre Teresa. Fue el primer encuentro con el Papa, al cual siguieron unos cuantos más. Recuerdo con especial claridad una audiencia con el Santo Padre en la que tuve la oportunidad de saludarlo personalmente. ¡Creí tocar el Cielo con las manos!
En fin, son infinitos los recuerdos que tengo de Juan Pablo II y me alargaría demasiado en contarlos todos. Pienso que hay uno que resume lo que aprendí mirando al Papa. Fue cuando lo vi aparecer por la ventana de su despacho después de la Misa del domingo de Resurrección de 2005. Él no había podido celebrar la Santa Misa por su estado de salud, pero quiso asomarse a la ventana para dar la bendición Urbi et Orbi. Tenía la cara marcada por el dolor y de su bendición sólo se pudo escuchar el amén final. Fue la última vez que lo vi en vida. Esa escena -como toda su vida- fue para mí una auténtica escuela de servicio a los demás, de entrega abnegada, con un completo olvido de sí mismo. Ayuda mucho pensar en ese día cuando algo se hace un poco más cuesta arriba.
Y después llegó Benedicto XVI. ¿Otro estilo, otra personalidad, otro modo de ser? No lo sé. El mismo cariño y entrega a los demás.
¿Cómo ha reaccionado su familia y qué diría a los padres cuyos hijos se plantean una entrega a Dios?
Lo mejor sería preguntárselo a ellos. Yo sólo podría dar una visión parcial de lo que pensaron cuando les dije que me haría sacerdote. Como es lógico se inquietaron. Quizá no se lo esperaban, quizá sí. La cosa es que los agarró de sorpresa y al principio se quedaron un poco perplejos. Me acuerdo la reacción de mamá apenas le dije. Empezó a preguntar cosas absolutamente secundarias, que no venían al caso en ese momento. Pienso que fue un modo inconsciente de tomarse unos segundos para procesar la noticia que acababa de recibir. Pero cuando me vieron seguros en mi decisión, se tranquilizaron. Más adelante tuvimos tiempo para hablar con más calma y me fueron preguntando las cosas que les inquietaban. Varías veces me repitieron que están muy contentos y así los veo; pero insisto en que habría que preguntarles a ellos.
A los padres que se encuentran en una situación análoga les diría, en primer lugar, gracias. Como decía san Josemaría, los hijos les debemos el 90% de la vocación a nuestros padres. Y no es exagerado decir eso, si se tiene en cuenta que de ellos lo recibimos todo, empezando por la vida. Después, que sepan acompañar a sus hijos en esos momentos respetando siempre su libertad. Entiendo que no es fácil para los padres. La entrega que el hijo hace de sí mismo a Dios es también entrega de los padres y eso generalmente cuesta. Pero así como Dios se vuelca con el hijo que se entrega, así también se da a los padres que entregan a su hijo, colmándolos de alegría. Una alegría que consiste principalmente en ver la alegría del hijo.
¿Cómo piensa comunicar a los demás la alegría, la novedad y la fuerza del mensaje cristiano?
Es una pregunta difícil de contestar. Ante todo con los medios sobrenaturales. Lo principal y más importante que un sacerdote tiene que hacer en su día es celebrar la santa Misa y allí dejar en manos del Señor todas las personas que uno trata a lo largo del día, con sus preocupaciones, sus problemas, sus alegrías. Es importante no olvidar que uno es un simple instrumento de Cristo. Es Él quien lo hace todo. Después, preguntando a los sacerdotes mayores. Ellos tienen experiencia y sabrán darme buenos consejos.
Educación diferenciada en Estados Unidos
La educación diferenciada se extiende en Estados Unidos
miércoles, 25 de junio de 2008
MujerNueva.org
Un reportaje del Washington Post muestra la expansión de la educación diferenciada en las escuelas públicas de Estados Unidos, con particular atención a la zona de la capital y sus dos estados limítrofes, Maryland y Virginia.
En el próximo curso habrá en todo el país unas 500 escuelas públicas con educación diferenciada. En la mayor parte de los casos son escuelas mixtas que ofrecen clases separadas para cada sexo, en algunas o todas las asignaturas. También hay algunas que son enteramente masculinas o femeninas.
En Estados Unidos, la educación diferenciada se había hecho casi exclusiva de la enseñanza privada, en virtud de unas normas federales de 1972 que prácticamente la excluyeron de la red pública. Después las escuelas públicas comenzaron a atravesar una crisis, especialmente en las grandes ciudades: descenso del nivel académico, problemas de disciplina, retraso de los chicos con respecto a las chicas…
La necesidad de encontrar remedios llevó a abrir el sistema público a innovaciones que le dieran un impulso y lo enriquecieran con diversidad de estilos. Aparte de las charter schools (escuelas públicas pero autónomas), nacidas a principios de los años noventa, más recientemente se han admitido la educación diferenciada entre las posibilidades para que un centro público tenga carácter propio.
La autorización se dio a finales de 2006 por medio de un nuevo reglamento aprobado por el Departamento de Educación. Esas normas permiten la educación diferenciada en la enseñanza pública siempre que sea voluntaria, dé una enseñanza sustancialmente igual a chicos y chicas, y se pueda seguir optando por la coeducación.
El reportaje recoge algunos testimonios de profesores y alumnos satisfechos con las clases separadas. Según la experiencia de distintos educadores, este método facilita prevenir desigualdades tradicionales entre los sexos (a las chicas no les gustan las matemáticas y los chicos infravaloran la lengua y el arte; desproporcionada presencia de chicos en la educación especial…).
También hay quienes no están convencidos de las ventajas de la educación diferenciada. El diario recuerda los argumentos más comunes de uno y otro bando. Desde el punto de vista académico, la disputa no es fácil de dirimir, pues el fenómeno no está bastante extendido ni hay aún estudios suficientes para concluir si la educación diferenciada es más beneficiosa y hasta qué punto. De todas formas, algunos se oponen por principio: la American Civil Liberties Union ha presentado una demanda contra el Departamento de Educación alegando que la educación pública no mixta es discriminatoria e inconstitucional.
Ver artículo original: More Schools Trying Separation of the Sexes.
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