MANUEL APARICI NAVARRO
Su Causa de Canonización, con presunto milagro, se encuentra en fase romana
«Capitán de Peregrinos», Presidente Nacional de los Jóvenes de Acción Católica de España y, una vez ordenado sacerdote, Consiliario Nacional de los mismos. Es una de las figuras más importantes de la Iglesia española en el siglo XX, humilde converso, apóstol infatigable y apóstol con vocación de crucificado, que él mismo pidió al Señor y éste le concedió; él, con su tesón, hizo revivir, y de qué modo, el Camino de Santiago; él fue el artífice y el alma de la magna peregrinación mundial juvenil a Santiago de Compostela el 28 de agosto de 1948; él fue el creador en 1940 de los Cursillos de Adelantados, Jefes y Guías de Peregrinos para dar base espiritual honda a los jóvenes «adelantados» camino de Santiago, y después antecedente de los Cursillos de Cristiandad, los cuales recogen entre otros muchos elementos el espíritu peregrinante de Manuel Aparici.; él fue ….
Eduardo Bonnín pensó en él como líder a nivel nacional (España) y quizás mundial. Pero no pudo ser porque ya estaba muy enfermo, y, aún así, continuó dando Cursillos hasta que sus fuerzas se lo permitieron, prácticamente hasta su santa muerte. Recorrió toda España dando Cursillos.
Con su palabra y su ejemplo, como apóstol seglar y como sacerdote, nos enseñó a hacer de nuestra vida una peregrinación: «Caminar por Cristo al Padre, a impulsos del Espíritu Santo, con la ayuda de María y llevando consigo a los hermanos».
Veinte años después de haber sido formulada esta definición, el Concilio Vaticano II, en todos sus documentos, proclama el carácter peregrinante de la iglesia y la espiritualidad que de ella se deriva, y así lo proclama la liturgia.
Pero la verdadera vida de Manuel Aparici ha sido su muerte. Una muerte de siete largos años. El incansable viajero, atado a un sillón. El apóstol impaciente, en la impotencia completa de actuar. El orador de Zaragoza y Santiago, capaz apenas de una conversación, con la ayuda muchas veces del oxígeno. El enamorado de su sacerdocio, imposibilitado con frecuencia para decir misa en su pequeño oratorio. Una muerte gustada, cada vez, más profundamente, hora a hora. Con él se fue uno de los hombres que más honda huella han dejado en la Acción Católica y en la Iglesia de España durante esos treinta años (de los 30 a los 60). Nos brindó el ejemplo -casi heroico, casi inimitable- de un apóstol vigoroso.
Vivió ejemplarmente toda su vida y este es hoy su mensaje dice Mons. Maximino Romero de Lema, Arzobispo y entrañable amigo: «Como seglar, un joven que se convierte a Cristo en plena juventud y que valientemente, sin temores humanos, a velas desplegadas, se empeña en vivir el Evangelio, para llevarlo a todos los jóvenes, como luz de Cristo. Como sacerdote un ejemplo de fe, de obediencia, de humildad, de trabajo, de transparencia, de dar su vida al prójimo y de oración que alimentaba su vida interior. Una vida ejemplar y luminosa, digna de imitarse».
Han pasado los años. Y en quienes le conocieron y trataron, o recibieron el influjo de su apostolado, se afianza su fama de santidad.
Muchos son los testimonios de Cardenales, Arzobispos y Obispos de España y de Hispanoamérica, sacerdotes, religiosos que nos hablan de su vida ejemplar. He aquí algunos muy cualificadas sobre su figura:
* «Desde 1948 está vivo en Santiago el recuerdo de Manolo y su obra» (Cardenal arzobispo de Madrid don Antonio María Rouco Varela cuando era arzobispo de Santiago de Compostela).
* « … Es merecedor de los más grandes elogios. Puedo asegurar que su fama de santidad está viva en la archidiócesis y también difundida en otros pueblos y regiones … » (Cardenal don Ángel Suquía Goicoechea cuando era arzobispo de Madrid-Alcalá).
* «Fue un hombre extraordinario. ¡Cuánto bien podría hacer, en la Iglesia de hoy! … Me hablaban todos de la vida interior de Manolo, de la exquisitez de conciencia, de la entrega total. Al hablar así, hablaban de sus virtudes en grado heroico …. Lleva fuego en su interior; cuando hablaba parecía no un sacerdote, sino un carismático, uno que está ungido por el Espíritu Santo … Sería un gran modelo de seglares y sacerdotes» (Cardenal don Vicente Enrique y Tarancón).
* «Su canonización supondría un fuerte aldabonazo para el despertar de la conciencia del sacerdote y del laico en la Iglesia» (Monseñor. Manuel Ureña Pastor cuando era Obispo de Alcalá de Henares). Sería el primer sacerdote canonizado de la diócesis de Madrid.
* «¡Qué hombre bueno, que sacerdote cabal! Nos agarrábamos a su mano porque él nos entraba de verdad en la nube donde el Señor habita: Manolo percibía el misterio de la existencia sacerdotal, paladeaba los jugos de la fe. Era un sacerdote verdadero» (José María Javierre).
* Mons. Ricardo Blanco, a la sazón Obispo Auxiliar de Madrid-Alcalá, al glosar su personalidad y su obra, la evocó en tres facetas: «humilde converso», «apóstol infatigable» y «gran víctima». Pero tan certeramente como él lo hizo el Cardenal D. Ángel Herrera Oria al calificarlo de «Coloso de Cristo, de su Iglesia y del Papa». Y con estas palabras del Cardenal podríamos resumir la figura de este gran apóstol de nuestro tiempo.
¿Pero cuánto de grande nos podríamos preguntar? En la página 83 de «Camino», Edición crítico-histórica preparada por el Dr. D. Pedro Rodríguez, Instituto Histórico Josemaría Escrivá, 2ª edición, corregida, Ediciones Rialp, S/A., se lee que «en los días finales de la redacción decidió el Autor dedicar el nuevo libro -todavía con el título antiguo: Consideraciones Espirituales- a Manolo Aparici, Presidente de la Juventud de Acción Católica: que tanto sabe de juventud vibrante y de apostolado» … «Cuando fue retirada la segunda hoja núm. 1 -al decidir el Autor el nombre de Camino y que el libro no llevara dedicatoria-, para sustituirla, no se hizo una tercera versión con el nuevo título […]».
Su voz, su biografía y otras varias publicaciones están en la página web: www.peregrinosdelaiglesia.org de Peregrinos de la Iglesia.
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